17 enero 2010

Deconstruyendo Avatar

Cuando uno termina de ver Avatar en 3D, si es sincero consigo mismo, no puede dejar de sentirse deslumbrado, casi apabullado, por la parafernalia tecnológica a la que acaba de asistir: un espectáculo visual de primera magnitud en la que en algunos momentos del metraje uno se siente transportado a un lugar cinematográfico por el que sabe que nunca ha transitado. Los minutos en los que el personaje que interpreta Sam Worthington, ya transmutado en su avatar alienígena, pasea y descubre Pandora, el planeta surgido de la imaginación de James Cameron y de los cientos de programadores informáticos embarcados en esta película, son deslumbrantes, y durante un rato el espectador se convierte en un trasunto del protagonista, siente lo mismo que él porque el impacto de la novedad es el mismo, se maravilla con la belleza arrebatadora y prodigiosa de una flora y fauna ante la que no puede más que abandonar sus reservas y dejarse arrastrar gustosamente, sin dudas ni vacilaciones, por lo que ven sus ojos: una increíble exhibición visual conseguida mediante las nueva técnicas tridimensionales en las que la película se recrea hasta el hastío, consciente de su capacidad de impacto. Cameron es un buen director y sabe lo que quiere ofrecer, aunque se le note demasiado la larga inactividad tanto en la dirección de actores, como en el nervio narrativo y en el montaje, excesivamente tedioso y repetitivo, dotado de poco ritmo. Pero ha pasado de ser un honesto y creativo director de cine de acción y fantástico a autopostularse como el creador y pope de una nueva cruzada tecnológica que dé al cine una nueva ocasión de resurgir de las cenizas (y van…). Y eso tiene un precio.

Una vez acabada la película, a medida que pasan los días y la primera impresión va desvaneciéndose dejando paso a una lenta digestión cinéfila, Avatar va perdiendo fuelle en el recuerdo, y comienzan a verse sus enormes defectos: la debilidad de su planteamiento argumental, el nulo desarrollo de personajes y la trampa de la técnica tridimensional. Una técnica que resulta innecesaria, superflua e incluso inútil en multitud de momentos, además de convertirse en una rémora para la fluidez de la imagen ya que impide movimientos de cámara que dotan de complejidad al arte cinematográfico, apostando todo al impacto de la profundidad de campo, algo que en ocasiones resulta incluso molesto por artificioso, evidenciando al tiempo las claras limitaciones que la nueva técnica conlleva y el potencial que tiene como fuente de impacto y emociones en el espectador.

Si se analiza la película mediante parámetros clásicos y evidentemente aún vigentes (es decir, valorando el argumento, la trama y el desarrollo de personajes) es imposible aseverar que estemos ante una buena película de ciencia ficción. Ni de lejos. La dirección de Cameron es torpe, en ocasiones desmañada, se lo ve sin ese pulso firme de antaño, perdiendo grandes ocasiones para dotar a sus criaturas de ese plus que permite la identificación inmediata con el héroe y sus conflictos, algo que caracterizó siempre su cine, y aunque es de agradecer que evite la tentación de utilizar esa cámara nerviosa y sucia que se ha impuesto en el cine de acción en los últimos tiempos intentando emular pobremente la estética de los videojuegos para conseguir que el espectador se vea involucrado no sólo emocionalmente sino físicamente en la historia, y que tan buenos réditos comerciales ha otorgado a directores tan horribles como Michael Bay y Roland Emmerich (e incluso yo diría que ha dado una inmerecida fama que preveo que el tiempo diluirá sin compasión a gente que no dejar de tener cierto interés como Paul Grengrass o J.J Abrams, cuyo Star Trek se derrumba lastimosamente en una segunda visión), no consigue dotar de tensión a los momentos de acción ni de sentimiento a los momentos de emoción, siendo especialmente pueriles los grandilocuentes discursos que lanza a la tribu de los Na´vi su nuevo e improvisado líder tras domesticar al Turok Matok (cuya aparición previa, y las dos o tres líneas de guión que sirven para presentar su importancia posterior recuerdan al peor Spielberg, al de los pelos recogidos sin ningún motivo por el oso parlante de IA).

