Estas son las películas nuevas (no tengo en cuenta las
revisiones) que vi durante el año que acaba de finalizar. Aclaro, mediante la
palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas
cronológicamente, según las fui viendo. Finalmente fueron casi 100, de manera que separo la lista en dos partes para
hacer más digerible su lectura.
- Hermosa juventud (2014) – Jaime Rosales. Radiografía fría y sin
sentimentalismo de esa juventud perdida del extrarradio de cualquier ciudad,
sin motivaciones ni proyecto vital. Jóvenes que, sin presente ni futuro,
reciben las hostias finales de un crisis cuya perversión final es hundirlos en
el barro, estigmatizándolos socialmente con el apelativo despectivo de ninis.
Sirve para descubrir una actriz estupenda como Ingrid García
Jonsson y su estilo casi documental cala en el espectador, hace daño.
- Yo maté a mi madre (2009) – Xavier Dolan. Es una barbaridad que
con 19 años se pueda hacer una primera película como ésta. Con hondura,
densidad y estilo propio. Dolan nos cuenta la conflictiva relación de un hijo
único adolescente con su madre a través de una historia creíble, en la que los
malentendidos se convierten en irresolubles y los conflictos que debieran ser
irrelevantes se magnifican por la incapacidad de gestionar correctamente las
emociones. Me gustó mucho.
- Locke (2013) – Steven Knight. Tour de force de lo que dan suelen
prestigio a actores y directores. Un solo personaje, un único escenario (el
interior de un coche) y 80 minutos en los que presenciamos cómo una vida construida
sobre el control meticuloso de todas las pulsiones se derrumba para
reconstruirse (o no) desde la asunción de las emociones. La película funciona
por su complejo tratamiento de la verdad y de la mentira y por la excelente
interpretación de Tom Hardy, pero me dejó un regusto agridulce por el artificio
innecesario que el guion tramposo construye con la figura del padre del
protagonista. Interesante.
- Birdman (2014) – Alejandro Iñárritu (cine). Un ejercicio cinematográfico
de primer nivel, con unos actores desatados que dan lo mejor de sí y una cámara
ágil y libre que, a través de ese maravilloso falso plano secuencia, nos
permite bucear en el atormentado interior de un actor de cine venido a menos
mientras ensaya para una obra de teatro que considera que debe significar su
redención profesional. Excelente. Peliculón.
- Todos queremos lo mejor para ella (2013) – Mar Coll . Me encantó
la opera prima de esta directora catalana (Tres días con la familia) por lo que
me resulta inexplicable que todo lo que allí rezumaba verdad (el retrato de
familia acomodada) aquí nunca resulte
creíble. Todo es impostado, las situaciones son forzadas, y el viaje emocional de
la protagonista para reencontrarse consigo misma carece tanto de verosimilitud
como de interés. Decepcionante.
- Whiplash (2014) – Damien Chazelle. Parece increíble que una
historia centrada en una orquesta, las vicisitudes de un batería en ella y su relación
con un director despótico y acosador pueda tener la fuerza y la garra brutales
que esta tiene. Con un ritmo salvaje está rodada con pasión e inteligencia. El montaje, por
momentos, te deja sin respiración y el perverso juego de vanidades y
expectativas con el que se construye la trama te atrapa. La disfruté enormemente.
- Jupiter ascending (2015) – Hermanos Wachowski (cine). El mayor
espectáculo kitsch visto en el cine desde John Carter. Visualmente hermosa y
con una BSO estupenda, sus principales problemas son una trama ridícula y unos
personajes de chiste, con menos profundidad que Espinete. Hay que reconocerlo,
es un bodrio. Pero no sé, es tan apasionadamente naíf que me resultó hasta
simpática. No os acerquéis.
- Ida (2013) – Pawel Pawlikowski. Una soberbia fotografía en
blanco y negro y unas interpretaciones contenidas y poderosas sustentan una
historia sombría, en la que el pasado terrible de un país, Polonia, impide
cualquier posibilidad de presente para una sociedad y unos personajes marcados
por la brutalidad heredada. Intensa y profunda.
- Agosto (2013) – John Wells. Drama familiar americano de altura,
con unos personajes femeninos con múltiples capas que se enfrentan a su pasado
como forma de intentar sobrevivir en un presente pleno de insatisfacciones. Destaca
una Meryl Streep en el papel de matriarca familiar que devora la pantalla cada
vez que aparece. Buena película.
