31 enero 2018

Un año de libros (2017)

Estos fueron los libros que leí por primera vez durante durante 2017. Fue un año con lecturas muy interesantes pero también con varias decepciones. Tras el peor otoño literario de mis últimos años (demasiadas cosas en la cabeza, demasiados libros empezados que no he terminado aun) la cosa quedó en esto: 
  • La cena (2010)Herman Koch. Novela.
  • Los (bienes) comunesJoan Subirats y César Rendueles. Ensayo (conversación política).
  • Los limites del deseo (2016)Esteban Hernández. Ensayo (política, economía).
  • La España vacía (2016)Sergio del Molino. Ensayo (sociología).
  • Contra la posmodernidad (2011)Ernesto Castro Córdoba. Ensayo (filosofía).
  • Escuela o barbarie (2017)Carlos Fernández Liria, Olga García Fernández y Enrique Galindo Fernández. Ensayo (educación)
  • Los cinco y yo (2017)Antonio Orejudo. Novela.
  • La ley de las aulas. La enseñanza española desde Franco hasta Wert (2016)Héctor G. Barnés. Ensayo (educación).
  • Teoría King Kong (2006)Virginie Despentes. Ensayo (feminismo)
  • Bajo el signo de la melancolía (2017)Santos Zunzunegui. Ensayo (cine).
  • Filmish (2017)Edward Ross. Novela gráfica. Ensayo (cine).
  • 2084, el fin del mundo (2015)Boualem Samsal. Novela.
  • La sociedad del cansancio (2012)Byung-Chul Han. Ensayo (filosofía).
  • La izquierda feng-shui (2017)Mauricio José Schwartz. Ensayo (pseudociencias).
  • El corazón de Livingstone (2014)Aurora Delgado. Novela.
  • Sociología del moderneo (2017)Iñaki Domínguez. Ensayo (sociología).
  • Storytelling (2008)Christian Salmon. Ensayo (sociología).
  • Howard Hawks, el camaleón de Hollywood (2017)Albert Galera. Ensayo (cine).
  • Centauros del desierto (1954)Alan Le May. Novela.
  • Economía y pseudociencia (2013)José Luis Ferreira. Ensayo (economía).
  • En defensa del populismo (2016)Carlos Fernández Liria. Ensayo (sociología).
  • Madres arrepentidas (2015)Orna Donath. Ensayo (feminismo).

27 enero 2018

Un año de cine (2017). Segunda parte

Aquí comparto la segunda tanda de películas que vi por primera vez durante 2017. Aclaro, mediante la palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente, según las fui viendo. 
  • La guerra del planeta de los simios (2017)Matt Reeves (cine). Broche final a una trilogía de cine de entretenimiento de gran calidad y enorme honestidad. César es ese héroe trágico que finalmente ha de enfrentarse a sus propias contradicciones, a sus miedos y a su rabia en una historia bien construida, emocionante, triste y con una música maravillosa del gran Michael Giacchino.
  • Figuras ocultas (2016)Theodore Melfi. De factura técnica rutinaria y dirección algo pobre la película se sostiene por la extraordinaria emoción que transmite ese grupo de mujeres negras de gran inteligencia enfrentadas dentro del mundo de la ciencia al machismo y al racismo, ese cóctel miserable que pudre nuestra sociedad. Excelentes interpretaciones en una película cuyo visionado provoca reflexión y nos recuerda la función social y educativa que también tiene el cine. Eso sí, siempre a la medida de Hollywood.
  • Amor tóxico (2015)Norberto del Val. Cine español de trincheras, realizado con pocos medios pero con enormes conocimientos. Además de con mucha mala leche y con mucha incorreción política. Su humor negro termina incomodando y, como ya indica el título, indaga en la toxicidad de las relaciones de pareja que establecemos. 
  • El bar (2017)Álex de la Iglesia- Contiene muy poco de lo mejor del director (el arranque de la historia, los movimientos de cámara, la fisicidad de los personajes, el dominio del espacio) y mucho de lo peor de su cine (inconsistencias narrativas, pérdidas dramáticas del ritmo, ese gusto por la extravagancia en el momento equivocado o la incapacidad de darles un final a historias que prometen más de lo que finalmente se obtiene). Decepcionante.
  • El círculo (2017) - James Ponsoldt. Un desastre sin paliativos. Qué cosa tan mala. Errada desde la misma concepción, consigue que una trama con enorme potencial (el mundo de las nuevas empresas tecnológicas y el lado oscuro de sus nuevas relaciones laborales e interpersonales) derive en un pestiño de dimensiones galácticas. No debe ser nada fácil lograr que una buena actriz como Emma Watson parezca imbécil la mayor parte del tiempo que deambula por la pantalla, sin saber muy bien qué hacer ni qué sentir. Eso sí, que Tom Hanks en su breve papel sea capaz de salvar los muebles y elevarse sobre el nivel medio de este bodrio habla extraordinariamente  bien de las tablas que ya tiene este excelente actor.
