Levantará un muro EEUU en la frontera con México. Para tratar de impedir una inmigración ilegal que ya no le sirve como antaño y supone un peligro para su equilibrio interno, tanto económico como social. Un telón de acero posmoderno que representará mejor que cualquier ensayo o documental la nueva división del mundo. Occidente se quita lentamente la careta, abandona con alivio las formas que se autoimpuso tras la Segunda Guerra Mundial, el discurso se hace pragmático y sólo faltan dar los pasos definitivos en la dirección que socialmente se impone para que aceptemos como lógico el establecimiento de muros fronterizos defensivos (y ofensivos) que contengan los desvaríos de un Tercer Mundo que se niega a morir de inanición y pretende alterar nuestro precario equilibrio liberal.
No supone ninguna sorpresa ese muro. Los que se rasgarán las vestiduras desde este lado del Atlántico ni siquiera tendrán un segundo para reflexionar y darse cuenta que ese muro es nuestra valla con Marruecos. Una valla donde hace unos meses nos acostumbramos a ver hordas de desesperados que quedaban atrapados en los pinchos metálicos que científicamente colocamos para que eso mismo les sucediese. Una valla que ha desaparecido de nuestros telediarios y ha dejado de provocarnos indigestiones morales, gracias a que nuestro gobierno socialista pagó con generosos acuerdos a Marruecos para que vigilaran con interés su zona de la frontera y evitaran que nos tuviéramos que acostar con esas terribles imágenes en la retina. Imágenes en las que unos tipos se destrozaban sus ropas, sus pieles y sus vidas tratando de saltar esa valla de la vergüenza. Ahora ya no vemos nada. Ya no hay imágenes. Ya no hay pruebas. Sólo la horrible certeza de que Marruecos hará lo que nuestra hipócrita sensibilidad europea no quiere conocer pero desea desesperadamente que otros hagan por ella.
Pero nuestra valla no era un símbolo. El mar nos rodea. Las pateras y las carreras bajo los focos y la luna de Melilla han sido sustituidos por los cayucos. Y el mar de momento no hemos encontrado una manera de cerrarlo. El muro de EEUU sí lo es. Es el símbolo de un punto de inflexión. El país que creció, se consolidó y consiguió la hegemonía mundial gracias a la inmigración y su inteligente reconversión en americanos de corazón, abandona parte de su idiosincrasia, aprovecha el evidente hastío social actual, los miedos que se han generado, la eterna amenaza de la pérdida de trabajo que soportan las clases bajas y ha decidido que es el momento de dejar de repartir el pastel. Que es el momento de comerse lo que queda sin compartir con nadie más.
No supone ninguna sorpresa ese muro. Los que se rasgarán las vestiduras desde este lado del Atlántico ni siquiera tendrán un segundo para reflexionar y darse cuenta que ese muro es nuestra valla con Marruecos. Una valla donde hace unos meses nos acostumbramos a ver hordas de desesperados que quedaban atrapados en los pinchos metálicos que científicamente colocamos para que eso mismo les sucediese. Una valla que ha desaparecido de nuestros telediarios y ha dejado de provocarnos indigestiones morales, gracias a que nuestro gobierno socialista pagó con generosos acuerdos a Marruecos para que vigilaran con interés su zona de la frontera y evitaran que nos tuviéramos que acostar con esas terribles imágenes en la retina. Imágenes en las que unos tipos se destrozaban sus ropas, sus pieles y sus vidas tratando de saltar esa valla de la vergüenza. Ahora ya no vemos nada. Ya no hay imágenes. Ya no hay pruebas. Sólo la horrible certeza de que Marruecos hará lo que nuestra hipócrita sensibilidad europea no quiere conocer pero desea desesperadamente que otros hagan por ella.
Pero nuestra valla no era un símbolo. El mar nos rodea. Las pateras y las carreras bajo los focos y la luna de Melilla han sido sustituidos por los cayucos. Y el mar de momento no hemos encontrado una manera de cerrarlo. El muro de EEUU sí lo es. Es el símbolo de un punto de inflexión. El país que creció, se consolidó y consiguió la hegemonía mundial gracias a la inmigración y su inteligente reconversión en americanos de corazón, abandona parte de su idiosincrasia, aprovecha el evidente hastío social actual, los miedos que se han generado, la eterna amenaza de la pérdida de trabajo que soportan las clases bajas y ha decidido que es el momento de dejar de repartir el pastel. Que es el momento de comerse lo que queda sin compartir con nadie más.
Este verano comentaba con unos amigos que creía que a lo largo de nuestra vida seríamos testigos de cambios brutales en las decisiones de los gobiernos respecto a la inmigración. Llegaría un momento (especulaba yo, entonces) en el que aceptaríamos de mejor o peor manera, con cierto pudor y molestia pero sin oponernos activamente a ello, la necesidad de cerrar nuestras fronteras no sólo con muros y vallas, sino también con armas y muertos. Ese giro desgraciadamente lo veremos. Y no será para asegurar nuestra supervivencia, sino nuestros privilegios.