Pero aún siendo negativa la dirección técnica de Cameron (que, como ya le pasara a Lucas, no ha medido bien que la inactividad pasa factura en el ejercicio de la dirección) lo peor que se puede decir de su labor es su incompetencia a la hora de dotar de carácter a sus personajes. Podría pensarse que el hecho de que los Na´vi sean personajes generados por ordenador disculparía la incapacidad de Jack (Sam Worthington) y Neiyiri (Zoe Saldana) para expresar emociones y conseguir transmitírselas al espectador, pero es obligado recordar al maravilloso Gollum creado por Peter Jackson para no aceptar que ese motivo sirva como excusa. Esta realidad se ve confirmada por los deslucidos y desaprovechados personajes secundarios que pululan tristemente por el metraje. Respecto a ellos es menester una comparación que sirva para medir el valor de estos secundarios, haciendo hincapié en recordar que parte del mérito de algunas de las mejores películas de Cameron estribaba precisamente en la fuerza y peso de estos personajes, en su capacidad para dotarlos de una aureola casi mitológica a pesar de no aparecer muchos minutos delante de la cámara. En este sentido, respecto a la propia filmografía de Cameron, Avatar bebe de las fuentes originales de Aliens, la potente secuela del Alien de Ridley Scott que dirigiera en 1986 con excelentes resultados. Y la comparación viene al caso no tanto por la historia (que de alguna manera sirve como espejo de ésta, como doppelganger redentor) sino por la traslación de algunos personajes que transitan de una película a la otra perdiendo el alma por el camino. Dos personajes sirven como ejemplo: Carter Burke (Paul Reiser) y Vasquez (Jennette Goldstein) de Aliens que aquí se insertan con características demasiado similares bajo los nombres de Parker Selfridge (Giovanni Ribsi) y Trudy Chacon (Michelle Rodríguez).
Nada queda de la ambigüedad, sutileza, cinismo y doble moral de Burke, el enviado de la Corporación dispuesto a hacerse con un Alien a costa de lo que sea para la división militar de la compañía para la que trabaja, en el insustancial, apocado, anodino y trivial Selfridge de Avatar; y es penoso intuir el potencial del personaje de Chacon en la caricatura que deambula en helicóptero por Pandora, sin personalidad y obligada a soltar frases idiotas que intentan justificar la imposible evolución psicológica de un personaje al que el guión, la dirección y el montaje destrozan, y sólo parece un pálido reflejo de aquella Vasquez de Aliens que marcara a toda una generación adolescente allá por los 80.

Y qué decir sobre el argumento que no se haya dicho ya. Tal vez lo más interesante sea señalar lo curioso que es que, en este caso, deslumbrada por la novedad tecnológica, por el impacto visual y por los fuegos artificiales del nuevo juguete, la crítica en general aún dejando constancia de la basura de historia que se está contando, no ha puesto el dedo en esa herida, eludiendo el análisis crítico y dejando que la emoción adolescente se impusiera sobre el criterio racional. No hay que dejar de valorar la capacidad de Cameron a la hora de captar el momento anímico de la sociedad occidental (tal vez ese haya sido su gran logro con esta película) ofreciéndole un espectáculo catártico que sirviera al tiempo para evadirse de una realidad cada día más oscura y para descomprimir la responsabilidad colectiva en la destrucción del planeta e histórica en la desaparición y aniquilamiento de otras culturas. Para eso nada mejor que abandonar el discurso militarista, individualista y liberal que tanto le sirviera en su cine en los 80 y ofrecer una visión edulcorada, políticamente correcta y en sintonía con la meliflua preocupación ecologista que está invadiendo nuestras sociedades en la última década. Aprovechándose de la dificultad de criticar argumentos que defiendan tesis que se consideren correctas en el discurso ideológico dominante, pretende que pase desapercibida la puerilidad de una historia que roza la indigencia intelectual, una especie frankenstein argumental realizado a partir de retazos e ideas de otras obras, con referencias groseras que rozan el plagio a Bailando con lobos, Un hombre llamado caballo, Pocahontas, Dune o El último samurai, lo que no sería malo en sí mismo si no fuera porque es incapaz de aportar nuevos matices, cierta densidad emocional o reflexiva en las casi tres horas de excesivo metraje ,y lo único que ofrece a cambio es una extraña e inquietante preocupación ecologista que bordea peligrosamente un misticismo dogmático y casi totalitario con reminiscencias new age que se esconde entre emociones primarias de enorme candidez para enganchar a tono tipo de público.

