21 mayo 2008

De nuevo, huelga

Y hoy volvemos a la calle, exigiendo lo que ya escribía hace dos semanas, exigiendo que se deje de privatizar la educación, exigiendo el fin de la concertación. Porque motivos hay.

Al menos parece que otras voces se empiezan a alzar. Aquí, enlazo el artículo que Belen Gopegi escribió ayer en Público sobre nuestras reivindicaciones, que debieran ser las de todos. Un magnífico artículo.

Por cierto, una muestra más de por qué este periódico, a pesar de todos sus defectos, es útil e interesante. La sección de Dominio público es de lo mejorcito de la prensa nacional escrita.

06 mayo 2008

Motivos para una huelga en defensa de la educación pública de Madrid

Hoy, como profesor de Educación Secundaria de Madrid, estoy en huelga. No pido una mejora de sueldo. No quiero mejorar mis condiciones laborales personales. Ni siquiera exijo un reconocimiento social que ciertamente no necesito. De hecho no estoy en huelga para reivindicar que mi estatus personal inmediato mejore. No, nada de eso. Estoy en huelga por otros motivos, estoy en huelga para intentar defender que la educación en este país, y particularmente en la Comunidad Autónoma de Madrid, vuelva a ser pública, sufragada con los impuestos de todos lo contribuyentes y gestionada por la Administración correspondiente mediante los necesarios controles que la permitan ser lo más independiente y justa posible. Porque la educación pública en Madrid se desangra desde hace años, muere de inanición, asesinada lentamente para favorecer unos intereses ideológicos y económicos que, de manera perversa, aprovechando y fomentando los peores miedos y los instintos más conservadores de los padres, se han implantado en las cabezas y las voluntades de los ciudadanos, haciendo del proceso de privatización y desmantelamiento de la educación pública algo inevitable, una imperiosa y extraña necesidad, abriendo así de una manera que parece casi irreversible la puerta el sector privado. Un sector privado que a través de empresas y/o cultos religiosos está decidido a hacer negocio y sacar beneficios económicos con la educación, desde luego sin intentar convertirla en un semillero de futuros ciudadanos educados en libertad y pensamiento crítico.
Yo, en definitiva, estoy en huelga en contra de la concertación de la educación por múltiples motivos que intento resumir a continuación:
  • Los contribuyentes no deberían aceptar que el dinero de sus impuestos vaya a manos de empresas privadas que gestionan la educación de los niños como si fuera un negocio más. Hace muchos años algunos países europeos entendieron que la gestión de cierto asuntos delicados como la sanidad y la educación debía estar en manos del Estado para intentar fomentar y promover sociedades más justas, y que todos los ciudadanos tuvieran una mínima formación de calidad que les permitiera competir en nuestra complicada sociedad con una mínima igualdad de oportunidades. Parece que se nos ha olvidado.
  • Ya que parece defenderse con tanto entusiasmo el modelo capitalista carece de sentido que la empresa (la Administración, nuestros representantes votados democráticamente) que paga a los empleados (los profesores) no sea la encargada de seleccionarlos mediante los criterios que considere más justos. Esto es precisamente lo que sucede en la educación concertada donde los profesores son contratados por la empresas concesionarias de los colegios e institutos sin pruebas selectivas, mediante criterio subjetivos, a pesar de que sus sueldos los pagamos todos los contribuyentes. A esta incongruencia hay que sumarle la cesión gratuita de suelo público a empresas privadas para que construyan nuevos centros educativos concertados en lugar de construirlos directamente públicos, puesto que son necesarios. De nuevo renuncia de la Administración a responsabilizarse de la educación . Y sospechosa sumisión a intereses privados.
  • No se puede negar que la educación obligatoria es un asunto delicado que conlleva inevitables consecuencias por el hecho de tratar a seres humanos en desarrollo. Su ejercicio sirve finalmente para formar e instruir a personas, y no se puede obviar ni eludir que es imposible, completamente imposible, educar ni instruir en su totalidad desde el miedo a que tus prácticas en el aula no sean consideradas por la dirección del centro adecuadas a lo exigido por sus criterios ideológicos o morales, a pesar de que dicha labor se adecue a los principios de libertad que nos otorga la Constitución que rige este país. No se puede educar desde el miedo y la coacción.
  • Al ritmo de concertación y privatización que lleva la Comunidad de Madrid ser joven e intentar entrar en la educación pública como profesor se va a convertir en algo imposible en demasiadas ramas del saber (Física y Química, Filosofía, Biología y Geología...) por lo que mientras esta educación va a ver cómo sus plantillas envejecen sin un repuesto natural, los colegios e institutos concertados se están llenando de recién licenciados jóvenes que son utilizados, exprimidos y explotados hasta que revientan y sus ilusiones se agotan, para ser después sustituidos por nuevos obreros de la educación. Trabajadores sin voz, sin experiencia, sin posibilidad de oponerse a las injusticias que genera la educación que les da de comer, sin posibilidad de escapar del círculo vicioso que les lleva a defender un tipo de educación (la privada-concertada) en la que muchos no creen, y que luchan denodadamente (pero en silencio, para no comprometer sus puestos actuales) por entrar en la “denostada” educación pública.
