Estos son los libros nuevos (sin contar relecturas) que leí este año. Son unos pocos menos que en años anteriores pero en general las lecturas han sido fantásticas.
- Tan lejos de Krypton – Daniel Ruiz García. Emocionante y cautivadora inmersión en el universo infantil. El autor lleva hasta el límite la apuesta de transformar su voz en la de un niño que habita esa España mitológica de los 80, donde aún era posible la existencia de los superhéroes y donde sólo la realidad podía venir a ensuciar para siempre sueños e ilusiones. Brillante, nostálgica y apasionada esconde en su interior una evidente melancolía por una inocencia que se fue para no volver.
- Todo empezó con Obdulio – Bosco Esteruelas. Novela escrita desde el estupendo y manifiesto rencor del autor hacia una empresa (PRISA, El País) en la que trabajó durante años. Ese rencor y la rabia por el acoso y el despido final que sufrió en sus carnes Esteruelas sirve como motor de una historia pésimamente escrita cuya mayor utilidad es descubrirle a los lectores la realidad de la podredumbre y corrupción moral de la redacción de uno de los periódicos más influyentes del país, que fue durante años el equivocado faro moral de un par de generaciones de españoles
- Perros de porcelana – Marin Ledun. Intensa, brutal, honesta, perturbada y febril novela que retrata la presión laboral en una de las grandes empresas francesas así como el deterioro mental y físico al que la nueva economía y las nuevas formas del capitalismo llevan a unos trabajadores desorientados, egoístas y aislados, incapaces de enfrentarse solidariamente a un sistema que los devora y los arroja al abismo del suicidio o la invalidez emocional. Absolutamente recomendable. De lo mejor que leí durante este año
- 2020 – Javier Moreno Tal vez junto a Alma, la novela que más me ha gustado del autor. Moreno se deja ensuciar por el mundo que lo rodea, advierte la coyuntura social en la que su labor literaria se desarrolla y pone su elegante lenguaje y su genuina capacidad de disección al servicio de una extraña distopía en la que los aforismos se multiplican y las reflexiones críticas sobre la sociedad y la economía se ven enriquecidas gracias a una extraordinaria habilidad para interrelacionar lo micro y lo macro en ambos campos. Un gran novela.
- El desengaño de Internet, los mitos de la libertad en la red – Evgeny Morozov. Pertrechado con infinidad de datos contrastados y citando trabajos e investigaciones muy bien fundamentados, Morozov construye un devastador ensayo con el que intenta desmitificar las bondades libertarias de Internet y el pretendido carácter emancipador de las redes sociales. Su tesis central es que Internet y sus redes sociales pueden terminar favoreciendo el control de los ciudadanos y el fortalecimiento de Estados autoritarios a los que les resulta muy sencillo desactivar los movimientos sociales contestatarios gracias la exposición digital de sus enemigos. Aún siendo excesivamente farragoso y en ocasiones demasiado reiterativo, la lectura de este libro es importante porque entronca con un movimiento intelectual crítico que en los últimos años nos viene advirtiendo que junto a los evidentes aspectos positivos de la red, también hay que saber reconocer sus potenciales peligros y sus falsas virtudes, algo que en demasiadas veces queda opacado por el entusiasmo acrítico promovido por tanto gurú (de pacotilla) 2.0
- El asesino de la regañá – Julio Muñoz Gijón. Un divertimento sin mucho recorrido sólo apto para sevillanos y conocedores de la extraña y particular idiosincrasia de la capital andaluza. Un manual de tópicos utilizados con humor y desparpajo que provoca la sonrisa continua y alguna carcajada. Un soplo de aire fresco que sirve para abrir las ventanas y ventilar las estancias clasistas y rancias de una de las ciudades españolas más ensimismadas consigo misma.
- Keynes vs Hayek – Nicholas Wapshot. Magnífico ensayo que abre puertas a una mejor comprensión de los fundamentos económicos e ideológicos en los que se basan los trabajos de dos de los economistas más influyentes del siglo XX, a los que se les suele citar como origen intelectual de políticas económicas que en muchas ocasiones no son más que groseras deformaciones de las complejidades de sus pensamientos. Muy interesante y ameno.
- En la orilla – Rafael Chirbes. Descarnada, despiadada y terrorífica narración de las consecuencias sociales de la crisis que ofrece una crítica y pesimista visión del ser humano. Una de las novelas del año, sin duda. Chirbes se hace reiterativo, a veces cansino, gira una y otra vez sobre las historias y sus personajes, sobre sus miserias, sus traiciones vitales, sus renuncias. Manosea hasta la extenuación sus vidas, sus pensamientos y sus emociones, dejando que ellos mismos se hundan solos en el fango, en ese pantano con el que abre la historia y cuya presencia constante sirve como metáfora de la vileza y la podredumbre moral de un país condenado. Junto a Crematorio forma un díptico imprescindible que perdurará en la historia como prueba literaria de enorme valor para comprender la España supuestamente democrática surgida del hedor franquista. Imprescindible.