Pero todo queda oculto tras Pandora, tras su asombrosa hermosura, su olor y textura que casi llegamos a sentir, que nos embriaga y nos abruma, conseguida mediante la obtención de un nuevo rol para el espectador que le hace partícipe, rehén de lo que ve, de un mundo que no existe pero que se nos hace real, físico, tangible y maravilloso. Una técnica tridimensional que abre la puerta a un resurgir de una industria, la cinematográfica, que habrá tomado nota no sólo de los beneficios directos de esta película sino también del mucho menor número de entradas vendidas necesarias para hacer rentable una película de presupuesto brutal que se ve beneficiada por el suplemento que gustosamente el público paga para tener un nueva experiencia que no puede conseguir en su hogar, pese a todos los modernos equipos de home cinema que han ido apareciendo en el mercado en los últimos años.

He aquí el meollo del significado de Avatar. No es casual que Cameron hable de ella como su Star Wars (ya hay ideas sobre dos secuelas que se pondrían en marcha si Avatar es capaz de sacar grandes beneficios, como así parece que está siendo). Esta película va a significar un nuevo punto de inflexión para el cine norteamericano, un nuevo salto hacia delante en su imparable camino hacia la infantilización de las grandes propuestas de los grandes estudios, tema que ya traté en mi anterior post: Cinecaína. Porque Avatar es eso: cinecaína en estado puro, cinecaína en vena, una potente droga visual que apabulla al consumidor hasta inutilizar su capacidad racional, crítica y reflexiva, despojándolo de cualquier recurso intelectual y retrotrayéndolo a un estado de perpetua adolescencia emocional. Se abre la puerta para una nueva edad de oro en la producción de blockbusters tridimensionales que arrasarán en taquilla, aunque no se puede obviar el enorme coste de producción que tienen aún estas películas y el gasto que tienen que hacer las salas para adaptarse al nuevo formato. Este aumento general de los costes va a hacer que las grandes compañías caminen sobre el alambre y traten de apostar sobre seguro, lo que significará necesariamente un menor número de propuestas y que éstas sean más conservadoras (el riesgo va a ser una utopía en Hollywood), ya que la algarabía general no debe hacer olvidar que el público del siglo XXI es un público que no es fiel a nada salvo a sus emociones más inmediatas (algo para lo que se le ha educado) y dará la espalda al formato en cuanto no encuentre sensaciones cada vez más extremas. Además como esas sensaciones no las podrá obtener en el hogar porque sus equipos de cine no están adaptados para el formato 3D, continuará la reducción de beneficios por venta de DVD y Blue Ray (¿alguien soportará ver Pandora en 2D tras haber caminado sobre él gracias al 3D?) y no habrá forma de parar las descargas en la red.

16 comentarios:

  1. Pues ahí queda la deconstrucción de Avatar. Excelente post, de verdad. Muy de acuerdo contigo. A ver qué comentan sus defensores ante la avalancha de argumentos.

    Abrazo,
    Miguelparis

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  2. Ya me lo sabía... estaba curiosa por ver "la crítica" y ahí está, especialmente después de haberte puesto cara: este es el (famoso)pepe!
    Bueno, estoy totalmente de acuerdo con la crítica al argumento y tb me quedé decepcionada con los militares,que repetitivo todo... Aunque debo confesar que salí estusiasmadísima con el entorno visual de Pandora, y a esto le doy un 10 al director por tamaña capacidad creativa... lo que daría yo por hacer el vínculo!!!!

    un abrazo y hasta la próxima!
    Luciana

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  3. Me alegro de que te gustara Migue. Fíjate si es importante Avatar en el futuro próximo de la industria de Hollywood, que se he llevado los glosbos de oro a mejor película y director. Pocas veces ha sido un premio más incomprensible desde un punto de vista artístico y más lógico desde un punto de vista empresarial Me huelo que arrasará en los oscars.

