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28 agosto 2019

Jerry Goldsmith: una historia personal


Jerry Goldsmith ha sido uno de los grandes compositores de música de cine modernos. En mi opinión juega en la misma liga que John Williams y Ennio Morricone, ya casi retirados. Tenía un don especial para componer una música que iba mucho más allá de lo atmosférico y que terminaba entrelazándose fuertemente con la historia, convirtiéndose en un elemento fundamental de la narración. No se puede explicar el impacto de películas como La Profecía (1976) o Alien (1979) sin la música de Goldsmith. En otro nivel, más popular, en esa década de los 80 tan fértil hoy para la nostalgia, ¿quién mayor de 40 años no es capaz de reconocer (y de sentirse apelado emocionalmente) por las melodías de Poltergeist (1982), Gremlins (1983) o Desafío Total (1989)? 

La música de Goldsmith se hizo popular durante las décadas de los 70 y de los 80 pero era un tipo que había empezado a componer música para cine a principios de los años 60 y, ya en esa década, había recibido tres nominaciones a los Oscars. Era un grande. Uno de los grandes. Y cuando empezaba la década de los 90 parecía un compositor consagrado pero, tras 30 años trabajando y 60 años cumplidos su marca, su sello, pareció dejar de ser tan apreciado por un Hollywood que buscaba nuevos sonidos y jóvenes talentos. La industria empezó a dejarlo de lado, relegándolo, poco a poco, a películas "menores". Esas películas que yo, musicalmente, tanto disfruté durante esa década en la que el cine se convirtió en uno de los motores de mi vida.

Jerry Goldsmith era un compositor de la vieja guardia, había crecido en el antiguo Hollywood, aquel en el que dejar de trabajar por cuestiones de ego no era una opción. ¿Tocaba formar parte de otro tipo de producciones? No pareció importarle. De esta manera, durante esos años, casi sus últimos años, en los 90, siguió en la brecha, con tres, cuatro, cinco o incluso seis películas por año, componiendo auténticas joyas musicales (y también alguna basura, para qué nos vamos a engañar) para películas "intrascendentes", generalmente de aventuras o fantásticas. Con esta lista de Spotify le rindo homenaje a esos años, a la música para películas de los 90 que Jerry Goldsmith compuso. 

La Casa Rusia, Durmiendo con su enemigo, Los últimos días del edén, Instinto básico (brutal), Matinée, Eternamente joven, 4 mujeres y un destino, Río salvaje, El primer caballero (qué maravilla de música), Congo, Star Trek: primer contacto, Reacción en cadena, Congo, Los demonios de la noche (espectacular), L. A. Confidential (estupenda), Air Force One (temazo), El desafío, Pequeños guerreros, Mulan, El Guerrero número 13 (una auténtica gozada de BSO, la adoro), La momia (fantástica)... Goldsmith era la hostia. Y su música hizo mucho mejor todas estas películas.


Los que me conocen saben que soy poco dado a la mitomanía militante. Ni siquiera con mi Betis. Nunca, ni siquiera de niño, me pareció trascendente en mi vida tener el autógrafo de nadie. Pero sí tengo que decir que aquellos conciertos de música de cine que Goldsmith dirigiera en aquella Sevilla de 1998, cuando apenas había yo cumplido los 20 años, permanecerán en mi memoria para siempre. El cine siempre gana, a pesar de todo. Esta es la historia.

El primero de aquellos conciertos giró en torno a la música de Bernard Herrmann, el maravilloso compositor de música de cine que siempre terminará asociado a las mejores películas de Alfred Hitchcock. Al acabar el concierto, espoleado por mi hermano mayor y sus amigos, con los que había asistido (un tanto cohibido) a dicho concierto, me dirigí al camerino de Jerry Goldsmith para que me firmara este CD que aquella misma tarde había comprado (¿o me habían devuelto?).



Ese tipo, esa leyenda, con su coleta de pelo gris, ya tan mayor, ya tan lejos de aquello que alguna vez ambicionó, ya tan cerca (sin saberlo) de su propio final, me sonrió mientras me firmaba una de sus BSO´s más personales y experimentales (también de la más difíciles de escuchar fuera de la película). Recuerdo mis nervios, mi inseguridad y el subidón mientras me alejaba de él. Cada uno decide lo que lo emociona.