  • La mujer pantera (1942)Jacques Tourneur. Maravillosa muestra de lo mejor de un cine clásico de bajo presupuesto, sin pretensiones, imaginativo y libre, que arriesgaba con tramas sexuales y enfermizas como esta, que se colaban en segundo plano, enmascaradas tras cine convencional de género. Algunas de su secuencias, de corte expresionista, alcanzan la perfeción audiovisual. Muy recomendable.
  • El regreso de la mujer pantera (1944)Rober Wise y Gunter von Fritsch. Extraña secuela que retoma los personajes de la cinta anterior pero dentro de un nuevo contexto, alejándose del terror y del sexo, construyendo una especie de cuento gótico sobre la infancia y el difícil trance de dejar atrás la ensoñación de la niñez. Ha pasado el tiempo sobre ella.
  • Las furias (2016)Miguel del Arco. La familia es una fuente inagotable a la hora de construir historias porque indagar en ella es hacerlo en la construcción social más relevante de nuestras vidas. Si la historia, como es el caso, parte de lo particular para hablar de lo universal, las relaciones humanas mostradas nos sirven como espejo de las nuestras, nos duelen, nos hacen daño. La película, más allá de algunas innecesarias tentaciones manieristas en la fotografía, es potente, dura e intensa. Me gustó mucho.
  • El beso de la pantera (1982)Paul Schrader. Más alla de la hipnótica belleza sensual de Natassja Kinski la película es un absoluto despropósito. Todo lo que era planteado de manera delicada y sutil en la película clásica aquí termina convertido en algo ridículo y extravagante. Absolutamente innecesaria.
  • Guardianes de la galaxia 2 (2017)James Gunn. Más de lo mismo. Si bien la primera parte supuso un soplo de aire fresco en el sobrecargado universo marveliano, esta segunda parte parece nacer ya aburrida. Una vez agotada la propuesta gamberra de aquella solo queda en esta exprimir sin gracia a unos personajes sin evolución dramática, recurrir a chistes facilones y construir un nuevo final carente de lógica interna alguna pero eso sí, saturado de efectos especiales.
  • Queridísimos verdugos (1973)Basilio Martín Patino. Documental que te deja sin respiración, pegado a la pantalla, devorando no ya solo la crítica subterránea al franquismo, sino el espectáculo doliente de una España negra, visceral y pobre.
  • La momia (2017)Alex Kurtzman. Hollywood da signos de agotamiento y la audiencia ya no responde como antes a intentos de blockbusters extravagantes como este revival de los viejos monstruos de la Universal. Hasta hace bien poco la presencia de estrellas como Cruise y Crowe hubieran salvado de la debacle en taquilla a este bodrio, pero ya no lo consiguen. Hay siempre otra opción, claro: dejar de rodar bazofias como esta y ofrecer al espectador un divertimento que no ofenda a la inteligencia. Y un detalle más, que no se me olvide: el montaje, madre mía, el montaje...
  • Sully (2016)Clint Eastwood. Película sencilla, humana, sin pretensiones, que funciona sin algaradas y sirve para que Clint Eastwood, siguiendo la estela de sus viejos maestros, reivindique la figura del profesional que hace bien su trabajo, que ejerce de héroe contra su voluntad, enfrentándose incluso a la indecente maquinaria de la burocracia o la política. Cine con aroma a clásico al que, de todas maneras, se le notan las costuras ideológicas.
  • Al filo de los 17 (2016)Kelly Fremon. Los problemas de la adolescencia aparecen retratados inicialmente con frescura y sinceridad pero, a medida que el metraje avanza, la impostura y el artificio crecen. Comedia sentimental de iniciación que, como tantas en los últimos años, parte de premisas subversivas para cerrar su historia asumiendo los tópicos más conservadores. Es una tendencia que merecería la pena investigar.
  • La profesora (2016)Joan Hrebejk. La corrupción del comunismo en la antigua Checoslovaquia a través de las peripecias de la profesora de un colegio que poco a poco, a través de la manipulación y el chantaje, va consiguiendo que todos los padres de sus alumnos estén a su servicio para preservar las buenas notas de sus hijos. Atmósfera opresiva en una buena película que retrata con acierto la triste capacidad del ser humano para ser miserable.
  • El rocío es compartir (2012)Francisco Campos Barba. Basura infinita, cósmica. No hay palabras que hagan justicia a lo que sentí con el visionado de este engendro. Una reivindicación documental babosa, maniquea e hipócrita de la fiesta de El Rocío, que pretende dotar a una fiesta que desborda alcohol, clasismo y postureo de una trascendencia artificiosa a través de lo que el autor considera una realidad ya demostrada de antemano: que en esa fiesta la solidaridad y el hermanamiento entre personas diferentes es absoluta. Y un carajo. Como cine documental es un bodrio. Ideológicamente, un desvarío.
