27 noviembre 2007

Reflexiones en torno a la ciencia democrática

En el siguiente artículo que enlazo Daniel Inneraty, filósofo y ensayista español, Premio Nacional en la modalidad de ensayo 2003, reflexiona sobre la ciencia, su construcción y su papel en la sociedad


http://www.elpais.com/articulo/opinion/ciencia/todos/elpepiopi/20071120elpepiopi_5/Tes

El artículo entra a fondo en el clásico debate de la responsabilidad científica de la sociedad. Dicho debate tal vez debiera suscitarse sólo después de que la sociedad adquiriera una base cultural científica de la que desgraciadamente aún carece y con la que, una vez adquirida, debiera hacerse corresponsable de las decisiones científicas que nos afectan a todos como ciudadanos... ¿después?... ¿sólo después?... La interminable discusión en torno a cuándo estamos preparados para ejercer los derechos y deberes que debe poseer un ciudadano responsable emerge de nuevo con toda su fuerza: ¿Hay que esperar? ¿Cuánto? ¿Eternamente? ¿Y quién lo decide? ¿Esperamos en el pasado a que la mujer estuviese "preparada" para que ejercieran su derecho al voto? ¿O se les dio ese derecho aún a sabiendas de que en sus primeras fases muchas estarían mediatizadas por su santo matrimonio, o por la iglesia? ¿No se entendió entonces que el mero ejercicio de ese derecho facilitaría una mejor maduración de la mujer como elemento social constituyente y participativo? ¿Era menos balbuciente políticamente el hombre, estaba realmente menos mediatizado? ¿Y ahora?

Y a pesar de ello... ¿Me siento cómodo ante ciudadanos de a pie, desde los Rajoys de turno hasta señoras que pueden ser mi madre, que no sólo dan opiniones sino que emiten juicios científicos sin ninguna base para apoyarlos? ¿Qué hablan sin dudas, desde las tinieblas de su ignorancia? ¿Puede su voz valer tanto como la del experto? ¿Y si el experto es el "nobel" Watson y con su " expertitud" suelta que los negros son inferiores genéticamente a los blancos, sin matices y escupiendo bilis por la boca?... preguntas... dudas y más dudas...

"Desde hace algunos años han hecho aparición en el escenario público una serie de temas y problemas que eran insólitos en la agenda política: conservación de la naturaleza, seguridad de la alimentación, clima mundial, código genético, contaminación, enfermedades, salud en general"

Se me hace extraño que los temas científicos centrales sean tan ajenos a la física; el siglo XXI, parece que será el siglo de la biología, de la genética; la física parece quedar arrinconada en siglo XX, donde tan decisiva, brillante y destructora fue. Se me hace extraño...

"...la ciencia ha perdido el monopolio del saber asegurado. La ciencia no puede sino decepcionar la expectativa de procurar un saber fiable, cierto y exento de riesgo"

Este argumento sin embargo suena caduco, e innecesario. Sólo los ignorantes pueden sentirse decepcionados por algo que la propia ciencia no pretende. Las expectativas deterministas y el uso de la ciencia como saber absoluto son ideas, en general, abandonadas por los científicos. Las expectativas siempre son generadas desde una doble fuente: la de los sumos sacerdotes (en este caso serían de la ciencia, como podrían serlo de cualquier secta religiosa) que quieren perpetuarse en el poder y utilizan sus saberes para realizar un ejercicio de oscurantismo que los haga para siempre necesarios; y la de los incautos o creyentes que prefieren depositar las responsabilidades en los otros y seguir sus dictados a rajatabla, para no compartir el peso de esa responsabilidad y sí disfrutar de las ventajas inmediatas que se generen de tal sistema. Pero las expectativas no la produce la ciencia, bastante bien curada de sus ataques megalómanos del pasado.

