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07 enero 2017

Un año de cine (2016). Primera parte

Estas son las películas nuevas (no tengo en cuenta las revisiones) que vi durante el año que acaba de finalizar. Aclaro, mediante la palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente, según las fui viendo. De nuevo fueron casi 100, de manera que separo la lista en dos partes para hacer más digerible su lectura.
  • Extinction (2015)Miguel Ángel Vivas. Pasó desapercibida y no lo merecía. Serie B, género post-apocalíptico con amenaza latente. Unos pocos personajes unidos por el dolor y por el pasado sobreviviendo en un paisaje desolador donde el frío y la nieve sirven como refugio y como tortura vital. Un final melancólico y bien construido remata una pelíucla muy digna, muy recomendable para los aficionados al género. Buen recuerdo.
  • Las sufragistas (2015)Sarah Gavaron (cine). Dura, contenida y necesaria revisión de una época histórica clave en la liberación de la mujer. La pobreza y la miseria la sufrían casi todos pero la humillación y el desdén de los iguales solo eran sobrellevados por ellas. Película que duele, hiere y molesta. Hay que verla.
  • En el corazón del mar (2015)Ron Howard. Hay un cine académico americano que intenta seguir aferrado a las viejas reglas de la vieja industria pero apesta a rancio. Es un cine modélico en lo técnico al que los nuevos tiempos han despedazado, mostrando sus miserias y obviando sus pocas virtudes. Aventura de las de antes, basada en los hechos reales que inspiraran el Moby Dick de Melville, a la que le falta frescura y le sobre artificio e impostura. Con la ya habitualmente tediosa dirección de un Ron Howard en plena decadencia.
  • The host (2006)Bong Joon-Ho. Nunca me ha gustado el cine de terror o de "sustos". Me parece un género que tiende al manierismo y generalmente es insustancial. Pero reconozco haber visto buenas películas de este tipo los últimos años. Y hay en cierto cine asiático una forma de afrontarlo que mezcla estética y vulgaridad que me atrae. No es esta película una de sus mejores muestras (no deja de ser otra película más de bicho asesino, tipo Alien) pero es capaz de entretener, profundizar en las relaciones familiares y aportar una visión ácida de las sociedades modernas.
  • Les combattants (2014) Thomas Cailley. Extraña y sugestiva historia adolescente que esconde debajo de su capa más superficial una interesante reflexión sobre la imposibilidad de sobrevivir a los avatares de la vida sin los otros, sin ese otro que tienes al lado y que no valoras o incluso desprecias mientras nada ni nadie parece hacerte falta, inmerso en esa ficción de autonomía en la que el capitalismo nos ha hecho creer. Muy interesante.
  • El desconocido (2015)Dani de la Torre. Qué pena. Qué rabia. Ópera prima de otro director joven criado en las tetas del cine de género norteamericano. Domina la perfección la puesta en escena y los tiempos de una trama inteligente que juega con las emociones de un espectador que empatiza con un personaje central, el banquero, mientras entiende perfectamente las razones de su agresor, el jodido por la crisis (que amenaza su vida y la de sus hijos). Funciona porque hay fuerza en su narración audiovisual pero es su final, maniqueo, miserable y cobarde, el que la hunde y la hace despreciable. Lo social como excusa para el espectáculo light y la redención lacrimógena. ¡Anda ya!
  • The big short (2015)Adam McKay. Apasionante, rica, desmesurada, a ratos bestial y a ratos excesivamente didáctica. Retrato completo del indecente, absurdo, egoísta y rastrero mundo de las grandes y las pequeñas finanzas cuyo colapso provocó la gran crisis económica. Nadie quería ser el primero en bajarse del tren en marcha. Imprescindible.
  • Bone tomahawk (2015)S. Craig Zahler. El western es ese género al que tantas veces dieron por muerto pero siempre termina ofreciendo propuestas estimulantes, diferentes, ricas y profundas. Una de las sorpresas del año fue esta película con extraños ribetes de gore que no solo no desentonan sino que la enriquecen. Una pequeña joya que consigue una historia en la que el tiempo se dilata y los personajes se expanden. Construida sobre el firme de la tradición (ese viejo ayudante es el mejor homenaje posible al inolvidable Walter Brennan) pero sin complejos a la hora de aportar algo diferente. Estupenda.
  • Sin hijos (2015)Ariel Winograd. Pretende ser graciosa, incluso subversiva pero en el fondo nunca divierte y es tremendamente conservadora. Aburrida historia sobre la falta de ganas de maternidad que es incapaz de sacarle jugo a una propuesta irreverente y novedosa por la necesidad de ser comercial y políticamente correcta. Un coñazo.
  • Ruby Sparks (2002)Joanthan Dayton y Valerie Faris. Lo que empieza pareciendo una comedieta intrascendente y solo pasablemente entretenida termina derivando en un sórdido relato tragicómico sobre el ego del creador (novelista, en este caso) entrelazado con el ansia por convertir a la pareja en alguien diferente de aquel del que nos enamoramos. Absolutamente recomendable. Una joya a descubrir.
  • The divide (2011)Xavier Gens. Despiadado retrato del ser humano. Un grupo de personas termina encerrado en un refugio tras lo que parece un apocalipsis nuclear. Tras merodear por los lugares habituales del género la película parece enloquecer al ritmo de la enajenación de sus personajes, convirtiéndose en un infernal mosaico de la depravación humana difícilmente tolerable. Juega a ser una película desagradable y consigue su propósito retorciendo hasta el mismo plano final las convenciones del género. Película tóxica que permanece en la memoria.
  • Pride (2014)Matthew Warchus. La historia real de un grupo de homosexuales que se implicó en la recaudación de fondos para la lucha minera en la Inglaterra de la Thatcher es llevada a la pantalla con enorme sensibilidad, inteligencia y humor. Excelentes interpretaciones para una película que brilla con luz propia. Deja poso y un regusto final amargo.
  • The revenant (2016)Alejandro Iñárritu (cine). Intensa y ambiciosa. Cine de altos vuelos que sabe que lo que pretende ser. Tan evidente es su búsqueda de trascendencia como la naturalidad con la que consigue impactar, epatar y deslumbrar. Una de las mejores películas que vi este año. Hay que destacar la maravillosa fotografía de Lubezki. Brutal.
  • Desapariciones (2003)Ron Howard. Impersonal y a ratos desastroso western de un Ron Howard desorientado que intenta emular sin éxito a Centauros del desierto. Un director mediocre intentando encontrar las claves cinematográficas de la mejor película de John Ford, uno de los mejores directores de la historia del cine. El desafío era imposible. Ni siquiera unos actores volcados en unos personajes a los que no son capaces de sacar más jugo salvan de la intrascendencia a este relato audiovisual que no es más que un canto melancólico a un cine que no podrá volver.
  • La cumbre escarlata (2015)Guillermo del Toro. Preciosista y hueca. Una enorme decepción, un Guillermo del Toro sorprendentemente insulso, sin el carácter que se le presupone, incapaz de sacarle jugo a una historia que demandaba ser asfixiante e incómoda y se queda en un juego esteticista, insulso e insuficiente. Tan aburrida como anodina.
  • Deuda de honor (2014)Tommy Lee Jones. Fallido pero respetable intento de Tommy Lee Jones por regresar al universo fílmico del western, cuyos parámetros no termina de controlar. Hay buen cine en esta dura historia de perdedores, mujeres enfermas y hombres infames pero la película nunca termina de despegar y termina hundiéndose en el fango de la intrascendencia. Una pena.
  • Truman (2015)Cesc Gay. Fue alabada por muchos pero lo cierto es que esta película de un director más que interesante no fue capaz de superar la barrera de sentimentalismo barato con el que suelen flirtear este tipo de propuestas. Lugares comunes, masculinidad de manual y emociones sin filtro al por mayor. No la compro. Decepcionante.
  • Los héroes del mal (2015)Zoe Berriatúa. Manierista visión de la adolescencia que no termina de cuajar en película importante por su incapacidad de matizar y profundizar en la psique de unos chicos que caen el cliché y no respiran verdad. Una lástima.
  • Poppers (1984)José María Castellvé. Cine español de trincheras al margen del sistema. Cine social de marcado acento político enmascarado tras una estética macarra y punk y  realizado con muy poco dinero. Retrato de esa otra España de los 80 que la CT intenta desde hace años edulcorar. Chocante.
  • Irrational man (2015)Woody Allen. A estas alturas ya no me apena asistir a basuras como estas firmadas por un tipo tan capaz e inteligente como Allen. Hace un tiempo que he decidido creer que Woody Allen hace años que no dirige películas para trascender o emocionar sino para mantenerse vivo y activo. Y puesto que siempre consigue gente que se lo pague yo lo respeto. ¿La película? Absurda, imbécil y a ratos burdamente realizada. De lo peor que ha dirigido estos últimos años. Si hay matices y detalles a valorar esos quedan en manos de sus fans.
  • Spotlight (2015)Tom MacCarthy. Gustará mucho a los que siguen pensando que hubo alguna vez una edad de oro del periodismo, pero no deja de ser el típico drama con el que Hollywood ayuda a la sociedad norteamericana a metabolizar la corrupción de sus élites. Películas-vacuna, las llamo yo. Instrumentos del capital para mitigar y canalizar el dolor y la frustración social. La subversión y la denuncia solo son las excusas para el espectáculo. No hay profundidad, y la acción y el ritmo se imponen sobre la posible reflexión o la natural rabia ante lo relatado. Así, a pesar de lo escabroso del tema que se trata, casi nadie termina realmente herido o señalado. Y las instituciones se salvan.
  • Yo, él y Raquel (2015)Alfonso Gómez Rejón. Comedia y drama entremezclados en un propuesta indie de manual: buenas ideas, interpretaciones sinceras y un universo cercano, accesible, que nos acerca a la calle y a la vida. Tal vez el tema, su tema, ese que parece ser sólo la excusa argumental inicial y finalmente lo llena todo fuera lo que finalmente me separara por completo del película. Problema mío, lo sé. No soporto el cáncer en el cine. Pero aun menos cuando es usado como motor para seguir viviendo.
  • Spectre (2015)Sam Mendes. James Bond me aburre. Tanto. Y en esta película más. Mucho más. Todo el rato. Menudo coñazo infame. No hacen falta lecturas feministas. Que no. Ni lecturas sociopolíticas. Que tampoco. Es solo que el universo Bond es tan, tan, tan aburrido... Siempre me provoca sopor y extrañamiento. Seguir viéndolo es ya tan solo tradición.
  • Mi gran noche (2015)Álex de la Iglesia. Decepcionante. Aburrida e inconsistente comedia que carece de esqueleto sobre la que sostener su trama y que recurre a gags idiotas y a caspa permanente para sobreponerse al vacío que narra. Mala. Habrá que espera a la siguiente de Álex de la Iglesia, un director que a priori siempre me motiva.
  • ¡Ave Cesar! (2016)Hermanos Cohen (cine). Los Cohen vuelven a decepcionarme (y van...) con una historia desarrollada en el Hollywood clásico con la Guerra Fría como telón de fondo. Lo tenía todo para ser divertida e interesante pero una dirección rutinaria y una historia insulsa repleta de personajes sin carisma, construidos con trazo grueso, la abocan al abismo de la irrelevancia.