    Es lo que dices Luciana, la técnica en este caso sí supone un punto de inflexión en la (histórica) capacidad del cine para sorprender a nuestros sentidos. Pero yo desde luego me niego a que el análisis de una película cualquiera (incluida una de género sin más pretensiones en lo argumental que entretener)se limite a analizar su forma sin mirar su fondo.

    A ver si es verdad que nos vemos pronto y hacéis una visita a los madriles. Fue un gustazo también conocerte por fin.

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  4. Siento decirle que no tiene ni idea de cine.
    Observando el resto de los post´s esto tiene delito.

    En unos meses habra televisores con la misma tecnologia que los proyectores de cine 3D (documentese al respecto).

    Cualquier dvd,cd,BR,Hd-D u otro medio es capaz de presentar en dichos televisores/Monitores imagenes en 3d (el coste de las gafas es minimo).

    La produccion como ocurrio en su dia con el cinemascope, Hdfilm, camaras de alta cadencia... se abaratara.

    Creo sinceramente que tiene que ampliar las miras y ser mas abierto de mente. Si ve usted en peligro el cine "de calidad" porque trata estos avances "en calidad" como un enemigo del arte... ¿Acaso pretende usted ir al cine a visionar un tren llegando a una estacion?.

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  5. Pues incluso puede que tenga usted razón, señor sin nombre, en eso de que no he tenido muy en cuenta la prisa de las compañías del ramo en intentar sacar provecho de los nuevos avances para vender televisores en 3D. Pero permítame que siga dudando (aún a riesgo de seguir pareciendo que no sé nada de cine)que el uso de dichos televisores se puedan generalizar en breve, teniendo en cuenta la inversión que en los últimos años ha hecho tanta gente comprándose carísimos televisores de plasma o LCD. E incluso permítame tener la osadía de dudar si la experiencia tridimensional en el hogar pueda siquiera llegar a asemejarse (inicialmente) a la conseguida en el cine (lo del 3D no es nuevo, hace muchos años que intenta utilizarse en el cine y en los hogares sin demasiado éxito hasta ahora...)

    Por otro lado me gustaría señalarle que nunca pensé que mi "supuesto" saber de cine dependiera de conocer los últimos avances en el sugestivo mundo del desarrollo y venta de televisores. Algo a los que dedica, curiosamente, tres de los cinco párrafos de su comentario. De hecho el 70% de mi crítica se dedica a diseccionar la película desde parámetros tan idiotas (perdone usted) como el desarrollo argumental, el ritmo narrativo, la dirección técnica y de actores, o la interpretación; y el resto me sirve para alabar el impacto visual de la película y para intentar especular sobre las consecuencias que puede tener para el cine producido en Hollywood.

    No encuentro (fíjese que inútil debo ser) ni un solo argumento en el comentario que amablemente aporta usted a este blog que hable de cine. Lo cuál me llevaría a poder pensar que usted es sólo el típico imbécil que no tiene otra cosa que hacer que entrar sin dar la cara en un blog cualquiera a emitir juicios de valor sin aportar nada que permita avalar sus tesis. Pero no pienso hacer eso. No tengo datos suficientes sobre su eventual imbecilidad que avalen tan descabellada hipótesis.

    Me faltan argumentos para hacerlo.

    Y por cierto, precisamente de lo que hablo es que despúés de más cien años de cine, ver llegar un tren a la estación (aunque sea en 3D y conducido por un bicho azul de tres metros) no es suficiente para poder hablar de lo maravilloso que es un espéctaculo. Ahí si ha dado usted en el clavo.

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  6. Vaya, hacía tiempo que no leía una crítica de cine tan bien argumentada. No he visto la película, así que leo tu crítica como un género de ficción. Creo que preferiré tu crítica a la película.

    'Imbécil'. Ah... qué bonita palabra. Como decían los de Muchachada Nui "...hay que decirlo más".

    Un abrazo.

