10 septiembre 2007
Conversaciones
28 agosto 2007
En la muerte final de Umbral
Se está convirtiendo en un verano de fosas y obituarios. La peña parece morirse más fácil en verano. Es lo que tiene el descanso. Cuando son los becarios quienes han de hacerse cargo de las páginas anoréxicas de los diarios, que esperan con hambre la vuelta al cole de sus mayores. Y éstos sólo mandan alguna crónica perdida y frívola desde la tumbona, que eso del wifi se extiende que es una barbaridad. Crónica frívola o necrológica sentida. No es tan difícil cambiar de tercio cuando parece que estamos siempre a la caza de un muerto que nos permita utilizar esos adjetivos elogiosos, desconocidos para los vivos. Se muere Umbral. Dicen hoy que del todo. Pero se venía muriendo un poco cada día desde hace ya algunos años. Es lo que tiene la enfermedad, te mata un rato cada amanecer porque te pone fecha de caducidad. Y claro, a nadie le gusta parecerse a un yogurt envasado. De cronista del Madrid de la movida a momia con vida de la misma. Veinte años no son nada. Salvo para el que envejece contándolos. Yo me encontré con Umbral más tarde. Cuando ya no era tan progre, o eso decían. Claro, ya no escribía en El País y se había fugado con Pedro J. Recuerdo como devoraba sus columnas en aquellos primeros años universitarios cuando de manera inexcusable empezaba El Mundo por la última página, su hogar, y después, sólo después, visitaba otras columnas para asistir a los golpes dialécticos que a izquierda y derecha se regalaban entre sí un más joven Losantos con el inefable Luis Solana, o la mesura de Manuel Hidalgo con el entonces ácrata (ya hoy reconvertido) Gabriel Albiac. Pero siempre, sobre todos, se erguía un Umbral aún en plena forma, presto a utilizar su ironía, su memoria y su prosa fragmentada sólo para que yo lo leyera, allí, en el autobús de las montañas, a codazos para poder desplegar el periódico, sorbiendo cada gota de su literatura, aislándome con él de sudores y cuerpos apilados. Después vendrían Las ninfas y Mortal y rosa. Con ellos la confirmación de leer algo diferente, incluso sobrecogedor. Mientras yo lo amaba los demás me venían con gracietas sobre su enfrentamiento con “El cine barato y sin tiempo es el refugio negro y cálido de los que vagamos al atardecer por la ciudades de nieblas, el rincón vaginal donde el hombre acorralado por la vida va a parar cada anochecer, cuando todo queda en suspenso y él ve con claridad indeseada que sus existencia no va a ninguna parte, que no tiene amigos ni dinero ni amantes ni nada que hacer en todo el planeta. Son esos claros que hace la existencia, de pronto, esos remansos donde se enlaguna el tiempo, ocasiones que debieran aprovecharse para meditar en el propio destino y en el destino de la humanidad, pero que nadie aprovecha, pues nadie quiere ver con demasiada evidencia lo que hay cuando cierran las tiendas, se van los amigos y se duermen las preocupaciones: nada”
19 julio 2007
Léolo

Proyectamos Léolo, una petición de un alumno que no asistió. Una película de Jean Claude Luzon, estrenada en el 1992 y considerada ya de culto por muchos. Por mí entre ellos. Muchas películas van desgastándose en mi cerebro con el paso del tiempo, van perdiendo fuerza al desaparecer el impacto inicial; algunas llega incluso a avergonzarme o extrañar el hecho de haberlas defendido o alabado. No pasa eso con Léolo. Su impacto crece y crece con vigor dentro de mí. Sentado, entre tinieblas, casi en soledad, paladeé de nuevo cada fotograma. Porque sueño no lo estoy, porque sueño no lo estoy, porque sueño...
Léolo en un niño que resplandece entre la inmundicia y sordidez del entorno que le rodea, el barrio miserable donde su extraña y enferma familia sobrevive. No es una historia de pobreza y redención. Es un poema visual, un homenaje a la resistencia humana ante lo inevitable, un tratado terrible sobre la locura y en última instancia una apasionada defensa de la necesidad de escribir, sin ninguna razón, sin ningún objetivo, sin la vanidad del que piensa que hace algo trascendente, sin el exhibicionismo del que vuelca su alma en un papel con ánimo de permanencia. Léolo escribe para salvarse de la locura que acecha a su familia, un grupo de despojos sociales abocados a un terrible y cercano final, mientras viven un presente oscuro y pavoroso donde lentamente, uno a uno, van sucumbiendo a las tinieblas de la sinrazón. Un islote mantiene a la familia en pie, sólo uno, pero poderoso: la madre y esposa, grande e incansable en su cruzada por mantener a flote los restos del naufragio, y que asiste, sin ceder a la desesperación, a la destrucción de su familia. Sólo Léolo parece aguantar, ayudado por una imaginación desbordante que le aleja de la miseria que le rodea y que, paradójicamente, también le impide relacionarse con los demás de manera natural. A salvo, sí, pero en soledad. Siempre solo. El niño que defiende con ardor que no es hijo de su loco padre y que fue un tomate fertilizado en Sicilia el que inseminó a su madre, pasea su infancia ante nuestros ojos, al lado de un enorme y rico grupo de freaks que el director retrata con enorme cariño, con una curiosa mezcla de sutileza y vulgaridad. El niño que quería obligar a su madre a que le llamara por su nuevo nombre, Léolo, por sus ascendencia italiana, ve como finalmente la realidad putrefacta invade paulatinamente más y más recovecos de su vida, apartando a su imaginación, arrinconándola, destruyendo su imperio interior que va siendo conquistado por una sordidez vital indeseable y destructiva. Hasta que llega una noche que ya no la encuentra como refugio, una noche que ya no encuentra a Italia, no encuentra a su amor, y se queda solo, solo con su locura.Al final sólo queda el grito desesperado de una madre que se aferra a un último intento de salvar a su niño de las garras de la inconsciencia, adentrándose en su universo interior, aceptando que sólo ahí puede sobrevivir. Una madre que grita por fin lo que tantas veces le pidieron, un nombre, sólo un nombre:¡¡¡Léolo!!!
Las luces de la sala se encienden poco a poco... Porque sueño no lo estoy, porque sueño no lo estoy, porque sueño...
18 julio 2007
La conjura de los necios (¿o son miserables?)
El periodista lo escribe con determinación, sin que parezca avergonzarse por presentar tan ruines y falsos argumentos, sin ninguna concesión al análisis sosegado y racional. O tan sólo al análisis. Comienza su extenso artículo, pretendidamente de fondo, de la siguiente forma: “La asignatura Educación para El periodista es cuestión no es un cualquiera, el artículo no se escribe en algún patético blog burdamente liberal o conservador de Periodista Digital, ni es una columna del absurdo Jorge Valín en Libertad Digital. No, el periodista no es un joven desconocido con ansias de hacerse valer en el renovado panorama mediático conservador, ni un vocero agitador de los que están haciendo carrera en los últimos tiempos. No, el tipo en cuestión es académico de la lengua española, ha sido director de éxito de varios periódicos, donde escribe semejante sandez es en la revista cultural semanal que cada jueves se vende con El Mundo, y su nombre es Luis María Ansón. Sólo un necio indocumentado o un miserable que únicamente busca la confrontación directa y enardecer de manera indigna a las masas, manipulando a su antojo la realidad y los datos, puede escribir lo entrecomillado anteriormente. Y Ansón no es un necio.
“El Gobierno actual quiere educar a los adolescentes no para la ciudadanía sino para que voten al PSOE y se alineen contra
El ejemplo sirve para constatar nuevamente el bajísimo nivel actual del periodismo de este país, capaz de escribir lo que le viene en gana sin que se le ocurra en ningún momento contrastar las tonterías que dice. Un periodismo que vive de las rentas en un presente tremendamente cochambroso, de momias varias por un lado, y jóvenes con más ganas de hacer méritos ante ellas que de promover la necesaria regeneración y renovación de las plumas de la prensa escrita nacional por otro. Entre los que fueron y ya no son (aunque hagan malabarismos para mantenerse en el candelero) y los que debieran ser pero malgastan su tiempo y sus columnas al servicio de los otros, la prensa escrita muere un poco cada día.
