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11 diciembre 2020

Celebrando los 15 años de Discursiones (1)

13 de diciembre de 2005. 13 de diciembre de 2020. 
 
Este fin de semana se cumplen 15 años desde que publiqué mi primer post en este blog. 15 años ya. Discursiones nació a finales de 2005, en pleno boom de la blogosfera y yo, por entonces, no tenía muy claro ni cómo ni para qué lo iba a usar. Ha pasado el tiempo (tanto tiempo) y, aunque siempre con dudas, continué escribiendo y publicando. Incluso cuando los blogs murieron. No sé cuántas veces he pensado en cerrar esta puerta (a veces demasiado explícita) a mi vida, a mis ideas, a mis sentimientos, a mi forma de mirar al mundo pero, al final, nunca fui capaz de hacerlo. A día de hoy ya tengo claro el porqué: desde que nació, he usado este blog como un espacio de libertad para expresar lo que pienso sin las cortapisas que las interacciones sociales y familiares generan, sin el pudor o la vergüenza que siempre he sentido para expresar mis emociones en público, para difundir reflexiones que aprendí a guardarme en el ámbito privado para no provocar estériles enfrentamientos personales y para canalizar el dolor o la frustración personal. Pero sobre todo, y tal vez lo más importante, este blog me ha servido para estructurar y dar forma a mis propias ideas, a mis intuiciones tras lecturas, conversaciones, experiencias vitales. Me ha servido para convertir los balbuceos intelectuales en algo parecido a una visión coherente del mundo desde una expresa posición ideológica. 
 
Discursiones nunca fue un blog al uso. Al uso de lo que se decía que tenía que ser un blog, claro. Desde el principio, amigos que controlaban sobre la web 2.0 coincidían con los gurús de la época en que no tenía mucho sentido su filosofía: mis textos eran excesivamente largos, los posts adolecían de imágenes y no provocaban la interacción del lector, al blog le faltaba dinamismo, la frecuencia de posts era absurda, la temática errática, no viajaba por la blogosfera promocionando mi blog mientras hacía como que me interesaban los blogs de otros...  Así era, desde que empecé a escribir me resultó imposible separar lo político de lo personal, la anécdota de lo trascendente, la extravagante digresión de la mirada social más exigente. Escribí siempre a impulsos, sin ningún plan preconcebido. Mientras, el tiempo pasaba y el veinteañero que era poco a poco se fue convirtiendo en el cuarentón que soy hoy. 
 
Discursiones nunca salió del anonimato. Al final Internet nos enseñó que somos muchos, tantos, demasiados, todos los que creemos tener algo que decir... También nos enseñó mucho sobre la vanidad y la falsa humildad: desconfía del que dice que solo "escribe para sí mismo". Miente. Todos los que escribimos y hacemos público lo que escribimos (ya sea en redes sociales, en blogs, en prensa o en libros) deseamos que los que nos leen consideren que lo que escribimos merece la pena de ser leído. Diferente es que escribas siendo ese tu único objetivo. Pero ese es otro tema. 
 
El tiempo matizó las expectativas pero nunca pude dejar de escribir y de publicar. Cada año fui publicando menos posts, sí, pero cada uno de los que publicaba era mucho más relevante para mí porque significaba una (exigente) manera de estructurar alguna reflexión personal. El blog terminó por convertirse en una bitácora vital, un ancla moral, un filtro ético. 
 
Se cumplen 15 años desde que comenzara este blog y son más de 300 posts publicados. Cambiaron muchas cosas en mi vida: amistades infinitas diluidas homeopáticamente, lealtades familiares rotas para siempre, miedos jamás superados y enquistados en lo más profundo. Pero ahora que recapitulo, ahora que me releo, ahora que analizo a ese que fui a través de lo que escribí, me sigo reconociendo y eso me tranquiliza. Hoy, 15 años después, toca "repasarme": he elegido 15 posts (ordenados cronológicamente) que al final de lo que hablan es de mí y de mi forma de pensar el mundo. Dejo fuera, de momento, todo lo relacionado con la Educación (escribiré sobre ello en otro post) porque, lentamente, mis escritos sobre ese tema han ido ganando una relevancia propia en este espacio. Toca recordar lo escrito sobre política, cine, nuestra sociedad y, sobre todo, toca recordar lo escrito sobre mí, sobre lo que me ha ido pasando y sintiendo y sobre mi forma de interpretar el mundo. 
 
