Apasionante. Es lo primero que se me ocurre para definir lo que ha sucedido este verano y ha terminado con el trasvase de casi cincuenta periodistas y colaboradores deportivos (a la espera de algún peso pesado más) desde
la SER a
la COPE. Apasionante para los que desde hace muchos años intentamos profundizar en las cloacas de los medios de comunicación para intentar descubrir rastros de verdad en aquello que nos cuentan. A estas alturas no voy a aburrir haciendo sólo una crónica de lo sucedido, es fácilmente rastreable por la red a partir de ese 12 de mayo en que los habituales del
Carrusel de
la SER descubríamos sorprendidos que
Paco (
González) no se encontraba al frente de su equipo para retransmitir la final europea de Atleti. Y nos descubríamos además tontamente estafados, desorientados, como si
Paquito fuera uno de los nuestros, alguien que siempre iba a estar ahí, en
la SER, haciéndonos pasar un rato divertido, y no un periodista a sueldo de una empresa periodística (como tantos) y sujeto como todos a la precaria estabilidad laboral y profesional que el mercado nos hace disfrutar. El enfrentamiento de Paco con Daniel Anido y otros jefecillos de
la SER a cuento de cómo sería el Carrusel del Mundial (impidiendo que el equipo se desplazara en la primera fase al menos a Sudáfrica y obligándole a hacer un a gira por una serie de establecimientos de
Carrefour para retransmitir los partidos de España) fue el detonante final para dinamitar una situación que era cada vez más insostenible y venía de mucho más atrás. El expediente a
Paco, que lo apartaba temporalmente (hasta que fue definitivo) de su puesto de trabajo por presunta indisciplina no fue más que la última batalla de una guerra a tres bandas que de manera soterrada se había venido produciendo en
Gran Vía 32, desde hacía mucho, mucho tiempo. Por un lado habría que hablar de la difícil relación de
Paco (y en general del gran parte del equipo de
Carrusel bajo la dirección de
Paco) y
De la Morena. Desde hacía muchos años era conocido el enfrentamiento entre las dos figuras del deporta en
la SER. Los dos se sentían con fuerza, con las espaldas muy bien cubiertas por audiencias millonarias y, con el tiempo, sus relaciones se habían deteriorado hasta tal punto que parecían comandar dos equipos de deportes diferentes dentro de la misma cadena. Con los años lo que había sido un equipo joven y cohesionado que se hizo fuerte y solidario en el enfrentamiento titánico de mediados de los 90 con
José María García, se empezó a hacer pedazos justo cuando sus estrellas tuvieron que gestionar la incontestable victoria y el liderazgo en la radio deportiva española. Las rencillas, los egos y los celos comenzaron a aparecer y los bandos se terminarían por definir con el tiempo. Sólo desde esta perspectiva se pueden comprender los enfrentamientos de
De la Morena con
Pepe Domingo Castaño (que dejó de poner su famosa rúbrica a
El larguero para ser sustituido por un menos incómodo
Juanma Trueba) o el destierro interior de
José Antonio Alcalá (nuevo presentador del programa nocturno deportivo de
la COPE) que tras ser quemado por
De la Morena en cruentas guerras contra
Clemente y
la Federación sus continuos piques (incluso en antena) con el propio
Joserra terminaron casi con su presencia en los micrófonos de
la SER, apartado y ninguneado, sólo protegido por
Paco y su
Carrusel. Estos enfrentamientos internos del equipo de deportes imagino que ayudaron a la
bunkerización del equipo de
Carrusel dentro de
la SER en torno a la figura que los protegía contra viento y marea (
Paco) en un proceso que empezó a disgustar profundamente a los jerifaltes de la cadena. Una cosa es obvia: el
Carrusel se había convertido en un show, un espectáculo radiofónico, una fiesta de amigos, cuya excusa era el fútbol pero en el que lo que menos importaba muchas veces era el propio partido que retransmitían. Esto se hacía patente sobre todo en la ya famosa primera hora del
Carrusel de los sábados (libre, excesiva y a veces extraordinariamente brillante), en los partidos amistosos de la selección donde el único interés consistía en la brillantez de la pullas entre los distintos miembros del equipo que parecían ejecutar a la perfección una serie de roles para delicia del oyente cómplice al que se le permitía participar en la juerga a través de mensajes de móvil y, sobre todo, en las retransmisiones de
la Superbowl que se convirtieron en un auténtico desfase incontrolable. Y el tiempo pasaba, y el
Carrusel, y
Paco, hacían lo que les venía en gana sin tener en cuenta quejas de oyentes ofendidos por algunas de sus chanzas ni las advertencias de los de arriba para que moderaran el tono de sus retransmisiones. Se sentían invulnerables. Estaban en un error. La situación se fue enquistando y tras un extraño movimiento el verano pasado por el cuál
Paco negoció con
la COPE el desembarco de todo su equipo (y que finalmente fue abortado por diferentes causas), al ambiente se tornó casi irrespirable. Iba a hacer falta poca cosa para que todo explotara y, lógicamente, termino sucediendo. En primer lugar una de las almas de
Carrusel,
Jorge Hevia, fue suspendido de empleo y sueldo, por despreciar a antiguos anunciantes de la cadena en antena en la retransmisión de este año de
la Superbowl. Como espectador de la historia, como oyente, reconozco que me he reído a carcajadas con ese momento de radio fantástico, descojonante y descocado, donde un oyente hace por un momento de periodista mediante un mensaje y los periodistas olvidan quien y qué les permite su sueldo, dejándose llevar, y actuando como un grupo de amigos que se reúnen y despotrican de las exigencias idiotas de su trabajo. En
este enlace, se escucha como
Hevia arremete contra las encimeras y el tractor que
Pepe Domingo Castaño se tirara años publicitando como si fueran lo mejor del mundo, en lo que era un magnífico ejemplo de cómo un publicista se atreve con todo y puede vender las cosas más inverosímiles. Ese fue uno de los puntos de inflexión. En otros tiempos el asunto se hubiera arreglado con una bronca privada y una disculpa pública pero parece que por fin la cadena decidió cortar las alas al excesivamente libre
Carrusel de
Paco y dar ejemplo de quien mandaba en la cadena con la defenestración de uno de los periodistas más queridos por el equipo. Las relaciones se deterioraron entonces todavía más y la crisis además puso encima de la mesa otros problemas:
la SER (que ahora ataca a
la COPE de manera indecente e infantil por “
robarles periodistas”) arrastra consigo la crisis que ya parece eterna de
PRISA (y que en mi opinión terminará con
la PRISA que conocemos y hará que deje de estar en manos de los
Polanco) y con la excusa de la crisis global quiso hacer recortes en la plantilla estable del
Carrusel. Por lo que se cuenta (es imposible de verificar pero nadie de
la SER lo ha desmentido y ello es sintomático) el propio
Paco accedió a bajarse sus sueldo para que ninguno de sus compañeros se viera en la calle (cosa que si fuera cierta supondría un principio de subversión capitalista a tener en cuenta en toda esta historia) y con eso y su carisma personal consiguió (imagino que dándose cuenta) una posición de superioridad moral entre sus compañeros que arrastraría consigo el día de la ya famosa reunión con
Anido que desembocaría en su despido. Lo demás, no por ser conocido no merece otra reflexión.
Continuará