
Naves silenciosas me la recomendó mi hermano Juanma. Un borrón en su trayectoria como asesor cultural. No me puedo quejar, gracias a él descubrí a los quince años el mundo de Asimov, posteriormente me abrió las puertas de la literatura norteamericana del siglo XX (Miller, Chandler, Capote...) y también fue él el que me hizo sentir la curiosidad por descubrir el cine expresionista alemán de los años veinte. Un cine que ha significado mi mayor descubrimiento estético en los últimos años. Pero nadie es perfecto. Recuerdo el día que me comió la cabeza con la película: cenábamos unos platos de pulpo gallego cojonudo en un bar del centro de Sevilla (pagaba él, por supuesto) hará unos nueve o diez años. Esa misma noche me recomendó Planeta prohibido. Con ésa no falló, pero con ésta... Todos estos años tratando de encontrarla y cuando lo consigo...
Un día cu

El comienzo es demoledor, casi como una advertencia: primer plano de un caracol. Un puto caracol. Y mientras la cámara se va alejando de él, mostrándonos un vergel, arrancan las primeras notas de una canción setentera horrorosa cantada por el icono pacifista-ecologista de la época: Joan Baez. Ahí me tenía que haber plantado. Esta cosa hippiosa y pretendidamente profunda prometía, de repente, ser un muermo de cuidado. Pero decidí darle una oportunidad. Lógicamente, me equivoqué.

Ha pasado media hora de película. Media hora lenta, soporífera, donde no se consigue ninguna implicación con los personajes y sólo deseas que no vuelva a cantar Joan Baez porque excitará mis ganas de bombardear Vietnam. Hasta ahora hemos visto algunas conversaciones, interacciones entre los tripulantes, un partida de cartas, los asesinatos. Queda una hora de película, queda lo peor. Y todavía algunos frikis de internet califican a esta obra como pequeña obra maestra... Ufff.
El naturalista loco se empieza a sentir solo. Comienza así la lamentable humanización de unos robots en forma de tronco piramidal que sirven para el mantenimiento de la nave (en los cuales yo diría que se ins
piró mas tarde Lucas para crear a R2D2). Lo dicho, el tipo se siente solo de manera que con ¡¡un soldador!! cambia algunas conexiones de los programas de control de los robots y así los dota de cualidades humanas. Lo que traducido al desarrollo de la historia significa que son capaces de operarlo de una herida grave y (lógicamente, se trata de algo muy importante) aprenden a jugar al póquer. La secuencia del pavo éste jugando a las cartas con los robots es grotesca, pretende por un lado hacer gracia y por otro hacernos reflexionar sobre la soledad del hombre en el espacio y la necesidad de compañía. Lo dicho, pretende. Lo que de verdad consigue es tan sólo inducir al vómito y sentir vergüenza ajena por el pobre actor que a esas alturas estaría maldiciendo a su agente por meterle en semejante embolado. Casi entran ganas de zapear para evitar observar su sufrimiento.

Y la cosa sigue. El eremita asesino da vueltas con un coche por la nave, de manera un poco enloquecida, recordando con culpa sus asesinatos. Porque claro, una cosa es que sea un ecologista radical (y se trate de una película denuncia y pro-naturaleza) y otra que el guionista (eran guionistas, uno de ellos Michael Cimino, ganador de todos los premios imaginables años después con El Cazador. Lo que hay que hacer para comer en época de vacas flacas) no recuerde que están en una producción americana y que si uno es un asesino a sangre fría, antes o después tendrá dilemas morales y terminará muriendo para expiar sus culpas. En uno de estos paseos exculpatorios y un tanto suicidas con el coche, llega a la zona del bosque y observa que todo él está semimuerto, casi sin vida.
Vamos, que el tío lo único que tenía que hacer era cuidar el puñetero bosque y encima es sorprendido por esta extraña enfermedad. ¡Qué tipo tan inútil! Nervios, tensión, el bosque se nos muere... ¿Qué hacemos? Debería sufrir un poco ante tremendo desastre natural, el último bosque, el fin de la naturaleza, pero lo cierto es que sólo pienso que a ver si el robot que queda (al otro lo atropella en una de sus carreras de coches por la nave) se transforma en Chuky y se lanza a por él, lo ata a un árbol y se lo carga a base de hacerle comer plantas y gusanos crudos. Pero no tengo suerte. El tío se devana y se devana los sesos, busca en libros intentando
buscar explicaciones a la extraña enfermedad que aqueja a su bosque. Y mientras, además, recibe una llamada del mando que le comunica que lo han encontrado gracias a los radares y que en breve lo salvarán. Joder, pero él no quiere ser salvado, el quiere salvar y proteger al bosque... ¡Qué nervios!... Y Joan Baez que sigue cantando de vez en cuando, y el tipo que no encuentra la solución, y el robot que pasea por allí dando tumbos; hasta que por fin, cuando los rescatadores ya van a llegar a la nave le comentan algo por radio que le hace ver la luz: ¡¡se está alejando del Sol cada vez más y por tanto las plantas sin luz solar se están muriendo!!
¡¡Pero será zoquete!! ¡¡Será tarugo y obtuso el tío para no darse cuenta de que sin luz las plantas se mueren!! ¡¡Menudo botánico de pacotilla!! En fin, que el tío coloca unas lámparas halógenas en medio del bosque como sustituto solar (lo que vayan a durar las lámparas no lo sabemos, ni nos lo dicen), deja al cuidado del bosque al robot que queda útil y expulsa la cápsula con el bosque y su nuevo cuidador (debidamente reprogramado para sus nuevas funciones jardineras) al espacio, esperando que los que vienen a rescatarlo crean que también lo ha destruido. Después, ya en la nave, conecta cuatro o cinco bombas nucleares (no vaya a ser que una sea poca efectiva) y se suicida... ¿Final?
No hombre, no, si el director o el guionista yo creo que han montado toda esta batalla sól
o para mostrarnos ese plano final de un robot cuidando amorosamente de un bosque que los humanos no han sabido valorar ni preservar. La moraleja es clara, para idiotas, pero para reforzarla aparece de nuevo la voz chirriante de Joan Baez para que todos mis nervios se pongan a cien. Sólo el recuerdo me está encabronando. ¡Qué coñazo de película! Está claro, termino de escribir esto y dejo el ordenador. Tengo una misión. Inducida subliminalmente por la película.
Me voy a cargar la pilistra, esa cosa de verdes hojas que invade mi salón. La voy a destrozar.

¡¡Pero será zoquete!! ¡¡Será tarugo y obtuso el tío para no darse cuenta de que sin luz las plantas se mueren!! ¡¡Menudo botánico de pacotilla!! En fin, que el tío coloca unas lámparas halógenas en medio del bosque como sustituto solar (lo que vayan a durar las lámparas no lo sabemos, ni nos lo dicen), deja al cuidado del bosque al robot que queda útil y expulsa la cápsula con el bosque y su nuevo cuidador (debidamente reprogramado para sus nuevas funciones jardineras) al espacio, esperando que los que vienen a rescatarlo crean que también lo ha destruido. Después, ya en la nave, conecta cuatro o cinco bombas nucleares (no vaya a ser que una sea poca efectiva) y se suicida... ¿Final?
No hombre, no, si el director o el guionista yo creo que han montado toda esta batalla sól

Me voy a cargar la pilistra, esa cosa de verdes hojas que invade mi salón. La voy a destrozar.