Precisamente la física del átomo, la cuántica, la de las posibilidades, la de la ausencia de certezas, la del gato de Shrödinger, la del Principio de incertidumbre de Heisenberg, la que se relaciona con las matemáticas del Teorema de Göedel... esa física aporta al ser humano y a sus sociedades la enseñanza más importante y radical de todas: la imposibilidad de conocer a la perfección un fenómeno físico, el restablecimiento de la duda como mejor método de acercarse a la comprensión de dichos fenómenos, el abandono de la prepotencia determinista newtoniana y la increíble certeza de que la ciencia no pierde un ápice de su interés, ni de la posibilidad de encontrar nuevos resultados, tanto abstractos como tangibles, con esta nueva forma de entender la ciencia.

Ahora hay que mostrarle esa certeza, tan asentada en el mundo científico, al resto de la sociedad. Educación y aprendizaje de nuevo. ¿Y democracia?

"Nuestro gran problema consiste en cómo llevar a cabo la reintegración social de la ciencia cuando sabemos que están en juego asuntos demasiados importantes como para dejarlos únicamente en manos de los especialistas"

"ecologismo, los movimientos antiglobalización o las organizaciones de consumidores responden a esta exigencia de participación, con una lógica muy similar al combate que se libró, en otro tiempo, contra las monarquías absolutas para dejar de ser súbditos y pasar a codefinir el mundo común. Lo que menos ha cambiado es que se trata precisamente de la misma batalla por reducir las voces autoritarias a una conversación democrática"

¿En manos de especialistas? ¿Y quién dice que está en manos de especialistas? Yo desde luego no lo creo, al menos en manos de especialistas científicos. Estará en manos de ese "comité de sabios", de esa élite económica y política al que nuestros paupérrimos sistemas democráticos ceden la gestión y el poder. Y que, como un amigo me decía el otro día, aparecen como el verdadero elemento perturbador de la democracia real. Los especialistas científicos tan sólo son utilizados por ellos, como todos los demás. No es cuestión de expulsar a los especialistas de la batalla, es cuestión de hacerlos ingresar en esa lucha social que el autor cita en las últimas palabras de su artículo, de enfrentarlos a aquéllos que los utilizan para validar y ratificar sus posiciones, de reconocer sus voces, no de hacerlos decidir, no de darles ese poder, sino de saber utilizar sus conocimientos para después, con ellos bien asimilados, poder decidir de manera colectiva

08 noviembre 2007

El Arca de Su Puta Madre

España, finales del siglo XXI. El jodido cambio climático ha convertido al país en una zona desértica donde a duras penas sobrevive una quinta parte de la población que tenía hace menos de cien años. La emigración, la mortandad infantil, la cada vez más reducida esperanza de vida y la incapacidad de los dirigentes político han destruido y colapsado un país que no hace mucho tiempo se consideraba como uno de los privilegiados integrantes del rico Occidente. Los conflictos armados entre distintas regiones y grupos locales se han sucedido sin descanso en los últimos treinta años destruyendo las pocas esperanzas de los exhaustos españoles que quedan. El agua se ha convertido en la sustancia vital, la especia, y el control de los pocos ríos que discurren como hilillos sobre la tierra yerma es el centro de todas las actividades ilegales, así como de los conflictos territoriales anteriormente mencionados. España se muere de sed. Y con ella ha traído al Tercer Mundo hasta las mismas puertas de la siempre asustada y cobarde Europa.

Mientras tanto China, tras su reconversión industrial de mediados de siglo, se ha erigido por fin en la primera potencia del mundo, dejando en un discreto segundo plano a unos EEUU obligados a ceder ante el empuje y la fuerza de la nueva sociedad china, que se despoja con rapidez de los harapientos vestidos de su milenario pasado y adopta con facilidad los nuevos ropajes capitalistas y consumistas, acordes con la nueva posición dominante que detenta. Una de las características que mejor define la evolución de China y las nuevas preocupaciones de su rica sociedad, es la aparición de múltiples ONG’s financiadas por capital chino, ya sea público o privado, que se han distribuido con enorme rapidez por todo el mundo, como si de un virus se tratasen, llevando la caridad y la ayuda por todos aquellos lugares donde creen que la necesitan.