  • The Osiris child (2016)Shane Abbes. Una rareza de ciencia ficción que no oculta su espíritu de serie B pero que resulta entretenida. Juega a su favor el no abusar del CGI cutre habitual del cine de bajo presupuesto y recurrir a efectos especiales artesanales.
  • Piratas del Caribe: la venganza de Salazar (2017)Joachim Reomming y Espen Sandberg. La fórmula está agotada. Se ha exprimido hasta la última gota al que hace una década fuera un personaje carismático, Jack Sparrow. La decadencia del personaje solo es comparable a la del actor que lo encarna pero Disney es incapaz de renunciar a una franquicia maltrecha porque sigue generando ingentes cantidades de dinero. Al menos es (algo) menos aburrida que la anterior película de la saga.
  • Negación (2016)Mick Jackson. El famoso enfrentamiento entre la historiadora Deborah E. Lipstadt y el negacionista del holocausto judío, David Irving, a mediados de los 90, se convierte en una película judicial sin fuste, sin ritmo y con una pobre interpretacion de una actriz habitualmente solvente como Rachel Weisz. Una pena, pero las buenas intenciones no son suficientes para crear buen cine.
  • Nieve negra (2017)Martín Hodara. Contiene en su interior una buena película pero es incapaz de superar los continuos lastres de una trama disparatada (esa novia española...). Historia familiar tramposa  que deriva en un final bochornoso.
  • Revolt (2017)Joe Miale. Ciencia ficción de serie Z que no aporta absolutamente nada al trillado subgénero de la invasión alienígena de turno. Visualmente apañada.
  • Crudo (2016)Julia Ducournau. Enfermiza, oscura e inquitante metáfora del despertar al sexo adolescente a través del canibalismo. Aunque su visión resulte perturbadora no termina de cuajar en gran película debido a un tramo final indeciso en el que la historia está a punto de derrumbarse. A pesar de ello, recomendable.
  • Spielberg y Williams, el arte de la colaboración (2011)Robert Tranchtenberg. Documental que ahonda en la relación cinematográfica y personal entre dos de los gigantes del cine americano de los últimos 50 años. Su trabajo en común  perdurará para siempre en las memorias sentimentales de varias generacioness. Una gozada.
  • Milius (2013)Joey Figueroa y Zack Knutson. Retrato amable de la insólita carrera cinematográfica del director (Conan) y guionista (Apocalypse now) John Milius. A través del retrato de su poliédrica y arrolladora personalidad el documental analiza la revolución que supuso el nuevo cine americano de los 70 (nada que no haga mucho mejor el famoso libro de Peter Biskind, Moteros tranquilos, toros salvajes...) y su posterior decadencia.
  • The bad batch (2016)Ana Lily Amirpour. Pretenciosa y errada distopía postapocalíptica que bebe de las fuentes de Mad Max pero es incapaz de encontrar su propia voz, convirtiéndose en un batiburrillo de referencias inconexas y provocaciones gratuitas.
  • Blade Runner 2049 (2017)Dennis Villenueve (cine). Espléndida secuela de una maravillosa película. Visualmente es arrebatadora, con una belleza dolorosa que nos habla de un pasado perdido que no solo no se puede recuperar sino que, convertido en nostalgia totalitaria, imposibilita el presente y destruye la posibilidad de futuro. El dilema sobre lo que nos hace humanos sigue presente pero se abren nuevas puertas a través de ese replicante que sufre (y por tanto se humaniza) por el hecho de pensar que puede ser hijo de un humano. Los errores que pueda tener la película son ampliamente superados por sus aciertos y cuando las lágrimas en la lluvia se convierten en lágrimas en la nieve, mientras Deckard ve por primera vez a su hija con la música de Vangelis de fondo, el cine, ese arte, se hace extraordinario.
  • Spider-man homecoming (2017)Jon Watts. El trepamuros vuelve a casa, vuelve bajo el paraguas todopoderoso de Marvel y Disney, y el regreso le sienta bien, al menos superficialmente. Otra cosa es cuando rascas un poco y te encuentras con una película plana, insustancial, incluso a ratos aburrida, que esquiva todos los conflictos de Peter Parker y se queda tan solo con su lado más jugueton y adolescente. Tiene claro, es evidente, a qué publico se dirige.
  • Roug night (2017)Lucía Aniello. Las películas de juergas locas masculinas son un subgénero en sí mismo dentro del cine americano. No recuerdo prácticamente ninguna que supere, ni de lejos, el mínimo suficiente para ser considerada siquiera una película decente. Pues bien, ahora  (y es estupendo que así sea) llega el turno de historias con la misma temática pero con protagonistas femeninos. Pues eso. Hay que reconocer que esta película en cuestión es coherente con la trayectoria del género: es igual de patética que las protagonizadas por hombres.