Alejándome ya de los patéticos estertores de periodistas amortizados y con un pie en la tumba escrita, se hace necesario un primer análisis de Educación para
No es cuestión de apoyar sin paliativos que sea la escuela la que se deba ocupar de dichas enseñanzas. Pero no por los motivos que
No tengo ninguna esperanza especial con la nueva asignatura. Lo cierto es que no es más que un parche que sirve para discutir y gritar mucho y muy alto (igual que con el tema de la religión en las escuelas), pero no sirve para solucionar nada en el proceso de descomposición de la educación pública en este país. Una descomposición producto, entre otras cosas, de la tradicional cobardía, falta de ambición y preocupación real de unos gobernantes y los intereses espurios de otros, de los miedos y el racismo sociológico de las nuevas generaciones de padres patéticamente protectores con sus hijos, y de la falta de profesionalidad, la pereza, y las malas prácticas de ciertos profesores de la educación pública, excesivamente acomodados y verdaderos parásitos sociales algunos de ellos en espera de la jubilación dorada, exigiendo derechos y asumiendo pocas responsabilidades.
16 julio 2007
Un país de feos: los portadores de grasa
Escondido tras unas gafas oscuras, uno observa al mundo sin pudor. Bajo la sombrilla, la camiseta puesta y la crema solar impregnando mi cuerpo (¿aún me sorprende no ponerme moreno?) oteo el horizonte con gestos de cazador, pero en busca de otro tipo de presas. El objetivo es detectar gestos, actitudes, relaciones o situaciones. Pretendo hacer un ejercicio de sociología playera de andar por casa. La profundidad de los resultados será una basura pero las risas están aseguradas. Con los años las incesantes advertencias sobre el peligro del sol y las ansias de comodidad han variado el paisaje turista de la costa. Aunque siempre hubo sombrillas y señoras que trasladaban su cocina, las tortillas y a su suegra junto al mar bajo ellas, ahora parece haberse impuesto definitivamente su necesidad, y todo el personal arrastra penosamente una o dos sombrillas cada mañana hasta el lugar prefijado (a poder ser el mismo cada día) en el único ejercicio que harán en todo el día. Por supuesto siguen viéndose chicas que, cuál filete precocinado, proponen un necio vuelta y vuelta diario, sin protección y a pleno sol, durante horas, para obtener en pocos días el ansiado colorcito que les hará más deseables y les acercará un poquito más al ansiado melanoma. Además, en lo últimos años la sombra de las sombrillas se ha llenado de sillas de todo tipo: bajas, altas pequeñas enormes, tumbonas… Parece que se ha conseguido un imposible: la arena casi no se toca. Molesta un poco al llegar, sí, y mientras se monta el chiringuito, pero una vez colocado el potencial bañista en su silla, la arena parece mirar desde abajo con pesar, como éste elude su desesperante contacto, y la margina a ser ocasional molestia que un accidente o alguna pelota de algún crío puñetero pueda provocar. Las sombrillas además ya no se vuelan aunque el viento azote la costa, los pequeños inventos se suceden y algún día alguien encontrará petróleo debido a la profundidad que se alcanza al clavar los artilugios que se incorporan al tradicional palo del paraguas solar. Al carajo las bonitas estampas de ese tío desesperado corriendo como un imbécil tras su bonita sombrilla floreada. El macho ibérico continúa siendo desplazado; ya no es necesario ni para clavar con fuerza. Cuando tampoco lo sea para enclavar…Y ahí, debajo de la sombrilla, tras una gafas oscuras, bajo la camiseta e impregnado de crema protectora, uno observa desfilar a España. No la de los políticos, ni la de los nacionalismos. Ni la de los medios de comunicación. No
En esta ocasión me centraré tan sólo en los poseedores de grasas superfluas. Afortunadamente alguna vez alguna chica de buen ver atravesaba mi campo visual oxigenando mi extenuante investigación. Lo repito, somos un jodido país de feos y cuidamos nuestros cuerpos menos que Espinete. Es una verdad incómoda. El modelo de cuerpo que nos vende la televisión no existe, deben ser cyborgs construidos para que pensemos que es posible una barriga tipo tabla de planchar. Pero desde mi silla, bajo mi sombrilla, el hombre medio español a partir de los cuarenta es un tipo que se tambalea sobre unas chanclas baratas, que viste (por decir algo) algún terrible bañador de un único color (estridente a poder ser) o floreado, cuyo elástico suele quedar a la altura de la última zona sin grasa de su cuerpo (es decir por encima de sus partes nobles), y que a veces se protege con una gorra demasiado pequeña para su cabeza que le han regalado en el taller donde le hacen la puesta a punto al coche. Por encima del elástico del bañador emerge orgullosa la panza, el mondongo, la barriga cervecera y descuidada, que se presenta con diferentes variantes, todas ellas realmente nada sensuales. Me obligué a catalogarlas en una mañana en la que olvidé los periódicos en casa. Éste es un resumen de mi investigación:
- En primer lugar aparecen las barrigas pequeñas, incipientes y fofas, que son las que suelen presentar aquellos que, sin abusar de la comida, hace años que dejaron de hacer deporte (aunque seguramente cada año renuevan la ilusión de que volverán a hacerlo). Son los protogordos, a los que cualquier descuido alimenticio convertirá en candidato a ocupar algún rango superior en el escalafón. Su caminar es algo más rápido que los de sus compañeros, pero al sentarse o agacharse no pueden ocultar la fatal flaccidez de unas carnes que vivieron tiempos de mayor tensión.
