21 febrero 2008

Crematorio, el fin del sueño

Crematorio es la última novela de Rafael Chirbes, uno de esos autores ninguneados por los poderes mediáticos de la literatura de nuestro país, un autor comprometido con su tiempo, dueño de una prosa poderosa e hipnótica ajena a artificios innecesarios, un escritor que no pertenece a ninguna de las cuadrillas planetarias o prisaicas que atascan el mercado literario y reciben la promoción necesaria para ser conocidos por el gran público, convirtiendo así sus cansinas y mediocres voces en las únicas que parecen valiosas, incluso en las únicas que existen. Se fomentan autores de medio pelo, escritores que utilizan una literatura superficial, repetitiva y plana, creando la sensación de que, en palabras del propio Chirbes,en España, la novela sea un arte inane, una cosa como de vasito de agua y ansiolíticos en la mesilla de noche”.

Crematorio ha supuesto para mí todo un descubrimiento, un viaje desolado y desolador por nuestra sociedad y por nuestro país, una novela que retrata los paisajes más oscuros de una serie de personajes a los que un impacto emocional los obliga a reflexionar sobre su pasado, sus contradicciones, sus sueños frustrados, su soledad existencial. Al tiempo describe sin concesiones el contexto social e histórico en el que se ha construido la sociedad española actual, el largo camino desde la Transición hasta nuestros días, un camino desagradable y frustrante para aquéllos que sin notarlo siquiera envejecieron, mientras escondían las pruebas de sus pasados (supuestamente) revolucionarios y se convertían en adalides del librecambismo y el capitalismo, sin poder abandonar del todo sus discursos progresistas, demasiado arraigados en su interior como para ser arrojados al exterior sin que esa acción les arrasara sentimentalmente por completo.

La novela nos cuenta las reacciones que produce en su familia y amigos la muerte de Matías, un antiguo comunista partidario de la acción directa y la revolución social en los lejanos sesenta y setenta españoles, que termina reconvertido en sus últimos años en un neoecologista de diseño en la costa valenciana, tras haber pasado por el pesebre socialista de los 80 y haber abandonado toda idea de que la política pueda servir para salvar al mundo. Su muerte nos permite conocer a las personas que le rodearon en vida y mediante los cuales reconstruiremos la vida de Matías y la de sus familia: su hermano Rubén, verdadero eje de la historia convertido con los años, tras compartir brevemente los discursos revolucionarios de Matías, en constructor y especulador inmobiliario; la hija de éste, Silvia, que desprecia profundamente el trabajo de su padre aunque se beneficia miserablemente de él, y que representa a una generación perdida, hija de la Transición, que se quedó sin espacio y no tuvo vitalidad para desarrollar nuevas ideas propias, que renunció a cambiar el mundo y por tanto no pudo nunca fracasar (algo que curiosamente sí le recuerda continuamente de manera cínica a su padre, que los que sí fracasaron fueron ellos), sin reflexionar nunca sobre su propia adaptación y connivencia con el régimen establecido, y la carencia de proyectos vitales colectivos; y Brouard, escritor de éxito minoritario pero muy respetado en los ambientes universitarios, sobre cuya obra el marido de Silvia está escribiendo una tesis, y que fuera gran amigo de juventud de Rubén y en menor medida de Matías, que se encuentra en plena decadencia física e intelectual y que rompió relaciones hace años con Rubén debido al urbanismo salvaje que este último impuso con los años a los paisajes costeros de su añorada adolescencia.

Crematorio es una novela creada a base de monólogos y recuerdo interiores de los personajes. Esas voces internas que Chirbes nos muestra con maestría nos llevan a conocer los pensamientos más profundos de un grupo de personas derrotadas por la vida, que viven en una perpetua ruina sentimental y que atraviesan unos paisajes emocionales arrasados por el tiempo, por las contradicciones, los fracasos personales y las expectativas incumplidas, pero que siempre terminan defendiendo sus posiciones con la seguridad de haber hecho lo correcto, o al menos lo que podían hacer, y reservan las visiones más negativas para los otros, los demás, salvando así finalmente los restos de su propio naufragio, buscando alguna salida imposible de encontrar y reflejando perfectamente una naturaleza humana que casi nunca termina de destruirse, pero no deja nunca de autolesionarse.