  • Iván Z. (2004)Andrés Duque. Interesantísimo documental que ahonda en la vida de uno de los creadores más singulares de la España de fin de siglo. Una larga entrevista en la vieja y decadente casa familiar de un Iván Zulueta agotado por la vida, que se explaya y se desnuda ante la cámara. Zulueta, director de la mítica Arrebato, reflexiona sobre su carrera artística, su arrinconamiento cultural en una España casposa y el fracaso que no reconoce. Todo el documental queda empapado por su amor incondicional al cine y por su irrefrenable melancolía por la infancia y el mundo que se fueron. Una joya.
  • Youth (2015)Paolo Sorrentino. Película gigante donde Sorrentino, con su habitual puesta en escena, esteticista y estilizada, nos habla del paso del tiempo y la terrible añoranza de la juventud y la fuerza cuando nada queda ya por hacer. Tremenda.
  • Fase 7 (2010)Nicolás Goldbert. De nuevo cine post-apocalíptico, en este caso argentino. Una plaga obliga a los vecinos de un edificio a quedarse encerrados en él por un tiempo indefinido. Las relaciones se deterioran y la desconfianza y el egoísmo hacen carne en unas personas que terminan estando dispuestas a todo por sobrevivir. Pasable.
  • Batman v Superman, el amanecer de la justicia (2016)Zack Snyder (cine). Ni tan mala como sus detractores pretendieron hacernos creer ni la obra maestra del género que algunos fervorosos creyeron encontrar. Cine de evasión que intenta ser trascendente sin posibilidad de conseguirlo. Momentos ridículos en un conjunto entretenido en el que termina destacando la aparición fresca de Wonder Woman.
  • La quinta ola (2016)J. Blakeson. Distopía adolescente realizada con el firme propósito de provocar arcadas al espectador. Qué cosa más penosa y aburrida. Lo único potable pasa durante los primeros 10 minutos para luego dejar paso a una ñoña y absurda historia de chica que tiene que buscar a su hermano pequeño perdido mientras encuentra el amor alienígena por el caminio. Bochornosa.
  • Invasión (2007)Oliver Hirschbiegel. La cuarta versión de la clásica y maravillosa Invasión de los ladrones de cuerpo de Don Siegel resulta ser una película lamentable con unas interpretaciones deplorables de Nicole Kidman y Daniel Craig. Es difícil hacerlo peor, lo cual es más grave si tenemos en cuenta el rico material del que se partía. Todo lo que era tensión y reflexión sociopolítica en la original se transforma aquí en rutina y sopor. Y si esto ya no era suficientemente nocivo hay que añadirle una serie de decisiones estéticas que lastran la película y un final feliz absolutamente indecente. Carne de perro.
  • El sicario de dios (2011)Scott Stewart. Ofú. Pues eso. Adaptación comiquera con vampiros con mucha mala hostia que sobrevive a duras penas gracias a su condición asumida de serie B sin pretensiones.
  • El viaje a ninguna parte (1986)Fernando Fernán Gómez. Absolutamente maravillosa. Poco que añadir a lo tantas veces dicho por tanta gente antes que yo. El canto melancólico a un tiempo y un trabajo que desaparecían en una España negra, pobre y miserable. Es realmente extraordinaria. Emocionante.
  • Techo y comida (2015)Juan Miguel del Castillo. Bienintencionada pero excesivamente simplista película que se adentra en el drama de los desahucios en una España pobre, casi analfabeta, en la que los apoyos y los cuidados mutuos son una utopía y el Estado se olvida de asegurar los derechos más básicos. Acertado retrado del contexto social que contrasta con la falta de reflexión: no hay discurso, tan solo emoción y lástima. Enorme Natalia de Molina en un papel complicado del que sale airosa.
  • Capitán América, guerra civil (2016)Hermanos Russo. Y ahora los superhéroes ya no son amigos. Madre mía, qué pena. Que no, que no es solo eso. Tragedia. La música insinúa un conflicto emocional irresoluble entre ellos. Dolor. Rostros circunspectos y testosterona por un tubo. El ser humano. Muchas hostias digitales. Shakespeare. Todos contra todos sin que haya la más mínima coherencia con el pasado reciente. Da igual. Tíos y tías en mallas dándose de hostias sin que nunca nadie muera nunca. Taquillazo. Y seguimos, ¿no?
  • Blancanieves y la leyenda del cazador (2012)Rupert Sanders. Una suntuosa y estilizada puesta en escena (a la que se añade una excelente banda sonora) no logran salvar el tedio generalizado que provoca la enésima versión del clásico de Disney. Para echar la tarde.
  • Canino (2010)Yorgos Lanthimos. Una pequeña obra maestra.. Unos padres deciden criar a sus hijos en una casa a las afueras de una ciudad sin contacto con el exterior. El lenguaje se subvierte y se manipula para hacer desaparecer lo sexual, lo conflictivo y lo subversivo de la vida de unos adolescentes incapaces de sobrellevar la tensión vital provocada por sus instintos. Peliculón.
  • Langosta (2016)Yorgos Lanthimos. Extraña distopía con tono de comedia oscura en la que el miedo a la soledad es el motor de una historia repleta de metáforas, alegorías y situaciones perturbadoras. Ni la compañía ni la independencia, ni la soledad autónoma, ni la pareja equivocada impiden al ser humano ejercer su enorme capacidad para ser miserable, egoísta, posesivo y destructivo. Acojona. Y es muy buena.
  • Deadpool (2016)Tim Miller. Muy provocadora, sí. Políticamente incorrecta, también. Un soplo de aire fresco en el saturado mundo de los superhéroes, sea. Pero vamos, que su problema es otro, a ver si nos entendemos: es un soberano coñazo
  • X men: Apocalipsis (2016)Bryan Singer (cine). Más de lo mismo, por supuesto, pero al menos entretiene a ratos y funciona como pasatiempo.
  • Zootopía (2016)Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush. Impecable técnicamente y con algunos personajes carismáticos la película falla por trasladar de manera demasiado literal los conflictos de las sociedades humanas (sin arista alguna, claro) a un mundo animal que demandaba un mayor grado de locura y diversión. Aburre.
  • Política, manual de instrucciones (2016)Fernando León de Aranoa (cine). Un documental que respira vida e ilusión. También transpira miedo y perturba a un espectador que ya lo mira como viejo cuando apenas ese partido político, Podemos, lleva dos años con nosotros. Imprescindible para comprender la necesidad de construir imaginario social y discurso político que calen, que emocionen, que se peguen a la piel del ciudadano. Un documento fantástico para conocer la construcción de un movimiento político desde dentro
  • Los girasoles ciegos (2007)José Luis Cuerda. Convencional adaptación del libro de Alberto Méndez. Cine viejuno con una visión académica de la España franquista que a estas alturas me deja frío como espectador. No me gustó
  • La habitación (2015)Lenny Abrahamson. Un folletín extrañamente encumbrado por crítica y público cuando lo que narra (y cómo lo narra) es carne de telefim basurero de sábado tarde. Solo una producción decente y unas interpretaciones notables logran sacar de la mediocridad general a la propuesta. Entre irrelevante e infumable. Elige.
  • Zardoz (1974)John Boorman. Delirante muestra de la que fue tal vez la época más fecunda de la ciencia ficción cinematográfica con intenciones de trascendencia. La inmortalidad, la decadencia lasciva de una sociedad que se muere sin que pueda físicamente nunca hacerlo se enfrenta a un salvajismo primitivo, intelectualmente inferior pero que dispone de la fuerza, la vitalidad y el ímpetu para imponerse. Una obra que hoy es incomprendida fundamentalmente por su estética imposible, que lastra continuamente un relato audiovisual apasionante
  • Synchronicity (2015)Jacob Gentry. Hay subgéneros en la ciencia ficción cinematográfica en los que es muy difícil ser original y no caer en caminos ya trillados. Esta película simula caminar durante parte importante de su metraje por caminos ya transitados del cine de los viajes temporales para desembocar en una apoteosis final plena de significados y rica en interpretaciones. Curiosa.
  • Cosas que no se olvidan (2001)Todd Solonz. Tremenda película de un Solonz que no decepciona. La acidez de su cine iconoclasta sí es pura subversión, y la manera pausada con la que cuenta sus brutales historias termina siendo un arma de destrucción masiva. Dos historias independientes unidas por un nexo común: la creación y la vanidad. Magnífica.

18 enero 2016

Un año de cine (2015). Segunda parte

Aquí comparto la segunda tanda de películas nuevas que vi durante 2015. Aclaro, mediante la palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente, según las fui viendo.  
  • Galaxia prohibida (1978)Allan Holzman. Es lo que tiene el verano. Al final siempre caigo en el fascinante mundo de la ciencia ficción más abyecta. Pura carne de perro, sí, pero tan disfrutable para su análisis descacharrante... Cine trash, copia barata de Alien, hecha con dos duros y con situaciones y personajes delirantes. Para fans taradetes del género.
  • Genesis II (1973)John Llewlyn Moxey. Tras un holocausto nuclear, un científico queda en hibernación accidental hasta despertar en el año 2133, y encontrarse con un mundo involucionado en el que sus conocimientos son perseguidos por dos pueblos enfrentados: Pax y Tyrania (tela con los nombrecitos, se comieron la cabeza, vaya). Pues lo peor es que lo mejor de este bodrio es su premisa. Lo demás es pura cochambre. Piloto producido por Gene Roddenberry (el creador de Star Trek) para una serie que nunca llegó a realizarse. No me extraña. La puesta en escena es bochornosa. Y no tiene un ápice de humor, sorprendentemente se toma en serio a sí misma. Y ese es su gran error.
  • La escopeta nacional (1978)Luis García Berlanga. Enorme película del maestro Berlanga. Todo lo bueno que se ha dicho sobre ella está absolutamente justificado. Incisiva, lúcida y cínica radiografía de las relaciones de poder de las clases dominantes en esa España que estaba a punto de alumbrar a la democracia. Reveladora.
  • Phase IV (1974)Saul Bass. La única película que dirigió el creador de algunos de los títulos de créditos más extraordinarios de la historia del cine es una inquietante e imaginativa historia, que plantea qué sucedería si el ser humano se tuviese que enfrentar a una hormigas que hubiesen evolucionado intelectualmente. Rodada como si fuese un documental durante gran parte de su metraje consigue mantener una tensión creciente que desemboca en un final abrupto y abierto, en el que cobra sentido el extraño título de la película. Gustará mucho a los amantes del genero.
  • Outlander (2008)Howard McCain. Un tipo viene de otro planeta para justo caer entre vikingos en el siglo VIII. Y encima se le escapa un bicho-alien acojonante que traía consigo y que joderá por completo la vida de sus anfitriones. Una premisa imbécil no tiene por qué siempre derivar en una película estúpida. En este caso, desgraciadamente, sí fue así. Absurda y tediosa. Ofú, qué mala.
  • Map to the stars (2014)David Cronenberg. Desasosegante y malsana indagación de un Hollywood poblado por estúpidos vanidosos, tan inseguros como superficiales. Personajes con densidad (Julianne Moore borda su papel de estrella incapaz de asumir que su fulgor artificial comienza a apagarse) que terminan estando por encima de una trama que, cuando llega el momento de explotar todo su escabroso potencial, opta por un conservadurismo formal y narrativo que hace colapsar la película hasta la irrelevancia final. Interesante en todo caso.