- Declaración – Toni Negri y Michael Hardt. En poco más de 100 páginas los autores (que lo son también de los famosos ensayos de filosofía política Imperio y Multitud) se sacuden la ininteligibilidad académica y bajan a la arena de la divulgación activista para enfrentarse con una realidad que los invoca. Por un lado describen con brillantez las nuevas subjetividades sociales construidas por el triunfo neoliberal y sus crisis (el endeudado, el mediatizado, el seguritizado y el representado) y por otro intentan poner las bases de un programa político, económico y social alternativo encaminado a una gestión comunitaria de los bienes comunes (algo que para los autores debe ser la prioridad de las nuevas luchas sociales enfrentadas al tiempo al poder de los Estados supuestamente representativos que se arrogan la gestión de lo público y al poder del voraz capitalismo neoliberal globalizado). Instructivo.
- La comunicación jibarizada – Pascual Serrano. En la línea de Superficiales, ¿qué está haciendo Internet con nuestras mentes? de Nicholas Carr, el autor de este ensayo indaga en algunas de las consecuencias negativas que el bombardeo de información y la multiplicación de opiniones en la red provoca en un receptor que termina ahogándose en un continuo informativo que impide la lectura sosegada, analítica y profunda. La incapacidad de concentrarnos en una sola tarea, de leer en profundidad sin interrupciones y de distinguir información relevante de información basura son otros de los aspectos negativos que esta jibarización de la comunicación trae consigo y aunque en algunas ocasiones el autor parece caer en un conformismo nostálgico respecto al estatus anterior (por ejemplo respecto al periodismo) lo cierto es que la advertencia es seria y fundamentada. Una lectura nutritiva que provoca reflexión y que hizo que yo mismo escribiera sobre el asunto
- El público – Bruno Galindo. Un novela adictiva que dice más de lo que parece contar sobre las contradicciones inherentes a nuestra sociedad. Absolutamente recomendable. Aunque no es el tema central de la novela el desarrollo de su historia de amor pasando por todos los estadios "del manual" en unas pocas páginas es una gozada. Me recordó al surrealista paseo de Total, el mediometraje de José Luis Cuerda en el que, a diferencia Galindo (más realista en la construcción) se decanta por el estilo mágico de Cortázar para hacer algo similar.
- Ejército enemigo – Alberto Olmos. Un planteamiento crítico con el buenrollismo solidario acompañado de una escritura de calidad que es capaz de mantener la tensión narrativa hasta la llegada de un desenlace insatisfactorio en el que Olmos no parece decidirse por llevar hasta el final las consecuencias de su apuesta. Se va diluyendo poco a poco
- Todo lo que era sólido – Antonio Muñoz Molina. Uno de los ensayos patrios que todas las listas de libros ponen por las nubes. No lo puedo entender. No es más que una colección de lugares comunes más o menos acertados (en ocasiones incluso brillantes en su exposición, en otros casos muy pobres) que le sirven al autor para exonerarse a él y a su generación de sus responsabilidades históricas para descargarlas íntegramente en la caterva de políticos corruptos e inútiles que se hizo con España a medida que avanzaba la democracia. Como si estos políticos hubiesen surgido por generación espontánea. Como si no existiera un contexto socioeconómico que permitiera y fomentara la deriva del ladrillo ante la que tantos callaron para lucrarse y medrar. Como si ante muchas de las luchas sociales que se fueron perdiendo muchos no miraran a otro lado criticando aspectos estéticos de las mismas que parecían causarles desazón. Como algunos que ahora mutan en furibundos intelectuales. Increíble que el libro se haya convertido en referencia de la España socialdemocrata. O más bien es todo un síntoma.
- La habitación oscura – Isaac Rosa. Como suele decir Belén Gopegui todas las novelas son políticas pero lo que sucede es que las que nacen adaptadas al sistema pueden parecer que no lo son, que son entretenimieto inocuo. Esta desde luego sí lo parece. Estamos frente una novela política crítica. O habría qué decir sociológicamente crítica. Trata un tema al que en este blog yo mismo había dedicado mi atención: la negación de los miembros de nuestra generación a aceptar la realidad adulta.Y como consecuencia de ello su elección vital más controvertida: optar por esconderse de esa realidad para seguir de fiesta, como cuando éramos jóvenes y felices, en los pocos oasis de tiempo libre que ofrecía un sistema socioeconómico que día a día precarizaba más y más nuestras vidas y trabajos. Incapaces de enfrentarnos de manera combativa y solidaria a una realidad deprimente que nos aislaba. Una novela fundamental escrita con gran pulso narrativo con una arriesgada apuesta formal que termina siendo uno de sus mayores aciertos.
- Noir – José Luis Garci. Un repaso sentimental y desordenado al cine negro (básicamente norteamericano), una de las mayores fuentes de placer cinematográfico de un Garci desatado que entremezcla el cine con su vida para ofrecernos una clase magistral de cinefilia a la vieja usanza. Siempre he sido un absoluto devoto del Garci cinéfilo, del Garci amante del cine. De su manera de hablar de él, de sentirlo y de vivirlo.