  • Con el tiempo, si continúa la tendencia actual, la educación pública se convertirá en una educación residual, propia sólo de las clases más desfavorecidas y de aquéllos que antepongan su propia ideología a la educación de sus hijos. Este hecho no debiera ser deseable por nadie cuyos hijos deban educarse en los próximos veinte o treinta años, aunque desde luego será un chollo para los que hacen negocio con ella. ¿Alguien cree que cuando la educación pública no sea competitiva los precios de la concertada-privada se mantendrán en los niveles actuales? ¿Se dan cuenta aquéllos que defienden y se les llena la boca con lo de la “libertad de los padres” a la hora de elegir la educación de sus hijos que están hipotecando parte de las rentas futuras de éstos, cuando tengan que pagar, de verdad, y mucho, para meter a los que serán sus nietos en colegios e institutos decentes?
  • En Madrid más del 80% de los centros concertados son católicos. Desde luego no parece que ese tanto por ciento signifique que más del 80% de los padres que llevan a sus hijos a concertados son católicos practicantes que desean que sacerdotes y afines sean los encargados de gestionar el presente y el futuro inmediato de sus hijos. Mi amplia experiencia dando clases particulares antes de ser profesor de instituto me lo demostró. La realidad es otra. Muchos padres, atemorizados por los mensajes mediáticos que le llegan desde el exterior, desconocedores por completo de la realidad educativa de infinidad de centros públicos de Madrid que funcionan a la perfección, y confundidos ante la idea de dar a sus hijos “un poquito más” que lo que el vecino le da al suyo, optan por el camino más rápido, más fácil, más seductor, y en lugar de exigir una pública competitiva, que mejore y no se estanque, priorizan otros intereses como son la selección del alumnado, la segregación del alumnado inmigrante (sobre todo del conflictivo y del que llega a lo largo del curso) y se engañan (¡es falso, totalmente falso!) creyendo que sus hijos reciben además una educación de mayor calidad y con mayor disciplina.
  • El profesorado de la pública, tampoco está haciendo las cosas demasiado bien en muchos aspectos. Mis propios compañeros, adormecidos mediante regalos envenenados consistentes en pequeñas subidas salariales o zarandajas similares, demasiado tranquilos por la estabilidad de su empleo hasta su jubilación, son incapaces de asumir la responsabilidad que su posición social exige y liderar la defensa y mejora del servicio público que ofrecen. Un detalle sorprendente y clarificador de la falta de compromiso del actual profesorado, apático y apoltronado, sería conocer con exactitud cuántos de estos trabajadores de la función pública meten a sus hijos en la educación concertada o privada. Sería un dato terrible. ¿No estás incapacitado para ejercer tu labor como profesor de la educación pública si desconfías de los propios servicios que tú ofreces?
  • Tampoco se puede olvidar citar críticamente la labor de los sindicatos de educación de la Comunidad de Madrid, incapaces de defender de manera constante y firme unas pocas ideas coherentes y lógicas sin ceder a los chantajes y las prebendas que tanto la Administración actual de Madrid como la anterior les han ido haciendo en forma de poder sindical y fondos para estúpidos cursos de (des)formación del profesorado. Han permitido por acción o inacción, por miedo o complicidad, llegar a una situación dantesca como la actual escudándose en la desidia de la plantilla de profesores de Madrid y de la sociedad madrileña en general, sin hacer en ningún momento una autocrítica seria sobre sus métodos de representación y sus intereses espurios ocultos; así como sus múltiples liberados, objetores de tiza que se distancian del día a día de los centros y sólo aparecen como fantasmas ocasionales para convocar a huelgas que desconvocan a su antojo según llegan a acuerdos de mínimos miserables, que en nada tienen que ver con las exigencias de sus afiliados, ni por supuesto de los demás trabajadores que nos sumamos a ésta y otras huelgas sin pertenecer a ningún sindicato. En estos días no se puede olvidar mencionar la actitud pesebrera y miserable de ANPE y CSI-CSIF, verdaderos quintacolumnistas infiltrados por la Administración actual de Madrid para boicotear y desactivar los posibles brotes de rabia incontenible que surgen de vez en cuando entre los profesores. Brotes provocados por decisiones políticas privatizadoras y liberales, y cínicas declaraciones que denigran nuestra labor y la desprestigian socialmente. Tampoco se puede olvidar que CCOO y UGT, aún manteniendo todavía la convocatoria de huelga, no tienen demasiada credibilidad: es conocido que tras estas movilizaciones se esconden también luchas intestinas intersindicales en busca de mayores cuotas de poder (habría que salvar a algunos sindicalistas que trabajan y creen realmente en lo que hacen aunque son continuamente prostituidos en pos de oscuros “acuerdos políticos). Si los sindicatos fallan, detrás tenemos que estar todos los ciudadanos, presionándolos a ellos y a nuestros representantes públicos para que no se olviden que todos están ahí para defender nuestros derechos, no para subastarlos al mejor postor.
Hay motivos. Por supuesto. Hoy yo estoy en huelga para intentar aportar mi granito de arena a la defensa de la educación pública universal y gratuita... ¿Y tú?