  • Fuerza mayor (2014)Ruben Östluod. Una avalancha en una estación de esquí mientras una familia almuerza al aire libre en un resturante. El padre que al verla abandona sin pensarlo a su mujer y a sus dos hijos para salvarse. Finalmente la avalancha pierde fuerza antes de llegar a donde ellos estaban. Falsa alarma. El padre vuelve a la mesa. Todos siguen comiendo. No se miran a la cara. Un detalle, una situación que jamás debería haberse producido desencadena una enorme crisis de pareja en la que lo que parecía firme y seguro debe reconfigurarse. La influecia de Haneke es evidente pero la pelíucla tiene personalidad propia y diluye la tensión a través del humor. Película sorprendente con un final polémico, abierto a múltiples interpretaciones
  • Red (2010)Robert Scwentke. Otro ejemplo más de ese zombie-cine comercial americano, puramente alimenticio, cuya única baza es la reunión melancólica de viejas estrellas de los 90. En ese caso Bruce Willis y compañía se ven embarcados en una historia pseudocómica de espías retirados que deben volver a la acción. Se ve con más pena que interés.
  • El beso de la muerte (1947)Henry Hathaway. Cine negro clásico de muy alta calidad, al que solo le pesa dar el papel de protagonista a un soso Victor Mature, incapaz de insuflar vida al personaje repleto de matices, dudas y vacilaciones que interpreta. Significó el primer papel en el cine de Richard Widmark, en la piel de un personaje recordado para siempre por los amantes del séptimo arte por encarnar el mal y el cinismo absolutos. Muy buena.
  • La doctrina del shock (2009)Michael Winterbottom. Documental que trata de trasladar a la pantalla (sin el éxito esperado) las ideas y reflexiones que expusiera con clarividencia Naomí Klein en su ensayo con el mismo nombre. La necesaria simplificación de las tesis de Klein acerca del uso del miedo y el caos por parte de las élites económicas, para imponer su plan de recortes y privatizaciones de lo público, se ve agravada por una rutinaria puesta en escena y un abuso de los clichés habituales del género documental que terminan haciendo encallar la propuesta.
  • El último lobo (2015)Jean Jacques Annaud. Había que intentar recuperar la magia de aquel oso que, a finales de lo 80, significara mi primera experiencia emocional real dentro de un cine. El mismo director vuelve a intentar recuperar ese tono pseudodocumental, elegíaco y preciosista, para contarnos la relación entre un lobo y un joven en el marco de la revolución cultural china. Desafortunadamente la magia no aparece, la historia es desarticulada, el ritmo resulta fatigoso y la película es incapaz de despegar en ningún momento. Una pena. Al menos los bellos paisajes y las hermosas imágenes de lobos son realzadas por una emocionante música compuesta por James Horner, en uno de sus últimos trabajos antes del fatídico accidente en el que murió.
  • Los último días de Marte (2013)Ruairí Robinson. Ciencia ficción sobria que, sin estridencias, transita desde la especulación científica hasta el terror, con una historia muchas veces ya vista pero que, en este caso, es defendida con honradez y honestidad. Me gustó.
  • Deliverance (1972)John Boorman. Una de las mejores películas que vi este año. Extraordinaria. Una reflexión terrible sobre el equivocado y ensoñador romanticismo que envuelve siempre a la idea de la vuelta a la esencia del hombre, del retorno a la naturaleza, dejando atrás una civilización pretendidamente alienante. Los actores colaboran con unas interpretaciones excepcionales a una película en la que, desde el principio, el espectador siente que algo va a ir muy mal en ese viaje "artificial" por la salvaje naturaleza. La tensión crece de manera imparable hasta desembocar en una brutal muestra de salvajismo y animalismo humanos, rodada con una frialdad lacerante. A partir de ese momento, ese grupo de amigos se confrontarán de verdad con la naturaleza y comprenderán finalmente por qué el ser humano tuvo que buscar mejores (y más civilizadas) formas de convivencia. Un clásico imprescindible
  • Ilusión (2013) Daniel Castro. Una extravagancia patria que se disfruta durante todo su corto metraje con la sonrisa en la boca. Un idealista, un eterno perdedor pretende hacer una película musical sobre los Pactos de la Moncloa para recuperar el espíritu y la ilusión de la Transición. Y lo que se podría entender como la ridícula propuesta de un loco deja en el aire una pregunta colectiva, una duda trascendente, sobre si también aquello, sobre lo que hemos construido la leyenda de nuestra democracia no era más que una ilusión. Más allá de eso se trata de un comedia amarga sobre la necesidad de encontrar tierra firme en la dura realidad para poder sobrevivir, aunque ello conlleve sacrificar algunos sueños y parezcan traicionarse algunos principios. Muy recomendable.
  • La visita (2015)M. Night Shyamalan (cine). No significó la redención (de bajo coste) de Shyamalan que algunos quisieron vender. Pero al menos tampoco es un bodrio como sí lo era After Earth. Entretenida, con un punto de misterio tenso gracias a un uso inteligente del generalmente cargante found footage, termina convirtiéndose en una convencional historia que no aporta nada al género y te deja con cara de tedio. Intrascendente.
  • A quemarropa (1967)John Boorman. Estupenda muestra de ese cine negro moderno y revisionista que se hizo en los 60, con un Lee Marvin implacable en la caza de aquél que lo traicionara y lo dejara por muerto. Ritmo, dirección firme y tensión narrativa en una película que escarba en lo peor del ser humano y deja finalmente un amargo sabor de boca.
  • Frances Ha (2012)Noah Baumbach. Cine indie, hipster y neoyorkino, que nos muestra a una veinteañera perdida, sin rumbo y con una alarmante incapacidad para tomar decisiones de futuro que, lentamente, va comprendiendo que es imposible refugiarse para siempre en un modo de vida juvenil tan estimulante y libre como precario y un tanto artificial. Me gustó, a pesar de ciertos tics modernitos que harán que más de uno arquee la ceja.
  • Young adult (2011)Jason Reitman.  Basura infecta. Reitman une sus fuerzas de nuevo con Diablo Cody para, en este caso, construir un personaje femenino desagradable, egoísta, ambicioso, envidioso y superficial. Revestida con el falso disfraz de comedia, la película es otra muestra más del tipo de cine que nos ofrecen estos dos "creadores". Tras la aparente subversión se esconde el más rancio conservadurismo moral. Y, por supuesto, la única explicación posible que se les ocurre para explicar el carácter miserable de esta mujer es una maternidad frustrada convertida en trauma irresoluble. Vomitiva.
  • El corredor del laberinto, las pruebas (2015)Wes Ball (cine). Palomitera y entretenida continuación de esta saga adolescente cuyo mayor valor es la falta de pretensiones. No recordarás nada especial de ella al terminarla. Solo sirve como pasatiempo.
  • El secreto de Adaline (2015)Lee Toland Krieger. Empalagosa e indigesta historia de corte fantástico en la que una joven, tras un accidente, no puede envejecer. Recorrerá la segunda mitad del siglo XX ocultándose de las autoridades para, finalmente, caer rendida en los brazos del hijo de un antiguo amor. Todo muy romántico (aunque por supuesto no se enamora de un obrero, no, qué va, el tío tiene pasta por castigo), todo muy de clase media-alta sin conflictos, todo muy absurdo, todo ello una basura envuelta en cutre celofán sentimentaloide.
  • Mientras seamos jóvenes (2014)Noah Baumbauch. Tal vez sea la película que más me convence de este director. Radiografía de manera incisiva pero con humor, la crisis de los 40 de una pareja sin hijos que viven en una ciudad como Nueva York, para la que empiezan a ser demasiado mayores. Al mismo tiempo disecciona con cinismo las hipócritas relaciones que se establecen en el mundo del arte (cineastas, en este caso), las envidias, el parasitismo disfrazado de amistad y la vanidad disfrazada de falsa modestia. Interesante.
  • Regresión (2015)Alejandro Amenábar (cine). Menudo pinchazo el de Amenábar. Yo me declaro desde hace años desencantado del cine de un director que me parece más artificio que realidad, y cuyas películas se desmoronan en mi memoria con el paso del tiempo. En esta ocasión, su acercamiento a las iglesias fanáticas de la América profunda deriva en un pastiche desconcertante. Los actores, desnortados, son incapaces de insuflar alma a unos personajes mal construidos, que deambulan por una historia que subraya lo innecesario y arriesga muy poco . Una pena.
  • La hora incógnita (1964)Mariano Ozores. Una de esas rarezas del cine español que nuestro habitual desconocimiento de nuestro propio cine mantenía en el limbo de la historia. Una ciudad española es desalojada por completo (en una secuencia inicial realmente conseguida) durante la noche, debido a la inminente caída de una bomba nuclear. Pero algunas personas, por motivaciones diversas, se quedarán en ella y durante las horas previas a la explosión sus vidas se entrecruzarán en un relato coral, humano y sincero. Interesante.
  • El club (2015)Pablo Larraín  (cine). Tal vez sea la película más dura jamás filmada contra la iglesia católica. Porque no ataca a su ornamento, ni a las altas jerarquías de sus estamentos, sino a su propia esencia. El terrible retrato de las miserias humanas de esos sacerdotes que conviven en una casa de retiro, tras ser expulsados de los hábitos por comportamientos delictivos, y que no dudarán en hacer lo que sea para sobrevivir, no es menos demoledor que el de esa nueva iglesia que representa el cura joven que viene a evaluar su situación, cuyo acto final lo convertirá en el mayor hipócrita de todos, haciendo imposible cualquier atisbo de salida digna para ninguno de ellos. La sutileza en el tratamiento formal (despojado por completo de artificios), el feísmo de las imágenes, las difíciles interpretaciones, el tono aséptico y la critica acerada a la doble moral tanto de la vieja como de la nueva iglesia, convierten la visión de esta descarnada película en una experiencia desoladora. Impresionante.
  • San Andreas (2015)Brad Peyton. Qué cosa más mala, joder. Copiando el viejo esquema que tan ridículo ya pareciera en Parque jurásico 3, nada mejor que una crisis (un hijo perdido entre dinosaurios entonces, una hija perdida en una ciudad en la que se produce un terremoto ahora) para que el hombre de la familia marque sus huevazos y vaya recuperando el respeto y el amor de su ex mujer, mientras el nuevo novio de esta se comporta con un gañán, cobarde patético sin matiz alguno. Personajes principales que actúan como idiotas, idiotas que actúan como idiotas secundarios y un fuerte hedor a idiocia generalizada en la producción. Mala hasta hacer daño.
  • Requisitos para ser una persona normal (2015)Leticia Dolera. Dolera construye una película indie a la española que, aunque por momentos te hace sonreír y consigue que sus personajes resulten simpáticos, finalmente encalla en la irrelevancia a causa de la falta de densidad de su historia. Una comedia puede ser liviana pero tiene que tener algo detrás que consiga sostenerla durante más de media hora.
  • The martian (2015)Ridley Scott (cine). Años hace que considero a Scott un director más que amortizado. Su último acercamiento a Alien fue un desastre de proporciones épicas. Tal vez por eso me sorprendió tan agradablemente el dinamismo y la falta de pretensiones estilísticas de su dirección de esta adaptación de la novela de Andy Weir, en la que un astronauta se enfrenta al reto de sobrevivir aislado durante un largo periodo de tiempo en condiciones extremas. La historia, en lugar de centrarse en los aspectos mas dramáticos y manidos de su lucha, prefiere enfocar la trama a partir del optimismo y de la confianza en la ciencia básica para ir resolviendo los problemas que van surgiendo. No hay maniqueísmos, las controversias políticas en relación a su posible (o no) rescate son verosímiles, los personajes secundarios están bien desarrollados y brilla especialmente Matt Damon, en la piel de ese astronauta que tendrá que apelar a todos sus conocimientos científicos y a su espíritu de lucha para sobrevivir. Me lo pasé muy bien viéndola.