1. Ya en 2006 los viajes exóticos entre los jóvenes urbanitas de mi generación suponían una exigencia social. Nunca, ni entonces ni ahora, he soportado el postureo asociado a esos viajes existencialistas ni la ridícula construcción de una imagen personal a partir de ese simulacro narcisista de diferenciación social que el viajero (nunca turista, no lo ofendas) intenta construirse.

La hipócrita moda de viajar 

"Se trata de viajar siempre que uno pueda, irse a dónde sea. Quedarse en casa es de tontos, de pobres. Sólo se queda uno en casa si no puede evitarlo. Da igual si existe motivación de algún tipo para ese viaje, si hay algo de real interés salvo el del mismo hecho de viajar. Y, por supuesto, después, contarlo a la vuelta. Mediante imágenes. Cientos a ser posible." 

2. Siempre he pensado que resulta realmente útil interpretar el momento social a partir de "lo generacional". Por nacimiento, pertenezco a la generación X pero siempre preferí la alternativa que se acuñó en España durante la primera década del siglo XXI: generación mileurista. Definía perfectamente la hostia que se llevaron muchos cuando salieron de sus burbujas familiares y universitarias y el mercado laboral los recibió con entusiasmo, deseoso de mostrarles para qué los quería, deseoso de explotarles laboralmente al tiempo que los convertían en los gilipollas ideales a los que encasquetar hipotecas demenciales.

Ahora que los millennials empiezan a hacerse mayores y que la generación Z desprecia a todo el que tenga menos de 30 años llamándolo despectivamente boomer cuando intenta advertir a los jóvenes de su deriva adanista, resulta trascendente recordar (esto lo escribí en 2006) cómo mi generación asumió con docilidad el mundo que nuestros mayores nos habían construido

En 2 posts:

Mileuristas, la generación sin voz (1)

Mileuristas, la generación sin voz (2) 

"Los mileuristas [...] no existen para nadie. Y sobre todo no existen para ellos mismos. Como miembros de una tribu o secta se reconocen entre ellos mediante el sentimentalismo, la nostalgia y la televisión. Pero no forman grupos de presión ni de ideas. Tal vez su rasgo distintivo en ese sentido sea su pasión por las ONG´s y lo políticamente correcto."

"Asustados y molestos descubrieron que el mundo real no era el previsto en sus planes: no iban a ganar dinero rápido, no iban a mejorar las vidas de sus padres, no podrían cambiar el mundo, no se iban a poder independizar con rapidez porque no tenían ni siquiera desarrollados los instrumentos necesarios para valerse en soledad y encima la vivienda, gracias a la especulación de la generación de sus padres, se había convertido en un escollo inexpugnable." 

3. Solo desde la inconsciencia adultescente uno publica este  tipo de  posts sobre "estética de cine" y cree que está escribiendo algo serio. Pero releo este texto, escrito en 2007, seguramente el más largo y trabajado de los 15 años del blog y, más allá de matices y afirmaciones que no haría con igual contundencia hoy, no me provoca bochorno alguno. Al contrario, rezuma mucho de mi amor al cine y mucho de lo que sigo defendiendo hoy día sobre cómo interpretarlo, disfrutarlo y valorarlo 

En 5 posts (y cada película que menciono sigo pensando hoy que es extraordinaria):

Sobre la estética de cine. Orígenes. Lumière. Mèlies

Sobre la estética decine. Hawks. Expresionismo: Murnau. Ford

Sobre la estética de cine. Johnny Guitar y Alemania año cero. Nouvelle vague. Peckinpah. Scorsese

Sobre la estética de cine. Blade Runner. Dogma. Tarantino

Sobre la estética de cine. Kill Bill. Sin City y 300. Conclusiones

"El Gabinete del doctor Caligari es una de las experiencias estéticas más poderosas jamás realizadas en el cine. Durante 62 minutos la realidad como tal desaparece, siendo sustituida por nuestros miedos y pasiones más ocultas. Pensamientos y deseos subconscientes que son reflejados mediante unos decorados y una puesta en escena que trasladan intensamente la pulsiones de los personajes en una terrible historia de sexo, poder y locura" 