El segundo concierto que dirigió en Sevilla, al que ya asistí solo, en tercera fila, sin nadie que me acompañara mientras "levitaba" con aquella experiencia musical y cinematográfica que trascendía a mi vida diaria, estaba dedicado a la propia música de Goldsmith. A su cine. A las películas que habían servido para alimentar su mito. Qué emoción. Cuántos recuerdos. Aquellos "Encuentros de Música de Cine" que durante tantos años se organizaron en Sevilla fueron muy grandes.

 

31 enero 2011

Otro grande que se nos va

Ha muerto John Barry. Recuerdo las horas pasadas escuchando sus bandas sonoras, que son también la banda sonora de una parte de mi vida...¡Las horas que habré echado estudiando la carrera escuchando Bailando con lobos o Memorias de África...! Con él y con John Williams descubrí el autoplagio ,que tan bien utilizara posteriormente James Horner... ¡Qué tiempos!... Recuerdo echar el rato en esas tarde eternas de verano con mi hermano Migue, analizando las cintas de casette de Memorias de... y Bailando con..., poniendo una y otra alternativamente, buscando aquellos cortes que eran tan iguales que impedían la diferenciación entre la música de una película y la otra...

01 abril 2009

En la muerte de Maurice Jarre

Hubo un tiempo, hasta no hace muchos años, en el que la música de cine, creada para acompañar, ilustrar e intensificar las emociones de las imágenes, fue algo muy importante en mi vida. En una época muy distinta a la actual, donde todo contenido cultural que se desee y que pueda convertirse en bits está siempre al alcance de un click de ordenador, la música de cine fue un increíble nexo emocional con un cine que no podía disfrutar entonces con la intensidad que necesitaba.

En ese viaje iniciático mi mochila comenzó a cargarse con nombres de músicos de cine que colonizaron lentamente mi subsconsciente cinéfilo. Alguno ya estaban muertos pero sus creaciones me trasportaban a las imágenes de unas película que nunca agradeceré lo suficiente a mis padres que me enseñaran a poder disfrutarlas. Así me apropié e hice míos a autores clásicos americanos como Alfred Newman (¡Qué verde era mi valle!, La conquista del oeste), Max Steiner (Lo que el viento se llevó, King Kong), Bernard Herrman (Vértigo, Con la muerte en los talones), Dimitri Tiomkin (El Álamo, Sólo ante el peligro) o Miklós Rózsa (Quo Vadis, Ben Hur).

Otros estaban vivos y aunque habían comenzado a componer películas antes de que yo hubiera nacido fueron contemporáneos de mi cinefilia musical, y mientras componían música para películas de mi época yo buceaba en su pasado para encontrar sus grandes creaciones: John Williams (Star Wars, Indiana Jones, Parque Jurásico), Jerry Goldsmith (Alien, La profecía, El Guerrero número 13), John Barry (James Bond original, Memorias de África, Bailando con lobos) o Maurice Jarre (Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago, Único testigo)

Y por último aparecerían los últimos en llegar, los que se adueñaron del mundo de las bandas sonoras americanas en el momento en el que yo fui más aficionado y lentamente fueron sustituyendo a los anteriormente citados en los proyectos más importantes de Hollywood. Estaríamos hablando de James Horner, Alan Silvestri, Howard Shore, Hans Zimmer, Michael Kamen...

Hoy día, que ya he perdido los nombres y las obras musicales más importantes que está dando el cine actual, cuando noto como lentamente las BSO´s abandonan el lugar preeminente que tuvieron en mis análisis de las películas y en la manera de deglutirlas, cuando ya no escucho como antaño emocionado los acordes de muchas de ellas, me parece necesario homenajear a uno de los más grandes, cuya muerte recuerda el fin de una generación (la que vino a sustituir a la del cine clásico) que reimpulsó y llevó por nuevos caminos a la música de cine. Jubilados o casi jubilados gente como Williams y Barry, y muerto mi añorado Goldsmith, ahora se une a la lista de desaparecidos un Maurice Jarre que siempre perdurará en nuestras memorias por crear la música que consiguió que un desierto fuera seductor, misterioso y emocionante, conviritíendolo en un personaje más de la inolvidable Lawrence de Arabia