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  7. Por cierto, estoy completamente de acuerdo con el señor/a anónimo/a acerca de su incompetencia cinematográfica. No por el hecho de que no haya pensado en que las televisiones 3D nos acercarán la maravilla tridimensional al salón de casa en un futuro más que cercano, sino en que no ha dicho una sola palabra acerca de las tostadoras. ¿Dónde se ha visto una crítica de cine donde no se hable de las tostadoras, de la relevancia de la tostadora en el progreso del séptimo arte? Como decía un famoso filósofo colmenarete, ya va siendo hora de que reste usted un poco de su ignorancia. Adios muy buenas.

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  8. jeje... desde luego asumo el nuevo el error: ¡no acordarme de las tostadoras! Y seguro que son cylons... Por cierto, ya que le mentas, el filósofo colmenarete (que sigue tan fantástico como siempre, sobre todo encima de la bicicleta a cero grados) me preguntó hoy por ti y te manda cariñosos y divertidos saludos

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  9. Muy interesante la deconstrucción, Pepe. Creo que das en el clavo en esta película. Yo también salí entusiasmado por el impacto visual y a pesar de la historia, no voy a hacer más que recomendar ir a verla al cine.

    Una vez más difiero en el poco entusiamso que te causa el 3D. Yo creo que ésta peli es la "primera" de una tendencia como lo fue Parque Jurásico en los efectos especiales. Y se han sabido hacer grandes películas con esa técnica (Señor de los Anillos, Matrix a pesar de la decepción final). Igual que ha habido muchas deplorables (X-men y demás superhéroes). Lo mismo ocurrirá con el 3D.

    Yo, desde luego, agradezco la innovación y la sorpresa. La competición, el ingenio y la creatividad hará el resto o eso espero.

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  10. Buenas, Iñaki. Yo hablo más de una tendencia, no tanto de la imposibilidad de crear puntualmente obras que sean más interesantes gracias a la nuevas técnicas tipo 3D. Por supuesto, yo también espero seguir sorprendiéndome y emocionándome con alguna película que utilice esta nueva técnica para algo más que epatar (como en su día hiciera Matrix)pero no ha sido el caso con Avatar, y ante tanto elogio (globos de oro incluidos, posibilidad real de oscars a tutiplén...) he querido dejar claro los porqués.

    Parque Jurásico o Avatar no son más que puntos de inflexión que sirven para reforzar una tendencia que empezó a gestarse con Star Wars: el momento en que Hollywood abandonó el oasis creativo y adulto que fueran los 70; y no para retomar el viejo sistema de estudios del cine clásico, sino para diseñar productos cada vez más impactantes, estimulantes desde el punto de vista sensitivo, espectaculares e irreflexivos, destinados a un nuevo target al que la industria, hasta el fenómeno que significó la película de George Lucas (secundado brillantemente por Spielberg), no había hecho ni puñetero caso: los adolescentes

    De la tendencia es de lo que hablo y lo que critico, no tanto de las películas particulares, sino de su influencia. No creo que aquél que me conozca no sepa de mi adoración infantil por Star wars o Indiana. Y desde luego no seré yo quien repudie algo que me ha hecho tanto disfrutar. De lo que hablo es de reconocer los itinerarios recorridos por Hollywood en los últimos 30 años

    Pero vamos, por no dramatizar más: se está haciendo un cine cojonudo en los últimos quince años (por no irnos más lejos) tanto en Europa como en Asia, por lo que el el problema no será que no haya buenas películas sino encontrarlas entre la avalancha anual de morralla norteamericana

    Saludos

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  11. Pepe, visto así estoy contigo, pero es que en cualquier campo creativo, incluido el fútbol (sí, para mí, también puede ser un campo creativo), los destellos de excelencia son puntuales.

    Los extremos frente a la moda de la distribución normal en calidad... :) Cabría pensar que con el dinero que hay en juego, la competitividad levantaría la calidad del cine americano, pero aquí (USA) el público tiene otro nivel de exigencia y al final resulta que la calidad promedio no tiene que ser tan alta. Y calidad aquí es algo muy subjetivo.

    A mí me cuesta mucho ponerme al día con el cine del otro lado del charco y eso que estoy interesado. Imagínate el resto.