En Australia encontraron una solución ideal al problema de la inmigracion por vía marítima. Hay una isla en el Pacífico llamada Christmas Island, que solía ser parte del territorio australiano. Hace cosa de un par de años decidieron usarla para "almacenar" a los inmigrantes en espera de conseguir asilo. Un tiempo después la descartaron de su territorio. Como suena: la borraron de su mapa. Los inmigrantes que lleganron (y todavía llegan) allí en pateras desde Indonesia, Malasia o Vietnam ya no están en territorio australiano y por tanto no son problema del gobierno. Genial, ¿no?. Quizas la Unión Europea termine haciendo eso: declarar a las Islas Canarias territorio no Europeo, y el problema se acabó. Y saldría más barato que pagar al gobierno de Marruecos...
ResponderEliminarUy! Dije Océano Pacífico, pero debería haber dicho Océano Indico. Christmas Island en el Pacifico, es la Isla de Pascua... con las estatuas esas que parecen caras de marcianos, segun algunos...
ResponderEliminarUn articulista del periódico gratuito que edita el grupo Planeta, el ADN, hizo un artículo en plan jocoso donde citaba esa posibilidad. Casi lo crucificaron desde ámbitos políticos y por parte de aburridos ciudadanos que se dedican a enviar cartas de queja a los periódicos.
ResponderEliminarEl problema no se solucionaría. En el momento en que Canarias no fuera suelo europeo los cayucos dejarían de dirigirse allí, volverían al Estrecho o buscarían una ruta alternativa hacia Portugal. Van a seguir intentando pasar por muchas trabas y piedrecitas que les pongamos en el camino.
Aunque tendría su gracia ver las caras de ciertos canarios que conocí (afortunadamente los menos) al dejar de sentir la "opresión de los godos" y verse solos, aislados en medio del Atlántico sin recibir fondos para sufragar los gastos derivados de la soberanía y del control marítimo de sus fronteras
Primero quiero aclarar mi posición. Yo creo que en el mundo no debería haber fronteras de ninguna clase. Me explico: en general la gente no quiere emigrar (a no ser que estén irracionalmente enamorados de otro país desde que tienen uso de razón, como es mi caso). Todo el mundo cree que su país es el más bonito, dónde la gente es más hospitalaria y la comida es mejor. Por lo tanto, el único motivo que la gente normal tiene para emigrar es que el lugar donde viven se ha hecho inhabitable, generalmente por los tres motivos: hambre, guerra o persecución política.
ResponderEliminarAsí que cuando hablamos de frenar la inmigración debemos hacerlo con cautela. Lo que hace falta en realidad es frenar la injusticia que lleva la gente a abandonar el país más bonito, dónde la gente es más hospitalaria y la comida es mejor. Claro que eso no es fácil. He oído muchas veces que hace falta voluntad política. Pero el caso es que cada vez que hay voluntad política para acabar con un problema en (digamos) África, se genera un problema aún mayor. Como en Ruanda, en Etiopía o en Sudán. Creo que lo que en realidad hace falta es voluntad económica para acabar la injusticia social. Y eso es muy complicado. Por ejemplo, si dejáramos de comprar oro y diamantes de Liberia Y Sierra Leona, las guerras que llevan décadas diezmando esos dos países, perderían mucha de su razón de ser. Pero dile eso a los que se compran el anillito cuando se casan. Y es muy fácil echarle la culpa a Bush y compañía de lo que está pasando en Oriente Medio (¡y espero que algún día tengan que pagar por lo que están haciendo!), pero también tenemos que mirarnos a nosotros mismos y darnos cuenta de que si no hubiera tanto petróleo por allí seguro que a Bush no le importaba un bledo Irak. Y si le importa es porque nosotros (todos) tenemos un nivel de consumo de energía absolutamente desorbitado que hace que ese líquido negro apestoso sea algo haga que merezca la pena invadir países y matar civiles y soldaditos. Y lo mismo con la emigración de Asia y América Latina. Yo tampoco querría trabajar en una maquila por una miseria. Yo también trataría de emigrar a un país rico. Claro que las maquilas ni siquiera existirían si en el primer mundo no estuviéramos obsesionados con comprar cantidades ingentes de ropa a precios irrisorios. Pero es que hay que cambiarse de camiseta todos los días, y comer tomates en cualquier época del año. Aunque el tomate tenga que viajar 5000 kilómetros para llegar a tu ensalada.
En fin. Que mejor apago el ordenador y me voy en bici a la playa a leer un libro de Chomsky. El libro, por supuesto, está impreso en papel reciclado y la ropa que llevo, me la tejo yo con algodón plantado en mi jardín. :)
(Este es el párrafo mas largo que he escrito en castellano desde hace por lo menos 8 años. Me ha tomado casi dos horas. ¡Me van a echar del trabajo por tu culpa, Pepe!)
Pues Elena, cien por cien de acuerdo contigo. Y te aseguro que eso es complicado. Es un gusto que alguien evite los lugares comunes que todos utilizamos en política exterior (siempre para demonizar a los americanos) y cuente algo diferente.Y además en mi blog :)
ResponderEliminarAunque estas reflexiones nos lleven a pensar en lo egoístas y contradictorios que podemos ser. Y en la miseria del sistema que permite nuestros lujos y al que tampoco queremos renunciar.
Un abrazo