- Posteriormente aparecen las que denomino barrigas contundentes. Su aspecto es compacto, surgen desde debajo del tórax, formando una parábola eterna que promete un futuro memorable y un presente repleto de hamburguesas. Estas barrigas obligan a sus dueños a adoptar la clásica postura paseante del gordo, con sus manos entrelazadas tras la espalda para equilibrar el exceso de grasa localizado en la zona delantera, y conseguir que su centro de masa se desplace un tanto hacia atrás, permitiéndole así continuar erguidos.
- Tras ellas nos encontramos con las superbarrigas, que sólo se muestran en todo su esplendor en las zonas costeras pues el resto del año suelen ocultarse bajo ropas amplias. La presentan tipos de una estatura más bien pequeña, cuya cabeza aún siendo de tamaño normal ya empieza a parecer al observador extrañamente pequeña debido a la desproporción con el resto de su cuerpo. En estos especímenes se observa el comienzo de una extraña fusión entre la cabeza y el tórax, además de la desaparición gradual del cuello. Sus carnes, libres de ataduras corpóreas, se balancean desafiantes, orgullosas, oscilando vehementemente al ritmo del caminar necesariamente firme (para no terminar rodando) de sus dueños por la arena. Estos barrigudos suelen ser más coquetos que el resto y se atreven incluso con algún complemento que acompaña a su horrible bañador: una camisa barata, a cuadros, con los botones sin abrochar (por imperativo físico), que al principio del paseo vuela libre mecida por el viento, pero que tras unos minutos bajo el sol es inevitablemente atrapada por el sudor de la grasa que intenta contener, quedando húmedamente abrazada para siempre a las carnes de su dueño.
- Por último sólo quedan las hiperbarrigas. Son arrigas etéreas en las que la mirada se queda atrapada por el balanceo rítmico de sus carnes. El bañador de los afortunados que las poseen casi se hace innecesario, pues queda semioculto, casi invisible a unos ojos inexpertos, escondido por una cascada de carne que como una enredadera busca el suelo en su movimiento, asumiendo el inevitable tributo gravitatorio con majestuosidad y orgullo. Estos tipos ya no consiguen enlazar sus manos tras la espalda (demasiado amplia), pero suelen poseer unas fuertes y cortas piernas que consiguen soportar el peso del cuerpo y su cadencioso vaivén. A veces se agrupan en manadas y su presencia conjunta evoca alguna imagen documental de una playa repleta de leones marinos. El tiempo se ralentiza a su paso. Sus brazos, no proporcionados al resto de su enorme cuerpo, se balancean desvalidos, a ambos lados de tan memorable masa, y la única imagen que le viene a uno a la cabeza es la de un Jabba The Hutt en tanga, de turismo en alguna playa perdida de Tatooine.