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  12. Perdoneme que tarde en mi respuesta queridisimo pepe.
    No puedo extenderme demasiado ya que he de preparar unos temas y a estas horas de la madrugada en las que he de hacerlo.
    Sigo dicientote que no tienes ni puñetera idea de lo que se avecina en tema de televisiones 3d (yo si y tu, recuerda lo que te digo "espera 2 años").
    Creo que sobran lameculos a tus criticas que veo pedantes, llenas de auto-afirmacion. Supongo que deverias de estudiar las relaciones familiares que te llevan a ello.
    Mas alla de todo esto, y de la tendencia trumaniana a creer que el mundo esta loco y poseido por intereses. Te digo que yo doy gracias al empacho audiovisual, que sin duda es puro negocio, porque gracias a eso, esto avanza.
    Yo odio la guerra, pero estoy seguro que tu tienes internet.
    Espero que no tires tu tostadora por causar millones de muertes (estoy convencido que tu superior intelecto sabra entenderlo).

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  13. -Deconstructing Pepe.

    Después de leer varias veces el impagable artículo “Deconstruyendo Avatar” con el que nuestro inefable Almeida nos ha obsequiado, sigo teniendo sensaciones contradictorias.

    He de “agradecer” a Pepe varias cosas. La primera, el hecho de obligarme a romper un silencio epistolar que iba para cuatro años (…”dime que es cierto que ya nunca escribes”…). Esto ya supone una molestia, compensada por los recuerdos que ha despertado en mi adormecida memoria, pero molestia.

    Uno de estos recuerdos, cinematográfico, ligado a numerosos viajes en guagua de vuelta a casa desde el instituto, es una frase que resumiría el articulo almeidavatariano: “es, posiblemente, la peor película que he visto en mi vida”.

    Claro que no la pronunció Pepe. Y no estuvo referida a Avatar, sino a … “2001, una Odisea del espacio”.

    Esto demuestra que el daño irreparable contra la historia del cine que mister Almeida profetiza tras la aparición de Avatar está ya hecho. Que la falta de criterio está ahí, y que en cuanto estas líneas sean leídas por Sir Llul, mis días sobre la faz de la Tierra estarán contados.

    No tengo explicación para que semejante herejía me condujera a la hilaridad, mientras que la despiadada disección de una peliculilla como Avatar me encadene ante el ordenador, enzarzado en un duelo a primera sangre. Es como intentar rescatar de la torre más alta a una rubia de bote tonta.

    La razón tal vez sea la defensa del concepto de cine, del derecho del cine a contar una historia, sin más pretensiones, empleando para ello todos los tópicos a disposición del perpetrador. (Por cierto Pepe, la Cinecaína sería un “Psicotópico”, ¿no?). Uno tiene sus principios, y los míos son estos. (“Si no te gustan, tengo otros.”).

    Obviamente, Avatar no es 2001, Cameron no es Kubrick, y Avatar respondió perfectamente a lo que esperaba de ella: una historia sensiblera, intensa, superflua, meliflua, espectacular en lo visual y completamente intrascendente en el contenido. Los retales que Cámeron zurce para componer el guión muestran sus costuras a todo aquel que haya visto algo de cine, y no se ciñen tan solo a un género sino que picotea descaradamente en varios, pero Cameron ya ha repetido la jugada en varias ocasiones, hasta el extremo que tal vez, y digo tal vez, (…tengo otros…), su película más consecuente sea “Piraña 2”.

    Terminator debe su fama a Arnold Gobernneger, en un personaje rotundo, hecho a su medida gracias a la falta de diálogos. Si alguien duda de ello, Depredador no es de Cameron, Conan no es de Cameron, En el resto de su filmografía, Arnold está aseado (hace el mismo tipo de papeles que Victor Mature, pero mejor) incluso en sus pinitos de comedia, y precisamente pincha en Mentiras arriesgadas, con Cameron tras la cámara.

    (sigue) Sincarnet.

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  14. Deconstructing Pepe (y 2)

    Del resto, la idolatría mostrada hacia Alien 2 carece de toda justificación. Es un insulto a la obra maestra de Ridley Scott. Y de la fuente de Ridley vuelve a beber Cameron descaradamente en Abiss.