- Territorio comanche – Arturo Pérez Reverte. Un mal chiste. El autor intenta reconstruir sus sentimientos y experiencias al límite como corresponsal de guerra buscando emular la camaradería masculina propia de una película de Howard Hawks. Pero no es Hawks, claro. Y lo que le sale es un engendro pésimamente escrito en el que los cotilleos y las facturas cobradas a compañeros de profesión se intercalan con bravuconadas inconexas en una historia sin trama ni argumento que apenas llega a alcanzar a ser una recopilación de anécdotas más o menos verosímiles.
- La composición de la imagen en movimiento – Simón Feldman. Uno de esos pequeños ensayos que suelo leer para no perder contacto con los rudimentos de la construcción intelectual de imágenes con el objetivo de comprender mejor el cine y en general la enormidad de imágenes que consumimos cada día. Tan útil como intrascendente.
- Alimento para moscas – Jon Obeso. Decepcionante. No me gustó este análisis entomológico de las relaciones y emociones humanas de un pueblo del interior de España. Terminé aburrido, sin ganas de desentrañar las claves literarias que el escritor seguro que manejaba.
- La nueva razón del mundo (ensayo sobre la sociedad neoliberal) – Christian Laval Y Pierre Dardot. Tal vez el ensayo que más me hizo reflexionar durante el año, al que más vueltas le di. Me obligó a pensar y repensar ideas ya asentadas y que había que volver a matizar. Un libro excelente, muy interesante, sustentado en una abundante bibliografía a partir de la cual los autores se adentran en la ardua tarea de esclarecer la bases intelectuales y sociales desde las que se conformó lo que hoy llamamos neoliberalismo, las novedades que presenta respecto al liberalismo clásico, su relación con escuelas como la ordoliberal alemana y el cambio de paradigma que supuso transformar el Mercado para que dejara de ser un lugar de intercambio (donde todos tenían algo que ganar) a otro de competencia (en el que uno sólo gana si existen otros que son derrotados), poniendo de relevancia además el papel fundamental del Estado y la política en la construcción de una regulación específica que despejara las trabas al nuevo capitalismo global y financiero que se terminaría imponiendo. Muy recomendable.
- Reconstrucción – Antonio Orejudo. Orejudo no falla y vuelve a regalarnos una novela excelente que tras su falsa apariencia de entretenida novela histórica y más bien desenfadada (que lo es) esconde un crítica certera y lúcida a las sociedades modernas y sus diversos y ricos fundamentalismos. Me gustó mucho.
- Sociofobia – César Rendueles. Otro ensayo cuya lectura resultó de tremenda utilidad. Comienza con una crítica acertada a las ciberutopías y al ciberfetichismo de los que piensan en Internet como el gran factor moderno emancipatorio del ser humano, el elemento clave que nos dará la posibilidad de conjugar la necesidad de formar comunidades altruistas socialistas con la necesidad de mantener nuestra egoísta libertad individual liberal. Posteriormente, de manera brillante y didáctica, Rendueles no duda en equipar el egoísmo y el altruismo como decisiones personales no contradictorias entre sí y enfrenta ambas actitudes a lo que considera que debe ser necesario para superar los problemas de sociofobia actuales propios del capitalismo avanzado: por un lado la necesidad de un compromiso cooperativo normativo que nos haga responsables de la gestión de los bienes comunes y, por otro, como eje fundamental de su planteamiento, la construcción de una "ética del cuidado" centrada en la (co)dependencia y los cuidados mutuos que se imponga sobre la tentación individualista a la que el capitalismo nos ha conducido. Más allá de acuerdos y desacuerdos Rendueles provoca un debate continuo en cada una de sus páginas, siendo tan riguroso como ameno en sus exposiciones. Excelente.
- Karoo – Steve Tesich. Pocas veces he estado más de acuerdo que con esta crítica negativa (escrita por Fran G. Matute en Estado Crítico) que leí de la novela tras terminar de arrastrarme por la lectura de sus 700 páginas. Y eso que pocas novelas tienen un arranque tan fulgurante como tiene ésta gracias a la presentación de un personaje principal, Karoo, tan cínico como miserable, del que te enamoras al instante. Guionista de cine con tanto éxito profesional como fracaso creativo, Karoo es un hombre inteligente y débil, con una extraordinaria lucidez para analizar sus propias miserias y comprender el asco y la pena que da a los que lo rodean, sin tener en ningún momento la intención de cambiar su licenciosa vida y su patética manera de encarar la paternidad. Pero después, tras el brillante arranque (de más de 200 páginas), la historia va convirtiéndose ante los ojos incrédulos del lector (que siempre espera algún giro que la reconduzca) en un coñazo inaguantable, hundiéndose pagina a pagina en el lodazal de una redención idiota e incomprensible, para la que además el autor recurre a una cansina reiteración de situaciones e ideas, y a recursos pueriles más propios de una telenovela. Un fiasco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario