No me gustó. La espera, desde que supe de la gestación de la película que iban a crear de nuevo el tándem Arriaga-Iñárritu, ha sido finalmente en balde. Aclamada por casi todos (salvo por los críticos mayores y ya algo conservadores respecto a la estética y el formalismo de este tipo de películas), y calificada casi como de obra maestra, lo cierto es que a mí Babel me dejó frío e indiferente, y lo peor de todo, consiguió que me aburriera y me saliera por completo de universo de dolor y azar que me planteaba, para terminar asistiendo con tedio a las interminables secuencias alargadas hasta el hastío con las que Inárritu pretende acercarse al sufrimiento y la incomprensión humana.
El miedo al otro, el choque de culturas, la incomunicación y el azar como causa de terribles acontecimientos que marcan para siempre nuestras vidas, son los complejos y arriesgados temas que esta película intenta plantearse mediante la interrelación de tres historias en tres partes del mundo completamente diferentes, como son Marruecos, la frontera EEUU-México y Japón, que poco a poco se descubren unidas (aunque una de ellas de manera un tanto forzada) por invisibles lazos causales y casuales. Se trata por tanto de una película de riesgo, nada simple, y que pretende llegar más allá en la comprensión de las pasiones humanas. Pero a medida que el metraje avanza uno va echando de menos la fuerza y la pasión de la emocional, sincera y brutal Amores perros, y va sintiendo una creciente irritación ante la pretenciosidad de la puesta en escena de la película y ante la percepción de cómo el director se recrea hasta el paroxismo en la angustia de sus personajes. Unos personajes a los que trata como títeres en su plan mayor, y a los que no otorga la más mínima capacidad de raciocinio en pos de mantener las tesis centrales de su película, dejándoles tan sólo la capacidad de sufrimiento y castrando otras características fundamentales del ser humano.
Yo terminé cansado de tanta angustia inútil, de tantos detalles totalmente inverosímiles (la mexicana que se lleva a los dos niños estadounidenses a Mexico sin autorización paterna como si alguien pudiera desconocer la necesidad de papeles para esos menores, y finalmente eso le obliga a terminar huyendo de la policía; o la incapacidad para habilitar alguno de esos todoterrenos de la policía marroquí para trasladar a la turista herida) de tantos silencios con pretensión de profundidad, de tantas imágenes redundantes y artificiosas en la historia de la sordomuda, de la interpretación quieroganarunóscar de Brad Pitt, y de las lagunas argumentales y los socavones en la continuidad de la historia, que a duras penas se ven compensados mediante el, un tanto ya manoseado, montaje fragmentado.
Por lo tanto, lo apuntado en el título del post, decepción con Babel, lo que unido a que tampoco encontré nada que mereciera la pena en la aún más pesada y aburrida 21 gramos (con un Sean Penn excesivo, como siempre que le dejan creerse que es el nuevo Marlon Brando) me debería hacer replantearme las esperanzas que tenía puestas en un tipo como Iñárritu que consiguió emocionarme y disfrutar con el auténtico puñetazo en el estómago que suponían aquellos Amores perros, pero que desde entonces ninguna de sus propuestas han terminado de convencerme.
Celebro que los caminos del guionistay novelista Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu vayan por fin a separarse, y veremos que nos deparan por libre dos tipos que de todas formas siguen siendo una promesa de algo diferente a la hora de ir a ver una película al cine.
Celebro que los caminos del guionistay novelista Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu vayan por fin a separarse, y veremos que nos deparan por libre dos tipos que de todas formas siguen siendo una promesa de algo diferente a la hora de ir a ver una película al cine.