  • Air (2015)Christian Cantamessa. Ciencia ficción de serie B, con solo dos personajes en un refugio nuclear que deben despertar de su criogenización periódicamente para controlar el buen funcionamiento de las instalaciones, ya que en ellas se mantienen criogenizados importantes científicos a la espera de que la vida en la superficie del planeta vuelva a ser posible. Un accidente provocará que la desconfianza surja entre esos dos hombres. El miedo y la locura serán el motor de una historia aseada con ritmo cansino. Regulera.
  • It follows (2014)David Robert Mitchell. Impecable película de terror deudora del cine de los 70 y 80, con una puesta en escena gélida y sin concesiones. El uso del plano abierto, donde el vacío asusta por lo que no se puede ver, es todo un acierto. La música otorga atmósfera y densidad y se usan de forma inteligente muchas de las convenciones del género para construir una película que te atrapa y te mantiene en tensión. Muy buena.
  • Los minions (2015)Pierre Coffin y Kyle Balda. Solo para críos muy pequeños. Es una sucesión de gags sin hilo ni continuidad (ni tampoco mucha gracia). Lo más divertido de la película era lo mostrado en el trailer. El resto, un soberano aburrimiento.
  • John Wick (2014)David Leicht y Chad Stahelski. Cine de acción desprejuiciado y esteticista, con un Keanu Reeves que cumple a la perfección en su papel asesino implacable encabronado porque matan a lo último que lo unía a algo parecido a la humanidad. Aunque la historia está muy vista la película entretiene, pero tampoco es esa película revitalizadora del género que algunos han querido vender.
  • Loreak (2014)José María Goneaga. Aburrida y pretenciosa historia centrada en tres mujeres a las que la ausencia de un hombre marcará sus vidas durante años. Con un ritmo  pausado que pretende ser trascendente transmite más mentira que emoción. Puro artificio melodramático despojado de aristas sociales, en el que tan solo se salvan los matices del personaje de la madre.
  • Las últimas supervivientes (2015)Todd Straus-Schulson. Una curiosidad muy recomendable para los amantes del cine de terror adolescente de los 80 y 90. Unos jóvenes actuales se encuentran de repente en el interior de una película de terror de culto de los 80 (como en La rosa púrpura del cairo, pero a la inversa) en la que trabajó la madre ya fallecida de una de ellos y, aun conociendo lo que va a suceder, son incapaces de evitar que el asesino psicópata de turno los vaya matando uno a uno, mientras presenciamos una divertida deconstrucción de muchas de las convenciones del género. Divertida.
  • El año más violento (2014) J. C. Chandor. Una de las mejores películas que vi durante el año. Las mafias del transporte y una investigación policial son la excusa para presentarnos a Abel Morales, interpretado por un Oscar Isaac en estado de gracia, un hombre con un enorme volcán interior, siempre al borde del arrebato de ira, que pretende mantener su integridad aun siendo consciente de que será imposible si quiere ver cómo se cumplen sus enormes ambiciones. Un personaje inolvidable en la estela del mítico Michael Corleone. Sensacional película que recuerda al cine del mejor Lumet.
  • Negociador (2015)Borja Cobeaga. Inclasificable película que narra en clave de humor negro (nunca demasiado graciosa y tampoco lo suficientemente negra) las conversaciones de paz entre un enviado del gobierno y miembros de la cúpula de ETA. Se salvan algunos gags bien construidos (aunque recurre demasiado a los clichés vascos) pero al finalizar le deja a uno una sensación general de vacío, de intrascendencia total.
  • Frank (2014)Lenny Abrahamson. Delicada, extraña y sugestiva. La historia de ese grupo de música, liderado por un cantante que esconde su cabeza debajo de una enorme máscara que jamás se quita, se convierte en un poético alegato en defensa del respeto al diferente. Hermosa película.
  • Ant-Man (2015)Peyton Reed. Un historia sobre un superhéroe marvelita de segunda división parecía la excusa perfecta para escapar del cada vez más asfixiante universo compartido por el resto de superhéroes de Marvel, y experimentar con otras formas narrativas. Tal vez por eso contrataron a Edgar Wright para dirigirla. Lamentablemente, la visión más conservadora de Disney y de Marvel, se impuso finalmente y despidieron a Wright para terminar filmando una película frankenstein, en la que se intuye el alma gamberra e iconoclasta de Wright en algunas de las secuencias más divertidas, pero también tenemos que aguantar insertos mal rodados que sirven para introducir a Ant-Man en el abigarrado universo de Los Vengadores. Pasable.
  • Ted 2 (2015) Seth MacFarlane. Todo lo que hacía gracia y sorprendía en la primera desaparece en esta innecesaria continuación de las aventuras de ese oso de peluche cabrón con vida propia. Sus burradas ya no impresionan y bajo el envoltorio subversivo del lenguaje soez se esconde una trama carca y moralista. Un coñazo.
  • Patrimonio nacional (1981)Luis García Berlanga. Estupenda continuación de la saga de los Leguineche que nos sitúa en Madrid, tras la llegada de la democracia. El marqués y su hijo llegan a la capital con la intención de instalarse en el palacete donde vive la mujer del primero y madre del segundo, acérrima franquista, pero ella no les dará una bienvenida calurosa precisamente. El humor y la mala leche de un Berlanga en plena forma están presentes en una película muy bien rodada, que continúa mostrándonos una galería de personajes inolvidables que representan a la perfección la caspa de nuestro país. Muy divertida.
  • Sin límites (2011) Neil Burger. Sin límite de hedor. Basura infinita. Una droga que expande la mente le sirve al personaje encarnado por Bradley Cooper para convertirse en alguien aun más gilipollas de lo que ya era anteriormente. Sus nuevas capacidades intelectuales le sirven, fundamentalmente, para follar, ganar pasta y hacer el imbécil. También escribe un libro. Además, tenemos que aguantar a un director con ínfulas que pretende ir de innovador en lo visual, en una película mal contada, con una trama ridícula y un guión al que se le notan demasiado las costuras.
  • Sicario (2015)Denis Villenueve (cine). De vez en cuando Hollywood recuerda que también puede hacer cine adulto, complejo, de calidad. Sicario es una película que no emociona pero sí estremece. La atmósfera es asfixiante y la lucha contra el tráfico de drogas no es más que un recurso para profundizar de manera sincera en algunas de las emociones humanas más indeseables: el rencor, la falta de empatía, la desidia moral... En las cloacas de la sociedad civilizada nada bueno puede crecer y nadie bueno puede sobrevivir. Excelente.
  • A cambio de nada (2015)Daniel Guzmán. Película sobre la adolescencia que transmite con verosimilitud las dificultades emocionales por las que tienen que atravesar miles de jóvenes, incapaces de encontrar en sus hogares guía moral alguna. Jóvenes que, indefensos, se enfrentan a un mundo real hostil, que tratará de aprovecharse de su ingenuidad y de su fuerza. Los actores jóvenes están muy bien pero la historia, en ocasiones, se tambalea. Situaciones que emocionan por honestas y humanas (la anciana que acoge al chaval es un personaje maravilloso) alternan con otras más flojas, menos pulidas, casi inverosímiles y fuera del buen tono general de la película (un ejemplo sería la secuencia de la fiesta. Toda ella al borde de ridículo). Aun con esos peros el resultado final es satisfactorio.
  • Sinsajo. Parte 2 (2015)Francis Lawrence (cine). Y cuando por fin la historia llega a su fin ha pasado tanto tiempo desde que empezó, se han degradado tanto las posibilidades iniciales de la historia y se ha abusado tanto del drama superficial y de la acción superflua que nada con sustancia queda en el recuerdo. Y eso que dicen que es la mejor de las distopías adolescentes de la época.
  • La revolución de los ángeles (2015) Marc Barbena. ¿Qué sucedería si de manera secuencial, a partir de un primer caso mediático, algunos enfermos terminales sin relación alguna entre ellos, decidiesen ir asesinando a los políticos que han permitido y defendido (además de enriquecerse con ello) el capitalismo clientelar y parasitario que nos llevó a la ruina y a los recortes de derechos sociales? A partir de esta premisa volcánica se construye una película digna que, con muy poco presupuesto, te deja pegado a la pantalla, manteniendo su tesis, sin desfallecer, hasta sus últimas consecuencias. Una rareza sorprendente.
  • El Mundo sigue (1963)Fernando Fernán Gómez. Dura, cínica y terrible historia encuadrada en el submundo urbano de la España negra del franquismo. Al borde de la pobreza y sin esperanza alguna de un futuro inmediato mejor, en esa sociedad enferma y depauperada solo sobrevivirán los miserables y los crápulas; y los que no se preocupen por las cuestiones morales. Una película imprescindible. Desde un punto de vista sociológico y artístico. La secuencia en la que a través de imágenes inconexas se nos cuenta el crecimiento de una niña, vista desde los ojos de su madre, mientras sube corriendo unas escaleras, es una genialidad.
  • El puente de los espías (2015)Steven Spielberg (cine). Spielberg se ha hecho muy mayor. Sus dramas cada vez parecen más antiguos. Y lo que digo no es un halago. Permanecen la maestría a la hora de colocar la cámara para elegir siempre el encuadre más inteligente y los elegantes y maravillosos movimientos sutiles de cámara. Pero la calidad técnica se pone al servicio de una historia cobarde, que intenta usar el pasado para defender un débil punto de vista liberal, propio del clásico progre de salón actual. El diferente uso de tonalidades de color para mostrar a EEUU y a la Europa comunista, la patética demagogia al mostrar el diferente trato dado a los presos por parte de rusos y americanos, o metáforas visuales pueriles como la del salto de la valla terminan hundiendo una película en la que tanto Tom Hanks, como, sobre todo, Mark Rylance realizan unas interpretaciones magníficas. Y encima falta la música de John Williams.
  • Eternal (2015)Tarsem Singh. Empieza pareciendo un mal remake de Seconds (de Frankenheimer), se desliza despues, a media película, por un terreno de nadie, para finalmente terminar siendo una historia digna que se deja ver con cierto interés. Poca cosa, vaya.
  • Star Wars, el despertar de la fuerza (2015)J. J. Abram  (cine). Me declaro absolutamente incapaz de realizar una crítica en términos racionales de esta película. A la nueva película de Star Wars solo le pedía que me diera nuevas dosis de emoción sincera por el reencuentro con este universo de ficción que tan feliz me ha hecho durante años. Y cumple con creces lo exigido. Nuevos jóvenes personajes, carismáticos y con recorrido, se unen a los legendarios Han, Luke y Leia en esta nueva aventura que respeta al máximo el legado de la trilogía inicial.
  • Mistress America (2015)Noah Baumbauch. La pareja Baumbauch-Gerwig vuelven a trabajar juntos en esta comedia dramática que, en ciertos momentos, homenajea con acierto al screwball más clásico. Ambos construyen una historia en la que sobrevuela de nuevo el problema de la madurez y la incapacidad de ciertas personas para avanzar en sus vidas. Con una vuelta de tuerca suplementaria para la protagonista: ¿cómo dejar atrás una parte de su vida si todos los que la rodean necesitan que se mantenga así, estancada en el tiempo, inmadura, vitalista, irresponsable y divertida, para así poder recordar la esencia de lo que ellos en algún momento fueron? Me gustó la película.

