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16 febrero 2012

Sobre la ampliación del Bachillerato (I): primeras ideas


El Bachillerato de tres años ha sido de momento, la propuesta estrella del nuevo gobierno del PP en materia de educación. Esta ampliación del Bachillerato supondría la reducción de la Educación Secundaria, que pasaría de estar formada por cuatro cursos a estarlo sólo constituida por tres, aunque se mantendría la obligatoriedad de estudiar hasta los 16 años. La propuesta, como no podía ser de otra forma, ha significado un terremoto dentro del mundo educativo donde, de manera bastante superficial, se han empezado a escuchar las consignas habituales que atacan o defienden la reforma sin mucho criterio y con una pobre argumentación. Por un lado, se escuchan voces airadas que la atacan desde las trincheras de la izquierda menos reflexiva y más panfletaria. Estas voces la tachan de regresiva y segregadora por eliminar un curso común de la ESO, y obligar a los alumnos, tras terminar el tercer curso de Secundaria, a elegir entre un camino centrado en la Formación Profesional que lo llevaría a un acceso más directo al mundo laboral y otro, el del Bachillerato, más enfocado a los estudios universitarios. Más allá de que esta argumentación sólo se puede entender si está construida por personas que desde hace mucho tiempo no pisan un centro educativo (o jamás lo pisaron tras ser estudiantes) y juegan a montar sus utopías educativas desde algún despacho universitario o político, en el fondo la izquierda critica la reforma fundamentalmente porque la hace la derecha. Por otro lado, desde las trincheras de la derecha, se aplaude la reforma en primer lugar porque no la hace la izquierda, y en segundo lugar porque creen que está en sintonía con su cansina, gastada e irrelevante cantinela de volver a poner en valor (¿volver?) el esfuerzo y la excelencia. En general, el nivel de análisis que he encontrado sobre este asunto me ha parecido más bien pobre, muy entrelazado con las luchas políticas y muy poco fundamentado en la experiencia diaria de los centros educativos. Por ello voy a intentar valorar la propuesta, aclarar malentendidos y argumentar por qué me parece una medida acertada que va a mejorar nuestro sistema educativo.

Sí, considero que la propuesta de aumentar un curso el Bachillerato a costa de reducir un curso la Educación Secundaria es una decisión muy positiva. Es algo que llevo defendiendo desde hace años. Evidentemente, otra cuestión será cómo se llevará a cabo el tránsito a esta nueva estructura y cuáles serán las prioridades y los principios ideológicos en los que finalmente se fundamente el cambio, pero dicho cambio era imprescindible para solucionar algunos de los problemas más graves que tenía la educación en este país, problemas relacionados con el fracaso escolar y que afectan con mayor intensidad (desgraciadamente) a la enseñanza pública. Obviamente, no se debe esperar que esta reforma resuelva el grave problema de fondo que sigue teniendo la educación en España, que está relacionado, entre otras cosas, con las enormes diferencias sociales y de entornos familiares de lo alumnos, las enormes diferencias respecto a las expectativas que los alumnos y sus familias ponen en su formación académica, la brecha insalvable entre los contenidos que se trabajan y los intereses inmediatos de muchos de ellos,  la falta de fe en que los estudios puedan conseguir un futuro mejor o la privatización (vía concertación) de la propia educación, algo que pone en riesgo el principio de igualdad de oportunidades de un servicio público esencial. Es evidente, por tanto, que un mero cambio estructural que no viene ligado a una mayor financiación, a unos mayores recursos y en definitiva, a un cambio de filosofía respecto a la importancia de la educación en la sociedad (que permitiera comprender su relevancia más allá de una formación superficial enfocada simplemente al mundo laboral), no va a conseguir generar un nuevo y radical impulso formativo que permita despegar cultural y profesionalmente a este país. No se puede pretender que este cambio normativo consiga en ningún caso cumplir nuestros sueños de una educación más justa y de mayor calidad, pero no por ello se puede despreciar una reforma como ésta, que puede conseguir aliviar algunas de las tensiones existentes en los centros educativos, mejorar el contexto organizativo y permitir una salida formativa a muchos de los alumnos que hasta ahora, en aras de una pretendida igualdad de oportunidades y de un sistema de enseñanza comprehensiva llevado a un límite dogmático, los íbamos dejando tirados por el camino. En mi opinión, el mayor fracaso de la LOGSE no fue esa filosofía colaborativa y democrática posteriormente tan denostada y ridiculizada, centrada en el alumno, en sus necesidades y en su ritmo de aprendizaje, y que se vio debilitada por una aplicación suicida, sin medios suficientes ni comprensión real del significado de la enseñanza dentro la sociedad que la organiza. De hecho, muchos de los aspectos de este planteamiento, como el necesario acercamiento del profesor al alumno, la necesidad de partir de las ideas previas de éste para desarrollar los nuevos conocimientos o el fomento del trabajo colaborativo, tan de moda veinte años después, me parecen muy acertados y de enorme valor. No, el gran fracaso de la LOGSE fue construir una Educación Secundaria Obligatoria de cuatro (larguísimos) cursos en la que el último de ellos terminó siendo un extraño híbrido imposible de gestionar. Por un lado, a ese nivel, ya no era posible soslayar la necesidad de profundizar en unos contenidos mucho más complejos y específicos que permitieran a los alumnos ir desarrollando su pensamiento abstracto, abandonando los aspectos más básicos y meramente divulgativos que se trataron en los cursos anteriores. Por otro, ese curso significaba el fin de etapa y el momento de obtener el título de graduado, lo que obligaba a tener en consideración la situación personal de cada uno de los alumnos, a los que suspender condenaba en muchos casos a abandonar el circuito educativo convencional sin nada que certificara sus años estudiados. Además, este curso destapaba una realidad que las leyes inicialmente no contemplaban: la imposibilidad de construir un mismo itinerario para todos los alumnos durante toda la ESO, debido a los diferentes ritmos de aprendizaje y las diferencias formativas que ello creaba (más allá de las razones por las que se produjesen esos desfases), por lo que la solución final consistía en habilitar una optatividad surrealista que permitía a los alumnos diseñar un último curso de la ESO que, en muchos casos, carecía de cualquier valor formativo y propedéutico. Por último, dicha estructura de la Educación Secundaria obligaba  a construir un Bachillerato muy reducido, de sólo dos cursos, lo que unido de nuevo al carácter terminal del segundo curso de esta etapa de estudios no obligatorios, y a la necesidad de preparar a los alumnos para la Prueba de Acceso a la Universidad, pronto se demostró completamente insuficiente para una correcta, coherente y provechosa formación del alumnado.