26 junio 2007
La infame visita del Rey de Arabia
Visitó nuestro país hace pocos días el rey de Arabia. El rey de un país aliado de EEUU, amigo interesado de Occidente, un país de los más ricos en petróleo del mundo y con el que sería interesante desarrollar acuerdos comerciales. ¿Nada más? No sé, pero ésa es la cara que los grandes medios de comunicación han ofrecido de este vergonzante viaje a nuestro país de este dictador. Sólo hubo que eludir pequeños problemas, detalles tan sólo, que nuestra magna prensa (en general, ya se sabe cuál es el método, se permite la crítica pero no en primera página, no muchas y no de manera continuada) ha preferido minimizar y no darles mayor trascendencia. ¿Que Arabia es un país donde las mujeres están sometidas al machismo islámico imperante, jodidas, sometidas, ninguneadas? Bah, tampoco es para tanto. Ya incidirá la derecha mediática en ello cuando se hable de los terroristas islámicos palestinos. ¿Que la homosexualidad está prohibida y penada severamente?. Bueno, pero ése no es el tema ahora, ya incidirá la izquierda mediática en ello cuando hable de la iglesia católica o de algún Estado conservador estadounidense. ¿Que por supuesto la pena de muerte está en vigor (incluso a menores), la libertad de prensa y de pensamiento no existe y la disidencia es perseguida y asesinada?... Qué pesados, que no es éste el momento... No nos enteramos, no comprendemos cómo se gestionan las cosas importante, pobrecitos utópicos... Ellos ya defenderán todas esas cosas cuando no les importe un carajo el lugar donde suceda, cuando se pueda hacer pose solidaria y garantista, cuando los intereses comerciales no existan. Entonces sí, gritarán, se rasgarán las vestiduras, arrastrarán a la población en su paroxismo, en su defensa vital de los derechos humanos y las libertades básicas... Pero en este caso no. No toca.Y lo peor es la cantidad de gente que hace el idiota siguiendo los dictados de los intereses inmediatos mediáticos de nuestras empresas de comunicación, y se solidarizan y se molestan sólo (eso es lo importante, sólo) por aquello en lo que inciden nuestros magnos editorialistas y periodistas. El problema no es la información, su defecto o exceso, sino el tratamiento y la relevancia que se le da.
Por cierto nuestros reyes andan ahora por China, de viaje promocional y comercial. Otro ejemplo de país amante de las libertades y garante de los derechos humanos. Tras tanta transición, tanto halago por su intervención en el intento del golpe de estado, tanta unanimidad en elogiar su figura y su talla política, ahora el Rey de España, en su vejez, ha quedado para esto, para abrazar sátrapas e hijos de puta en bodas, recepciones o partidos de fútbol, y para ser un jodido representante comercial de las grandes corporaciones españolas. Guay, ¿no? El Jefe y máxima representación del Estado español
12 junio 2007
Sobre el cierre de la iglesia roja de Vallecas
Llevo algún tiempo asistiendo, sorprendido, a las discusiones, discursos y discursiones que se están produciendo en foros y corrillos que podríamos denominar de izquierdas, aquí en Madrid, en relación al cierre de la llamada “iglesia roja de Vallecas”. De repente, en personas que jamás habían mostrado una actitud religiosa y que adoptaban actitudes saludablemente agnósticas o decididamente ateas, ha surgido una extraña inquietud, una preocupación terrible ante el ¿intolerable? cierre de la parroquia vallecana. Se han llegado incluso a pedir firmas en los institutos, entre los profesores, para protestar contra esa decisión. Algunos de los que firman llevan años elevando su voz contra los católicos y su percepción de la realidad, siempre excesivamente intervencionista. Ahí estaba de acuerdo con ellos. Pero esta nueva actitud reivindicativa no la comparto. Y no ha surgido espontáneamente desde la nada. Nuestra sociedad (y sus impulsos solidarios) siempre se arrastra persiguiendo el “ejemplo” de supuestas celebridades públicas. En este caso pertenecientes al ámbito progresista como son Guillermo Toledo, el Gran Wyoming e incluso José Bono. Todos se han prestado y han corrido a defender a los curas vallecanos, y la labor social que realizaban en su parroquia. Curiosamente, exceptuando al último de ellos, no se recuerda ninguna actitud, ni declaración pública en la que los primeros hablaran de su fe en el dios de los católicos, se declararan creyentes aunque críticos con los poderes eclesiásticos, y dudo que alguno se hubiera preocupado en su vida por la labor de dicha parroquia. Por el contrario, y ejerciendo su derecho a la crítica y el humor, se les recuerda más bien por sus continuas chanzas o ataques hacia la iglesia, el papa, las creencias y la forma católica de entender la vida y la sociedad.25 mayo 2007
Treinta años de Star Wars
Hoy se cumplen treinta años de su estreno. Un estreno que se producía tres días antes de mi propio nacimiento. En el Teatro Chino de Nueva York proyectaron el 25 de mayo de 1977 por primera vez Star Wars, tan mal y entrañablemente traducida en nuestro país como Pero nada de eso importa. El tiempo depende del sistema de referencia que se utilice, y en eso uno es m
