22 octubre 2011

Días feos

Hay días feos, en los que uno sabe que no hará lo que tiene que hacer, en los que no estará donde tiene que estar ni junto a aquellos con los que desea caminar. Hay días en los que luce un sol luminoso pero uno se deja puesto el pijama y baja las persianas, dejando que pasen las horas, sin esperar nada puesto que nada puede ofrecer. Días de transición que enfangan el espíritu y derrotan hasta al más luchador, porque ni siquiera son lo suficientemente negros para rebelarse contra ellos pero invaden con su tediosa tonalidad gris cada una de sus minutos. Mientras el tiempo avanza ominosamente buscando la llegada de la noche.

Habrá que autoanimarse un poco. Los diferentes apelativos con los que el profesor que sustituye al profesor Keating/Interino intenta hacer bajar de las mesas a los alumnos me han hecho sonreír

3 comentarios:

  1. Anímate y échale un vistazo a mi blog de dibujos o échale un vistazo y anímate, como quieras. No sé si ya te di la dirección; bueno, es esta: http://rubenmartinespada.blogspot.com/
    Por cierto no tengo ni tu e-mail, ni tu teléfono. No sé si los he perdido o nunca los tuve. A ver si nos vemos y compartimos algo de alcohol de ese para las heridas. Un abrazo.

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  2. Gracias Rubén, lo bueno de los días feos es que sólo pueden mejorar y en eso andamos... Estuvimos Fernando y yo a punto de convocaros a una reunión de ex-colmenaretes a Honorio y a ti pero al final no pudo ser. Queda pendiente porque hay ganas de echar un rato juntos

    Te sigo por la red

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  3. “En estos momentos tuve una certeza fulminante: cada uno tenía una <> pero ésta no podía ser elegida, definida administrada a voluntad. Era un error desear nuevos dioses, y completamente falso querer dar algo al mundo. No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir. Aquel descubrimiento me conmovió profundamente; éste fue el fruto de aquella experiencia. Yo había jugado a menudo con imágenes del futuro y soñado con papeles que me pudieran estar destinados, de poeta quizá, de profeta, de pintor o de cualquier otra cosa. Aquellas imágenes no valían nada. Yo no estaba en el mundo para escribir, predicar o pintar; ni yo ni nadie estaban para eso. Tales cosas podían surgir marginalmente. La misión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo. Se podía llegar a poeta o a loco, a profeta o a criminal; eso no era asunto de uno; a fin de cuentas carecía de importancia. Lo que importaba era encontrar su propio destino, no un destino cualquiera, y vivirlo por completo. Todo lo demás eran medianías, un intento de evasión, de buscar refugio en el ideal de la masa; era amoldarse; era miedo ante la propia individualidad. La nueva imagen surgió terrible y sagrada ante mis ojos, presentida múltiples veces, quizá pronunciada ya otras tantas, pero nunca vivida hasta ahora. Yo era un proyecto de la naturaleza, un proyecto hacia lo desconocido, quizá hacia lo nuevo, quizá hacia la nada; y mi misión, mi única misión, era dejar realizarse este proyecto que brotaba de las profundidades, sentir en mí su voluntad e identificarme con él por completo".

    Herman Hesse

    Me apunto a eso del alcohol, las vendas y las tiritas. Un abrazo.

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