- The imitation game (2014) – Morten Tyldum (cine)
Blandito y convencional acercamiento a la figura gigante de Alan Turing en el
que prevalece el clásico tratamiento de genio inadaptado, carente de conflicto
real y desideologizado, obviando los aspectos más controvertidos de la historia
real. Ejemplo de un cine miserable, que arrebata al espectador la posibilidad
de reflexión obligándole solo a sentir emociones primarias.
- The babadook (2014) – Jennifer Kent. Excelente película de
terror que profundiza de manera inteligente en el infierno de la depresión y en
los conflictos emocionales que provoca una maternidad desencantada, hastiada por el día a día de un hijo
agotador y déspota. Cine de género, en principio sin pretensiones, con mayor profundidad que películas de supuesto prestigio.
- Coherence (2013) – James Ward Byrkit. Extraña y compleja
historia de multiversos. A partir de una premisa más bien estúpida unos amigos quedan
encerrados en una casa durante una cena, aislados de la realidad, en un espacio
y en un tiempo compartidos con otras versiones de sí mismos con las que tendrán
que lidiar, descubriendo cosas de sí mismos que no esperaban. Entretiene y
provoca debate.
- Fresas salvajes (1957) –Ingmar Bergman. Una maravilla. una auténtica
obra maestra. Una amarga reflexión sobre la nostalgia, la juventud y el
doloroso paso del tiempo. Cine de verdad.
- Kingsman (2015) – Matthew Vaughn (cine). Menos subversiva de lo
que pretende parecer y más aburrida de lo que se esperaría. Me quedo con la enloquecida
y genial secuencia de la iglesia pero no compro el pack completo de una película
que resulta pesada y convencional.
- Divergente (2014) – Neil Burger. Un absoluto "pa qué".
No es solo que sea mala, es que molesta. Distopía adolescente que desaprovecha
algunas buenas ideas para conformar un espectáculo sobrecargado y desmañado en
el que prima el ruido, la acción mal narrada y el romance intensito.
- Mortadelo y filemón contra Jimmy el cachondo (2014) – Javier Fesser. Fesser vuelve al universo de Ibáñez. Con el mismo respeto por el
detalle y por el espíritu de la creación del viejo maestro que en su anterior
película. Funciona a ratos. Pero tal vez, para los que pasamos tantas horas de
pequeños leyendo Mortadelos, le falte algo de magia a esta historia. Quizás lo
que echamos de menos es aquel sulfato atómico. Quizás sea a nosotros a los que
nos falte ya algo.
- Foxfire, confesiones de una banda de chicas (2012) – Laurent Cantet. Durante una hora la historia de esas chicas adolescentes que fundan una banda
mediante la que canalizar su rabia social tiene garra, ritmo y dinamismo.
Provoca al espectador. Después se hunde sin motivo alguno al derivar en un
drama más convencional de traiciones y sueños rotos.
- El misterio de la Puerta del sol (1929) – Francisco Elías. Una
rareza de los orígenes del cine español. Se la considera la primera película
española sonora y cuenta con una ingeniosa trama de pícaros y asesinatos a la
que perjudica en su desarrollo la presencia de innecesarios números musicales
que ralentizan la historia. Había que vender la nueva cualidad sonora del cine,
claro. Muy curiosa.
- Jack Ryan, operación en la sombra (2014) – Kenneth Branagh. Absolutamente
intrascendente precuela que nos lleva a los inicios del personaje que
interpretaran en los 80 y 90 Alec Baldwin y Harrison Ford. Puesta en escena
sin personalidad para una historia que avanza a duras penas, a trompicones, mientras
el espectador mira su reloj hasta en las secuencias con mayor acción. Cine
irrelevante.
- Insurgente (2015) – Robert Schwentke (cine). Pues sí. El
problema es mío por repetir. Si la primera película de la saga Divergente ya me pareció
mala esta segunda es un insulto a la inteligencia. Ejemplo perfecto de lo peor del cine actual: más ruido, más acción, más confusión. Nulo espacio para la
reflexión social. Lo político y social de la trama como adorno, al servicio del romance hormonado. Un desastre. Un coñazo.