En el siguiente post intentaré resumir algunos de los motivos por los que considero que esta reforma es positiva, y trataré de desmontar ciertas ideas peregrinas que están circulando sobre ella. Posteriormente expondré los miedos y dudas que me surgen en su aplicación por ser el PP el partido que la lleva a cabo, con la enorme libertad de maniobra que su  mayoría absoluta en el Parlamento le otorga.

(Continúa)

19 noviembre 2011

Reflexiones (agrias) para estos tiempos (cutres)

Tiempos cutres.  Una definición perfecta. Un buen amigo, mirando al infinito, y tras un segundo de reflexión, se refería así a los momentos que vivíamos, mientras nos evadíamos de una cansina cháchara discutiendo en voz baja la viabilidad (económica) de tomarnos una segunda copa.
  • Grecia e Italia han mostrado el camino. Tecnocracia, lo llaman. Golpe de Estado de guante blanco, más bien. Al final el pavo éste va a tener razón cuando decía que Goldman Sachs controla el mundo. Así, de repente, tres de sus hombres controlan directamente Grecia, Italia y el BCE. Indirectamente… dejemos volar la imaginación conspiranoica.
  • Una de las consecuencias más importantes de no tener hijos: no tengo tan fácil justificar patéticas decisiones personales que entren en contradicción con mis discursos. Los hijos como gran excusa para no hacer lo que se debe hacer. Seguido muy de cerca por la hipoteca. Y creen que cuela. Y que los tienes que entender. Por los cojones.
  • Veamos el futuro panorama televisivo de Madrid: TVE (en manos del PP… ¿Volverán Urdaci y Buruaga? ¿O se traerán a Nacho Villa desde Castilla La Mancha?), Antena3 (su directora de informativos está casada con Piqué, antiguo ministro de Aznar, y la empresa matriz edita La Razón…¿Hace falta saber más?), T5 y Cuatro (en manos de uno de los mayores crápulas de las últimas décadas, representante real de la esencia del capitalismo: “todo para mí y que se jodan los demás”), La Sexta (que tras las elecciones le quedarán dos telediarios. Pretende pasar por crítica y de izquierda porque hace humor con los tópicos más tontos de la derecha liberal y conservadora. Con qué poco se conforman algunos), Intereconomía (la caverna: delirante, ridícula, extremadamente nociva), Telemadrid (bastión de La Marquesa: jamás vi un canal público menos plural y tan manipulado como éste), Veo TV (El Mundo más casposo en manos del púgil de los medios Carlos Cuesta… El careto de este tío mientras ejerce de imposible moderador en las tertulias no tiene precio), 13 TV (puro y cutre conservadurismo moral. Canal propiedad de la iglesia católica española. Poco que añadir, salvo que entiendo que parte de su presupuesto lo pago yo con mis impuestos), Libertad Digital (lo que empezó como un proyecto liberal moderno se ha convertido en un lugar de rencor, miseria y abyección moral)… Más allá de estos canales están los de echadores de cartas, pitonisos, concursos amañados y demás morralla…
  • Dicen que hay libertad de prensa en España. Yo miro los medios televisivos por los que se informan los madrileños y me descojono. Libertad del capital para comprar medios y no de los ciudadanos para informase críticamente comparando voces. Y luego vendrá el tonto elitista de turno y diré que no ve la tele y que en esta época de Internet ya no es tan importante. Idiotas.
  • Los mercados aprietan a España junto antes de las elecciones. No tengo dudas, es el último empujón del capitalismo financiero para amedrentar a la población y que la derecha liberal arrase en las elecciones
  • Llevar una camisa verde defendiendo la educación pública hace que expedienten y sancionen a dos limpiadoras de un colegio público. Mientras, muchos de mis compañeros bajan la cabeza y se arrugan como pasas ante mis ojos.Y son funcionarios con el puesto laboral mucho más seguro que ellas.
  • Una mujer termina muriendo mientras ejerce de pelota de ping pong entre distintos hospitales catalanes. Hace falta recortar, dicen. Que se corten ellos las pelotas y nos dejen a los demás en paz.
  • Los silencios del café. No querer molestar. La autocensura. La discreción. Siete profesores de huelga de veinte posibles… Tanta educación… Venga, no me jodas
  • Ante las elecciones de mañana: las gaviotas genovesas acechan. Los tiempos cutres serán oscuros