uy personal. Star Wars no nació para mí en ese mayo del 77, ni cuando dicen que acudí a su estreno. Nació el 28 de febrero de 1989. En ese momento tenía solamente 11 años, a unos meses de cumplir los Posteriormente, con la dificultad que suponía no tener reproductor de VHS, llegaron las visiones de El Retorno del Jedi y, algún año más tarde, tras incluso haberme leído la versión novelada de la película, pude ver el comienzo de la saga (la que después sería llamada Una nueva esperanza pero que entonces sólo se conocía por
El hecho ya comentado de no tener reproductor de vídeo fue curiosamente clave para mantener viva y pura la llama de la afición. Si lo hubiéramos tenido, tal vez me habría
pasado como a tantos otros que con la edad inadecuada dispusieron del vídeo para literalmente quemar y visionar mil veces las películas hasta el lógico hartazgo final. Eso no me pasó a mí. Esperaba con la dedicación, devoción y paciencia de misionero que me pusieran cualquiera de las tres películas por televisión. Esperaba que un domingo que me quedara en casa a estudiar, y sin haber leído la prensa, aparecieran esa mágicas letras amarillas a las tres y media en un zapping rápido por los bodrios habituales que programaban a esas horas... siempre la misma idea... quizás fuera hoy... Fue por entonces, con 13 o 14 años, cuando descubrí las posibilidades de la música de cine para transportarme allí donde yo quisiera, con unos auriculares, en una cama, en una casa en la que habitaban once personas y en la que estar solo era físicamente imposible. Fue en un supermercado, rebuscando en una caja de cintas a bajo precio, cuando encontré una que literalmente me hizo estremecer. Era una grabación de John Williams con Con los años descubrí que George me permitiría tener muchas veces esa música en distintos formatos y grabaciones, pero aquellos momentos de descubrimiento fueron impresionantes e inolvidables. La música de cine desde entonces se convirtió en otra de mis aficiones, por su capacidad de despertarme emociones cinematográficas sin necesidad de estar viendo físicamente las películas.
Han, Leia, Vader, Luke, Obi-Wan, Chewbacca, Yoda, R2D2, C3PO... llevan ya c
asi veinte años acompañándome, fieles compañeros de viaje, abandonados en mi cerebro, esperando siempre ser devueltos al primer plano por alguna circunstancia casual, como ha sido hoy el día de su cumpleaños, para entrar de nuevo con fuerza en alguno de mis días. He disfrutado mucho con Star Wars, mucho. Con mis colecciones, viendo las películas, esperando las secuelas, reconfortándome con su música. No hay tanta magia en la vida diaria para no reconocer lo genial que es sentir sin más, sin causas objetivas racionales, sin análisis crítico o intelectual. Disfrutar. Sonreír. Recordar. Sin nostalgia.Hoy, 30 años después de su estreno, le rindo éste, mi pequeño homenaje.
06 mayo 2007
Lo que piensa Aguirre sobre la educación
Sólo hay que leer la respuesta que da Aguirre, presidenta de Ahí está la clave, si la responsable del gobierno y de la redistribución de los impuestos en Madrid piensa que la escuela concertada enseña valores como el mérito, el estudio y el esfuerzo, me gustaría preguntarle qué considera entonces que enseña la pública: ¿el valor del enchufe, la pereza y la cultura del mínimo esfuerzo?
Lo más peligroso no es que lo piense. Dudo que lo haga. Es peor. Lo que pretende es que esa idea se extienda entre la población, que la recuerden esos padres asustadizos y temerosos que a la hora de elegir sigan optando por potenciar el gran negocio de la concertada y dejando de lado lo que debiera ser un bien social y comunitario: la defensa de una misma educación pública para todos, que reciba los impuestos que todos pagamos, redistribuya las problemáticas sociales, y se ajuste a las necesidades de los niños de este país para que reciban la mejor formación posible
28 abril 2007
Historias docentes
Una de las cosas que más me ha sorprendido en mi regreso voluntario de mi exilio laboral autoimpuesto de los últimos años, han sido las conversaciones ocasionales que se establecen en un instituto entre los profesores. Recordaba vagamente de mi paso de puntillas y sin mancharme por la hostelería tutifrutiense, cómo cualquier detalle, roce, frase o hecho anecdótico se convertía en una bola gigantesca de la que posteriormente se estiraba el hilo. Así, algo que realmente había sido una tontería se convertía en centro de conversaciones que duraban horas y llenaban los horribles vacíos que la jornada laboral de una cafetería imponía. La tontería se transformaba en un conflicto terrible y, como políticos en el Parlamento, se establecían conversaciones muy serias y tensas que casualmente terminaban girando en torno al hijoputa del dueño o el pelota del compañero no afín al grupo mayoritario. La historia se repite.