El senado de EEUU confirma ahora que no hay ninguna prueba de la relación entre Sadam y Bin Laden. No hay ninguna prueba.
A este dato le podemos añadir que desde la invasión de Irak, los americanos y sus aliados han sido incapaces de encontrar ningún rastro de armas de destrucción masiva en el país.
Han pasado más de tres años desde el comienzo de la guerra de Irak. Los motivos por los que se fue a esa guerra eran por tanto absolutamente falsos. ¿No lo sabíamos? No me lo termino de creer. Pero no escucho a ninguno de los que entonces apoyaron a Aznar en su vínculo con los americanos, rectificar ni una de las afirmaciones que entonces hicieron con desdén, sobre la necesidad de invadir un país saltándose todo el ordenamiento internacional. Pobre y anoréxico ordenamiento sí, pero el único que tenemos y que nos debiera diferenciar de épocas anteriores.
Lo siento, no me vale el argumento de la fe o la confianza. No me vale el descargar responsabilidades intelectuales propias diciendo que creyeron a sus líderes cuando descaradamente les mentían día sí y día también, mientras las Comisiones de control de turno confirmaban que no se podía asegurar ninguna de las gratuitas afirmaciones que colocaban a Irak en el centro de la trama terrorista internacional, y mientras la prensa mostraba el entramado armamentístico-petrolífero del asunto. La fe es la que hace que la razón sea apartada y ninguneada. Demasiado bien lo sabemos y lo criticamos en el caso de los islamistas radicales. No sirve como justificación o atenuante. Quizás como agravante.
Yo recuerdo con nitidez a Colin Powell en la sede de Naciones Unidas mostrándonos los camioncitos captados por satélite en los que supuestamente se estaban trasladando las terribles armas de destrucción masiva . Yo recuerdo al presidente de mi país, declarando en A3, en una entrevista mamporrera de Buruaga (recién fichado por TeleAguirre), que los españoles debían creer lo que él les decía, que Sadam era un peligro internacional y que poseía las malditas armas. Yo recuerdo a muchos periodistas y tertulianos radiofónicos de entonces decir auténticas barbaridades sobre los que nos manifestábamos en contra de una evidente guerra ilegal. Yo recuerdo a mucha gente que defendía el ataque a Irak como algo justo y necesario en el contexto internacional existente. Autodefensa necesaria lo llamaban. Y nos interpelaban con acritud, si nos parecía mal derrocar a un tipo como Sadam. Recuerdo, desgraciadamente, con suma precisión.
Y no siento ninguna pena por el miserable de Sadam. Ni por sus hijos, ni por su élite. Pero ellos eran pocos, muy pocos. Quién quedó jodido, realmente jodido es el pueblo iraquí. Ahora no están en manos de un dictador. Es verdad. Ahora han sido masacradas miles de vidas, destruidas miles de viviendas, destrozadas miles de familias, condenados miles de proyectos personales. Ahora el país está en una permanente guerra civil. El terrorismo campa a sus anchas. Están ocupados por un ejército invasor que anda como loco por salir de allí, eso sí, una vez que han dejado atados y bien atados los contratos petrolíferos necesarios (en nombre de empresas privadas...¿Ejército mercenario, pues?). Y su futuro, tras todo el drama sufrido, parece ser quedar en manos de los más fundamentalistas islámicos del país, que como en otros lugares y en otros momentos de la historia, aprovecharán el caos y la miseria para imponer sus tesis más reaccionarias a una gente desesperada... Perdón, se me olvidaba, también tienen algo que algunos llaman democracia... Cojonudo.
Pero nos hemos cargado a un dictador. Vale. Bien. Pero sin extras. Me explico. Era un dictador que no amenazaba al orden internacional (ni armas de destrucción masiva ni lazos evidentes con el terrorismo internacional), ni pretendía la invasión de ningún país vecino. Un dictador local, vaya. Un hijo de puta de andar por casa. Puesto que la justificación final de tantos es que mejor sin el sátrapa, reitero desde aquí mi tesis de hace tres años. Ya no sirven los grandes motivos por lo que se quería derrocar a un dictador. Ya sólo quedan los poéticos motivos que sólo invoca la ciudadanía: democracia, libertad, justicia, igualdad, derechos.. Pues bien, como si de una cruzada se tratase espero que pronto a Irak le sigan otros países con evidentes fallas respecto a lo anteriormente citado: Corea del Norte, China, Cuba, Somalia, Sudán, Arabia Saudí, Pakistán, Libia, Guinea Ecuatorial, Marruecos...
Han pasado tres años. Mucho estamos tardando en nuestra cruzada ¿no? No escucho a los voceros de entonces clamar por las nuevas invasiones. Que no nos pase como en la segunda mitad del siglo XX, entonces no llegamos a tiempo para liberar a España, Argentina, Chile, Nicaragua, Portugal, Uruguay...