El gran acierto de Chirbes, lo que convierte a su novela en una bomba de relojería entre las manos del lector, es su capacidad de indagar en las razones que ofrecen cada unos de estos personajes y conseguir ser honesto con cada uno de ellos, que resulten creíbles, convincentes, verosímiles, y que sólo reconstruyendo finalmente la amalgama de voces, acusaciones y justificaciones de todos (incluidas las de los tres o cuatro secundarios que también transitan por la novela), aparezca el terrible panorama final, al tiempo terrible y lógico, pero sin ser apocalíptico. No hay destrucción, la vida sigue siempre, y sólo queda la constatación final del fracaso total de la generación de la Transición (la del autor), que se enfrenta a una vejez con demasiados fantasmas en el armario, que no encuentra comprensión en la generación de sus hijos (generación a la que por otro lado desprecia porque ha sido incapaz de recoger su testigo y se ha instalado en un individualismo defensivo y apático), que siente que su éxito en la transformación (innegable) de nuestra sociedad le ha apartado de su discurso original, que el éxito hizo que ya no hicieran falta los grandes ideales, que la inercia transformó a muchos de sus miembros en lo que nunca creyeron posible, que, en palabras del autor, “han renunciado a ser alfareros del mundo”. Una generación que va recogiendo velas y que entiende que fuera de este mundo, que de manera no del todo consciente ha ayudado a construir, hace demasiado frío y se está demasiado solo como para mantenerse mucho tiempo. Y considera, no sin razón, que al fin y al cabo todo está mejor de lo que estaba antes. Mucho mejor. Aunque esté tan lejos, tan lejos, de lo que se soñó.

16 febrero 2008

Preguntas sin respuesta (febrero 2008)

