Las conversaciones imposibles. Las que nunca terminan porque se parten de presupuestos diferentes de imposible comunión. La desazón de saber que jamás se convencerá de nada al otro, y que conseguirlo debe ser el inaplazable objetivo a conquistar. No hablamos de arte o de religión, de literatura o de cine, hablamos de cómo configurar una sociedad, de cómo mejorar una parte pequeña de las cosas. Imposible. Envejecer. Empiezo a desconfiar de la gente que relee. O que dice releer. ¿Cómo se puede sólo releer cuando se tienen menos de cuarenta años? No soporto a la gente que dice o escribe que él ya sólo relee. Es irracional, lo sé, e incluso injusto, pero me parecen pedantes y condescendientes. La condescendencia es otra de las cosas que detesto. A veces los condescendientes se camuflan y visten con ropajes humildes y sencillos. Todo comprensión. Tolerantes, es la moda. Prefiero a los viscerales, a los que defienden lo que piensan y atacan lo que no les gusta. Son más sinceros, menos taimados, miden menos sus probabilidades de supervivencia social. Hay que ser muy presuntuoso para considerar que en poco más de quince años de vida adulta se ha leído lo que se tenía que leer, se ha descubierto lo que se tenía que descubrir y uno está ya en la situación de despreciar lo que crea la época en la que vive, salvo mínimas excepciones interesadas. “Releo a Plutarco y a Virgilio, no tengo tiempo para lo que se escribe hoy”, explica Pérez Reverte en una entrevista. Y yo admiro su cultura y su dominio de los clásicos, al tiempo que no puedo evitar apenarme por los síntomas de vejez que su declaración supone. Pero al menos él camina hacia los sesenta años. El problema es cuando este tipo de declaraciones las suelta un tipo que no llega a los cuarenta. Tal vez sea porque sin darse mucha cuenta uno deja de leer, de tener ganas de estar al tanto, de tomar al pulso a la sociedad en la que se vive; y se ve más la tele, y se pasa más tiempo jugando con los hijos o tomando cervezas. Nada de ello es criticable pero la excusa de la relectura sirve para encubrir un vacío, una vacilación interior. Una duda que se oculta en la intimidad. Cuando ya no sientes el impulso, cuando falla el ímpetu, cuando el tiempo pasa y te arrolla.
28 febrero 2010
25 febrero 2010
Descubriendo Twin Peaks
Debo ser de los pocos que nunca supo quién narices mató a Laura Palmer, aunque la sensual e hipnótica música de la serie se introdujera en mi subsconciente allá por los 90, recordándome que me estaba perdiendo algo diferente
En pleno proceso de reivindicación de David Lynch, alejándome de mis propios prejuicios y adentrándome en uno de los universos más fértiles que ha dado el cine americano, os dejo con uno de los más grandes momentos que la televisión me ha dado. Albert le explica al sheriff Truman su "ideología"
Voy a echar mucho de menos al agente Cooper
En pleno proceso de reivindicación de David Lynch, alejándome de mis propios prejuicios y adentrándome en uno de los universos más fértiles que ha dado el cine americano, os dejo con uno de los más grandes momentos que la televisión me ha dado. Albert le explica al sheriff Truman su "ideología"
Voy a echar mucho de menos al agente Cooper
07 febrero 2010
Un día de furia

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