- Seconds (1966) – John Frankenheimer. Fantástica y sorprendente
película dirigida por un Frankenheimer en plena forma (él y Lumet, en mi opinión, son los mejores directores de
aquella llamada "generación de la televisión"). El delirio que
propone la trama en torno al trasplante de consciencia y recuerdos de unos
cuerpos a otros se ve acentuado por una dirección imaginativa, muy física,
plena de recursos técnicos. Peliculón
- Under the skin (2013) – Jonathan Glazer. Una delicia sensitiva.
La trama es mínima: en una Escocia plomiza y fantasmagórica un alien asume el
cuerpo de una mujer con el objetivo de atraer a los hombres mediante un ritual
sexual. Magnética y poética, su ritmo es pausado. Será en la reiteración de
situaciones, donde solo algunos detalles trascendentes irán evolucionando, donde cobrará sentido esa búsqueda imposible por conectar con las
emociones humanas de ese alien con cuerpo de Scarlett Johansson. Cine
experimental y diferente.
- Hombres, mujeres y niños (2013) – Jason Reitman. Lo mío con Jason Reitman empieza a ser puro vicio. Sí, veo las peliculas de Reitman porque odio
visceralmente su cine. Y, sorprendentemente, este tío jamás me "decepciona". Su cine es un absoluto fraude, una basura fraudulenta que juega siempre a la provocación más hipócrita, para finalmente terminar masacrando a aquellos personajes de sus películas que intentan pobremente convertirse en alternativa a la moralidad dominante. Rancio conservadurismo social envuelto en celofán indie y alternativo que vuelve a estomagar en esta película de relaciones familiares modernas. Asco.
- Almas de metal (1973) – Michael Crichton. Un parque temático
con robots humanoides que se rebelan contra sus imbéciles visitantes. Todo lo que disfruto de la ciencia ficción de serie B americana los 70 está presente en
esta película. Su frialdad y la distancia desde la que se narra permite
centrarse más en la reflexión sociológica que plantea. Las limitaciones
presupuestarias la llevan al borde del ridículo en varias ocasiones pero el
resultado final es satisfactorio.
- El capital humano (2014) – Paolo Virzi (cine). Esta película es
como una bomba de efecto retardado. Crece en el recuerdo. Hace daño. Todos sus
personajes, cada uno en su escalafón social, actúa bajo una única premisa: su
propio beneficio. Los dilemas morales son presentados como artificios sociales
que se mantienen solo mientras el peligro no nos alcanza. Puro nihilismo
social: todos somos unos mierdas y, finalmente, en condiciones limite actuaremos
como tales. Película destroyer lastrada tan
solo por una irregular trama y algunas pobres interpretaciones. Muy
recomendable.
- The zero theorem (2013) – Terry Gilliam. Lo mejor del cine de
Gilliam aparece en la primera media hora de metraje. Después desaparece la
magia y nos queda una historia simplona, sin fuste, irrelevante en lo visual y
muy pobre argumentalmente. Una pena.
- Un condenado a muerte se ha escapado (1956) – Robert Bresson. Cine
con mayúsculas que recuerda lo que este medio puede ofrecer en manos de
artistas. La austeridad de la puesta en escena, el respeto por el silencio o la
ausencia de música son cuestiones morales para Bresson. Y sufres con su
condenado porque nada te distrae de ello. Fantástica.
- Mad Max 2, el guerrero de la carretera (1981) – George Miller.
Miller convierte aquí a su antihéroe en leyenda. Es en el prólogo y en el epílogo
donde se comprende a la perfección la evolución de Max. Ya no es el policía
puteado de un mundo en decadencia de la primera película, sino una leyenda del
pasado que sobrevive en un mundo postapocalíptico y enloquecido. Estupenda.
- Mad Max, Road Fury (2015) – George Miller (cine). Brutal. Increíble.
Una experiencia adrenalítica, visualmente apabullante. Miller con setenta años
le da una lección a todos esos jóvenes directores que confían en los efectos digitales
y en un montaje epiléptico para construir un ritmo desenfrenado. La nueva
película de Mad Max es uno de los acontecimientos cinematográficos de 2015 y
con seguridad la mejor película de acción de lo que llevamos de siglo.
Imprescindible.