  • ¿Cómo es posible que en las oposiciones de 2008 para Castilla-La Mancha las plazas de Psicología y Pedagogía sean (más) de cuatro veces más que la suma de plazas ofertadas de Filosofía y Física y Química? ¿A quién beneficia que nuestros adolescentes se infantilicen, se les diagnostiquen enfermedades mentales imaginarias y no sean educados en las clásicas ramas del saber humano, aquéllas que les debieran hacer más libres, más críticos, más escépticos, más independientes, más sabios?
  • ¿Por qué parece un pecado decir que “No es tierra para hombre viejos” es una película menor de los hermano Coen, donde brilla por su ausencia su habitual brillantez en los diálogos, donde el personaje de Tommy Lee Jones es un auténtico coñazo debido a esa manera simple de ser presentada de manera pretenciosa, y donde la última media hora está mal hilada, tiene secuencias inverosímiles, es aburrida y está fatal contada?
  • ¿Por qué sólo viendo el trailer de la próxima película de Indiana Jones por internet, y mientras escucho de fondo la legendaria marcha compuesta por John Williams, una sonrisa de idiota y total felicidad me aparece en la cara mientras saboreo cada nuevo fotograma de uno de los héroes cinematográficos de mi infancia?
  • ¿Por qué la gente que con todo el derecho del mundo opina sobre los beneficios de la vida en los pueblos y la cercanía vital que se encuentra en las pequeñas comunidades, nunca echa un vistazo a esa maravilla de película de Lars Von Trier llamada Dogville?
  • ¿Y aprovechando su momento cinéfilo por qué no se hacen con la que es posiblemente la mejor película del movimiento dogma, Celebration de Thomas Vinterberg, y reflexionan sobre los claroscuros de la familia, ese entorno cerrado, asfixiante, que obliga a lealtades incomprensibles y a cariños inexplicables?
  • ¿Por qué cada vez me dan más grima política Aguirre y Gallardón y sus peleas internas por el poder, mientras el PSOE de Madrid anda desaparecido del mapa y es incapaz de presenta una alternativa fuerte y de izquierdas en una ciudad y una Comunidad que parecen estar sometidas a un tsunami privatizador?
  • ¿Por qué se incide tanto en que nuestros niños y adolescentes lean, cuando la mitad de los adultos españoles no coge un libro en todo el puto año, y la otra mitad se queda en una media cercana a cuatro miserables libros anuales? ¿Se piensa que los chavales no toman como ejemplos a sus padres que se quedan hasta las tantas de la noche mirando como zombis series españolas de producción indigna o programas que invaden la privacidad de las personas?
  • ¿Por qué resulta tan patético, tan lamentable, tan lastimoso y tan baboso el anuncio de los artistas que fueron y sólo son ya viejos acomodados hoy, apoyando a Zapatero, criticando al PP sin notar (o sin querer notar) que por quien piden el voto es también por gente como Solbes, Chaves, Montilla, Miguel Sebastián...? ¿No se les cae la cara de vergüenza cuando piden el voto útil por el PSOE al electorado de IU?
  • ¿Prometen bajadas de impuestos? ¿Prometen ayudas directas e indiscriminadas sin tener en cuanta el nivel de renta de los beneficiarios? ¿Prometen que ningún inmigrante sin papeles y sin trabajo podrá entrar en nuestro país? ¿Piden contención salarial a los sindicatos en la negociación anual con los empresarios para que no se dejen arrastrar por el “dato coyuntural” del IPC de enero? ¿Se reúnen con la gente del Vaticano sin plantear cambios importantes en relación con la financiación de la Iglesia Católica? ¿ Mantienen y aseguran la concertación de la educación? ¿Son los liberales de derechas? ¿o son los otros liberales de derecha?
  • ¿Cómo es posible en nuestro país que personajes como Arias Cañete suelte con total impunidad lo de los “camareros de antes” o que tipos como Mayor Oreja hable de “la enorme placidez con la que muchas familias vivieron el franquismo” sin que inmediatamente se les aparte de sus puestos de poder representativo?

08 febrero 2008

Juno, el cine indie se hace conservador

Pues vale. Se está convirtiendo en el éxito indie del año. Nominada a los oscars, premiada en Sundance y con una actriz principal (Ellen Page) a la que ha convertido de la noche a la mañana en la nueva Cristina Ricci, la nueva musa del cine independiente. Con un guión que a veces logra mostrar la frescura y el atrevimiento que en todo momento (en todo momento) pretende transmitir, y una convencional y simplemente correcta puesta en escena, Juno es la típica producción de bajo coste norteamericana con secundarios semidesconocidos pero eficaces, y la ya nada sorprendente (e incluso rutinaria) aparición de una cara conocida del cine más comercial (en este caso Jennifer Garner y sus morritos operados), intentando prestigiar su lamentable carrera hollywoodiense con un papel secundario con menos sueldo pero más recorrido “artístico”.

El día del estreno la sala estaba abarrotada. Es lo que tiene Madrid: somos cantidad los culturetas deseosos de alejarnos puntualmente del Hollywood convencional, incluido el de prestigio (¿os he dicho ya que la última de Paul Haggis, “En el valle de Elah” es un auténtico truño, melifluo, panfletario, débil y conservadoramente progresista?), y darnos un revolcón intelectualmente satisfactorio y con un punto masturbatorio en otro tipo de cine no tan devorado por las masas. Ya sea rumano, coreano o americano (pero del otro). Allí estábamos, deseosos de ser especiales viendo algo diferente. Tuve mala suerte, esta vez disentí de los de la tribu. Qué pena. Qué tragedia.

Estábamos con Juno, película que toma su nombre del de la protagonista, una adolescente superlista, superfriki, superespabilada y un poco superidiota, a la que no se le ocurre otra cosa que follar con el empollón de la clase sin utilizar preservativo. No, no parece que fuera una tía superinformada. A partir de este planteamiento tan débil podríamos esperar de una película de cine independiente que, al menos, no se convirtiera en un culebrón antenatresiano vespertino. Y lo cierto es no se convierte en eso. Otra opción sería encontrarse un película que, desde el humor y el sarcasmo, diseccionara las relaciones familiares, el entorno escolar de la vida de esta tía, las puertas que se le cierran si termina decidiendo tener ese niño, las contradicciones que conlleva un embarazo no deseado... Pero tampoco vemos eso en la pantalla. El director y la guionista deciden contarnos la historia chorra y plana de cómo la cría decide tener el hijo y, de forma madura y sin ningún tipo de duda existencial, entregarlo en adopción, tomando así una postura forzada, lineal y tremendamente conservadora. Pero eso sí, bajo el disfraz de sátira social, descarada y mordaz.

La lógica alternativa del aborto es eliminada con una línea de guión y una estúpida secuencia que no merece mayor análisis, y que parece incluso molestar a la guionista, que debe entender que a un espectador medianamente normal se le hace difícil aceptar como creíble lo superinteligente, y superlúcida que es la adolescente protagonista después de haberla visto mostrar su natural y mucho más lógica estupidez adolescente follando sin condón. A partir de ahí la historia se desarrolla en cuatro actos en los que vemos como Juno elige a los futuros padre adoptivos de su hijo, asistimos al desarrollo de su embarazo físico sin que el mismo mine en ningún momento la capacidad de réplica de nuestra potencial tertuliana, para finalizar la historia con una defensa cerrada de la familia (un poco progre, eso sí, y con problemas, pero familia al fin) unida, cercana, accesible y comprensiva. La película se atreve incluso a mirar con cariño y respeto a un personaje tarado y patético como es el de la futura madre adoptiva, a la que salva de su vacía y hueca vida gracias a su desmedida necesidad de ser madre mientras que, curiosamente (y no es casualidad), sólo trata con cierta antipatía al personaje del futuro padre adoptivo, puteado por su mujer, siempre dependiendo de sus caprichos irracionales, atrapado en una vida convencional alejada de sus sueños, y al que la llegada de Juno supone un despertar de su letargo, una posibilidad de otro mundo posible, aunque ello suponga destruir el entorno protector al que su cobardía le ha llevado. Pero para él no hay comprensión. Su negativa final a ser padre le convierte en don nadie inmaduro del que no merece siquiera saberse su futuro al final de la película.

En definitiva una película con algunos diálogos realmente certeros y graciosos, que abusa de intentar convertir a Juno en una especie de RafaNadal dialéctico que responde a todo y a todos con una lucidez desmedida e impropia para su edad, y que demuestra que el cine independiente norteamericano de éxito se ha adaptado a la perfección a su nuevo papel de cantera de Hollywood, muy alejado de ese cine americano de los 80 y 90, realmente marginal e independiente con títulos como Noche en la tierra, o Happiness. Sólo hay que comparar el retrato de familia de ésta última con el que nos muestra Juno. Son dos universos opuestos, a los que sólo une el desgastado y maltrecho calificativo de indie.

31 enero 2008

La estafa social de los 400 euros

Por fin un artículo de prensa, aparecido hoy en Público, hace una reflexión pausada y profunda sobre el “regalo” de 400 euros que Zapatero promete entregarnos a todos los españoles a cargo del dinero público (en el caso de ganar las elecciones, un importante matiz). Bueno, no a todos, ni mucho menos, sino sólo a los contribuyentes cuya declaración de la renta les haya salido a pagar. Un clarificador, comprensible e ilustrativo artículo. Y profundamente liberal. Por supuesto. Como la misma medida zapateril.