09 enero 2016

Un año de cine (2015). Primera parte

Estas son las películas nuevas (no tengo en cuenta las revisiones) que vi durante el año que acaba de finalizar. Aclaro, mediante la palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente, según las fui viendo. Finalmente fueron casi 100, de manera que separo la lista en dos partes para hacer más digerible su lectura.
  • Hermosa juventud (2014)Jaime Rosales. Radiografía fría y sin sentimentalismo de esa juventud perdida del extrarradio de cualquier ciudad, sin motivaciones ni proyecto vital. Jóvenes que, sin presente ni futuro, reciben las hostias finales de un crisis cuya perversión final es hundirlos en el barro, estigmatizándolos socialmente con el apelativo despectivo de ninis. Sirve para descubrir una actriz estupenda como Ingrid García Jonsson y su estilo casi documental cala en el espectador, hace daño. 
  • Yo maté a mi madre (2009)Xavier Dolan. Es una barbaridad que con 19 años se pueda hacer una primera película como ésta. Con hondura, densidad y estilo propio. Dolan nos cuenta la conflictiva relación de un hijo único adolescente con su madre a través de una historia creíble, en la que los malentendidos se convierten en irresolubles y los conflictos que debieran ser irrelevantes se magnifican por la incapacidad de gestionar correctamente las emociones. Me gustó mucho.
  • Locke (2013) Steven Knight. Tour de force de lo que dan suelen prestigio a actores y directores. Un solo personaje, un único escenario (el interior de un coche) y 80 minutos en los que presenciamos cómo una vida construida sobre el control meticuloso de todas las pulsiones se derrumba para reconstruirse (o no) desde la asunción de las emociones. La película funciona por su complejo tratamiento de la verdad y de la mentira y por la excelente interpretación de Tom Hardy, pero me dejó un regusto agridulce por el artificio innecesario que el guion tramposo construye con la figura del padre del protagonista. Interesante.
  • Birdman (2014)Alejandro Iñárritu (cine). Un ejercicio cinematográfico de primer nivel, con unos actores desatados que dan lo mejor de sí y una cámara ágil y libre que, a través de ese maravilloso falso plano secuencia, nos permite bucear en el atormentado interior de un actor de cine venido a menos mientras ensaya para una obra de teatro que considera que debe significar su redención profesional. Excelente. Peliculón.
  • Todos queremos lo mejor para ella (2013)Mar Coll . Me encantó la opera prima de esta directora catalana (Tres días con la familia) por lo que me resulta inexplicable que todo lo que allí rezumaba verdad (el retrato de familia acomodada)  aquí nunca resulte creíble. Todo es impostado, las situaciones son forzadas, y el viaje emocional de la protagonista para reencontrarse consigo misma carece tanto de verosimilitud como de interés. Decepcionante.
  • Whiplash (2014)Damien Chazelle. Parece increíble que una historia centrada en una orquesta, las vicisitudes de un batería en ella y su relación con un director despótico y acosador pueda tener la fuerza y la garra brutales que esta tiene. Con un ritmo salvaje está rodada con pasión e inteligencia. El montaje, por momentos, te deja sin respiración y el perverso juego de vanidades y expectativas con el que se construye la trama te atrapa. La disfruté enormemente.
  • Jupiter ascending (2015)Hermanos Wachowski (cine). El mayor espectáculo kitsch visto en el cine desde John Carter. Visualmente hermosa y con una BSO estupenda, sus principales problemas son una trama ridícula y unos personajes de chiste, con menos profundidad que Espinete. Hay que reconocerlo, es un bodrio. Pero no sé, es tan apasionadamente naíf que me resultó hasta simpática. No os acerquéis.
  • Ida (2013)Pawel Pawlikowski. Una soberbia fotografía en blanco y negro y unas interpretaciones contenidas y poderosas sustentan una historia sombría, en la que el pasado terrible de un país, Polonia, impide cualquier posibilidad de presente para una sociedad y unos personajes marcados por la brutalidad heredada. Intensa y profunda.
  • Agosto (2013)John Wells. Drama familiar americano de altura, con unos personajes femeninos con múltiples capas que se enfrentan a su pasado como forma de intentar sobrevivir en un presente pleno de insatisfacciones. Destaca una Meryl Streep en el papel de matriarca familiar que devora la pantalla cada vez que aparece. Buena película.
  • The imitation game (2014)Morten Tyldum (cine) Blandito y convencional acercamiento a la figura gigante de Alan Turing en el que prevalece el clásico tratamiento de genio inadaptado, carente de conflicto real y desideologizado, obviando los aspectos más controvertidos de la historia real. Ejemplo de un cine miserable, que arrebata al espectador la posibilidad de reflexión obligándole solo a sentir emociones primarias.
  • The babadook (2014)Jennifer Kent. Excelente película de terror que profundiza de manera inteligente en el infierno de la depresión y en los conflictos emocionales que provoca una maternidad desencantada, hastiada por el día a día de un hijo agotador y déspota. Cine de género, en principio sin pretensiones, con mayor profundidad que películas de supuesto prestigio.
  • Coherence (2013)James Ward Byrkit. Extraña y compleja historia de multiversos. A partir de una premisa más bien estúpida unos amigos quedan encerrados en una casa durante una cena, aislados de la realidad, en un espacio y en un tiempo compartidos con otras versiones de sí mismos con las que tendrán que lidiar, descubriendo cosas de sí mismos que no esperaban. Entretiene y provoca debate.
  • Fresas salvajes (1957)Ingmar Bergman. Una maravilla. una auténtica obra maestra. Una amarga reflexión sobre la nostalgia, la juventud y el doloroso paso del tiempo. Cine de verdad.
  • Kingsman (2015)Matthew Vaughn (cine). Menos subversiva de lo que pretende parecer y más aburrida de lo que se esperaría. Me quedo con la enloquecida y genial secuencia de la iglesia pero no compro el pack completo de una película que resulta pesada y convencional.
  • Divergente (2014)Neil Burger. Un absoluto "pa qué". No es solo que sea mala, es que molesta. Distopía adolescente que desaprovecha algunas buenas ideas para conformar un espectáculo sobrecargado y desmañado en el que prima el ruido, la acción mal narrada y el romance intensito.
  • Mortadelo y filemón contra Jimmy el cachondo (2014)Javier Fesser. Fesser vuelve al universo de Ibáñez. Con el mismo respeto por el detalle y por el espíritu de la creación del viejo maestro que en su anterior película. Funciona a ratos. Pero tal vez, para los que pasamos tantas horas de pequeños leyendo Mortadelos, le falte algo de magia a esta historia. Quizás lo que echamos de menos es aquel sulfato atómico. Quizás sea a nosotros a los que nos falte ya algo.
  • Foxfire, confesiones de una banda de chicas (2012)Laurent Cantet. Durante una hora la historia de esas chicas adolescentes que fundan una banda mediante la que canalizar su rabia social tiene garra, ritmo y dinamismo. Provoca al espectador. Después se hunde sin motivo alguno al derivar en un drama más convencional de traiciones y sueños rotos.
  • El misterio de la Puerta del sol (1929) Francisco Elías. Una rareza de los orígenes del cine español. Se la considera la primera película española sonora y cuenta con una ingeniosa trama de pícaros y asesinatos a la que perjudica en su desarrollo la presencia de innecesarios números musicales que ralentizan la historia. Había que vender la nueva cualidad sonora del cine, claro. Muy curiosa.
  • Jack Ryan, operación en la sombra (2014)Kenneth Branagh. Absolutamente intrascendente precuela que nos lleva a los inicios del personaje que interpretaran en los 80 y 90 Alec Baldwin y Harrison Ford. Puesta en escena sin personalidad para una historia que avanza a duras penas, a trompicones, mientras el espectador mira su reloj hasta en las secuencias con mayor acción. Cine irrelevante.
  • Insurgente (2015)Robert Schwentke (cine). Pues sí. El problema es mío por repetir. Si la primera película de la saga Divergente ya me pareció mala esta segunda es un insulto a la inteligencia. Ejemplo perfecto de lo peor del cine actual: más ruido, más acción, más confusión. Nulo espacio para la reflexión social. Lo político y social de la trama como adorno, al servicio del romance hormonado. Un desastre. Un coñazo.
  • Seconds (1966)John Frankenheimer. Fantástica y sorprendente película dirigida por un Frankenheimer en plena forma (él y Lumet,  en mi opinión, son los mejores directores de aquella llamada "generación de la televisión"). El delirio que propone la trama en torno al trasplante de consciencia y recuerdos de unos cuerpos a otros se ve acentuado por una dirección imaginativa, muy física, plena de recursos técnicos. Peliculón
  • Under the skin (2013)Jonathan Glazer. Una delicia sensitiva. La trama es mínima: en una Escocia plomiza y fantasmagórica un alien asume el cuerpo de una mujer con el objetivo de atraer a los hombres mediante un ritual sexual. Magnética y poética, su ritmo es pausado. Será en la reiteración de situaciones, donde solo algunos detalles trascendentes irán evolucionando, donde cobrará sentido esa búsqueda imposible por conectar con las emociones humanas de ese alien con cuerpo de Scarlett Johansson. Cine experimental y diferente.
  • Hombres, mujeres y niños (2013)Jason Reitman. Lo mío con Jason Reitman empieza a ser puro vicio. Sí, veo las peliculas de Reitman porque odio visceralmente su cine. Y, sorprendentemente, este tío jamás me "decepciona". Su cine es un absoluto fraude, una basura fraudulenta que juega siempre a la provocación más hipócrita, para finalmente terminar masacrando a aquellos personajes de sus películas que intentan pobremente convertirse en alternativa a la moralidad dominante. Rancio conservadurismo social envuelto en celofán indie y alternativo que vuelve a estomagar en esta película de relaciones familiares modernas. Asco.
  • Almas de metal (1973)Michael Crichton. Un parque temático con robots humanoides que se rebelan contra sus imbéciles visitantes. Todo lo que disfruto de la ciencia ficción de serie B americana los 70 está presente en esta película. Su frialdad y la distancia desde la que se narra permite centrarse más en la reflexión sociológica que plantea. Las limitaciones presupuestarias la llevan al borde del ridículo en varias ocasiones pero el resultado final es satisfactorio.
  • El capital humano (2014)Paolo Virzi (cine). Esta película es como una bomba de efecto retardado. Crece en el recuerdo. Hace daño. Todos sus personajes, cada uno en su escalafón social, actúa bajo una única premisa: su propio beneficio. Los dilemas morales son presentados como artificios sociales que se mantienen solo mientras el peligro no nos alcanza. Puro nihilismo social: todos somos unos mierdas y, finalmente, en condiciones limite actuaremos como tales. Película destroyer lastrada tan solo por una irregular trama y algunas pobres interpretaciones. Muy recomendable.
  • The zero theorem (2013)Terry Gilliam. Lo mejor del cine de Gilliam aparece en la primera media hora de metraje. Después desaparece la magia y nos queda una historia simplona, sin fuste, irrelevante en lo visual y muy pobre argumentalmente. Una pena.
