Lo que parecía una buena idea cuando se formuló va demostrándose día a día, columna tras columna, que no lo era tanto. Pedro J. quiso homenajear a Umbral dejando que todos los articulistas del periódico pasaran por esa última página de El Mundo (excesivamente deseada) durante cien días de luto tras la muerte del escritor. De esta manera parecía conseguir dos objetivos al mismo tiempo: por un lado homenajear al fallecido sin hacer tan traumática su desaparición, y por otro darse un tiempo para elegir al periodista que ocupará su lugar. Los días van pasando, las columnas se suceden y la cosa se está poniendo cada vez más turbia. David Gistau pareció entender la perversa cara oculta de lo que parecía una buena idea: la secuenciación de columnistas parecía más un casting un tanto humillante que un homenaje al fallecido. Los vivos sólo pueden perder ante la alargada sombra del muerto célebre y divinizado. Y si encima se suicidan con columnas imposibles el asunto se torna ya preocupante.
Escribo esto último porque tanto la columna de Pedro G. Cuartango de ayer 17 de septiembre como la de hoy 18 de ese engendro periodístico llamado Jaime Peñafiel son sencillamente infumables. La del primero por cursi, relamida y rebuscada (lo de Umbral pagando a Caronte y “fundiéndose en un abrazo fuerte con su hijo” estomaga y da cierta grima ante tanta trascendencia); y la de Peñafiel es para directamente, tras leerla, tirar el periódico y exigir a Pedro J. la devolución del euro gastado, por destruir en un solo día lo que significaron 18 años umbralianos de entender la última página. Después de lo de hoy me pensaré mucho darle la vuelta al periódico por lo que me pueda encontrar. Peñafiel, además de repetir argumentos de otros (el tema de los castings, que ya desgranara con maestría Gistau) termina comparándose a Umbral, comparando las obras por ellos escritas desde el terrible dolor por la muerte de un hijo, y usando obscenamente durante dos largos párrafos al hijo perdido de Umbral y al suyo propio para así mostrarse ante el lector como colega fraternal de desdichas, con derecho a sentarse a la derecha de dios.
Y me pregunto yo que por qué esa manía, ahora que ya no está Umbral, de utilizar a su hijo muerto como recurso para hablar de él. Un tema que el propio escritor mantuvo en la más estricta intimidad desde aquel arrebatado Mortal y rosa, escrito hace más de treinta años. Y de apelar a encuentros post mortem de un tío que decía a las claras que tras la muerte no había nada, y que yo sepa en la nada ni se habla, ni se abraza ni se folla. Aunque eso sí, tampoco se podrá leer a Peñafiel. Lo cuál evidentemente será un alivio.
Ya está bien de recursos baratos de malos escritores. O un poquito de dignidad, al menos.
Que se dejen ya de tonterías y den la contraportada al único que puede sustituir a Umbral en El Mundo. Me refiero claro, a Raúl del Pozo. Y si no, que hagan circular a sus mejores columnistas por esos lares, pero por favor, no nos jodan más. No más Peñafieles y Cuartangos. No más. Por favor.
Escribo esto último porque tanto la columna de Pedro G. Cuartango de ayer 17 de septiembre como la de hoy 18 de ese engendro periodístico llamado Jaime Peñafiel son sencillamente infumables. La del primero por cursi, relamida y rebuscada (lo de Umbral pagando a Caronte y “fundiéndose en un abrazo fuerte con su hijo” estomaga y da cierta grima ante tanta trascendencia); y la de Peñafiel es para directamente, tras leerla, tirar el periódico y exigir a Pedro J. la devolución del euro gastado, por destruir en un solo día lo que significaron 18 años umbralianos de entender la última página. Después de lo de hoy me pensaré mucho darle la vuelta al periódico por lo que me pueda encontrar. Peñafiel, además de repetir argumentos de otros (el tema de los castings, que ya desgranara con maestría Gistau) termina comparándose a Umbral, comparando las obras por ellos escritas desde el terrible dolor por la muerte de un hijo, y usando obscenamente durante dos largos párrafos al hijo perdido de Umbral y al suyo propio para así mostrarse ante el lector como colega fraternal de desdichas, con derecho a sentarse a la derecha de dios.