A este dato le podemos añadir que desde la invasión de Irak, los americanos y sus aliados han sido incapaces de encontrar ningún rastro de armas de destrucción masiva en el país.
Han pasado más de tres años desde el comienzo de la guerra de Irak. Los motivos por los que se fue a esa guerra eran por tanto absolutamente falsos. ¿No lo sabíamos? No me lo termino de creer. Pero no escucho a ninguno de los que entonces apoyaron a Aznar en su vínculo con los americanos, rectificar ni una de las afirmaciones que entonces hicieron con desdén, sobre la necesidad de invadir un país saltándose todo el ordenamiento internacional. Pobre y anoréxico ordenamiento sí, pero el único que tenemos y que nos debiera diferenciar de épocas anteriores.
Lo siento, no me vale el argumento de la fe o la confianza. No me vale el descargar responsabilidades intelectuales propias diciendo que creyeron a sus líderes cuando descaradamente les mentían día sí y día también, mientras las Comisiones de control de turno confirmaban que no se podía asegurar ninguna de las gratuitas afirmaciones que colocaban a Irak en el centro de la trama terrorista internacional, y mientras la prensa mostraba el entramado armamentístico-petrolífero del asunto. La fe es la que hace que la razón sea apartada y ninguneada. Demasiado bien lo sabemos y lo criticamos en el caso de los islamistas radicales. No sirve como justificación o atenuante. Quizás como agravante.
Yo recuerdo con nitidez a Colin Powell en la sede de Naciones Unidas mostrándonos los camioncitos captados por satélite en los que supuestamente se estaban trasladando las terribles armas de destrucción masiva . Yo recuerdo al presidente de mi país, declarando en A3, en una entrevista mamporrera de Buruaga (recién fichado por TeleAguirre), que los españoles debían creer lo que él les decía, que Sadam era un peligro internacional y que poseía las malditas armas. Yo recuerdo a muchos periodistas y tertulianos radiofónicos de entonces decir auténticas barbaridades sobre los que nos manifestábamos en contra de una evidente guerra ilegal. Yo recuerdo a mucha gente que defendía el ataque a Irak como algo justo y necesario en el contexto internacional existente. Autodefensa necesaria lo llamaban. Y nos interpelaban con acritud, si nos parecía mal derrocar a un tipo como Sadam. Recuerdo, desgraciadamente, con suma precisión.
Y no siento ninguna pena por el miserable de Sadam. Ni por sus hijos, ni por su élite. Pero ellos eran pocos, muy pocos. Quién quedó jodido, realmente jodido es el pueblo iraquí. Ahora no están en manos de un dictador. Es verdad. Ahora han sido masacradas miles de vidas, destruidas miles de viviendas, destrozadas miles de familias, condenados miles de proyectos personales. Ahora el país está en una permanente guerra civil. El terrorismo campa a sus anchas. Están ocupados por un ejército invasor que anda como loco por salir de allí, eso sí, una vez que han dejado atados y bien atados los contratos petrolíferos necesarios (en nombre de empresas privadas...¿Ejército mercenario, pues?). Y su futuro, tras todo el drama sufrido, parece ser quedar en manos de los más fundamentalistas islámicos del país, que como en otros lugares y en otros momentos de la historia, aprovecharán el caos y la miseria para imponer sus tesis más reaccionarias a una gente desesperada... Perdón, se me olvidaba, también tienen algo que algunos llaman democracia... Cojonudo.
Pero nos hemos cargado a un dictador. Vale. Bien. Pero sin extras. Me explico. Era un dictador que no amenazaba al orden internacional (ni armas de destrucción masiva ni lazos evidentes con el terrorismo internacional), ni pretendía la invasión de ningún país vecino. Un dictador local, vaya. Un hijo de puta de andar por casa. Puesto que la justificación final de tantos es que mejor sin el sátrapa, reitero desde aquí mi tesis de hace tres años. Ya no sirven los grandes motivos por lo que se quería derrocar a un dictador. Ya sólo quedan los poéticos motivos que sólo invoca la ciudadanía: democracia, libertad, justicia, igualdad, derechos.. Pues bien, como si de una cruzada se tratase espero que pronto a Irak le sigan otros países con evidentes fallas respecto a lo anteriormente citado: Corea del Norte, China, Cuba, Somalia, Sudán, Arabia Saudí, Pakistán, Libia, Guinea Ecuatorial, Marruecos...
Han pasado tres años. Mucho estamos tardando en nuestra cruzada ¿no? No escucho a los voceros de entonces clamar por las nuevas invasiones. Que no nos pase como en la segunda mitad del siglo XX, entonces no llegamos a tiempo para liberar a España, Argentina, Chile, Nicaragua, Portugal, Uruguay...
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