- Los vengadores 2 (2015) – Joss Wheddon (cine). Mucho ruido,
muchos (muchísimos ) superhéroes, mucha acción trufada de mucha, demasiada
superflua y chorra. Poca o ninguna emoción. Estas películas están construidas
para funcionar por acumulación pero la pena es que esta vez el toque humano que
siempre le da Wheddon a sus personajes apenas se intuye, ahogado por las cada
vez mayores constricciones que el universo cinematográfico marveliano está
imponiendo para que todas sus franquicias funciones y se interconecten. Me aburrí.
- Scott Pilgrim contra el mundo (2010) – Edgar Wright. Wright es uno de los
creadores cinematográficos más irreverentes y frescos de los últimos años, claramente
influenciado por el cine americano de lo 80 pero con una gran capacidad para
desmontar y deconstruir esas referencias de manera inteligente En este caso adapta
la típica historia de amor adolescente con chico perdedor y chica guapa y la
transforma en una delirante locura trufada de referencias y lenguaje de cómic. Muy
divertida.
- Tomorrowland (2015) – Brad Bird (cine). Un fracaso enormemente
digno. Se intuye en esta historia y en estos personajes otra película diferente
que hubiera sido hermosa, ensoñadora y dolorosa. Una historia original de corte
fantástico que termina enredada en sí misma. Se le nota a la película un remontaje final, pero a pesar de ello es incapaz de cerrar interesantes líneas de guión abiertas. Y le pesa una
absurda infantilización de última hora que la película no merecía. Una pena. Una
auténtica pena.
- Jurassic world (2015) – Colin Treverrow (cine). Tan disfrutable
en una primera visión como olvidable a medida que pasan los meses. Simpática,
recurre acertadamente a la nostalgia con guiños muy medidos al tiempo que
intenta construir una historia alejada de lo ya visto. Interesante la reflexión
que contiene en relación a la necesidad de construir dinosaurios
nuevos cada vez más terroríficos para que el público siga llenando el parque
temático (metáfora evidente de cómo Hollywood necesita construir películas cada
más infladas y abigarradas para excitar a un espectador yonqui, que reclama
mayores dosis de cinecaína). Más allá de eso un buen pasatiempo palomitero.
- Perdiendo el norte (2015) – Nacho G. Velilla. Descafeinada y excesivamente
blanca comedia que se enmarca en el exilio de jóvenes españoles a Europa, con el
objetivo de ganarse la vida. Desemboca en una previsible y empalagosa
historieta de amor que carece de gracia alguna e imposibilita esa perspectiva
más caústica que la trama demandaba. ¿Molesta? Pues no. ¿Vale para algo? Pues
tampoco. Una pérdida de tiempo
- Nightcrawler (2014) – Dan Gilroy. Inquietante aproximación al
mundo de los periodistas de sucesos. Jack Gyllenhaal se calza en los zapatos de
uno de los personajes del año: un periodista mediocre, manipulador y sin
escrúpulos que empieza a construirse una reputación por las imágenes macabras
que consigue filmar en accidentes y asesinatos. Retrato de las miserias de la
sociedad del espectáculo (mediático).
- The fake (2013) – Sang-ho Yeon. Tal vez el personaje principal
de esta película animada coreana sea uno de los más complejos y ricos de los
que he visto en el cine de los últimos años. Una película despiadada que aprovecha la animación para sobrepasar los límites habituales de las
ficciones cinematográficas. Una historia sobre la fe, la ira, el poder y el
control. Fantástica.
- Ex machina (2015) – Alex Garland. Una joya. Una de la mejores películas del año. Ciencia ficción de calidad.
El acceso a los sentimientos humanos de un robot está contado con enorme
inteligencia y perturbadora verosimilitud. Un Oscar Isaac desatado vuelve a
dejar muestras de lo enorme actor que es en un rol solo secundario sobre el
papel.
- Autómata (2015) – Gabe Ibáñez. Fallida propuesta de ciencia
ficción trascendente con una temática similar a Ex machina (robots que
adquieren conciencia de su existencia, que intentan evolucionar) aunque con una
trama diferente, más detectivesca (y cansina). Se ve con simpatía porque se le nota
que está hecha con mimo pero la trama no se sostiene, las problemas
existenciales de los robots no llegan al espectador y el soporífero ritmo de la
historia termina llevando a la película al fracaso. Una pena
- Big hero 6 (2014) – Chris Williams y Don Hall. Lo único que se
salva de este coñazo animado es una banda sonora estupenda y la presentación
inicial de Baymax. Después todos los tópicos habituales del cine infantil más
conservador se dan cita en una historia sobre egos científicos desatados que
aburre hasta el hastío.