  • Un condenado a muerte se ha escapado (1956)Robert Bresson. Cine con mayúsculas que recuerda lo que este medio puede ofrecer en manos de artistas. La austeridad de la puesta en escena, el respeto por el silencio o la ausencia de música son cuestiones morales para Bresson. Y sufres con su condenado porque nada te distrae de ello. Fantástica.
  • Mad Max 2, el guerrero de la carretera (1981) George Miller. Miller convierte aquí a su antihéroe en leyenda. Es en el prólogo y en el epílogo donde se comprende a la perfección la evolución de Max. Ya no es el policía puteado de un mundo en decadencia de la primera película, sino una leyenda del pasado que sobrevive en un mundo postapocalíptico y enloquecido. Estupenda.
  • Mad Max, Road Fury (2015)George Miller (cine). Brutal. Increíble. Una experiencia adrenalítica, visualmente apabullante. Miller con setenta años le da una lección a todos esos jóvenes directores que confían en los efectos digitales y en un montaje epiléptico para construir un ritmo desenfrenado. La nueva película de Mad Max es uno de los acontecimientos cinematográficos de 2015 y con seguridad la mejor película de acción de lo que llevamos de siglo. Imprescindible.
  • Los vengadores 2 (2015)Joss Wheddon (cine). Mucho ruido, muchos (muchísimos ) superhéroes, mucha acción trufada de mucha, demasiada superflua y chorra. Poca o ninguna emoción. Estas películas están construidas para funcionar por acumulación pero la pena es que esta vez el toque humano que siempre le da Wheddon a sus personajes apenas se intuye, ahogado por las cada vez mayores constricciones que el universo cinematográfico marveliano está imponiendo para que todas sus franquicias funciones y se interconecten. Me aburrí.
  • Scott Pilgrim contra el mundo (2010)Edgar Wright. Wright es uno de los creadores cinematográficos más irreverentes y frescos de los últimos años, claramente influenciado por el cine americano de lo 80 pero con una gran capacidad para desmontar y deconstruir esas referencias de manera inteligente En este caso adapta la típica historia de amor adolescente con chico perdedor y chica guapa y la transforma en una delirante locura trufada de referencias y lenguaje de cómic. Muy divertida.
  • Tomorrowland (2015)Brad Bird (cine). Un fracaso enormemente digno. Se intuye en esta historia y en estos personajes otra película diferente que hubiera sido hermosa, ensoñadora y dolorosa. Una historia original de corte fantástico que termina enredada en sí misma. Se le nota a la película un remontaje final, pero a pesar de ello es incapaz de cerrar interesantes líneas de guión abiertas. Y le pesa una absurda infantilización de última hora que la película no merecía. Una pena. Una auténtica pena.
  • Jurassic world (2015)Colin Treverrow (cine). Tan disfrutable en una primera visión como olvidable a medida que pasan los meses. Simpática, recurre acertadamente a la nostalgia con guiños muy medidos al tiempo que intenta construir una historia alejada de lo ya visto. Interesante la reflexión que contiene en relación a la necesidad de construir dinosaurios nuevos cada vez más terroríficos para que el público siga llenando el parque temático (metáfora evidente de cómo Hollywood necesita construir películas cada más infladas y abigarradas para excitar a un espectador yonqui, que reclama mayores dosis de cinecaína). Más allá de eso un buen pasatiempo palomitero.
  • Perdiendo el norte (2015)Nacho G. Velilla. Descafeinada y excesivamente blanca comedia que se enmarca en el exilio de jóvenes españoles a Europa, con el objetivo de ganarse la vida. Desemboca en una previsible y empalagosa historieta de amor que carece de gracia alguna e imposibilita esa perspectiva más caústica que la trama demandaba. ¿Molesta? Pues no. ¿Vale para algo? Pues tampoco. Una pérdida de tiempo
  • Nightcrawler (2014)Dan Gilroy. Inquietante aproximación al mundo de los periodistas de sucesos. Jack Gyllenhaal se calza en los zapatos de uno de los personajes del año: un periodista mediocre, manipulador y sin escrúpulos que empieza a construirse una reputación por las imágenes macabras que consigue filmar en accidentes y asesinatos. Retrato de las miserias de la sociedad del espectáculo (mediático).
  • The fake (2013)Sang-ho Yeon. Tal vez el personaje principal de esta película animada coreana sea uno de los más complejos y ricos de los que he visto en el cine de los últimos años. Una película despiadada que aprovecha la animación para sobrepasar los límites habituales de las ficciones cinematográficas. Una historia sobre la fe, la ira, el poder y el control. Fantástica.
  • Ex machina (2015)Alex Garland. Una joya. Una de la mejores  películas del año. Ciencia ficción de calidad. El acceso a los sentimientos humanos de un robot está contado con enorme inteligencia y perturbadora verosimilitud. Un Oscar Isaac desatado vuelve a dejar muestras de lo enorme actor que es en un rol solo secundario sobre el papel.
  • Autómata (2015)Gabe Ibáñez. Fallida propuesta de ciencia ficción trascendente con una temática similar a Ex machina (robots que adquieren conciencia de su existencia, que intentan evolucionar) aunque con una trama diferente, más detectivesca (y cansina). Se ve con simpatía porque se le nota que está hecha con mimo pero la trama no se sostiene, las problemas existenciales de los robots no llegan al espectador y el soporífero ritmo de la historia termina llevando a la película al fracaso. Una pena
  • Big hero 6 (2014)Chris Williams y Don Hall. Lo único que se salva de este coñazo animado es una banda sonora estupenda y la presentación inicial de Baymax. Después todos los tópicos habituales del cine infantil más conservador se dan cita en una historia sobre egos científicos desatados que aburre hasta el hastío.
  • White god (2014)Kornél Mundruczó (cine). Una película sorprendente. Rodada desde el punto de vista de un perro consigue transmitir la angustia que le genera a animal la cacería a la que se ve sometido. Lentamente, con un giro de guión extraño, la película se convierte en una versión fantástica (de corte realista) de la nueva de El planeta de los simios, y el perro termina liderando una revolución canina que pondrá en jaque la ciudad mientras el animal se va vengando de todos lo que le hicieron daño. El plano final es antológico.
  • Chappie (2015)Neil Blomkamp. Esperaba tan poco de ella, tanto por su premisa como el precedente del director (Elysium, qué mala era joder), que  he de reconocer que el regusto final que me dejó fue positivo. Lo que empieza siendo una mala copia de Cortocircuito va adquiriendo poco a poco densidad y hondura, personalidad propia, para finalmente articular un duro discurso sobre la ambivalencia moral del ser humano y su tendencia a aprovecharse de los más débiles. Película rara e inclasificable.
  • Lo que hacemos en las sombras (2014)Taika Waititi. Una delicia. Una auténtico disfrute. Y un festín para los que sean amantes desprejuiciados del género vampírico. Un (doblemente) falso documental que nos introduce en clave de humor en las plácidas y aburridas vidas centenarias de un grupo de vampiros de una ciudad neozelandesa. Personajes con carisma a los que se les coge cariño al instante. Si no la has visto corre a verla porque no te arrepentirás. Muy divertida.
  • La señal (2014)William Eubank. Típica producción de ciencia ficción de bajo presupuesto que vuelve a tocar temas trillados con poca originalidad. Para pasar el rato. Prescindible
  • Electric Bogaloo, la loca historia de Cannon films (2014)Mark Hartley. Un documental genial sobre la loca productora Cannon y sus enloquecidas  producciones de bajo presupuesto que colonizan nuestros recuerdos (gracias a aquellos videoclubes de los años 80). Cuando aparecía el logo de Cannon ya sabías, sin duda, lo que te ibas a encontrar: carne de perro. Y sonreías mientras te acomodabas en el sofá....
  • Asalto al poder (2013)Roland Emmerich. Un ejemplo de ese cine de acción nefasto que está produciendo Hollywood. Exento del humor que destilaban aquellas películas que con la misma temática se hicieron en los 80, ahora son espectáculos repletos de disparos y explosiones sin sentido. O es que nos hemos hecho mayores para estas mierdas.
  • Terminator Genisys (2015)Alan Taylor (cine) Durante media hora la salva una medianamente ingeniosa revisión de los momentos más icónicos del primer Terminator de Cameron. Después, cuando ya tiene que volar sola, se deshace en pedazos con una historia absurda y ridícula. Solo Schwarzenegger salva los muebles en un reparto en el que los jóvenes actores son absolutamente sobrepasados por unos personajes icónicos que exceden sus capacidades. Basura.
  • Inside out (2015)Pete Docter (cine). Un Pixar de calidad que, a pesar del consenso que genera y de las críticas tan positivas que recibió, a mí no me llegó a convencer. En mi opinión, una vez presentada su genial propuesta, la película pierde fuelle por la reiteración de situaciones. Poco se ha hablado también de la pobreza argumental de ese "mundo real" que provoca la explosión emocional de la niña. Aun así tiene valores innegables, set pieces maravillosas y momentos de humor geniales. Eso sí, es la película de Pixar que menos van a disfrutar los menores de 10 años. En el cine se los veía aburridos a los veinte minutos.
  • Capitán Harlock (2014)Shinji Aramoki. Un anime de gran calidad visual y compleja historia cuyos atractivos personajes se diluyen en una trama morosa que termina convirtiendo la película en un artificio ampuloso y aburrido.
  • Puro vicio (2014)Paul Thomas Anderson. Una enorme decepción de uno de los directores americanos vivos que más admiro. Comprendo lo que intenta hacer, intento seguirlo en su propuesta, pero por más que lo intento los absurdos giros de guión y la pretenciosidad de lo narrado consiguieron que me saliera por completo de una película tan extraña como abstrusa

10 enero 2015

Un año de cine (2014). Segunda parte

Aquí cuelgo la segunda tanda de películas nuevas que vi durante el año que acaba de finalizar. Aclaro, mediante la palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente, según las fui viendo
  • Gente en sitios (2013)Juan Cavestany. Relato caleidoscópico que se atreve a atrapar el discurrir absurdo y surrealista de nuestra sociedad a través de microhistorias inconexas entre sí, que terminan encontrando un lazo de unión en el humanismo que destilan unos personajes superados por la crisis y por sus vidas. La osada propuesta sale adelante gracias la inteligencia de un autor que sabe lo que quiere contar y cómo quiere contarlo  (atención al montaje y esos encuadres nerviosos), dejando que sea el espectador el que al final, tras ver el conjunto, tenga que hacerse preguntas sobre lo que ha visto y su significado. Una de las propuestas más arriesgadas del cine español de los últimos años. Un acierto de película. Muy recomendable.
  • Noe (2014)Darren Aronofsky. A mí me gustó. Con las controversias y el ruido que hubo a su alrededor no se supo entender cómo Aronofsky utiliza la mitología judeocristiana (de la misma forma que otros lo han hecho con la griega) para proponer una sombría y despiadada reflexión sobre el fanatismo y sus consecuencias, aunque venga enmascarada tras epopeya con aires de blockbuster hollywoodiense. Tal vez esto le hizo al final más daño que beneficio. A reivindicar.
  • Begin Again (2014)John Carney (cine). El hipsterismo más buenrollero y luminoso llega a la pantalla con una película (musical) que termina dejando una sonrisa en la boca y un puñado de melodías pegadizas que no se desprenden con facilidad. Espléndidos trabajo de Knightley y Ruffalo en una película muy bien dirigida (la historia está medida al milímetro, al borde siempre del exceso de azúcar) por Carney, que repite el esquema de su opera prima (Once), trasladando la historia a Nueva York y puliendo las pocas aristas sociales que en su primera película aparecían.