A medida que pasa el tiempo y reflexiono más sobre la medida menos me gusta, más lamentable me parece, más chantajista y caciquil y desde luego, aunque bajo el foco de la teoría económica pueda explicarse como progresiva, menos moralmente progresista me parece. Como explica muy bien Carlos Mulas-Granados, autor del artículo, la medida se puede entender como progresiva porque, respecto al dinero contante y sonante que cada contribuyente desembolsó, los 400 euros suponen un mayor tanto por ciento para aquéllos que posean rentas más bajas que para aquéllos que las tengan más altas. Y además, intenta compensar la subida de la vida que han supuesto las grandes alzas en los precios de hidrocarburos e hipotecas. Perfecto. Y después de cobrar los 400 euros (ya sea por vía directa o mediante bajada de los impuestos), qué. ¿Qué va a pasar? ¿De qué sirven estas ayudas directas que tal cuál entran salen del bolsillo de los más pobres para tapar deudas y descubiertos, y que se convertirán en calderilla para alguna cena para los más ricos? Y sobre todo, ¿forman parte de algún plan a largo plazo, fundamentado, meditado, que favorezca a los contribuyentes netos de este país? ¿o es el chocolate del loro que sirve para satisfacer las demandas inmediatas de una clase media baja que ve como sus sueños de vivir por encima de las posibilidades de sus tristes sueldos se van al traste en cuanto la economía global se ha resfriado? ¿Y si enferma un poco más? ¿800? ¿Y de dónde saldrán?

El coste total del “invento” será de unos 5.000 millones de euros, una cuarta parte del superávit que dicen tiene el Estado este año. El planteamiento que debiera hacerse desde los sectores que se autodenominan progresistas del PSOE, es que como es posible que su gobierno se jacte de contar con superávit a costa de los impuestos de los contribuyentes, cuando hay enormes carencias, déficits y problemas en sectores sociales claves: educación, sanidad, servicios asistenciales, sector público de la vivienda, etc. Por poner sólo un ejemplo: el presupuesto para educación del Gobierno en el año 2008, en aquellos aspectos que no competen a las autonomías, es de sólo 2.831,33 millones de euros, poco más de la mitad del coste de la medida anunciada. O, siguiendo con la educación, el presupuesto educativo de la Comunidad de Madrid para 2008 es de 4781 millones de euros, una cifra aún inferior a la que supone el “obsequio” progresista de Zapatero.

Es evidente, desde un óptica progresista, de izquierdas, o como demonios quiera llamarse, que ese dinero debiera servir, junto a los otros 15.000 millones del superávit, para vertebrar socialmente este país, para invertir en servicios básicos que no se queden en meras pagas directas (como el famoso cheque-bebe). Pagas éstas que no tienen en cuenta la situación social y económica de aquéllos que las reciben, que son de nula progresividad fiscal, y que en ningún caso forman parte de un plan específico conocido de ingresos directos, que sirva para luchar contra las injusticias sociales que genera nuestro sistema económico, y al que se podrían asemejar en su forma pero no en su ideología (como sería la discusión acerca de la viabilidad de una renta básica universal para todos los ciudadanos).

Ese superávit, invertido en uno solo de los campos señalados (educación, sanidad, vivienda...) serviría para impulsar definitivamente soluciones de largo recorrido que mejoraran la vida de todos los españoles. Pero claro, no serían medidas cuyos resultados se vieran a corto plazo. No servirían para ganar unas elecciones, no servirían para movilizar al electorado. Y esto es algo que un político, sea del signo que sea, no puede soportar. De esta forma Zapatero dispone con alegría del dinero de nuestros impuestos, cometiendo el peor error que un gestor y representante del pueblo puede cometer: utilizarlo alegremente para perpetuarse en el poder, para chantajear a los votantes, revisando y renovando los viejos métodos caciquiles de compra del voto de manera torticera.

Sólo hay que fijarse en lo claro que lo tiene el autor del artículo, y lo que aconseja al Gobierno: "Sin embargo, es cierto que la medida podría haberse extendido a los autónomos. Aunque ellos tributan con un sistema distinto, sería bueno que el Gobierno considerara incluirlos de alguna forma en la rebaja fiscal, porque tienen rentas medias, han sufrido el alza de precios como los demás, y además son un importante conjunto de votantes"

¿Se puede decir con mayor claridad?