  • Fe de etarras (2017)Borja Cobeaga. La polémica que generó su estreno en Netflix no benefició la recepción de una película que, tras las máscara de comedia, esconde una reflexión dolorosa sobre la futilidad de llevar hasta las últimas consecuencias unas ideas que nacen puras pero terminan solo sobreviviendo en el fango más infecto. La necesidad de una vida normalizada es uno de los torpedos de flotación más poderosos contra el mundo etarra que se hayan planteado. Da igual, es una película que no se ha querido comprender. No es de extrañar conociendo el país en el que vivimos.
  • The Meyerowitz stories (2017)Noah Baumbach. Uno de los directores indies más interesantes de la última década se atreve con esta historia familiar que se aleja algo de su territorio más habitual. La incomunicación y las frustraciones personales provocan envidias y malentendidos apenas superables por los fuertes lazos que se construyen en el seno familiar. Me gustó, pero no es ni de lejos mi preferida de Baumbach .
  • Ocho apellidos catalanes (2016)Emilio Martínez Lázaro. Perdido el impacto de la novedad se repiten fórmulas, clichés y giros de guion bochornosos en una película cuya puesta en escena recuerda más a un mal capítulo de la televisión española de los 90 que a una producción audiovisual moderna. Un par de chistes buenos, dos medias sonrisas y poco más. Lamentable.
  • The little hours (2017)Jeff Baena. Pintaba estupenda y se quedó en nada. Adaptación libre de El Decameron con un grupo de actrices y humoristas estupendas que termina convertida en una película insustancial lastrada por su construcción episódica.
  • Creative control (2015)Benjamin Dickinson. Cercana en su planteamiento a los mejores episodios de Black Mirror (aquellos que tratan sobre las consecuencias de las nuevas tecnologías en nuestras relaciones personales y sociales) dialoga también con la sobrevalorada Her, de Spike Jonze. La construcción de una inteligencia artificial que permita eliminar aquellos aspectos de tu pareja o de tu amante que no te satisfacen (también que permita escapar del rechazo) es el detonante de una reflexión inteligente sobre las despersonalización de las relaciones humanas y cómo la tecnología, que inicialmente palía los problemas, termina por agudizarlos. Interesante y recomendable.
  • Spielberg (2017)Susan Lacy. Un repaso menos minucioso de lo que debiera (sortea sin disimulo sus grandes fracasos) de la carrera cinematográfica de Spielberg, mostrando sus obsesiones, sus motivos recurrentes, la importancia de la familia en su vida y en sus películas, y evidenciando el enorme talento de uno de los directores más importantes de los últimos 50 años del cine americano. Enormemente creativo, con una técnica incomparable y una formidable capacidad en la direcion de actores. Otra cosa sería hablar de cómo ha desperdiciado ese talento durante tantos años.
  • Valerian (2017)Luc Besson. Intento de Besson de reverdecer los viejos laureles de El quinto elemento. Tan apabullante y creativa visualmente como aquella lo que aquí falla es la historia, confusa y sin gran interés, con unos personaje poco carismáticos con los que en ningún momento empatizas. Una pena.
  • El otro guardaespaldas (2017)Patrick Hughes. El punto de partida merece la pena: un guardespaldas en horas bajas ha de cuidar de un asesino aun más letal que él. Solo el humor irreverente salva a ratos una historia que se pierde en una subtrama irrelevante.
  • Brimstone (2016)Martin Koolhoven. Western psicológico y visceral que, de manera valiente, no elude las zonas más oscuras de una trama compleja sobre la pederastia, la religión y la enfermiza necesidad de controlar la vida de alguien. Película muy interesante, a pesar de la absurda subtrama que contiene para justificar su imbécil final.
  • The dark tower (2017)Nikolaj Arcel. Menudo desastre. Curiosamente lo que mejor funciona de la película es su inicio, la historia del niño con problemas psicológicos y familiares está muy bien planteada. El problema llega cuando lo fantástico aparece y todo se va al carajo. Pocas películas con presupuesto digno presentan los problemas que esta tiene de montaje, continuidad y ritmo.
  • Mother! (2017)Darren Aronofsky. Controvertida película a la que le han dado palos sin piedad y que a mí, curiosamente, me pareció excelente. Con una atmósfera malsana y mediante un crescendo narrativo que desemboca en una auténtica locura visual, esta (evidente) metáfora religiosa sobre la creación y el abuso de un mundo enfermo tiene otras lecturas sobre la creación artística  igual de ricas en su interior. Cine adulto para mentes abiertas.
  • Beyond skyline (2017)Liam O´Donell. Secuela tardía de una película sobre invasiones alienígenas que visualmente era brillante pero cuya trama y personajes dejaban mucho que desear. En este caso, en un alarde de coherencia digno de alabar, han hecho una película que es una chapuza total en todos lo aspectos. Para qué complicarse la vida.