- White god (2014) – Kornél Mundruczó (cine). Una película
sorprendente. Rodada desde el punto de vista de un perro consigue transmitir la
angustia que le genera a animal la cacería a la que se ve sometido. Lentamente,
con un giro de guión extraño, la película se convierte en una versión fantástica (de corte realista) de
la nueva de El planeta de los simios, y el perro termina liderando una
revolución canina que pondrá en jaque la ciudad mientras el animal se va
vengando de todos lo que le hicieron daño. El plano final es antológico.
- Chappie (2015) – Neil Blomkamp. Esperaba tan poco de ella,
tanto por su premisa como el precedente del director (Elysium, qué mala era
joder), que he de reconocer que el
regusto final que me dejó fue positivo. Lo que empieza siendo una mala copia de
Cortocircuito va adquiriendo poco a poco densidad y hondura, personalidad propia, para finalmente
articular un duro discurso sobre la ambivalencia moral del ser humano y su
tendencia a aprovecharse de los más débiles. Película rara e inclasificable.
- Lo que hacemos en las sombras (2014) – Taika Waititi. Una
delicia. Una auténtico disfrute. Y un festín para los que sean amantes desprejuiciados
del género vampírico. Un (doblemente) falso documental que nos introduce en clave
de humor en las plácidas y aburridas vidas centenarias de un grupo de vampiros
de una ciudad neozelandesa. Personajes con carisma a los que se les coge cariño
al instante. Si no la has visto corre a verla porque no te arrepentirás. Muy
divertida.
- La señal (2014) – William Eubank. Típica producción de ciencia ficción
de bajo presupuesto que vuelve a tocar temas trillados con poca originalidad.
Para pasar el rato. Prescindible
- Electric Bogaloo, la loca historia de Cannon films (2014) – Mark
Hartley. Un documental genial sobre la loca productora Cannon y sus
enloquecidas producciones de bajo
presupuesto que colonizan nuestros recuerdos (gracias a aquellos videoclubes de
los años 80). Cuando aparecía el logo de Cannon ya sabías, sin duda, lo que te
ibas a encontrar: carne de perro. Y sonreías mientras te acomodabas en el
sofá....
- Asalto al poder (2013) – Roland Emmerich. Un ejemplo de ese
cine de acción nefasto que está produciendo Hollywood. Exento del humor que
destilaban aquellas películas que con la misma temática se hicieron en los 80,
ahora son espectáculos repletos de disparos y explosiones sin sentido. O es que
nos hemos hecho mayores para estas mierdas.
- Terminator Genisys (2015) – Alan Taylor (cine) Durante media
hora la salva una medianamente ingeniosa revisión de los momentos más icónicos
del primer Terminator de Cameron. Después, cuando ya tiene que volar sola, se
deshace en pedazos con una historia absurda y ridícula. Solo Schwarzenegger
salva los muebles en un reparto en el que los jóvenes actores son absolutamente sobrepasados por unos
personajes icónicos que exceden sus capacidades. Basura.
- Inside out (2015) – Pete Docter (cine). Un Pixar de calidad que,
a pesar del consenso que genera y de las críticas tan positivas que recibió, a
mí no me llegó a convencer. En mi opinión, una vez presentada su genial
propuesta, la película pierde fuelle por la reiteración de situaciones. Poco se ha hablado también de la pobreza argumental de ese "mundo real" que provoca la explosión emocional de la niña. Aun así tiene valores innegables, set pieces maravillosas
y momentos de humor geniales. Eso sí, es la película de Pixar que menos van a disfrutar los menores de 10
años. En el cine se los veía aburridos a los veinte minutos.
- Capitán Harlock (2014) – Shinji Aramoki. Un anime de gran
calidad visual y compleja historia cuyos atractivos personajes se diluyen en
una trama morosa que termina convirtiendo la película en un artificio ampuloso
y aburrido.
- Puro vicio (2014) – Paul Thomas Anderson. Una enorme decepción
de uno de los directores americanos vivos que más admiro. Comprendo lo que
intenta hacer, intento seguirlo en su propuesta, pero por más que lo intento
los absurdos giros de guión y la pretenciosidad de lo narrado consiguieron
que me saliera por completo de una película tan extraña como abstrusa