La cosa está jodida, esta crisis
no es como las otras, así la llamas tú también, crisis, aunque no tengas muy
claro lo que eso significa. Pero es algo serio, seguro, la cara de tu madre no te
tranquiliza como otras veces, no es capaz de ocultar su miedo, te mira, casi te
grita cuando te pregunta cómo te sientes, es de madrugada, estás sentado en el
salón, apenas puedes contestar, te acurrucas sobre los sillones, tu pequeño
cuerpo se hace un ovillo, te sientes pequeño, tan pequeño, la casa parece
vacía, todos duermen, Migue seguro que también, qué suerte, piensas… Aparece
también por allí tu padre, con gesto serio, y eso es algo insólito, anormal,
pero no hay tiempo para análisis profundos, sólo eres capaz de pensar ya en una
sola cosa, sólo tienes un objetivo, primario, elemental: has de conseguir oxígeno, más
oxígeno, en cada bocanada, en cada aspiración, y para ello debes poner en
marcha todo tu cuerpo, cada parte de él, aunque los libros de ciencias digan
que no sirven para ello. Respirar, una vez, y otra, y a ser posible otra vez
más. Te pones a trabajar en ello, con cada músculo, con cada órgano, a través
de cada uno de los poros de tu piel. Los obligas a dejar su actividad habitual
para centrarse en lo único importante, respirar, como sea, una vez, y otra, y
otra más, respira, aspira, espira, vive, no abandones. Tu madre ya no está
contigo. Crees entender que ha ido a buscar a un médico. Comprendes que no le
dará tiempo. Miras a tu padre, acongojado, y tras un segundo cierras los ojos,
exhausto. Notas cómo te levanta y te lleva hasta la terraza. Te asomas al cielo,
de nuevo en pie, fascinado por las estrellas mientra sientes el aire frío
entrando en tus pulmones. Acompasas tu respiración al latido de tu corazón,
sientes que por fin recompones el equilibrio, poco a poco, con enorme esfuerzo.
Miras al infinito y la noche decide por
fin darte una tregua. Hoy no vas a morir. No toca. Respira, chaval. Es hora de dormir.
Decía Elias Canetti( Premio Nobel de Literatura):"El que respira, dice: tengo todavía todo por respirar. El infeliz, dice: tengo todavía lugar para las desdichas de los otros. El que ha muerto, nos dice: no conozco nada todavía, no puedo estar muerto." Detecto cierta melancolía y pesar en las palabras, pero también cierta esperanza brindada a lo que nos queda por vivir.
ResponderEliminarCuriosa esa lectura "meláncolica" que haces. No lo había pensado así.
ResponderEliminarSaludos
¿Fue así como decidiste hacerte astrónomo? Sería una explicación muy literaria.
ResponderEliminarRaquel.
jeje... La verdad es que no, aunque como decía aquel periodista en la inolvidable película de John Ford "cuando la leyenda se convierte en realidad, imprime la leyenda"
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