4. Desde 2002 (cuando me vine a vivir a Madrid) y durante más de una década ver el fútbol en bares hizo que se fuera cimentando una extraña conexión con un grupo de desconocidos que solo se hacían carne cada sábado o domingo por la tarde en aquel bar (hoy ya cerrado) que hacía frontera entre La Latina y Lavapiés. Mientras yo disfrutaba de Zidane, Madrid me convertía en uno de los suyos. Ahora que disfruto del fútbol en casa con máxima calidad y televisión de 43 pulgadas, todavía siento un pellizco de nostalgia cuando paso por delante de aquel bar y rememoro los nervios antes de entrar, la tensión por encontrar un sitio adecuado para ver el partido, las conversaciones banales, la revista dominical que llevaba para evitar conversaciones en el descanso, el Aquarius de la primera parte y el White Label solo con hielo en vaso de tubo de la segunda...

En dos posts:

Historias de fútbol (1)

Historias de fútbol (2)

"Más de seis años viendo fútbol de manera periódica en este bar, sin amigos que perturben, dan para mucho. Sirve incluso para estudiar nuestro comportamiento social, cómo funcionamos en grupo e individualmente. Para generar complicidades extrañas con personas que por motivos diversos también acuden al bar en soledad a ver a su equipo, y con los que basta un saludo con la mirada o una palabra suelta para que poco a poco vayan convirtiéndose en personajes necesarios que interpretan su papel en el plató en el que se desarrolla este ritual semanal." 

5. En el verano de 2012, cuando en España la crisis social, económica, política e institucional llegaba a su punto más alto y mi familia se rompía en mil pedazos con el puto cáncer que terminaría matando a mi hermana Mari, escribí este post. Tal vez es uno de los que más satisfecho me siento. De manera ácida y dura pero de forma (creo) lúcida, radiografiaba de nuevo a la generación mileurista exponiendo nuestro fracaso, nuestra derrota vital.

Mileuristas, cuando éramos tan felices

"Éramos vistos con simpatía condescendiente por nuestros mayores y, aunque superficialmente rebeldes, seguimos dócilmente los caminos previamente abiertos por ellos, sin aportar casi nada propio, sin desenmascarar ninguna de las mentiras sobre las que se construyó la España democrática. Casi nadie se escapó fuera del redil. Recibíamos continuos elogios por nuestra formación pero eso, sospechosamente, no se iba traduciendo en una mejora de nuestras condiciones laborales."

"Ejercíamos de niñatos porque era lo que mejor sabíamos hacer y porque, en el fondo, nadie quería ni esperaba que hiciésemos otra cosa"

6. Y en ese mismo verano de 2012, el 9 de septiembre, fallecía mi hermana Mari por culpa de una leucemia que se la llevó en poco más de un mes. De aquel desastre sentimental rescato este post que me rompe cada vez que lo releo: su hijo de 6 años, mi sobrino Ale, lloraba exigiendo ver a su madre. 

Lágrimas

"El niño sigue llorando, nada parece consolarlo, cierra con fuerza sus ojos y balbucea desesperado, mientras incrementa su sollozo: “¡pues es que yo no la veo, yo quiero ver a mi mamá!”. Lágrimas como puños recorren su carita enrojecida."

7. Estamos en 2013 y en este post reivindicaba algo que me obsesiona desde siempre: la coherencia. Intentar que lo que se hace no se aleje mucho de lo que se dice defender que se debe hacer. Me provocan un enorme hastío el victimismo y la búsqueda de comprensión de los que intentan desligar su discurso social y político de las decisiones vitales que terminan definiendo realmente sus vidas (y las de sus hijos).

Elogio de la coherencia

"No somos socialmente ni lo que pensamos ni lo que decimos pero sí terminamos siendo lo que hacemos."