Y me pregunto yo que por qué esa manía, ahora que ya no está Umbral, de utilizar a su hijo muerto como recurso para hablar de él. Un tema que el propio escritor mantuvo en la más estricta intimidad desde aquel arrebatado Mortal y rosa, escrito hace más de treinta años. Y de apelar a encuentros post mortem de un tío que decía a las claras que tras la muerte no había nada, y que yo sepa en la nada ni se habla, ni se abraza ni se folla. Aunque eso sí, tampoco se podrá leer a Peñafiel. Lo cuál evidentemente será un alivio.
Ya está bien de recursos baratos de malos escritores. O un poquito de dignidad, al menos.
Que se dejen ya de tonterías y den la contraportada al único que puede sustituir a Umbral en El Mundo. Me refiero claro, a Raúl del Pozo. Y si no, que hagan circular a sus mejores columnistas por esos lares, pero por favor, no nos jodan más. No más Peñafieles y Cuartangos. No más. Por favor.
Evidentemente todo esto te pasa por leer El Mundo!
ResponderEliminarEvidentemente Elena, evidentemente... :)
ResponderEliminarCon lo fácil que sería conocer tan sólo a los Millás, Maruja, Montero, Rivas... Vamos, ¡¡los buenos de verdad!!
Te olvidas de Manuel Vicent, y de Vargas Llosa, también muy asiduo (je, je).
ResponderEliminarVamos a hacer un paralelismo. ¿Con quién podríamos equiparar a Vargas Llosa? ¿Con Gistau? ¿Y a Vicent? ¿Con Peñafiel?...
A ver si sale ya El Público y le pega un buen sablazo a El Mundo. Que los lectores de izquierdas de verdad se vayan a un periódico de izquierdas de verdad, y no a es panfleto de medias tintas, un barco a la deriva entre progresistas confundidos y opusinos militantes.
Y sí, ya sé, El País mucho más, más feo, más tonto, etcétera.
Un abrazo from the south. A ver si nos vemos,
Dani
¿Y a Eva Hache? ¿Con Manuel Hidalgo? ¿O a Elvira Lindo? ¿Con Raúl del Pozo? je,je... Si es que con las comparaciones ya se sabe...
ResponderEliminar¿Vargas Llosa columnista?... Hombre, colaborador ocasional tal vez, pero columnista... como te descuides dices que Noam Chomsky es colaborador político de El País, al fin y al cabo todos los años ponen varios de sus artículos...
Me encanta como cierras la crítica a El Mundo... ni me dejas la réplica a El País, qué cabrón...
Por cierto, tío, aclárame, ¿yo qué soy? ¿Un opusino militante? :) Hombre... opusino... tal vez, por eso del número de hermanos, pero claro, un opusino ateo, no sé, ,me parece que no me dejarían entrar en el club... ¿Progresista confundido? Joder, eso a lo mejor, todos estos años leyendo y leyendo para nada, nada se me pegó, sólo la confusión, con lo calentito que andaría yo en una trinchera... ¡¡Sin confusiones!!
Ya en serio, lo que dices de El Público me sorprende, porque lo que realmente se espera es que si arranca lectores a alguien (cosa qué ya se verá) sería a El País, nunca a El Mundo (al menos en proporción sería mucho más al primero). De hecho al parecer, los de Pedro J. se frotan las manos porque un buen arranque y consolidación de El Público les permitiría acercarse al liderazgo de El País.
Pero en fin, ya se verá, parece que a mediados de la semana que viene se lanza El Público.
Un abrazo. A ver si es verdad que nos vemos