Ahora llegan las oleadas de atracos. Objetivo: los adosados de la clase media acomodada de nuestro país. Pánico en los pitufos.
El año pasado fue la valla de Marruecos. La invasión inmigrante nunca cesa en nuestros medios. También es época de cayucos y naves nodrizas. Un amigo canario me cuenta que no vienen este año más que el pasado. Pero ahora llegan a Tenerife y no a Fuerteventura. No están acostumbrados.
¿Por qué separar ambos asuntos? Acebes se lo preguntó y se lo respondió a sí mismo. Puso su cerebro en marcha y además tuvo la amabilidad de compartir sus cavilaciones con los demás, pobres mortales que no nos atrevemos a decir lo que él proclama. ¡Cuánta valentía! ¡Cuánto atrevimiento! Sólo él es sincero y tiene los arrestos necesarios. Para él la cuestión está clara: la inmigración es el problema. Los putos inmigrantes se están cargando nuestro estado del bienestar. Han descubierto nuestras debilidades garantistas y se aprovechan de ello. Con la boca pequeña matiza: “no son todos los inmigrantes, son los que no vienen a trabajar”. Yo traduzco: “No son todos los inmigrantes, sólo aquéllos que no vienen dispuestos a arrastrarse limpiando nuestros suelos, o a trabajar sin descanso en la construcción, o en lo bares, o en el campo". Los sumisos y humillados no molestan. A éstos les dejamos quedarse, pero de momento que no vengan más, que se queden en sus países. Da igual que se mueran de hambre o de desilusión, que no se preocupen, que aguanten, que ya les llamaremos mediante cuotas laborales para que vengan a esclavizarse puntualmente, según nuestros antojo y nuestras necesidades.
No parece útil explicar que los que presuntamente cometen esos delitos de robos violentos son blancos centroeuropeos. Los que vienen en cayucos no tienen fuerzas para cometer muchos delitos. O simplemente no los cometen.
Pero da igual, primero se siembra y después se recoge. El Mundo recoge en portada que el 70% de los españoles considera que ya hay demasiados inmigrantes en el país. Demasiados...¿Alguien me puede explicar que es demasiados? ¿Sin que aparezca el inevitable cinismo conservador y egoísta?
Curioso el tratamiento informativo de los atracos. ¿Desde cuándo suceden? No importa, la gente lo comenta hoy con una confianza y una fe en lo que cuenta asombrosa. Hasta ayer no había nada. Hoy todos hablan de ello, como si fuera algo que estuviera sucediendo desde hace mucho tiempo (los medios...Orwell...). Pero lo cierto es que aparece, informativamente hablando, la semana pasada. De pronto todos los telediarios traen a sus portadas imágenes de personas dolientes, muy asustadas ante los ataques sufridos. El mensaje es claro. En dos direcciones. Por un lado el Estado y las fuerzas policiales no nos pueden proteger ante semejante avalancha. Consecuencia: caña al gobierno (que temeroso ante la demagogia y la alarma social responde de manera patética, aceptando las presiones). Por otro lado, la lectura de la supervivencia, estamos solos ante el problema. Consecuencia: Seguridad privada.
Y aquí esta el meollo del asunto. Los telediarios lo tuvieron fácil, ¡qué suerte y qué casualidad! Primero, entrevistas y narración de los horribles atracos y secuestros exprés; después, paseo por la feria del hogar que se celebraba nosedonde para que nos cuenten los expertos las últimas novedades en la protección de los hogares. Todos los informativos nos muestran, casualmente, lo último de lo último en seguridad: las habitaciones del pánico. Ponte un búnker en tu casa. Atrinchérate, defiéndete. Pero pocos llegarán a poder permitírselo, será el señuelo, la zanahoria para el burro: el que no pueda comprar su total seguridad pagará todo lo que pueda (y más) por todo tipo de artilugios inútiles. Aunque siempre soñando con más. Mayor control. Mayor seguridad. Nada mejor que incitar a comprar medio kilo de miedo para aplacar conciencias e ideologías. Para apagar principios y atenuar libertades.
Se les olvidó explicar como hacerse una habitación de ésas en un piso de30 metros cuadrados , o de 70, o de 90....
Pero es un problema cojonudo. Reúne todo lo que es útil para ser noticioso. Es impactante, tiene superficiales derivaciones políticas y conllevará mayor gasto en un sector en alza en nuestro país. Además permite que los problemas reales y enquistados desaparezcan de nuevo: adiós por un tiempo al encarecimiento de la vivienda y al trabajo precario.