8. Lo escribí en 2013 y no solo sigo pensando lo mismo que cuando lo publiqué sino que pienso que me quedé corto en lo que denunciaba: la exigencia de una formación continua, de una formación "para toda la vida" es uno de los grandes fraudes de nuestras vidas modernas. Desconfía siempre del que la defienda y del que pretenda normalizarla. Este es otro de los posts que he escrito que considero plenamente vigentes.

La cara oculta dela formación continua

"Más allá de una élite cultural y empresarial que cree haber encontrado la piedra filosofal en una formación continua cuya gestión detenta con mano de hierro, existe una enorme masa ciudadana desconcertada, desorientada, perpetuamente enganchada a una formación permanente que siempre parece que la forma para algo que ya se ha quedado inmediatamente anticuado o que hay inmediatamente que reciclar. Mediante más formación de pago, por supuesto."

"No podemos estar estudiando toda la vida con la soga al cuello, no podemos estar formándonos para siempre bajo presión, no podemos utilizar el escaso tiempo libre del que disponemos para seguir estudiando solo aquello que nos digan que resulta útil para posicionarnos en un mercado laboral que nunca parece tener espacio para todos." 

9. Mientras leía sobre Keynes y Hayek, aparecía Enguita, el "experto" educativo, el de las hiperaulas a 100.000 euros (de dinero público) para defender en Twitter la selección privada de docentes (con dinero público). El post salió solo: el funcionario liberal, ese tipo. 

El funcionario escindido: otro tonto útil

"Muchos de los que elaboran el discurso contra el Estado, de los que abogan por su reducción, de los que defienden la eliminación de funcionarios de bajo nivel y la pérdida de derechos laborales suelen pertenecer a una casta particular dentro de la función pública que, sintiéndose a salvo de los recortes y sabiéndose económicamente fuertes para soportar ciertas reducciones salariales (que compensan con jugosas prebendas paralelas del sector privado), construyen un discurso maniqueo desde sus castillos de cristal, ajenos a las necesidades reales de sus conciudadanos y a su sufrimiento, jugando a ser científicos a partir de principios económicos ideologizados." 

10. En 2013 mi madre cumplía 70 años mientras se fraguaba la siguiente tormenta familiar. La que nos convertiría en un erial emocional. Pero aquí tocaba homenajear a una mujer, mi madre, realmente especial: una luchadora vitalista, una survivor, siempre dispuesta a sonreír y disfrutar de la vida a pesar de las hostias brutales que esta le iba propinando.

1943-2013: 70 años 

"Yo le debo todo. Nada tengo que echarle en cara. Siempre fui capaz de comprender y controlar sus defectos. De entenderla. Siempre supe cómo encontrarla, cómo provocar su risa. Cómo demostrarle mi cariño. De pocas cosas me siento más orgulloso que de conseguir hacerla reír. De conseguir que escape por un momento de una realidad encorsetada."

11. Nunca me he sentido cómodo con la nostalgia azucarada pero he aprendido a disfrutar de la memoria sin que ello me obligue a asumir esclavitudes relacionales. Este post habla de aquellos amigos, de mis amigos adolescentes, de aquella adolescencia que acabó tardíamente cuando me fui a Tenerife, ya con 22 años. Con este relato en primera persona de cuando fuimos futbolistas de aquel Cubata Mecánico que (casi) siempre perdía mientras mis amigos se convertían en inmortales en mi memoria, intentaba darles el homenaje que se merecen.

Historias del cubata mecánico

"Pocas veces se vio un equipo de fútbol en ninguna competición tan apasionado como el nuestro, tan emocional, tan comprometido y tan, tan, tan terriblemente malo. Joder, qué malos éramos. Desde un portero con miedo al balón hasta un tipo que se marcaba solo regateando siempre hacia la banda hasta cerrarse el espacio. Desde un mediocentro defensivo que poco barría hasta defensas hermanos con tendencias depresivas. Desde un tipo tan delgado que carecía de fuerza para proteger un balón hasta un delantero con ínfulas que tenía miedo a golpear con fuerza el balón." 

12. Creo que nadie ha profundizado suficientemente en ello, pero la irrupción de Podemos fue trascendental para mi generación, la generación mileurista, y no se podrá construir nuestro relato generacional sin analizar lo que significó su nacimiento. No importa que hoy ni siquiera te permitas recordarlo pero, por fin, una ventana política se abría para una generación, la nuestra, destinada a la irrelevancia. Corría el año 2014.