Sí, estoy encabronado... ¿Algún problema?

30 septiembre 2010

Foucault en el aula

Intento explicar el concepto de ley científica en una clase de 3º de ESO. Para contrastar ideas les interrogo sobre sobre lo que es una ley humana. Uno de los chicos (un repetidor de casi dos metros de alto y que promete emociones fuertes este año) levanta inmediatamente la mano y me contesta: "algo que está para incumplirse". Nos miramos un segundo y sonreímos ambos. Se escuchan risas en el aula

Inmediatamente recuerdo un extracto del librito de Michel Foucault que leí hace un tiempo y al que regreso periódicamente. En él, a través de Deleuze, se disecciona la renuncia metodológica que reclama Foucault sobre cinco postulados. Sobre el que nos interesa, el extracto dice así:

"Postulado de la legalidad (según el cuál el poder del Estado se expresa por medio de la ley): Debe ponerse en juego otra comprensión de la ley no como lo que demarca limpiamente dos dominios -legalidad-ilegalidad-, sino como un procedimiento por medio del cual se gestionan ilegalismos [...] la ley no es un estado de paz sino la batalla perpetua [...] la ley no está hecha para impedir tal o cual tipo de comportamiento, sino para diferenciar las maneras de vulnerar a la misma ley" (la negrita es mía)

El instinto adolescente

08 abril 2010

Revelaciones

"¿Soy el único que desconfía de las películas galardonadas por el público en los festivales de cine? Cualquiera diría que los asistentes de a pie están empeñados en ejercer durante los certámentes como quitacolumnistas de lo que consumen a diario en las salas comerciales y la pequeña pantalla, distinguiendo a la postre casi sin excepción la película más pueril de entre las programadas."

Diego Salgado en Cahiers du Cinema a propósito
de la película Siempre hay tiempo de Ana Rosa Diego

La fina línea que separa la pedantería del análisis lúcido La asfixia de la coacción invisible, que exige respetar de manera acrítica y artificial, buscando la aquiescencia y la complicidad de la masa, que reivindica su mediocridad como canon rector, su ignorancia como derecho inalienable y su inviolable honra como elemento amenazador: cualquier ofensa será origen de linchamiento público (el conocimiento y la erudición como síntomas de enfermedad o frikismo, que deben llevarse en silencio, sin ostentanción y hasta con cierta vergüenza). Con su coro de intelectuales que asumen el signo de los tiempos y se postulan como tutores de la vulgaridad en nombre de una extraña democratización de las obras culturales. La visceralidad sincera cimentada en argumentos como máximo elemento perturbador, que a veces permite vislumbrar las sombras, intuir Matrix. El esnobismo como amenaza latente, siempre parcialmente presente, la otra cara de la moneda, tan difícil a veces de discernir.

Una crítica que estimula y se moja sin disparar desde una trinchera. Un soplo de aire fresco.