  • A propósito de LlewyDavis (2013)Hermanos Cohen. Alabada por muchos la última película de los Cohen a mí dejó más bien frío. Es correcta pero no emociona, se nota en demasía el respeto mitológico que se tiene por la época social y musical que se trata, y los habituales secundarios que suelen brillar con luz propia en el cine de los Cohen aquí se hunden, sólo se intuye lo que podrían haber sido, pero no terminan de cuajar, de tener entidad propia (algo que en el caso del personaje interpretado por Goodman se hace hasta molesto)
  • Once (2006)John Carney. La opera prima de Carney es un musical que nos acerca a dos solitarios habitantes de un Dublín siempre nublado y frío que tratan de convertir sus sueños en canciones. Nunca aburre y termina emocionando gracias a la simpleza de su tratamiento de las relaciones humanas, siempre leales y solidarias, algo que a veces parece más propio de un cuento da hadas que de una historia con visos de realismo social. Me gustó
  • Ikarie X-1 (1963)Jindrich Polak. Hard sci-fi a la vieja usanza comunista. Película checa, anterior a 2001, que narra las vicisitudes de un viaje de exploración espacial en busca de nuevos planetas habitables en el que los eventos extraordinarios son sustituidos por la cotidianeidad de una tripulación de científicos y profesionales conscientes de su obligaciones y de los peligros que su labor conlleva. Muy interesante. Sólo para aficionados al género. Y con un final muy curioso, ya que su manipulación hizo que orginalmente, en su distribución en EEUU, su significado cambiara por completo.
  • Oh boy (2012)Jan Ole Erster. Película indie alemana que tras un arranque ágil e inteligente termina diluyéndose en la irrelevancia de historias sin hilo en torno a un joven bohemio (hijo de papá, por supuesto) incapaz de decidir qué hacer con su vida. Con una premisa demasiado manoseada y sin mucho nuevo que aportar, se olvida con demasiada facilidad para resultar importante.
  • Non stop (2014)Jaume Collet Serra. Ya hace unos años que Liam Neeson (en un giro inesperado en su carrera) ha adoptado el papel de lobo solitario dispuesto a impartir justicia por su propia mano a pérfidos criminales en este subgénero tan propio del cine norteamericano, que suele ofrecer tanto dignas producciones como demasiadas basuras facistoides. En este caso la historia se desarrolla en un avión y el espacio determina por completo la acción pero en ningún momento la trama, los personajes o la dirección permiten que la película vaya más allá de un entretenimiento convencional y reiterativo. Innecesaria
  • Capitán América: el soldado de invierno (2014) Hermanos Russo. Tan aburrida y coñazo como el canon marveliano de superhéroes impone habitualmente. Mucha acción de manual en una historia mal narrada que siempre apela a las emociones más primarias. Sólo la curiosa lectura politica que de ella puede hacerse (como sorprendente crítica a la Patriot Act) puede aportar alguna razón para perder el tiempo con ella. Ruido, explosiones, tensión sexual de parvulario y tetosterona mal usada.
  • The amazing Spiderman (2014)Marc Webb. Indescriptible. Menudo truño se han marcado los de la Sony con el reboot del viejo superhéroe. Si ya la primera apestaba esta no hay por donde cogerla. Penosa por patética. Patética por mala. Y mala, es muy mala, pero de las que hacen daño.
  • Arma fatal (2007)Edgar Wright. Sigo con la trilogía de Wright-Pegg en sentido inverso a cómo se rodaron. Aquí se descojonan del género policial y consiguen una película fresca e irreverente con momentos gloriosos. Decae en la parte final pero el conjunto funciona
  • Zombis party (2004)Edgar Wright. La primera de la trilogía anteriormente citada tal vez sea la más floja de las tres. Aunque el rollo zombi y sus convenciones permiten la risa fácil y provoca situaciones divertidas se nota que el guión no está lo suficientemente pulido y se desperdician personajes que podrían haber sido míticos. Una pena
  • Guardianes de la galaxia (2014)James Gun (cine). Un soplo de aire fresco dentro del cine de superhéroes marvelianos que bebe más de la mitología de Star Wars y las space operas que de los archisabidos presupuestos dramáticos y emocionales (nivel parvulario) en los que se mueve habitualmente la Marvel. Porque ya sabemos que para ser un superhéroe hay que estar un poco tarado, y que estresa mucho tanta responsabilidad y tal, ya, pero claro, si uno de los protagonistas es un mapache cabrón y otro un árbol gigante que parece medio idiota, pues tampoco hay que tomarse todo tan en serio, ¿no?. Pura diversión sin complejos que funciona estupendamente
  • The machine (2013)Caradog James. Ciencia ficción inglesa cuyo argumento gira acerca del clásico crecimiento y toma de conciencia de una inteligencia artificial y del ya tremendamente cansino enfrentamiento entre su uso militar  o el respeto a su libertad individual. Consigue una atmósfera adecuada pero se detiene demasiado en aburridas relaciones personales sin ser capaz de trascenderlas para conseguir reflexiones más ambiciosas. Aprobado justito
  • Boyhood (2014)Richard Linklater (cine). Tal vez la mejor película del año. Brillante propuesta de un Linklater obsesionado con mostrar el paso del tiempo en la vida de un niño, desde la infancia hasta la mayoría de edad. Y lo hace a través de retazos (rodados durante más de una decada, mientras los actores crecían al ritmo de sus personajes) que se alejan de los momentos de trascendencia para centrarse en los supuestamente irrelevantes, en algunos de los muchos que pueblan la vida de todos nosotros, mediante los que nos cuenta el difícil tránsito desde la dependencia emocional infantil hasta la primera lucidez adolescente previa a la mucho más gris vida adulta; donde todos sobreviven sin brújula, perdidos. Imprescindible. Maravillosa.
  • Hoy empieza todo (1999)Bertrand Tavernier. Un clásico y una referencia entre los profesores. Historia del día a día de un director de colegio que debe enfrentarse a los terribles obstáculos sociales y administrativos que un centro de este tipo siempre conlleva cuando está situado en zonas marginales. Interesante, pero tal vez se echa en falta una visión menos extrema y más realista (¿crítica?) de la labor docente.
  • Los niños salvajes (2013)Patricia Ferreira. Descripción veraz y cercana de las pulsiones adolescentes y del extraño vacío en el que a veces, durante un tiempo, terminan algunos de estos chicos sumergidos, cuando su mundo se hace demasiado pequeño y son incapaces de mirar más allá de sus deseos más inmediatos. Siempre con esas ganas irrefrenables de dejar de lado obligaciones que no quieren comprender y construyendo excusas para escapar momentáneamente de su realidad. Tristemente la película se estrella en su parte final al deslizarse hacia un drama innecesario que termina ocultando muchos de sus aciertos en el enfoque previo.
  • Godzilla (2013)Gareth Edwards. Curioso tratamiento del viejo monstruo en el que Edwards repite, con mucho más presupuesto, el esquema que le hiciera merecedor de grandes (y exagerados) elogios por su opera prima (Monsters). Pone su cámara y su visión a la altura de unos humanos absolutamente sobrepasados por la capacidad de destrucción y la invulnerabilidad de Godzilla y sus secuaces, dejando de lado (en una decisión controvertida)  las peleas de los bichos para mostrar en primer plano tan sólo las consecuencias que estas provocan. Un casting equivocado, momentos de gran belleza visual, música adecuada y una sensación final de fracaso digno.
  • La isla mínima (2014)Alberto Rodríguez (cine) Una joya de uno de los mejores directores españoles del momento que confirma y mejora lo apuntado en sus películas previas. Los actores principales están cojonudos y el tratamiento visual del entorno marismeño de Doñana tiene momentos de una belleza sobrecogedora. Con una atmósfera inquietante, casi onírica, que consigue trasladarnos el miedo de una España que salía del oscuro franquismo con demasiados fantamas latentes, tan sólo la historia cojea un poco, incapaz de soportar completamente el peso de una producción que estaba destinada incluso a ser mejor de lo que ya es. En todo caso, un peliculón.
  • No se os puede dejar solos (1981)C.M. y J.J. Bartolomé. Documental pegado a la historia, que suda a pie de calle y consigue trasladar una verdad dolorosa. Los directores sacaron su cámara y grabaron al desnudo, sin cortapisas, cómo respiraba una sociedad española que unos pocos años atrás había salido de la dictadura con enormes esperanzas pero que veía con preocupación, dolor y enorme desilusión como las promesas de cambios reales en sus vidas se diluían y el clima político y social era cada vez más irrespirable. Un documento imprescindible que a pesar de los años transcurridos no sólo habla de la España de principios de los 80, sino que dialoga con enorme tensión con la España de hoy, tanto por los problemas que plantea como por los jóvenes políticos que intervienen y que decían que venían a intentar solucionarlos (da miedo y cierto asco ver la palabrería de algunos de ellos ya por entonces, con la perspectiva que nos da el paso del tiempo). Imprescindible
  • Atado y bien atado (1981)C.M. y J.J. Bartolomé. Continuación inmediata del documental anterior bajo las mismas premisas y con los mismos (excelentes) resultados.
  • El corredor del laberinto (2014)Wes Ball (cine) Otro necio intento de explotar el cine distópico adolescente con una producción anodina, jóvenes actores hormonados sin registros interpretativos y una historia que parte de una premisa interesante que se diluye ante la miserable mediocridad de todos los que intervienen en este bodrio.
  • Perdida (2014)David Fincher Retorcida y brillate indagación de los entresijos más oscuros de esa santa institución social que es el matrimonio. Fincher hace suyo un material de partida ajeno (es la adaptación de una novela) para rodar de manera distanciada la construcción de la realidad de una pareja formada por un bobo de manual y una psicópata encubierta. Mucho de lo que vemos en imágenes termina siendo finalmente tan falso como falsas son las proyecciones públicas de tantas parejas, y lo real se deforma tanto, según los diferentes puntos de vista, que resulta finalmente imposible aprehenderlo. La historia nos presenta de manera aséptica, sin juicios morales, lo que sienten y piensan (y hacen) cada uno de los miembros de esta pareja que fuera tan "ideal", mostrándonos sin pudor sus miserias, sus carencias, sus vacíos y sus patéticos intentos de disfrazar todo eso hasta que la bomba de sus falsas vidas compartidas explota, desembocando en una parte final fantástica, en la que la película acelera sin el freno echado, de manera desquicida, al ritmo de una Rosamund Pike fantástica, supurando un humor negro doloroso que hiela la sonrisa en la boca. Me encantó.
  • The man from Earth (2007)Richard Schenkman. Una rareza que engancha. Un grupo de amigos se reúne en una cabaña para despedir a uno de ellos que se marcha sin motivo aparente. La velada se alarga mientras beben y comen hasta que en un momento dado el protagonista comienza a contarles algo que cambiará sus vidas para siempre. No deja de ser finalmente un juguete artificioso pero la manera de contar la historia y su tono atrapan. Curiosa.
  • The french connection (1971)William Friedkin. Un clásico con muy buena prensa que me dejó absolutamente frío. Personajes masculinos arquetípicos algo manidos en una película dirigida con pulso firme por un Friedkin en plena forma que inauguraba su década dorada. Pero la verdad es que me aburrió muchísimo. Es lo que hay.