  • The last jedi (2017)Rian Johnson (cine). Poco tengo que aportar desde un criterio puramente objetivo a una película de Star Wars. Las disfruto como el niño que fui, me sumerjo en ellas con emoción desbordada y las siento como parte de mi vida. En este caso, The last jedi me permitió reconciliarme con un personaje como Luke Saywalker, siempre demasiado naíf para mi gusto en la trilogía clásica. Me entusiasma la evolución de Luke, sus dudas, su vejez escéptica. Y como, a pesar de todo, asume su destino y finaliza su viaje del héroe. Me quedo con dos momentos, dos secuencias que valen oro: el reencuentro de Luke con Leia, tras tantos años, pura melancolía; y el final de Luke, con los dos soles en el horizonte, muriendo en paz. Y la música de esos dos momentos, la música de John Williams, reinterpretando de manera nostálgica dos de los mejores temas musicales de la saga. Pelos como escarpias.
  • La montaña entre nosotros (2017)Hany Abu-Assad. El cine ha mutado, es incuestionable. Y a quien más le afecta, curiosamente, es al cine de Hollywood. Esta película hace 20 años hubiera sido un exitazo, al borde del evento, y ahora pasa absolutamente desapercibida, no interesa a casi nadie. Una historia de amor entre adultos maduros interpretada por actores con carisma. Da igual, la taquilla no responde. La taquilla es millenial, nos guste o no. Y, en el caso de películas como esta, tan predecibles y convencionales, la verdad, no perdemos tanto.
  • Kingsman 2, el círculo de oro (2017)Matthew Vaughn. Tiene el habitual problema de las secuelas, en lugar de derivar los personajes hacia nuevas tramas que impliquen una evolución personal, se limita a repetir el esquema del éxito anterior y a volver a hacer todo igual, con una única novedad: más explosiones, más ruido, más efectos especiales. Absolutamente prescindible salvo por una cosa: disfrutar de una Julianne Moore espléndida, a la que se le nota lo bien que se lo pasa con su breve papel de mala malísima.
  • Bright (2017)David Ayer. La television (Netflix) es el refugio del cine heredero de aquél que en los 80 arrasara. Significativo. Tenemos a pareja de policias (hombres) salvando la ciudad (o el mundo, qué más da), mostrándose una lealtad inquebrantable (a pesar de sus diferencias) mientras sueltan sus chascarrillos y derrochan (o no) carisma. Que la trama de siempre ahora se desarrolle en un mundo alternativo inverosimil repleto de orcos, elfos y hadas no importa lo más mínimo porque todo huele a viejo, a rancio, a naftalina. El tiempo, que es implacable.
  • The babysitter (2017) - McG. Película de bajo presupuesto de las que produce Netflix para rellenar su catálogo. Divertimento adolescente con el que te ríes algo, te aburres mucho y olvidas en muy poco tiempo.
  • It (2017)Andres Muschietti. Para un espectador como yo, que no he leído la novela de Stephen King en la que se basa, la película no es más que un producto de cierta calidad que trata de pasar por cine de terror (aunque de eso hay más bien poco) una película de intriga adolescente. El desarrollar la historia en los años 80 no es más que una vuelta de tuerca más al coñazo del revival ochentero en el que llevamos inmersos unos años (y lo que nos queda).

13 enero 2018

Un año de cine (2017). Primera parte

Estas son las películas nuevas (no tengo en cuenta las revisiones) que vi durante el año que acaba de finalizar. Aclaro, mediante la palabra "cine", las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente, según las fui viendo. Separo la lista en dos partes para hacer más digerible su lectura. 
  • Passengers (2017)Morten Tydum (cine).  Todo es equivocado en ella, desde la puesta en escena hasta la música y la elección de unos actores que deambulan sin química alguna por la pantalla sin enterarse de nada. Un gran presupuesto puesto al servicio (¡por fin!) de una idea original de ciencia ficción para terminar contando una historia con una trasfondo ruin y machista.
  • La purga 3 (2017)James DeMonaco. Tras una primera secuela digna y potente esta tercera termina diluyéndose en la irrelevancia. No queda mucho más que contar y poco interesa.
  • The neon damon (2016)Nicholas Winding Refn. Acercamiento crítico al decadente mundo de las modelos de pasarela a través de una historia retorcida, depravada y perversa. Peliculón no apto para todos los paladares.
  • Tren a Busan (2016)Yeon Sang-Ho. De nuevo los zombis a escena, una vez más, con la novedad de plantear el espacio (el interior de un tren) como una limitación física inapelable. No deja de ser convencional y termina con una moralina tan prescindible como infantiloide.
  • Carol (2015)Todd Haynes. Una extaordiaria película de corte clásico, repleta de matices, pequeños gesto y con una interpretacion prodigiosa de Cate Blanchet. Espléndida.
