
¿Adónde nos van a llevar? ¿Vivimos acaso en el apocalipsis permanente que algunos medios y políticos se empeñan en describir diariamente? ¿Tan diferentes somos los que a distintos partidos votamos en esta maltrecha democracia representativa? ¿En serio alguien, si se para a pensar con tranquilidad, nos ve con deseos, sueños y problemas tan distintos? Pero no parece haber tiempo para la reflexión, cada vez el ruido es más ensordecedor, el diálogo más difícil y los insultos al adversario abstracto más brutales. Y ahora no hablo sólo de la prensa y la política, describo lo que la calle espeta cuando alguien se le ocurre sacar un tema político tomando una cerveza. Otra vez.
Mientras tanto, unos hablan de aplicar la pena máxima al presidente del gobierno y otros vomitan sin disimulo y sin medida el odio que sienten al ver una foto del secretario general del partido enemigo. Y los que lo hacen no somos los ciudadanos normales, que podríamos tener cierto derecho a esos exabruptos en la barra de un bar de manera distendida. No, lo expresan comunicadores, articulistas y representantes públicos. Nuestros guías y portavoces sociales. Ya no habrá charla distendida en el bar, aparecerán violentamente el rencor y hostilidad. Otra vez
El sábado, en Madrid, los de un lado volverán a atiborrar las calles, y no las inundarán de reivindicaciones más o menos justas, no, la inundarán de odio, resentimiento y hostilidad. Manipulados y arrastrados por un clima político-social que cada vez se hace más irrespirable.
Hasta dónde.
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