Ayer El País nos ilustró de nuevo con uno de esos artículos melifluos en los que lentamente, mientras parece tan sólo informar sobre el fracaso educativo en nuestro país, va intentando inocular en el lector la posibilidad de soluciones "radicales" al problema. Entresaco algunas de las mejores y más "divertidas" ideas expresadas por los "expertos" consultados, para que su lectura ordenada nos lleve al meollo de la tesis. Dejo que sea el avispado lector el que note la transversalidad ideológica de las voces elegidas, y cómo consiguen sus ¿dispares? intereses confluir en una camino único que aboca a la educación obligatoria a un cambio de paradigma que la despoje de sus ambiciones humanistas y culturales y la transforme en un aparcadero infantil, un espacio temporal meramente preparatorio para el mercado laboral (con excepciones, claro, pero ya sabemos quién no podrá acceder a ellas) :
Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca deja caer: "Nuestro fracaso educativo nos cuesta en conjunto el triple que la crisis"
La Fundación Primero de Mayo, de CC OO propone imaginativas soluciones al problema: "acabar con la "rigidez" del sistema y ofrecer a los estudiantes con problemas alternativas al abandono o "la denostada e ineficaz repetición". A su juicio, si los recursos destinados a los repetidores se empleasen en clases de refuerzo, el sistema ahorraría y los alumnos mejorarían.
Enguita parece de acuerdo con eliminar la repetición de curso y lo argumenta (menos mal que los expertos nos iluminan): "En términos lógicos es una barbaridad que por no superar una parte menor de los objetivos se haya de repetir el 100%"
Juan Antonio Gómez Trinidad, diputado del PP aporta su granito de arena para no dejar puntada sin hilo, ni perder de vista el objetivo final de la educación a la que nos quieren abocar: "Todos los jóvenes deben saber expresarse correctamente, ser capaces de recurrir una multa y conocer sus derechos, una serie de destrezas básicas que serán más necesarias que los contenidos que hemos diseñado en el siglo XIX"
Y para terminar en un suelto nuestra querida ex ministra de Educación, Mercedes Cabrera procura que no olvidemos para qué sirve la educación y quién debe decidir sobre su futuro: "Tenemos la obligación de actuar para que el sistema educativo acompañe, o mejor dicho preceda y prepare el cambio social. Sin dramatismos, pero con constancia; escuchando a quienes son parte fundamental de él, a los profesores pero también a los estudiantes y a quienes desde fuera, desde la sociedad y el mundo de la empresa y el trabajo, tienen tanto que decir sobre qué debería ser la educación en el siglo XXI; evitando quiebras y vértigos al sistema educativo, pero sin ahorrar propuestas de renovación."
Pues esto es lo que hay. Nuestro presente educativo. Y la idea de un pacto educativo entre estas voces sólo puede provocar escalofríos. Como un amigo me comenta, ha llegado el momento de la emancipación social de la gallina. Así es señores. La gallina tiene el perfil necesario para ser nuestra próxima titulada de la ESO. No se rían. No se extrañen. No he enloquecido. Sólo piensen en ella: imagínensela, ahí, sentada en su silla, en el aula, tranquila, sin molestar. Según las programaciones de muchas asignaturas de la ESO ya tiene por lo menos tres puntos por comportamiento. Es cierto, a veces se pondrá pesada y cacareará sin control. No pasa nada, se le baja un poco la nota, pero no hay que preocuparse, con esfuerzo, constancia y por sus huevos (de gallina, se entiende) conseguirá el aprobado. ¿Que no lo consigue? Tampoco importa, se la pasa de curso para que no se estrese, porque ya sabemos que una gallina estresada no pone huevos y eso sería perjudicial para el desarrollo integral de su personalidad gallinácea. Tal vez no aprenda a recurrir multas (objetivo fundamental de la educación, como nuestro estimado político pepero nos ha mostrado) pero nuestra gallina tendrá un horizonte laboral claro, enriquecido por una formación pedagógica continua e integral, adaptada a sus necesidades, y mediante la cual podrá adquirir las destrezas y habilidades básicas que toda gallina requiere para sobrevivir en el difícil mundo del corral, sirviéndole para impedir que caiga rendida ante cualquier gallo fanfarrón que le haga ojitos. No. Nuestra gallina tendrá estudios, no querrá convertirse en una simple ama de casa y parir decenas de polluelos sin futuro que el Estado tenga que alimentar. No. Nuestra gallina accederá a un módulo de grado medio enfocado al mundo laboral y afín a sus intereses y capacidades (“Módulo de ponedora de huevos enriquecidos con proteínas ESO”), demostrando así al mundo la inutilidad de los contenidos diseñados en el siglo XIX y siendo todo un referente, casi un mito diría, una leyenda incluso, para los futuros estudiantes del siglo XXI.
Ah! y la ponedora enarbola sus derechos, esos los conoce muy bien. Terrorífico!. Magnífico post Pepe, vaya Gómez-Trinidad, increíble lo de las multas, debe ser que éstas le han tenido que crear verdaderos problemas vitales, le han puesto tantas que ha probado a recurrir y el muy imb. no sabía hacerlo,por ello quiere que sus hijos y los nuestros aprendan los recursos de alzada, formularios para la gallinas, qué vergüenza que siempre hable el que no sabe, o el que debe saber y tampoco sepa.
ResponderEliminarCar
Efectivamente, es muy posible que el hijo del señor Gómez-Trinidad sólo deba aprender a recurrir multas porque lo demás lo tendrá todo hecho y bien machacadito. La historia de la gallina me ha enternecido. Por mi parte ya le doy un aprobado.
ResponderEliminarYo opto por un Grado Medio en "Famosismo, tertulia y farándula". El temario sería algo rollo "Demandas y Querellas", donde enseñarían derecho (lo justo para demandar por injurias), "Periodismo y comunicación", que seguiría las pautas lógicas para llegar a ser tertuliano de Tele5 ¡e incluso a tener tu propio programa!...
ResponderEliminar(...) escuchando a quienes son parte fundamental de él, a los profesores pero también a los estudiantes y a quienes desde fuera, desde la sociedad y el mundo de la empresa y el trabajo, tienen tanto que decir sobre qué debería ser la educación en el siglo XXI
Hostias, esa frase es lapidaria. Si por las empresas fuera, la educación sería como una cadena de montaje. Ya me veo la sociedad llena de alfas+, alfas, betas, gammas,deltas y epsilones.