  • Tarde para la ira (2016)Raúl Arévalo. Se le dio demasiado bombo a una película que agota su propuesta demasiado pronto y termina exhausta, apoyándose, eso sí, en una fotografía impecable.
  • La fiesta de las salchichas (2016)Conrad Vernon y Greg Tiernan. Podría haber sido maravillosa, descacharrante, realmente subversiva pero entonces no hubiera sido financiada por Hollywood. La contradiccion capitalista se hace carne en esta película animada que, a pesar de todo, merece la pena y sirve para echarse unas risas.
  • El hombre de las mil caras (2016)Alberto Rodríguez. Un personaje tan complejo como Paesa se merecía una película tan honesta como esta. No es perfecta, se pierde en sus propios vericuetos, quizás por emulación al personaje del que habla y termina enamorándose, pero el trabajo de Eduard Fernández es impecable. Atención al personaje de Roldán. Estremece intuir qué poco ha cambiado todo y cómo, políticamente hablando, seguimos en manos de parecidos ineptos con ínfulas de poder.
  • La La Land (2017)Damien Chazelle. El producto anual de Hollywood para redimirse parece buen cine, incluso consigue creerse que lo es pero es basura disfrazada de calidad, con el discurso neoliberal del éxito a toda costa tatuado a sangre y fuego en sus personajes. Relato cinematográfico convencional y maniqueo. Como musical tampoco es nada del otro mundo. Molesta.
  • Cuerpo de élite (2016)Joaquín Mazón. Ya, sí, que por qué, que para qué, que cuál fue la motivación para ver algo como esto. Yo qué sé, una tarde de enfermedad o un mal día, no lo recuerdo. Recibí justo castigo. Menuda bazofia.
  • Warcraft (2016)Duncan Jones. Menudo disparate. Era un proyecto que sonaba bien: una nueva película de corte fantástico ambientada en el universo del histórico videojuego. Y como director una joven promesa, Duncan Jones, que saltaba a las ligas mayores con el objetivo de confirmar las enormes expectativas que había sobre él. Pues nada, lo dicho, un auténtico disparate de principio a fin: un montaje caótico, una direccion errática que a veces parece inexistente y una historia absurda para construir una película que es un desastre y cuyo fracaso comercial está más que justificado.
  • Múltiple (2017)M. N. Shyamalan (cine). El acordeón que es la carrera de Shyamalan vuelve a tocar notas positivas para un director cuya gran virtud es la construcción de atmósferas pero necesita de historias potentes para que sus películas no se despeñen. Película que mantiene la tensión en el espectador hasta llegar a ese final abierto que expande el universo particular de esta historia y lo incorpora (en un giro sorprendente) al universo de aquella otra película de Shyamalan tan aplaudida, El protegido.
  • Que Dios nos perdone (2016)Rodrigo Sorogoyen. Me gustó mucho. Funciona la vuelta de tuerca a la clásica trama de psicópata perseguido por policías tan podridos moralmente como él. Y se permite jugar inteligentemente con un espectador demasiado acostumbrado a los cliches de Hollywood.
  • Dr. Extraño (2016)Scott Derrickson. Pues poco que decir. Otra película más de la factoría Marvel. Algo más entretenida de lo habitual pero igualmente olvidable. Pasatiempo chusquero.
  • La chica del tren (2016)Tate Taylor. La película es un desastre como tal. Nada cuadra, todo incomoda, aburre a base de clichés hasta que, justo antes del final, un giro inesperado eleva el nivel de la trama, el mensaje (necesario) aparece y el alegato feminista estremece y emociona.
  • El ciudadano ilustre (2016)Mariano Chon y Gastón Duprat. Excelente película que muestra el enfrentamiento de un escritor, de reconocido prestigio entre las élites culturales internacionales, con la realidad del pequeño pueblo donde se crió, de donde huyó, al que nunca quiso volver y al que parasitó literariamente durante toda su vida. Tiene muchas capas de lectura. De lo mejor que vi este año.
  • Animales fantásticos y dónde encontrarlos (2016)David Yates. El universo creado por J. K. Rowling se niega a morir cinematográficamente con Harry Potter y vuelve a la carga con una muestra tan correcta como convencional, que hará las delicias de sus fans pero nos deja fríos al resto.
  • Morgan (2016)Luke Scott. Decepcionante. Ciencia ficción con pretensiones incapaz de elevarse sobre un guión convencional y rutinario.
  • El desafío (1997)Lee Tamahori. Años con la idea de ver esta película para terminar decepcionado con el enfrentamiento en la nieve de dos actores errados en sus interpretaciones, especialmente un Hopkins que deja salir su lado mas histriónico y menos contenido al servicio de una historia imbécil, machista y con un final de chiste.
  • Animales nocturnos (2016)Tom Ford. Extraordinaria e impactante, ya desde sus títulos de crédito iniciales, difíciles de asimilar para un espectador educado siempre en la belleza de los cuerpos jóvenes de la pantalla. Historia alambicada y dura rodada con pulcritud y estilo, con unos actores en estado de gracia que se esmeran en mostrar a través de su interpretación una visión oscura y dolorosa del ser humano, de sus necesidades, debilidades y miedos.
  • Surcos (1951)José Antonio Nieves Conde. Cine de denuncia social auspiciado por falangistas desencantados con la podredumbre moral del régimen de Franco. Esta podredumbre moral la representa una ciudad moderna como Madrid, donde solo los miserables pueden sobrevivir, en contraposición a la idealización del mundo rural y sus gentes sencillas. Película clave a reivindicar, más allá de las claves políticas que permitieron su gestación, por el retrato brutal de miseria que muestra de la España de Franco.
  • Yo, Daniel Blake (2016)Ken Loach. Cine de denuncia sin resquicio a la esperanza. Sigue las andanzas de un desempleado con una edad cercana a la de la jubilación en su lucha contra un Estado indecente que cada es vez es menos "del Bienestar". Deudora de Kafka la película duele porque respira verdad.
  • Kong: Skull island (2017)Jordan Vogt-Roberts (cine). Recupera el aroma del viejo cine clásico de aventuras. Intrascendente pero simpática.
  • La doncella ­(2016)Park Chan Wook. Maravillosa historia rodada con una extraordinaria sensibilidad sobre la retorcida y emocionante relación entre dos mujeres en un entorno opresivo y asfixiante. Abusa de los giros de guion pero ello no menoscaba ni un ápice su valor. Estéticamente es una delicia. ¡Qué bien dirige Park Chan Wook!
  • Life (2017)Daniel Espinosa (cine). Enésima variante de monstruo en el espacio dentro del subgénero que Alien convirtiera en canon. No aporta nada nuevo pero resulta un producto digno y entretenido. Bueno, si no tenemos en cuenta ese final abochornante
  • María (y los demás) (2016)Nely Reguera. Plana, repleta de tópicos infumables, intensita, irritante y soporífera. Una pena. Hasta una actriz de la calidad de Bárbara Lennie naufraga.
  • Comanchería (2016)David McKenzie. Cine que exuda sudor, rabia y derrota. Volvemos a la América profunda para  asistir un relato duro sobre las consecuencias de la ruina que provoca el sistema capitalista en cualquier rincón del mundo. Peliculón sin ambages, con una interpretaciones extraordinarias.
  • Moana (2016)Ron Clemes y Don Hall. Divertida, diferente, sin absurdas relaciones de pareja. Una gozada visual y argumental. Cine de animación muy recomendable.
  • Alien Covenant (2017)Ridley Scott (cine). Prometheus al menos me encabronó. Esta, en cambio, ni siquiera me llegó ya a molestar. Me aburrió, me dejó frío, me dio igual. Una pena porque la saga de Alien (hasta la cuarta) siempre fue muy importante en mi vida cinéfila.
  • The box (2009)Richard Kelly. Curiosa muestra de ciencia ficción, extraña y cerebral, dirigida por el tipo responsable de la magnifica Donnie Darko. Como pasaba con aquella esta película no te deja indiferente, pero no logra alcanzar ni su calidad ni su trascendencia.
  • Hunt for the Wilderpeople (2016) Taika Waititi. Una maravilla, una auténtica gozada, cine que respira humanidad, pasión y cariño. Una joyita a reivindicar.
  • Solo el fin del mundo (2016) Xavier Dolan. La familia es siempre un espacio de guerra y reconciliación. Y es en el que mejor se mueve Dolan. Con delicadeza e inteligencia la película capta las emociones de una familia rota que nunca volverá a recomponerse aunque sus miembros, torpemente, nunca dejen de intentarlo. Cine emocionante donde lo que no se dice es mucho más trascendente que lo que  apenas se logra balbucear.
  • 28 semanas después (2007)Juan Carlos Fresnadillo. Digna secuela de la excelente película de Boyle que reavivara a principios de siglo el interés por los zombis. Entretiene y no decepciona. Poco más que pedirle.
  • Los del túnel (2017)Pepón Montero. Comedia negra que relata el paso del tiempo en un grupo de personas afectadas por un evento extraordinario. Al cambiar el foco de atención habitual (el evento) y ponerlo en cómo degrada el tiempo las mejores intenciones de los seres humanos, la película se transforma en una bomba de relojería cuyo detonador será el personaje que interpreta Arturo Valls, miserable y patético, convertido a su pesar en el retrato de Dorian Grey de todos los demás. De todos nosotros. Curiosa.
  • Logan (2017)James Mangold. Un respeto a esta película. Se le nota que está fuera de mercado, que es el final de algo, que aunque la producción siga estando condicionada por las expectativas comerciales hay un aroma a final de ciclo que permite una libertad de la que el cine de superhéroes jamás dispone. A pesar de todo la historia cojea, le falta garra, le falta un contexto aun más decadente, aun más degradado. Pero respira honestidad y se le agradece.
  • La gran muralla china (2016)Zhang Yimou. Una rareza esteticista que también recupera el aroma de aquel cine clásico de aventuras desprejuiciado en el que la mezcla de culturas siempre estaba al servicio de la inevitable preponderancia occidental. Y encima, aquí, le meten también monstruos. Para pasar un tarde de  sábado.
  • Wonder Woman (2017)Patty Jenkins (cine). Refrescante muestra del cine de superhéroes que se aleja de los clichés masculinos habituales. Aun así, a pesar de todas las bondades de la historia, de las puertas interesantes que la trama abre respecto al papel de la mujer en la sociedad o respecto al absurdo de la guerra, todo queda finalmente  supeditado al habitual espectáculo de pirotecnia y efectos especiales que lastra hasta el hastío a todas las películas de su pelaje.
  • Selfie (2017) – Víctor García León (cine). Destila una mala hostia considerable. Retrato ácido, enmascarado de comedia, de una España tan imbécil como su protagonista. Una España negra que parece disfrutar construyendo trincheras con las que defender un postureo ideológico, frívolo y estomagante, que nos conforma como sociedad.
  • Déjame salir (2017)Jordan Peele. Cine de terror con connotaciones sociales que no desfallece a pesar de sus giros. Entretiene y te deja pensando en la mala leche que destila su mensaje. Interesante.
  • Es por tu bien (2017) – Carlos Therón. No merece la pena. Ni para opinar sobre ella. El cine español está sometido a la dictadura de las televisiones y la audiencia que les genera. Por eso produce subproductos como este. Vergüenza ajena.
  • Colossal (2017)Nacho Vigalondo. Tal vez sea la mejor película de Vigalondo, la más madura. Lo que empieza pareciendo una película más del Holywood más superficial, cine para adolescentes palomiteros, se va transformando sutilmente en una película que indaga dolorosamente en las relaciones de pareja, en la enfermiza necesidad de controlar a la persona que amas a través del chantaje emocional.
  • La reina de España (2016)Fernando Trueba. Todo lo que era alegría, dinamismo y sorpresa en La niña de tus ojos se convierte en fórmula y desidia en esta. Una absoluta decepción, un naufragio cinematográfico del que nadie se salva. Tristeza.
  • Okja (2017)Bong Joon-ho. Un autentico bodrio al que el ruido provocado por el hecho de estrenarse directamente en Netflix ayudó para promocionarse como cine de calidad y comprometido. Un cuento imbécil animalista incapaz de asumir sus propias contradicciones. Humaniza de manera tramposa a los animales (bueno, solo a los que le interesa) para ofrecer al espectador un relato emocional tan pobre como deplorable.
  • Soy un cyborg (2006) Park Chan Wook. Uno de los directores cuyas películas más me han impactado en los últimos 15 años convierte una simple historia sobre dos adolescentes socialmente inadaptados en pura poesía, en una oda a la comprensión y a la tolerancia. Puro cine.
  • 20th century women (2016)Mike Mills. Los retratos femeninos en el cine actual cada vez son más matizados, complejos y poliédricos. La mujer deja de ser un personaje plano, usado poco más que como estereotipo, para convertirse en alguien multidimensional, que respira, siente y reflexiona. Esta película podría parecer otra muestra de ello pero, a pesar de resultar interesante, el filtro masculino, el yugo de género, sigue presente en la construcción de esos personajes femeninos.
  • Proyecto Lázaro (2016)Mateo Gil. Muestra de un cine de ciencia ficción cuyas ambiciones superan con creces la capacidad y las limitaciones de los que se enfrentan a la tarea. Parte de una idea prometedora que termina derrumbándose debido al abuso de un sentimentalismo estúpido y convencional. En lugar de explorar las contradicciones que un avance como el que presenta la historia podría suponer (volver de la muerte) prefieren encallarse en el dolor y en la pérdida. Menudo coñazo.
  • Golpe en la pequeña China (1986) John Carpenter. La película contiene todos y cada uno de los motivos habituales por los que se ha convertido en leyenda el cine de los 80. Tal vez fue la incapacidad de apelar a la nostalgia pero me pareció una película sin ritmo, absurda y finalmente aburrida. Curioso.
  • Ghost in the shell (2017)Ruper Sanders. Recuerdo el impacto (y la incomprensión) que me supuso ver el anime original en su momento. La clave era la reflexión sobre lo que significaba ser humano (en la línea de Blade Runner). No encontré nada de esto en esta película. Provoca una enorme tristeza asistir a la simplificación audiovisual de aquello que sabes complejo.