La generación mileurista comienza a salir de la habitación oscura 

"Los mileuristas [...] están, finalmente, dispuestos a presentar batalla política contra los viejos poderes y las castas corruptas justo cuando parecía que la historia se los tragaría y su papel político y social terminaría siendo irrelevante. Habrá que esperar para ver su evolución pero los zombis mileuristas parecen despertar de nuevo a la vida." 

13. Estamos en 2017 y se cumplen 5 años de la muerte de mi hermana Mari. No recuerdo haber escrito de manera planificada un post más triste y más amargo que este. El blog seguía sirviendo para catalizar mis emociones. 

5 años, un recuerdo y un beso 

"Compré de manera voluntaria el último pasaje disponible para el tren del terror. Entré en una habitación en la que mi hermana Mari, la decidida, la valiente, la vitalista, era ya puro hueso, un pajarillo tembloroso con sus manos aferradas desesperadamente a las de sus hermanas..."

14. Es una realidad. Jodida pero no por eso menos cierta: a través de sus altavoces mediáticos han conseguido que las huelgas (cualquier huelga) de los trabajadores se conviertan en el relato de los pobres ciudadanos que se ven afectados por sus consecuencias. El precariado ha asumido que no existe como colectivo laboral sin entender que eso lo incapacita para conseguir mejoras laborales para todos. Es la consecuencia más dolorosa del narcisismo aspiracional de tres generaciones (la X, la millennial y la Z)

La huelga, esa piedra en el zapato del precariado

"El precariado (sobre)vive en un infierno diario pero no aspira a cambiar el sistema sino a triunfar en él. Ese infierno aspiracional es el motor de un sistema laboral en el que se soporta la explotación y la humillación de empresarios indecentes en silencio, pero luego se reprocha la lucha de otros que solo pretenden no soportar o no alcanzar ese grado de sordidez laboral."

15. Somos de izquierdas, claro, con nuestras contradicciones pero intentando sobrevivir siendo medianamente coherentes. Tal vez por eso nos resultan tan cargantes esos arrogantes apocalípticos de salón, cuyos discursos extremistas nunca encuentran lógica correspondencia con sus vidas pijoprogres, dócilmente sometidas a convenciones sociales establecidas.

El apocalíptico integrado: una historia de la izquierda 

"Incapaces ya de vislumbrar esa implosión capitalista que predijeran Marx o Rosa Luxemburgo, ahora prefieren especular con un próximo colapso climático, con una naturaleza implacable que vendrá remediar nuestra incapacidad revolucionaria, una naturaleza esquilmada que derrotará al capitalismo a través de una crisis ecológica que la arrogante ciencia humana no será capaz ya de contener."

14 diciembre 2015

10 años de Discursiones

Pues sí, parece mentira pero el domingo 13 de diciembre este blog, Discursiones, cumplía diez añitos. Teniendo en cuenta que la constancia nunca ha sido, desgraciadamente, mi mayor virtud, me siento muy contento y satisfecho por haber llegado hasta aquí manteniendo con vida este proyecto.

Discursiones nacía allá por 2005 (explicando aquello de discursos y discusiones), como una prolongación natural de una serie de cuadernitos azules que me habían acompañado durante los años de carrera y en los que había escrito o bosquejado cuentos, pensamientos, ideas y emociones. Por entonces aun ni siquiera era profesor, apenas llevaba tres años viviendo en Madrid y tampoco tenía muy claro para qué me iba a servir aquello de un blog, ni cómo lo iba a usar, ni si alguien lo leería. Hoy, diez años después, tras casi 300 posts publicados, todavía sigo sin tener muy claro para qué sirve esto de un blog, cómo lo uso y tampoco si realmente se lee lo que escribo.