Una de ellas, llamada El Arca de Su Puta Madre, decidió hace unos meses que la situación de conflicto permanente entre los castellanos y los leoneses que había convertido la zona en una de las más deprimidas del Hemisferio Norte, hacía necesaria su presencia y su ayuda en dicha zona. Aprovechando la debilidad del Gobierno español, y la pobreza y descontrol reinante en la región de conflicto decidieron, de manera unilateral, que lo mejor sería que algunos de los niños castellano-leoneses fueran adoptados por familias acomodadas chinas que esperaban ansiosas la llegada de sus nuevos hijos. Pero conseguir su propósito no era sencillo. La gran mayoría de estos niños vivía en el seno de familias con muy pocos medios de subsistencia pero aún muy orgullosas y ligadas a la tierra: jamás hubieran dado el visto bueno a una cesión encubierta de sus hijos. De modo que, con enorme "decisión y valentía", los responsables de la ONG decidieron seguir con fidelidad los principios que regían su labor, basados en la idea de la necesidad de radicalizar el humanitarismo por el bien de los más desfavorecidos, principios éstos que proclamaban desde hacía años en su página neoweb. Dichos responsables mandaron a sus voluntarios a hablar con las familias de los niños escogidos, para rogarles que les permitieran que se llevaran a sus pequeños a una casa-refugio que tenían en Madrid, donde se les proporcionaría educación y comida durante los próximos años, y en donde, por supuesto, los padres podrían visitarlos con asiduidad hasta que las condiciones del conflicto mejorasen y pudieran volver a vivir con ellos. Aleatoriamente eligieron unos cien niños de entre todos los que vivían en la región dándose la curiosa circunstancia que ninguno de ellos poseía ninguna tara ni enfermedad especial, algo muy poco probable dada la mala nutrición y la pobreza de las familias. Casualidad. Seguro. Como estaban tan seguros de lo honesto de sus actos envolvieron a los niños en falso vendajes para hacer creer a las autoridades centrales españolas de la necesidad de evacuarlos, algo que consiguieron, llegando así finalmente hasta el mismo aeropuerto de Vallecas donde les esperaba un avión francés que habían contratado para volver a Pekín con los niños. Sólo un chivatazo de última hora a la policía española, impidió que el avión despegara del país tercermundista. La policía detuvo en el mismo avión a los miembros de la ONG, acusándoles del secuestro de los de los niños, y a la tripulación francesa del avión por complicidad en el secuestro.

Hace unos días, en un vuelo relámpago al país español, el presidente chino consiguió que parte de la tripulación francesa fuera liberada. A su vuelta a China hizo escala en Francia donde un patético presidente francés, Zaparkozy, le esperaba a pie del avión para hacer una declaración conjunta en la que prometieron a sus escandalizadas sociedades que sus compatriotas retenidos en ese miserable país subdesarrollado serían puestos rápidamente también en libertad. El presidente chino, lacónico en su alocución, sólo dijo las siguientes palabras:"Hayan hecho lo que hayan hecho deben volver a China

La sociedad china respiró aliviada. Las imágenes del sufrimiento de los pobres voluntarios de El Arca de Su Puta Madre que habían sido detenidos por las autoridades españolas habían escandalizado al país. Las lamentables condiciones de higiene y la inseguridad judicial en un país tan atrasado como el español habían indignado a las familias de los pobres voluntarios que llorosas hablaban en radios y televisiones. Tras unos primeros momentos de hipócritas condenas al tráfico de niños del Tercer Mundo, la fingida decencia política y social dejó paso a la más realista y cínica certeza de que de todas formas eso chinos y esos franceses debían ser devueltos a sus países de origen , aunque el delito lo hubieran cometido en España.

Al fin y al cabo quién carajo era España para retener a nadie.

Al fin y al cabo no iban a dejar los chinos y los franceses que los putos españoles juzgasen y encerrasen a una veintena de los suyos.

Al fin y al cabo qué más daba el delito. Todo el mundo sabía que lo importante era dónde se cometía ese delito. Y quién lo cometía

Siempre fue así. Desde hacía siglos... Al menos uno.