    Y si Avatar es una virguería tecnológica sin espíritu, ¿qué es entonces Terminador 2?. ¿O Titanic, aparte de un insulto a los oscar de Ben-Hur?

    . Cameron no pasa de ser un correcto artesano. No puede haberse oxidado tras la cámara alguien que no ha sabido manejarla con maestría en su vida

    El cine es un gran traficante de sueños. Y sus productos transforman nuestra manera de ver la realidad, nuestra forma de ver el mundo. Somos lo que vemos, lo que leemos, lo que escuchamos. Lo bueno y lo malo. Forma tanto el carácter lo sublime como nuestra capacidad para digerir basura. A veces lo más útil es precisamente rebuscar en los contenedores. Crea anticuerpos.
    ¿Y quién puede manejar los sueños ajenos? Salvo Fredy Kruger. No puedes, Pepe, pretender introducirte en los sueños de los avataradictos para desgarrar sus cuerpos y salvar sus mentes de la vacuidad. Todo el mundo debe gozar del derecho a la ignorancia. A ser feliz soñando con universos azules, como otros lo son vestidos de negro y respirando fuerte, arrojando anillos a los volcanes o dejándose perseguir por piedras gigantes.

    Alguien que pasa horas ante su ordenador, elaborando un blog, introduciendo pensamiento tras pensamiento, preocupación tras preocupación, y que oculta sus ojos tras gafas oscuras…
    …cualquier día recibirá una visita que le conducirá a una sala en penumbra… donde le invitarán a sentarse, y le dirán “hay un zumbido raro en su cabeza que le está enloqueciendo. Ese sentimiento le ha traído ante mí. ¿Sabe de que estoy hablando?.
    Ante Morpheus podrás formular la pregunta que te atormenta, que te tiene horas y horas desvelado ante el ordenador.
    ¿Qué es la ESO?.

    Y el te dirá la verdad. Que eres un esclavo de una “programación”, (je,je) que has nacido en cautiverio, que nada de lo que has podido sentir ni tocar es verdad, que has nacido en una prisión para tu mente. Es imposible decir qué es la ESO. Tienes que verlo por ti mismo.

    Y aquí estás, con todos nosotros, poniendo ladrillos en The Wall, y aporreando en nombre de Murnau, Griffitt, Eisenstein, Fellini,. De Mille, Godard, Lang… a todos aquellos que, sin desdoro de disfrutar con el cine como arte, pueden y quieren meterse en una sala, ver Avatar, disfrutar, y salir indemnes de la experiencia.

    Con nosotros, que, como Jack Nicholson, recibimos la oferta de un trabajo en un IES-Hotel apartado, y llevamos un año aporreando en la máquina de escribir “no por mucho madrugar amanece más temprano”. Procuraremos alejarnos de las hachas.

    O como Garci, cuya vida es un sueño de Cine negro, con un cigarrillo ladeado en la comisura de los labios, esperando que Lauren Bacal le pregunte “sabes silbar”…

    Avatar no es ni de lejos una de las mil mejores películas de la historia del cine, de acuerdo, pero abre el armario de la cocina, tomate una manzanilla, y digiere de una vez el empacho tridimensional. O congélate en carbonita hasta que pase la marea. Yo pediré a Chuk Norris que te proteja con su triple patada giratoria.

    Que la fuerza te acompañe.

    Sincarnet.

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  15. jaja...al final Sincarnet (qué bonito nick,alma gemela)conseguiste meter el(los) comentario(s) ¿eh?

    Tú eres de los míos: la extensión no te asusta; y ya sabes que me reí con lo que has escrito. Eso sí, tus argumentos para salvar la calidad de Avatar no los comparto. No son suficientes. Pero no repetiré lo que ya he escrito. Está más que claro.

    Pero de ahí a que digas que Aliens no es buena o Piraña2 (jaja) es la mejor película de Cameron... Con dos narices, salto al vacío.

    ¿Terminator2 sin espíritu? ¡¡Pero si ese trozo de metal tiene más recorrido dramático que todos los bichos azules de tres metros de Avatar!!

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  16. Ja, ja, ja.

    Al final tengo que darte la razón en algo: lo de Terminator 2 es dramático.

    Sincarnet.

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