Discursiones nació en plena burbuja bloguera, cuando parecía extraño no conocer a alguien que en ese momento no estuviese empezando un blog o se plantease tenerlo. De aquella explosión inicial queda poco. Casi todos los blogs que empecé a leer con interés hace 10 años fueron cerrando o abandonándose. La burbuja bloguera explotó y las nuevas redes sociales, primero facebook, después twitter y finalmente toda la miríada de aplicaciones de móvil que permiten transmitir mensajes, fotografías y emociones, parecieron matar a los blogs. ¡El blog ha muerto!, clamaban lo agoreros cibernéticos. Cada año los gurús de turno matan "viejas" formas de comunicación en la red mientras que hacen como que descubren otras "nuevas" que vienen a sustituirlas. Es tan aburrido... Porque lo cierto es que ni aquellas mueren del todo ni estas son tan revolucionarias como pretenden parecer. Al final, todo esto de la web 2.0 trata sobre la necesidad de comunicación, sobre la posibilidad de expresarnos, de contarnos cosas los unos a los otros, por escrito, mediante imágenes, como sea... Y de mantener ese extraño punto de vanidad que supone pensar que a alguien le va a interesar lo que haces.

Desde que empecé mi aventura bloguera he leído o escuchado todo tipo de consejos (baratos) sobre cómo se debía escribir en los blogs, sobre cómo se debían construir los posts para que tu página tuviera muchas más visitas, para adecuar lo escrito a las supuestas expectativas del lector zombi y disperso de la web 2.0. Había que impactar, había que escribir con frases cortas, nada de grandes párrafos, nada de entradas demasiado largas, había que modificar el diseño del blog cada cierto tiempo para hacerlo más atractivo, terminar las entradas apelando a la opinión del lector, provocándole para que respondiera, intercalar texto con fotos y videos... Intenté en ocasiones poner en práctica alguno de estos consejos pero siempre me aburrió esa forma tan artificiosa de bloguear; con los años solo quedó intacta la esencia por la que abrí este blog: escribir. Expresarme por escrito. De lo que me interesara. Con la profundidad y la extensión que a mí me parecieran bien. Al fin y al cabo, para epatar, simplificar y trivializar ideas ya tenemos facebook y twitter, ¿por qué no dejar los blogs para otra cosa?  Por no cumplir los preceptos blogueros no fui ni siquiera capaz de adecuarme al que decían que era el más importante: un blog debe ser temático, debe estar centrado en algún aspecto reconocible para el lector. Pues nada, lo dicho, incapaz. En Discursiones se han mezclado, como en propia vida, lo personal con lo político, lo social con mi trabajo, mi ideología con mis aficiones, mis lecturas económicas con las novelas escritas por amigos, la educación con el cine. Un totum revolutum, una extraña amalgama de ideas y emociones que yo mismo a veces no he sido capaz de desentrañar. Al final, como decía, lo único cierto es que lo que me lleva a seguir escribiendo y publicando es lo mismo que al principio: mis obsesiones particulares, mis miedos, mi rabia política. A veces, mi dolor.

Tal vez por todo esto le tengo tanto cariño a este blog. Porque, por un lado, expresar lo que pienso por escrito me ha ayudado a aclarar muchas ideas, a mejorar los argumentos de aquello que defiendo, a profundizar sobre lo que escribía porque sentía que me faltaban lecturas. Pero también, por otro lado, me ha servido como paño de lágrimas, como espacio de participación política, como una forma de presentarme al mundo menos comedida de lo que las convenciones sociales nos obligan en el día a día. Es cierto que nunca he escrito con la asiduidad que me hubiera gustado tener (algo que con los años va a peor), y que se cuentan por decenas los posts iniciados y nunca finalizados. Escribir no es algo sencillo para mí, me cuesta decidirme por estructuras, lenguaje y tipo de argumentación. Y me disperso con una mosca que pase. Pero eso ya no me angustia como al principio, ya he asumido que nunca podré escribir 50 entradas al año y he dejado de pretenderlo. Tal vez por eso ha dejado de rondarme la idea de cerrar el chiringuito y dejar este blog atrás. Hace un año pensaba que nada mejor que el décimo aniversario para cerrar Discursiones. Ahora ya no lo tengo tan claro. Ya lo iré viendo. De momento, esta ventana a mi vida y a mis ideas seguirá abierta. Y, por supuesto, esperando siempre que haya alguien por ahí al que le interese lo que escribo.