¿Cuál es el valor de un escritor? ¿Qué significa triunfar? ¿Quién
ganó el último premio de esta semana (que nunca leeré)? Los premios, las
trincheras, el mundillo literario, la decepción... Entender que es importante,
entender que no lo es, comprender la vanidad, comprender la frustración, trasladar
el cariño, transmitir la admiración, trascender a la familia, compartir la
emoción, desayunar con quien está a punto de dormir… Y qué más da, y qué
importante es, y recordar, y recordarle, aquellas líneas metálicas que escribió,
hace mucho tiempo, tanto tiempo, y esas otras, perrunas, no hace tanto, la
emoción que provocaron, y las que no terminan de convencer, sí, pero están al borde
del aplauso, como sólo lo están las que escriben aquellos a los que se les
exige porque se sabe lo que pueden ofrecer. Como Dostoievski. Dicen. Los años. Pasan. Conectas con quién
antes ni siquiera reparabas. Demasiados obstáculos. Demasiados prejuicios. Mutuos.
Los años. Hay gente que merece la pena. El tiempo. La familia. Un abrazo.
02 diciembre 2011
28 noviembre 2011
La marea verde resiste
Mañana 29 de noviembre estaremos de nuevo en huelga. Pasan los días. Pasan los meses. Ves como la gente se desinfla a tu alrededor. Ves como algunos de los que más soliviantados estaban hace algunos meses ahora parece que ya nada les molesta. El silencio sobre la huelga de mañana en mi centro es ensordecedor. Llevo días valorándolo, entendiéndolo, analizándolo. Poniendo pequeñas piedras en el camino de algunos compañeros para ver su reacción, para ver cómo sortean el problema, cómo silencian su capitulación. Porque nada se ha conseguido y por tanto tiene tanto sentido dejar de luchar ahora como no haber empezado en septiembre. Ninguno. Y por tanto la misma calificación me merecen los que abandonan ahora el barco como los que entonces ni siquiera embarcaron. Pero hoy prefiero centrar mi atención en los espartacos. En la resistencia. En los incansables. En lo que no fallan. Tengo la suerte de que varios me rodean, son cercanos, amigos. Y mañana seguirán dando por saco en distintos centros de distintos puntos de la Comunidad de Madrid: Rafa seguirá luchando denodadamente contra todo y contra todos, contra el desánimo que generan los que se quedan atrás y contra la incomprensible incoherencia de tanto profesor melifluo; un Alberto estará presente en espiritu desde Jaén, desde la pausada certeza de seguir haciendo lo que hay que hacer más allá de ruidos y visceralidades; el otro Alberto seguirá siendo el faro que ilumina la pobredumbre de su
centro, el profesor que dignifica un claustro cavernario al que se
enfrenta sin dar un paso atrás; Manuel superará una vez más su propio derrotismo y seguirá formando parte de las filas de los rebeldes, afirmando tal vez que lo hace por nosotros pero sin comprender que por mucho que lo pretenda no vamos a dejar de pensar que su batalla es la nuestra no sólo por lo emocional, sino también por su propia necesidad de ser coherente y presentar batalla; Fernando, como buen astur, seguirá luchando como hicieron sus ancestros, caminado de frente y sin dudas, riendo mientras cae, cayendo mientras se levanta y levantándose mientras lo vuelven a tirar.
Y también seguirán formando parte de nuestras huestes Laura, Bea, Pilar, Marian, Vanesa, Honorio, Rubén y tantos otros que, aunque no nombre, seguro que persistirán por dignidad y coherencia.
Y por supuesto, Carol y yo
Mañana los fríos números tal vez digan que fracasamos. Pero si miro a mi alrededor seguro que será difícil no sentirme, al menos, orgulloso de estar donde tengo que estar y hacer lo que tengo que hacer.
Y por supuesto, Carol y yo
Mañana los fríos números tal vez digan que fracasamos. Pero si miro a mi alrededor seguro que será difícil no sentirme, al menos, orgulloso de estar donde tengo que estar y hacer lo que tengo que hacer.
27 noviembre 2011
Un relato digital: la vida de Cecilia
Hace unos meses, dentro de una de las asignaturas del Máster en Comunicación y Educación en la red, participé en la elaboración del siguiente relato digital. Cada uno de los los componentes del grupo de trabajo (Marga Serrano, Israel Vacas, Amaia Arroyo, Lucía Camarero y yo) se encargó de construir retazos de las distintas etapas de la vida inventada de una científica, futuro premio Nobel, llamada Cecilia Arbesa, a partir de los cuáles se podría intentar conocer su trayectoria vital. No tengo aún bien definida mi opinión sobre este tipo de obras "interactivas" que permiten cierta libertad al receptor a la hora de navegar y dilucidar los itinerarios a tomar. No les encuentro el punto y creo que aunque pueden ser muy estimulantes para los creadores (como fue en nuestro caso) el resultado es más bien superficial y plúmbeo para el receptor que sólo lo "disfruta". En todo caso aquí lo dejo.
Pinchando en la foto se llega a una web que simula el obituario de Cecilia y se encuentra información sobre las cinco etapas de su vida: infancia, adolescencia, juventud, madurez y vejez. Yo me ocupé de la adolescencia utilizando un video y un blog (a los que se accede pinchando en los enlaces que se señalan), aunque la arquitectura básica del relato y de lo que íbamos a plantear se pueden considerar, sin lugar a dudas, una construcción colectiva.
Pd: un saludo a mis compañeros de "relato". Sin ellos (y otros con los que trabajé en otras asignaturas) hubiera sido mucho más complicado superar la primera etapa de este Máster. Ahora, inmerso en la soledad que provoca un TFM (Trabajo de Fin de Máster) que nunca parece que tenga tiempo de empezar, añoro su constante presencia y los ánimos que me infundaban.
19 noviembre 2011
Reflexiones (agrias) para estos tiempos (cutres)
Tiempos cutres. Una
definición perfecta. Un buen amigo, mirando al infinito, y tras un segundo de
reflexión, se refería así a los momentos que vivíamos, mientras nos evadíamos
de una cansina cháchara discutiendo en voz baja la viabilidad (económica) de tomarnos
una segunda copa.
- Grecia e Italia han mostrado el camino. Tecnocracia, lo llaman. Golpe de Estado de guante blanco, más bien. Al final el pavo éste va a tener razón cuando decía que Goldman Sachs controla el mundo. Así, de repente, tres de sus hombres controlan directamente Grecia, Italia y el BCE. Indirectamente… dejemos volar la imaginación conspiranoica.
- Una de las consecuencias más importantes de no tener hijos: no tengo tan fácil justificar patéticas decisiones personales que entren en contradicción con mis discursos. Los hijos como gran excusa para no hacer lo que se debe hacer. Seguido muy de cerca por la hipoteca. Y creen que cuela. Y que los tienes que entender. Por los cojones.
- Veamos el futuro panorama televisivo de Madrid: TVE (en manos del PP… ¿Volverán Urdaci y Buruaga? ¿O se traerán a Nacho Villa desde Castilla La Mancha?), Antena3 (su directora de informativos está casada con Piqué, antiguo ministro de Aznar, y la empresa matriz edita La Razón…¿Hace falta saber más?), T5 y Cuatro (en manos de uno de los mayores crápulas de las últimas décadas, representante real de la esencia del capitalismo: “todo para mí y que se jodan los demás”), La Sexta (que tras las elecciones le quedarán dos telediarios. Pretende pasar por crítica y de izquierda porque hace humor con los tópicos más tontos de la derecha liberal y conservadora. Con qué poco se conforman algunos), Intereconomía (la caverna: delirante, ridícula, extremadamente nociva), Telemadrid (bastión de La Marquesa: jamás vi un canal público menos plural y tan manipulado como éste), Veo TV (El Mundo más casposo en manos del púgil de los medios Carlos Cuesta… El careto de este tío mientras ejerce de imposible moderador en las tertulias no tiene precio), 13 TV (puro y cutre conservadurismo moral. Canal propiedad de la iglesia católica española. Poco que añadir, salvo que entiendo que parte de su presupuesto lo pago yo con mis impuestos), Libertad Digital (lo que empezó como un proyecto liberal moderno se ha convertido en un lugar de rencor, miseria y abyección moral)… Más allá de estos canales están los de echadores de cartas, pitonisos, concursos amañados y demás morralla…
- Dicen que hay libertad de prensa en España. Yo miro los medios televisivos por los que se informan los madrileños y me descojono. Libertad del capital para comprar medios y no de los ciudadanos para informase críticamente comparando voces. Y luego vendrá el tonto elitista de turno y diré que no ve la tele y que en esta época de Internet ya no es tan importante. Idiotas.
- Los mercados aprietan a España junto antes de las elecciones. No tengo dudas, es el último empujón del capitalismo financiero para amedrentar a la población y que la derecha liberal arrase en las elecciones
- Llevar una camisa verde defendiendo la educación pública hace que expedienten y sancionen a dos limpiadoras de un colegio público. Mientras, muchos de mis compañeros bajan la cabeza y se arrugan como pasas ante mis ojos.Y son funcionarios con el puesto laboral mucho más seguro que ellas.
- Una mujer termina muriendo mientras ejerce de pelota de ping pong entre distintos hospitales catalanes. Hace falta recortar, dicen. Que se corten ellos las pelotas y nos dejen a los demás en paz.
- Los silencios del café. No querer molestar. La autocensura. La discreción. Siete profesores de huelga de veinte posibles… Tanta educación… Venga, no me jodas
- Ante las elecciones de mañana: las gaviotas genovesas acechan. Los tiempos cutres serán oscuros
Sí, estoy encabronado... ¿Algún problema?
09 noviembre 2011
Guía didáctica de Gattaca
Hace unos meses preparé esta guía para trabajar en clases con los alumnos diferentes conceptos relacionados con el cine, la ciencia y la sociedad. Se puede acceder directamente a ella pinchando en el siguiente enlace (desde donde también se puede descargar para leer con mas facilidad)
22 octubre 2011
Días feos
Hay días feos, en los que uno sabe que no hará lo que tiene que hacer, en los que no estará donde tiene que estar ni junto a aquellos con los que desea caminar. Hay días en los que luce un sol luminoso pero uno se deja puesto el pijama y baja las persianas, dejando que pasen las horas, sin esperar nada puesto que nada puede ofrecer. Días de transición que enfangan el espíritu y derrotan hasta al más luchador, porque ni siquiera son lo suficientemente negros para rebelarse contra ellos pero invaden con su tediosa tonalidad gris cada una de sus minutos. Mientras el tiempo avanza ominosamente buscando la llegada de la noche.
Habrá que autoanimarse un poco. Los diferentes apelativos con los que el profesor que sustituye al profesor Keating/Interino intenta hacer bajar de las mesas a los alumnos me han hecho sonreír
05 octubre 2011
Ni respeto, ni comprendo
Tal vez sea porque la gente confunde el significado de las
palabras, pero llevo unos días escuchando decir a algunos compañeros,
profesores como yo, que hay que respetar a aquellos que toman la decisión de no
hacer huelga en el que es uno de los momentos más críticos para la
supervivencia de la educación pública (tal y como la conocemos) de la historia
de la democracia. Yo no comparto esa idea, yo no respeto a todos aquellos que
no hacen huelga. Ni los respeto, ni soy comprensivo con sus posturas, ni tampoco voy
a aceptar como válidas o razonables algunas justificaciones que se dan sólo porque
hay que ser correctos para no romper la (supuesta) armonía de los
claustros. Cuando empezamos a trabajar en la educación aprendemos rápido que el
respeto no se impone ni se exige a los alumnos actuales. El respeto hay que
ganárselo. Pues lo mismo sirve para este caso. Me explico.
A pesar de que pueda sonar extraño sí me parece respetable y
lógico que aquellos profesores que se alinean con las tesis del PP no se
adhieran a las huelgas convocadas. Son compañeros que en su alienación
consideran que en momentos de crisis los profesores deben trabajar más horas
lectivas auque eso contravenga las leyes y redunde en una peor calidad de las
clases impartidas; que creen que las consecuencias académicas de que un
excesivo número de profesores no especialistas se haga cargo de materias que no
domina puede ser suplido con voluntad y esfuerzo (aunque ellos tampoco vayan a
esforzase demasiado, al fin y al cabo tienen un alumnado que, según ellos, no
lo merece); que defienden (o no les molesta) la parcial privatización de la educación,
porque en el fondo trabajan en la educación pública como mercenarios
infiltrados y nunca han creído en la importancia de este tipo de oportunidades
generales; que están siempre dispuestos a volcar sobre los alumnos y las
familias la responsabilidad de la mala calidad que la educación pública dicen
que ofrece, obviando siempre su propia responsabilidad y la de la Administración que
defienden. Es normal que no hagan las huelgas, han hecho una elección
ideológica, han tomado una postura cuya existencia se debe respetar, aunque
ello no signifique que haya que respetar sus argumentos manipulados y falaces.
Porque estas huelgas las hacemos también contra ellos, ya que son el caballo de
Troya del Gobierno de Aguirre en el seno de los claustros.
Pero a los que no respeto ni comprendo son a los que sí
consideran que la educación pública se degrada a posta en Madrid; sí entienden
que las nuevas normas significan un ataque directo a la educación pública; sí son
conscientes del caos organizativo que se está generando en los centros
educativos; sí participan activamente en los corrillos de los pasillos o en la
cafetería mostrando su indignación por lo que se está haciendo… Pero con el
paso de los días, cuando han de volver a definirse, a mojarse, a actuar como parte
de un colectivo laboral ejerciendo su legítimo derecho a huelga contra estas
políticas educativas, cuando llega el momento de defender sus derechos
laborales y los derechos a una educación digna de sus alumnos, no dan el paso
al frente y reculan cobardemente. Nadie está obligado a hacer una huelga, lo
sé, pero por higiene mental y por dignidad deberían al menos evitarnos escuchar
sus peregrinas excusas a los que sí las hacemos. Suelen hacerlo con el gesto
contrariado, aludiendo siempre a oscuras abstracciones que nunca se pueden
constatar, utilizan el supuesto derrotismo de otros para justificarse, y
ejercen de falsos profetas anunciando un seguro fracaso al que precisamente
aboca su propia actitud. Por supuesto, siempre encuentran responsables del
fracaso de las huelgas y de la no obtención de los objetivos deseados en otros
grupos de compañeros: sin son profesores con plaza arremeten contra los equipos
directivos porque deberían haber dimitido o acusan a los interinos (sin
pruebas) de ser poco participativos en las reivindicaciones, sin ser capaces de
mirarse ellos mismos al espejo para no encontrarse con su triste realidad; si
son profesores interinos se lavan las manos y dejan que sea el rencor el que
hable por su boca para acusar a sus compañeros con plaza de insolidaridades
pasadas con las que justificar su miserable y suicida inacción presente. Cuando
algún otro compañero les desmonta algunas de estas tesis o apela a la necesidad
de mantenerse unidos en estos momentos de lucha, el gesto anteriormente
crispado desaparece y deja paso a un gesto lastimero, casi lacrimoso, adecuado
para aportar la última y definitiva excusa, ésa que la corrección social obliga
a aceptar sin hacer preguntas y con un gesto de comprensión: “no me puedo
permitir perder el dinero de los días de huelga”. No es políticamente correcto
decirlo, ya lo sé, pero para mí es la más miserable de las excusas, la menos
respetable de todas ellas. Cuando algunos profesores empiezan a cabecear,
compungidos, con la mirada perdida, aludiendo a que no pueden mantenerse en
huelga por una cuestión económica siento como me hierve la sangre. De media
cada día de huelga supone una pérdida entre 75 y 100 euros. Llevamos tan sólo cinco días de huelga en casi mes y medio de curso, y si se cumple
lo que proyectan los sindicatos en total serán seis días de huelga los
convocados para los meses de septiembre y octubre. Seis puñeteros días en dos
meses. Menos de 600 euros de un total de entre 3500 y 4000 euros netos.
Desde el principio le hemos explicado a la sociedad que
estas huelgas y estas reivindicaciones no eran por motivos salariales sino por
mantener unas condiciones de trabajo que permitan alcanzar una mínima calidad
en la enseñanza pública. Pero estos compañeros, curiosamente, sí priorizan el
dinero y su propia calidad de vida, y encima pretenden que les comprendamos por
ello. Apesadumbrados terminan afirmando con firmeza que cuentes con ellos para
las manifestaciones y las concentraciones (aunque evidentemente esto tampoco
suele ser verdad) pero que no harán huelga (o que se lo pensarán, porque
tampoco les gusta soportar la presión de grupo) porque no se lo pueden
permitir. Es cuanto menos sorprendente, lo reconozco, sin acritud (o con ella):
no era consciente de que hubiera en Madrid tantos profesores de Educación Secundaria
que vivieran al borde de la indigencia. Pobrecitos. Sobre todos los que ya
tienen su plaza fija. Algunos de ellos son los mismos interinos que años
anteriores no hicieron las huelgas porque no podían perder ese dinero puntual
de un día, ya que tenían que pagar la hipoteca u otras historias… ¿Cómo estarán
pagando ahora esas hipotecas? Con el dinero del paro no puede ser, porque no
les llegaría, tal era su grado de endeudamiento por entonces (o al menos lo que sugerían sus palabras). Otros son los
mismos que, sin darse cuenta, semanas antes de estas jornadas de lucha, te relataban
alborozados sus aventuras veraniegas por Asia o Europa. Seguro que no les
escuché con la suficiente atención y estos viajes los hicieron en plan
mochilero, haciendo autostop y comiendo frutos salvajes de los bosques que
atravesaban. Porque está claro que estos viajes realizados de manera turista
convencional no son precisamente baratos, y es imposible que los disfrutaran
los mismos que hoy tratan de apelar a mi comprensión hablándome de estrecheces
económicas. Y por supuesto habrá casos (los menos, seguro) de compañeros que
tienen problemas reales por diversas circunstancias personales y la pérdida del
dinero de estas huelgas realmente les supone un gran perjuicio…Los hay, claro, pero no creo
que nadie pueda aducir que por hacer estas huelgas sus hijos se van a quedar
sin comer. Simplemente durante un par de meses se tendrían que apretar el
cinturón un poco más fuerte de lo habitual. Es más, casualmente conozco al
menos tres casos de este tipo (dos de ellos son amigos personales), que a pesar
de encontrarse en situaciones realmente apuradas están al pie del cañón, son
honestos con sus discursos y participan activamente de las huelgas y
movilizaciones
Por lo tanto, lo dicho: ni respeto, ni comprendo. Por
supuesto sí respeto a la persona y mantengo la necesidad de ser educados entre
nosotros como premisa fundamental para
poder vivir en sociedad. Pero que no me vengan con más milongas, que no me
vengan con sus dudas interesadas, que no me vengan con su derrotismo calculado,
que no pretendan mi empatía. No la van a tener. Sólo mi indiferencia y mi
desprecio.
29 septiembre 2011
No pienso dar las gracias
Sí, ya estoy trabajando. Tras cinco años dando clases de
manera ininterrumpida con vacantes de curso completo (y tras tres oposiciones
aprobadas), este año sólo he conseguido una sustitución de tres meses. De
momento. Pero ya estoy trabajando. Ya debería estar más tranquilo O eso parece
que piensan muchos. “Al menos trabajas”, me dicen antiguos compañeros
bienintencionados, cuando se me acercan en las concentraciones y manifestaciones
que seguimos realizando. “No te puedes quejar, fíjate como están los profesores
interinos de otras materias”, comentan otros con mirada intensa. “Ya les
gustaría a otros estar en tu situación”, escucho en tono de regañina si empiezo
a expresar algunos de mis argumentos en contra de este tipo de planteamientos. “No
pasa nada por sustituir”, me reprenden
algunos, “yo me tiré muchos años así, es lo que hay si eres interino”. Pues
vale, me digo, como si no supiéramos cómo se ha llegado a esta situación y no
supiéramos lo mal que están las cosas. Parece que debiera estar alegre y feliz,
agradecido por tener trabajo y no verme abocado a las fauces del paro. Debería
bajar la cabeza, ser más humilde y consecuente, tolerante, casi melifluo.
Sonreír con gratitud. Pero no lo hago. No me sale. No lo siento. No lo
entiendo. No lo acepto. Lo han conseguido. Han conseguido que tener un trabajo,
el que sea, con las condiciones laborales que sea, sea un privilegio. El mayor
de los privilegios. Y cuando trabajar es un privilegio, el objetivo final y
último del trabajador, cuando no se tienen más opciones, cuando no se encuentra
ningún canal mediante el que reivindicar los más básicos derechos, cuando la
amenaza del despido es una constante porque la precarización permite disponer
de otros cuya desesperación coloca más cerca del abismo y los hace aún más
maleables y dóciles que tú, entonces, en ese momento, el trabajador ya sabe que
ha perdido antes de comenzar su labor; ha vuelto a ser derrotado. Como tantas
veces a lo largo de la historia: porque ha perdido su derecho a la dignidad,
a mantener su orgullo, a expresarse en libertad, a no ser el esclavo que tan
sólo puede acatar, otra vez, la voz de su amo.
No pienso hacerlo. No pienso dar las gracias por trabajar. Trabajar
es un derecho, no una dádiva caritativa. No nos hemos formado y demostrado nuestra
capacitación para andar ahora agradeciendo a nuestros empleadores el mero hecho
de tener un sueldo mensual. Mediante la labor que hacemos se obtienen
beneficios. Ahí es donde se mide nuestro valor. En el campo de la empresa
privada esos beneficios que se obtienen gracias a nuestra productividad se los
lleva un empresario. En el campo de lo público
pagamos entre todos, mediante los impuestos y la justicia social, a unos
trabajadores para que nos eduquen, curen o protejan, obteniendo unos beneficios
que no por no ser mensurables de manera económica podemos olvidar valorar y
defender. Ya está bien de minusvalorarnos. Ya está bien de no entender nuestro
papel en la sociedad. Ya está bien de no comprendernos entre nosotros mismos y
equivocar de manera continua las prioridades de nuestros discursos político y
social.
Porque lo están consiguiendo. Desde hace varios años, dentro
de la propia clase trabajadora, se escuchan cada vez con más asiduidad insultos
e improperios dirigidos hacia otros trabajadores. En el fondo, sin darse cuenta,
se insultan y menosprecian a ellos mismos, o a sus familiares, o a sus amigos.
Insultos e improperios que se hacen dolorosamente más patentes durante las
jornadas de huelga que los distintos colectivos se ven obligados a convocar
ante el acoso constante a sus derechos. La comprensión y la solidaridad de
antaño se han convertido en una irracional inquina rencorosa que no tiene
ninguna base ni justificación: los funcionarios son unos vagos insolidarios y
privilegiados que deberían ser castigados sólo por levantar la voz; los conductores
de metro, unos salvajes sin derecho a la queja y la protesta porque “disfrutan”
de un trabajo estable; los empleados de la limpieza son unos irresponsables
porque no recogen la basura dejándonos las calles sucias y malolientes; los trabajadores de AENA amenazan
nuestra imagen internacional provocando caos aéreos propios de países
tercermundistas. Siempre hay una excusa, una justificación que pretende ser
objetiva, casi científica, siempre económica, que invalida todas y cada una de
las protestas sociales aunque estén perfectamente justificadas. Y lo más
doloroso, lo más extraño, lo más injustificado, lo más imbécil es que al final
los primeros que censuran la defensa de los derechos laborales de los trabajadores
son precisamente los propios trabajadores. Y así nos va.
No, no pienso dar las gracias por trabajar. Trabajar supone
un esfuerzo mediante el que se consigue una contraprestación. Es un contrato de
dos que debería beneficiar siempre a las dos partes. Dejemos que sea nuestro
trabajo y rendimiento el que avale el juicio que se haga sobre nosotros.
Dejemos de agradecer lo que es un derecho y comencemos a defenderlo como tal,
como nuestro único patrimonio. Derecho a trabajar y a mantener el estado de
bienestar social como el único garante de una mínima igualdad de oportunidades. Como la única posibilidad de alcanzar cierto grado de libertad dentro de nuestra
sociedad.
Escuela pública de tod@s, para tod@s
15 septiembre 2011
Telemadrid y su manipulación torticera
Aclaración: ante el número inusitado de visitas y tras el comentario que me hace un amigo parece ser que tal vez los datos que ofrecía la
televisión eran tan sólo de los SMS, llamadas y mails mandados en
directo. No los datos de la encuesta en la web. En tal caso no habrían invertido los resultados sino tan
sólo habrían ocultado lo que se estaba votando en la web. No se podría hablar de manipulación. Valga esta aclaración como rectificación porque no pienso caer en lo mismo que critico. Borro Cambio la entrada y dejo la aclaración para aquél que entre aún en el blog buscando la información.
Sabemos que Telemadrid es la televisión más
partidista, manipuladora y casposa de España.
Sabemos que sus telediarios sirven para hacer una
loa constante a la lideresa y para ocultar o minimizar cualquier posible error
que cometa, así como ocultar o ridiculizar cualquier acción o movilización que
vaya en contra de sus designios
Sabemos que sus programas de debate, tanto los
diurnos, cutres y cochambrosos, como los nocturnos, con una puesta en escena
pretenciosa y grandilocuente, son espacios donde sólo se escucha una solo voz
política monocorde, levemente matizada por alguna voz pretendidamente
socialista que sirve de contrapunto (in)útil.
El otro día, en uno de estos programas de debate (Madrid Opina), decidieron hacer una encuesta sobre si se estaba de acuerdo o no
con aumentar las horas lectivas de los profesores. Para ello se pedía que
se mandaran mensajes SMS o se llamara a unos determinados números de teléfono. Al mismo tiempo, una
encuesta en los mismos términos estaba colgada en la página web
de la cadena
En un momento dado del programa se hizo una
primera aproximación de cómo iba la encuesta. Se puede ver en este pantallazo
(como los demás los he cogido de un compañero que lo colgó del Foro de la sur).
Parece claro, por los datos, que los encuestados que votaban estaban a favor de
las medidas de Aguirre. Eso sí, no se daba ningún dato de participación.
Al final la brecha se amplía. Ningún dato de
participación. Por supuesto.
Mientras tanto, a la misma hora en que se estaban
publicando estos datos en la televisión, éstos eran los datos que ofrecía la propia
web de Telemadrid (se puede ver la hora y los tantos por ciento en el
pantallazo, al pinchar en la foto)
Los resultados eran casi exactamte inversos a la encuesta televisiva. Curioso. No les importó. Al parecer esta información no era relevante
para darla en directo y complementar los datos de la otra encuesta. Al fin y al cabo, con los primeros datos se transmitía a la
audiencia que las conclusiones a las que los "distinguidos"
contertulios estaban llegando en el plató, eran compartidas en una
"encuesta imparcial"... Eso sí, con un dato del 3,4% de audiencia, no
hubiera esta mal conocer el número de personas que había participado en esa
encuesta en directo… Debió ser un número tremendo…
Pues eso. Poco más que añadir.
Bueno, sí, una cosa: ¿si en lugar de preguntar
acerca de las dos horas lectivas de los profesores hubiesen preguntado si se
estaba de acuerdo o no con los recortes llevados a cabo en la educación
pública, mientras se beneficia a la educación privada no concertada con
desgravaciones fiscales, cuyo importe es superior al pretendido ahorro que se
va a conseguir… qué hubiera pasado?
Bueno, claro... Estamos hablando de Telemadrid...
Vaya tontería... Como si esa pregunta pudieran siquiera habérsela
planteado.
11 septiembre 2011
Un viejo amigo
Su mensaje llegó a mi móvil de improviso, en la calle, entre
otros que requerían mayor inmediatez, en medio de la marea verde que el
miércoles comenzó a rugir en la calle contra los recortes aplicados a la
educación pública por el Gobierno de Aguirre. Hacía mucho tiempo que no sabía
nada de él y de repente nos convocaba, a Carol a y mí, a tomar algo el sábado,
en Madrid, donde estaba de visita. En otras épocas de mi vida he mantenido un
discurso cínico sobre las amistades y lo efímero de las mismas. No soy de los
que ha sido capaz de mantener el contacto con los amigos de la infancia o la
adolescencia. Ni tampoco lo he pretendido con mucha intensidad. Con el tiempo
incluso, casi he perdido a los de la universidad. Nunca me ha importado
demasiado porque siempre he creído que las amistades responden a una especie de
ciclo vital, en el que inicialmente se consolidan gracias a que diversas
personas confluyen en un lugar, en un tiempo y en un contexto específico; posteriormente
se convierten en un eje gravitacional alrededor del cuál gira gran parte de la
vida emocional de cada uno de los que disfrutan de ellas; y finalmente, en
muchas ocasiones, se diluyen lentamente cuando las distancias personales de los
proyectos vitales se acentúan, aparece cierto grado de aburrimiento o alguna otra
circunstancia puntual varía. Nunca me ha parecido algo triste, ni motivo de
enorme pena o desazón, porque en general el hecho de que en mi vida algunas
amistades pasasen a segundo plano ha significado la aparición de otras nuevas con
las que disfrutar de diferentes experiencias que siempre me han hecho crecer.
Pero en algunos casos, en los mejores casos, nunca mueren del todo. Han sido demasiado
importantes, demasiado significativas para que eso les suceda. Tan sólo
permanecen en estado latente, congeladas, sustentadas en un cariño indisoluble
y sobreviviendo gracias a pequeños contactos esporádicos. Son aquéllas sin las
que uno es consciente que no podría escribir su biografía emocional. Este
amigo, el del mensaje, es uno de esas amistades. Mis primeros (y excitantes)
años en Madrid giran fundamentalmente en torno a dos personas: la primera fue
(y sigue siendo) Carol. La segunda, sin duda, fue él. Tardes y noches de
sueños, conversaciones, alcohol, risas, cine e incluso algo de teatro permanecen
en mi memoria con enorme nitidez, dando forma y sustancia a una parte muy
importante de mi vida. Fue una época de absoluta libertad, caóticamente
extraña, salvaje y plácida a la vez, en la que el tiempo parecía dilatarse y no
había ninguna necesidad de doblegarse a ningún compromiso social ni laboral,
por nimio que pareciese. Después, por supuesto, el tiempo pasó y cada uno de
nosotros comenzó a transitar por caminos cada vez más alejados, desde los que
cada vez costaba más trabajo salir para volver a encontrarnos, para recobrar
sensaciones y atmósferas anteriores. Finalmente marchó con su mujer hacia
tierras templarias, autoimponiéndose un exilio rural, construyendo un discurso
anti-ciudad que necesariamente no podíamos compartir. Da igual. He compartido
muchas de sus alegrías, sus miedos, sus fracasos, sus victorias, su búsqueda
constante de encontrar su lugar en el mundo sin ceder a lo que parecía ser su
destino por estudios o familia. Lo he admirado por eso. Durante los últimos
años, cada vez que nos hemos vuelto a ver, una nube oscura sobrevolaba todas
sus historias, ensombreciendo su vida injustamente, haciendo que perdiera poco
a poco parte de esa jovialidad que siempre le ha caracterizado. La naturaleza
nunca se ajusta plenamente a nuestros deseos y cuando éstos son tan intensos la
no obtención del objetivo termina pasando inevitablemente su factura. Pero el
sábado su cara era diferente. Su sonrisa volvía a ser más plácida. Su mirada,
limpia de preocupaciones. Mientras nos contaba la buena nueva y su mujer nos
confirmaba la noticia con una leve caricia a su barriga, sentí cómo un
extraordinario sentimiento de felicidad me embargaba. Por él. Por su búsqueda.
Por sus desvelos. Por las tristezas sufridas. Por los años pasados. No sé si
eso se lo pude transmitir con el fuerte abrazo que le di. O sí. Pero desde
aquí, ahora, se lo quiero decir de nuevo:
Un fuerte abrazo, viejo amigo. Muchas felicidades y que todo vaya bien. Te lo mereces. Os lo merecéis los dos.
Un fuerte abrazo, viejo amigo. Muchas felicidades y que todo vaya bien. Te lo mereces. Os lo merecéis los dos.
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