  • Carmina y amen (2014)Paco LeónCarmina es ya en sí misma un género. Paco León ha conseguido con el carminismo una variante extraña y fascinante del berlanguismo. Y esta segunda parte (en la que el director se arriesga con cierto virtuosismo manierista en ciertos momentos que, sorprendentemente, no desentona) no sólo es más de lo mismo sino que expande el universo de Carmina con nuevos personajes (genial y maravillosa Yolanda Ramos con un papel que es un regalo) y una trama delirante que desemboca en un final lógico de uno de los personajes más singulares del cine español.
  • Relatos salvajes (2014)Daimian Szifon (cine). Como anuncia el título la película es una divertida salvajada dividida en seis historias autoconclusivas y sin conexión entre ellas con un único denominador común: la sublimación del legítimo cabreo como motor de la venganza. Como todas estás películas divididas en capítulos es irregular pero continene microhistorias, personajes y situaciones delirantes que permiten no aburrirse en nigún momento y disfrutar de unos actores encantados por interpretar personajes tan extremos sin contención. Muy divertida.
  • Trascendence (2014)Waly Pfister. Indescriptible. Recomiendo ver esta película porque pocas veces en una producción millonaria de Hollywood (en la que al menos siempre parece estar garantizado un acabado impecable) se encuentra uno con tal cantidad de despropósitos. No solo en el montaje (que es auténticamente de traca) sino que somos testigos de una atribulada interpretación de grandes actores que nunca terminan de saber por qué y para qué están haciendo y diciendo lo que hacen y dicen, dentro de una historia sin sentido, mal narrada, pésimamente dirigida y que termina de manera surrealista. Mala de solemnidad
  • Magical girl (2014)Carlos Vermut (cine). Una de las películas más importantes del año. Vermut confirma todo lo que apuntara en su excelente opera prima (Diamond flash) y nos ofrece una película de extraordinaria calidad: dura, difícil, delicada por momentos, con unos personajes extremadamente frágiles a través de los cuales, de manera sutil, se adentra en las tinieblas del alma humana, construyendo un relato coral en el que de manera inevitable, y por mucho que intenten evitarlo, seres extraordinariamente dañados por la vida sólo sobreviven y tienen un respiro a base de hacer daño a otros que están tan jodidos como ellos. Imprescindible
  • Pusher 1 (1996)Nicolas Winding Ref. La película que dio a conocer al después famoso director de la controvertida Drive es un relato sucio de los bajos fondos de la ciudad de Copenhague en el que un traficante de poca monta, tras salirle mal una entrega, se ve inmerso en una carrera contrarreloj para conseguir el dinero que le debe a un pequeño mafioso de la ciudad. Dura, efectista y violenta, la película funciona como un reloj, con personajes verosímiles, y en ella ya se vislumbran algunas de las obsesiones visuales de Winding Ref 
  • Dos días y una noche (2014)Hermanos Dardenne (cine). La película que mejor ha retratado los devastadores efectos de la crisis en los trabajadores no cualificados nos llega desde Bélgica. Marion Cotillard, en uno de sus mejores interpretaciones, se transforma en una empleada que justo al reincorporarse a su puesto de trabajo, tras una larga baja por depresión, se encuentra con que su empresa obliga a sus empleados a elegir entre mantener su paga extra o despedir a uno de ellos. Tras una primera votación en la que se deciden por su paga y por tanto aceptan el despido del personaje interpretado por Cotillard, esta tendrá dos días y una noche para hablar uno a uno con sus doce compañeros, y así intentar hacerles cambiar de opinión en la votación definitiva. La película nos muestra de manera dolorosa como la evolución del capitalismo y la destrucción de los lazos (también sindicales) entre los trabajadores sólo nos ha llevado hacia una soledad alienante en la que, tras el cuento del individualismo competitivo, solo se esconden un derrota perpetua y una pérdida de autoestima que entronca con la pérdida de identidad y la corrosión del carácter de las que hablara el sociólogo Sennet. El tono final es a pesar de todo optimista: tal vez debido a la tormenta que nos devora uno a uno nos tendremos que dar cuenta de que solo desde el combate político y social en defensa de nuestros derechos podremos recuperar nuestras vidas. Imprescindible.
  • La milla verde (1999)Frank Darabont. Da igual que sea un cuento, dan igual las buenas intenciones y da igual el buen acabado que tiene la película: la historia da para poco más que un corto y las tres horas de grandilocuente metraje solo sirven para aburrir miserablemente, para sorprenderse ante la falta de profundidad de los personajes y para terminar del ratón hasta los santos cojones. Un pérdida de tiempo.
  • Mil maneras de morder el polvo (2014)Seth MacFarlane. Intrascendente comedia desarrollada en el oeste, donde el creador de Padre de familia y Ted intenta volver a usar su humor grueso y efectivo sin conseguir en esta ocación que apenas esbocemos una sonrisa. Aburrida.
  • Interstellar (2014)Christopher Nolan (cine). Ambiciosa, irregular, emocionante, demasiado discursiva en ocasiones, un McConaughey genial, visualmente espectacular. Película de ciencia ficción con tintes filosóficos en la que, junto a decisiones argumentales cuestionables (e incluso chapuceras), se encuentran algunos de los mejores minutos de cine del año. Imprescindible.
  • Cómo entrenar a tu dragón 2 (2014)Dean Debbis. En esta segunda parte, con los personajes ya construidos y perfilados, sin aristas, la trama se construye a través de una inverosímil reconciliacion familiar del chico protagonista con la madre que creía muerta (y que resulta que se había largado por ahí, en plan ONG, a salvar y cuidar dragones. Por ejemplo). Ante la falta de originalidad se tiende inevitablemente a la acumulación: mas ruido, más dragones, más acción y como resultado: mayor aburrimiento y menor irreverencia. Equivocada.
  • Las vidas de Grace (2013)Deston Cretton. Acercamiento sincero al trabajo de las casas de acogida de niños y adolescentes con problemas socioafectivos. Brie Larson brilla con luz propia y sostiene el peso de una película sencilla, efectiva y digna de verse. Correcta.
  • Predestination (2014)Hermanos Spierig. Tal vez el mayor pifostio temporal de la historia del cine. Un guión surrealista de viajes en el tiempo que termina cobrando sentido al final, sólo para terminar descojonado por el embrollo montado. Un amante de ese subgénero de la ciencia ficción relacionado con las paradojas temporales, no puede dejar de ver una película que deja la trama de Terminator a la altura de un juego de niños.
  • Los juegos del hambre: Sinsajo (parte 1) (2014)Francis Lawrence (cine). Al final, entre tanta basura adolescente que nos ha llegado en los últimos años (que es basura no por ser adolescente, sino por tratarlos como imbéciles) esta saga sea tal vez la más digna y la que mejores interpretaciones tiene. La más honesta a pesar de la superficialidad con la que se ocupa de una historia con cierta complejidad que se banaliza con una equivocada apelación continua a emociones artificales. Aun así, flojita. Como las anteriores.
  • 12 años de esclavitud (2013)Steve McQueen. Intensa, verosímil y dramática visión de la esclavitud en la América pre-guerra civil, que no termina de cuajar en gran película por la falta de unidad argumental y el irregular manejo del paso del tiempo en la dolorosa epopeya del protagonista.
  • La por el miedo (2013)Jordi Cadenas. Un acercamiento sutil al maltrato dentro del hogar, donde familias completas sufren en silencio, con vergüenza y terror, el despotismo de hombres miserables que se arrogan el derecho de controlar sus vidas. La película va de menos a más hasta llegar a un final (en mi opinón) demasiado dramático. No estamos ante una gran película pero sí ante un digno y respetable intento de cine social comprometido.
  • Seguridad no garantizada (2011)Colin Trevorrow. Absurda historia en la que un grupo de periodistas tratan de conseguir un reportaje aprovechándose de un tipo que cree que puede viajar en el tiempo para solucionar errores de su pasado. Buenas intenciones, redenciones forzadas y una indiferencia que crece, lacerante, minuto a minuto, en un espectador que termina hastiado y aburrido ante una propuesta que acaba siendo tan convencional como estúpida
  • Dos semanas en otra ciudad (1962)Vincente Minelli. Es tan buena que hace daño. Una de esas películas-testamento con las que el viejo Hollywood se desnudaba y mostraba por fin su alma cínica y corrompida, sabedor de que su tiempo, por fin, ya había pasado. Minelli había filmado anteriormente Cautivos del mal, otra obra maestra que también mostraba las entrañas de la industria del cine de Hollywood pero con otro filtro, igual de cínico tal vez, pero con la potencia de los que se saben en plena forma y pueden aun disfrazar sus miserias tras la satisfacción final del éxito conseguido. Aquí, en cambio, Minelli ha envejecido, tal vez empieza a verse fuera del sistema, como sabe que les está ocurriendo a otros grandes como Ford, Lang o Hawks. Y ya no esconde nada: traslada al anciano director, interpretado magistralmente por Edward G. Robinson, todo el dolor de una generación de directores que veía cómo se derrumbaba todo a su alrededor mientras ellos aun se veían capaces de alumbrar grandes películas (que sabían, por otro lado, que ya nadie quería ver). Traslada a un maduro Kirk Douglas la tortura que para un actor supone que las luces de neón empiecen a alumbrar a aquellos que vienen por detrás a sustituirlo, mientras sufre la soledad y la deslealtad de aquellos en los que confió. Y el dolor, el dolor de la vieja industria traspasa la pantalla. Peliculón imponente.
  • Lucy (2014)Luc Besson. Basura infinita. Hace ya mucho tiempo que Besson solo dirige y produce basura. Queda ya muy lejos aquella original y divertida El quinto elemento. En este caso además, al sopor que genera la primera parte de la película (la parte de acción, manda narices), hay que unir una segunda parte donde la historia se detiene en elementos pseudocientíficos y absurdos para tratar de dotar de una trascendecia imbécil a una historia que no se sostiene desde el primer minuto. Horrible. 
  • The equalizer (2014)Antoine Fuqua. Otro ejemplo más de ese cine de lobos solitarios, justicieros superdotados para el asesinato "justo", que Hollywood produce como churros. Con buena factura y un ritmo adecuado la película entretiene sin ser nada del otro mundo. Y dejando de lado, claro, las implicaciones ideológicas (reaccionarias) que personajes como el Denzel Washington significan. 
  • Robin Hood (2010)Ridley Scott. Lo que empieza siendo una agradable variación de la construcción del mito de Robin Hood termina fracasando por un inexplicable montaje que no solo consigue que olvidemos los aciertos iniciales de la historia, sino que convierte la segunda parte de la película en un engendro sin sentido en el que los personajes se diluyen (desaprovechar a Cate Blanchett tiene delito) y en la que se hace patente el desconcertante desinterés que el director parece tener por una producción que se le va de las manos. Un desperdicio. 
  • El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos (2014) Peter Jackson (cine). Que Jackson había perdido ese toque que le permitió emocionarnos con su épica grandilocuente en la trilogía de El señor de los anillos ya lo sabíamos tras ver las dos primera partes de esta trilogía de El Hobbit. Pero se mantenía la esperanza de que tal vez, al menos, consiguiera un cierre digno a esta segunda trilogía con esta película. No lo consigue. Habría que ser muy generoso para darle el aprobado justito a una película que por tramos aburre, casi nunca emociona y a duras penas nos permite vislumbrar sombras de aquello que antaño nos subyugó a tantos. Una pena.