La casualidades informativas no existen. Pero la causalidad sí.
Depende de nosotros darnos cuenta o no.
El año pasado fue la valla de Marruecos. La invasión inmigrante nunca cesa en nuestros medios. También es época de cayucos y naves nodrizas. Un amigo canario me cuenta que no vienen este año más que el pasado. Pero ahora llegan a Tenerife y no a Fuerteventura. No están acostumbrados.
¿Por qué separar ambos asuntos? Acebes se lo preguntó y se lo respondió a sí mismo. Puso su cerebro en marcha y además tuvo la amabilidad de compartir sus cavilaciones con los demás, pobres mortales que no nos atrevemos a decir lo que él proclama. ¡Cuánta valentía! ¡Cuánto atrevimiento! Sólo él es sincero y tiene los arrestos necesarios. Para él la cuestión está clara: la inmigración es el problema. Los putos inmigrantes se están cargando nuestro estado del bienestar. Han descubierto nuestras debilidades garantistas y se aprovechan de ello. Con la boca pequeña matiza: “no son todos los inmigrantes, son los que no vienen a trabajar”. Yo traduzco: “No son todos los inmigrantes, sólo aquéllos que no vienen dispuestos a arrastrarse limpiando nuestros suelos, o a trabajar sin descanso en la construcción, o en lo bares, o en el campo". Los sumisos y humillados no molestan. A éstos les dejamos quedarse, pero de momento que no vengan más, que se queden en sus países. Da igual que se mueran de hambre o de desilusión, que no se preocupen, que aguanten, que ya les llamaremos mediante cuotas laborales para que vengan a esclavizarse puntualmente, según nuestros antojo y nuestras necesidades.
No parece útil explicar que los que presuntamente cometen esos delitos de robos violentos son blancos centroeuropeos. Los que vienen en cayucos no tienen fuerzas para cometer muchos delitos. O simplemente no los cometen.
Pero da igual, primero se siembra y después se recoge. El Mundo recoge en portada que el 70% de los españoles considera que ya hay demasiados inmigrantes en el país. Demasiados...¿Alguien me puede explicar que es demasiados? ¿Sin que aparezca el inevitable cinismo conservador y egoísta?
Curioso el tratamiento informativo de los atracos. ¿Desde cuándo suceden? No importa, la gente lo comenta hoy con una confianza y una fe en lo que cuenta asombrosa. Hasta ayer no había nada. Hoy todos hablan de ello, como si fuera algo que estuviera sucediendo desde hace mucho tiempo (los medios...Orwell...). Pero lo cierto es que aparece, informativamente hablando, la semana pasada. De pronto todos los telediarios traen a sus portadas imágenes de personas dolientes, muy asustadas ante los ataques sufridos. El mensaje es claro. En dos direcciones. Por un lado el Estado y las fuerzas policiales no nos pueden proteger ante semejante avalancha. Consecuencia: caña al gobierno (que temeroso ante la demagogia y la alarma social responde de manera patética, aceptando las presiones). Por otro lado, la lectura de la supervivencia, estamos solos ante el problema. Consecuencia: Seguridad privada.
Y aquí esta el meollo del asunto. Los telediarios lo tuvieron fácil, ¡qué suerte y qué casualidad! Primero, entrevistas y narración de los horribles atracos y secuestros exprés; después, paseo por la feria del hogar que se celebraba nosedonde para que nos cuenten los expertos las últimas novedades en la protección de los hogares. Todos los informativos nos muestran, casualmente, lo último de lo último en seguridad: las habitaciones del pánico. Ponte un búnker en tu casa. Atrinchérate, defiéndete. Pero pocos llegarán a poder permitírselo, será el señuelo, la zanahoria para el burro: el que no pueda comprar su total seguridad pagará todo lo que pueda (y más) por todo tipo de artilugios inútiles. Aunque siempre soñando con más. Mayor control. Mayor seguridad. Nada mejor que incitar a comprar medio kilo de miedo para aplacar conciencias e ideologías. Para apagar principios y atenuar libertades.
Se les olvidó explicar como hacerse una habitación de ésas en un piso de
Pero es un problema cojonudo. Reúne todo lo que es útil para ser noticioso. Es impactante, tiene superficiales derivaciones políticas y conllevará mayor gasto en un sector en alza en nuestro país. Además permite que los problemas reales y enquistados desaparezcan de nuevo: adiós por un tiempo al encarecimiento de la vivienda y al trabajo precario.
La casualidades informativas no existen. Pero la causalidad sí.
Depende de nosotros darnos cuenta o no.