23 enero 2008

Obscena desfachatez

Aznar hace un par de días (ver el vídeo hasta el final):



Aznar en 2003, en la célebre entrevista con Buruaga, afirmando sin pudor que en Irak había armas de destrucción masiva. No había ninguna duda, ninguna:



"Un gobernante que ha engañado conscientemente a los ciudadanos queda inhabilitado para seguir gobernando"

Siempre podrá justificarse en que él no iba a seguir gobernando. Podía mentirnos sin pudor. por nuestro bien. Por nuestro gran futuro de alianza con las grandes potencias. Por la foto de las Azores.

Menudo hijo de puta. Vaya derecha que nos ha dejado como herencia.

20 enero 2008

Más de dos años

Me comenta un amigo que el tono del blog es excesivamente crítico, que la línea seguida es muy negativa, que nada hay que parezca gustarme, y que a todo le pongo pegas. Me afectó lo que me dijo. Durante unos días me ha rondado por la cabeza. Analizando la crítica, estudiándola, valorándola. No termina de convencerme. No. Aunque la respeto por venir de quién viene. Pero al final me parece que es como cuando me dicen que soy muy pesado, o que mis posts son muy largos. Nada me dicen esos comentarios sobre el estilo, el ritmo, los argumentos, mi manera de enfocar el mundo, mi pelea contra las ideas estáticas y las convenciones ideológicas. Nada, me quedo en blanco ante ellos, desanimado. Porque sobre eso sí admito la crítica, aún siendo dolorosa, porque de eso va este blog, sólo de eso, de opinar y discutir, y de que opinando los demás discutan sobre lo que escribo. Directamente, o a través de conversaciones posteriores.

Decía Albiac, en alguna de sus obras, que él había consagrado su vida a la puntuación. Yo le entiendo. A la perfección. Puedes tener cosas que decir, interesantes incluso, pero el cómo lo cuentas, el estilo, la estética. Eso es lo importante. Al menos para mí. No soy escritor. Seguramente no lo seré nunca. Los proyectos quedarán arrinconados en algún disco duro de algún ordenador en algún callejón oscuro. Los “nov1”, “nov2”, “proyecto” “ideas”, “guióncorto” esperan en vano que me acerque a ellos para desarrollarlos, para darles la vida definitiva, otorgarles una existencia más allá de sus explosivos orígenes, repletos de ilusión, diversión y whisky. A partes iguales.

Pero una cosa es arrugarse ante el previsible fracaso, una cosa es aceptar las limitaciones personales, dejar pasar el tiempo, y otra cosa es dejar de ejercitar el arte de escribir. Mejor o peor. Y pensar, reflexionar, criticar… escribiendo. Asumiendo que el motor que me mueve a encender el ordenador suele ser el cabreo, la irritación, el enojo e incluso el berrinche puntual. Pero también que gracias a este blog me pauso, estructuro lo que pienso, doy formato a mi visión del mundo, me sirve para ordenar ideas y, fundamentalmente, me divierte y me entretiene, haciéndome escribir con continuidad y autoexigencia.

Hace años que siempre repito lo mismo: sólo la pasión, sólo la emoción, merecen la pena en la vida. Ser capaz de sentir, de cabrearte, de conmoverte, por algo, por lo que sea, ya hace que las cosas merezcan la pena. El estatismo, el conformismo vital, la falta de ímpetu son el gran mal, son el horror. Y todos hemos estado ahí, en algún momento, cayendo al abismo, siendo devorados por las llamas de lo gris. Me afectan las críticas, por supuesto, más me gustarían si fueran halagos. Pero ni lo uno ni lo otro son el verdadero leitmotiv de esta cosa que tiene ya más dos años de vida. Siempre fue el mismo, y continúa siéndolo: conseguir discutir y compartir mis ideas.

Y a veces, pocas, funciona.

10 enero 2008

Preguntas sin respuestas (enero 2008)

  • ¿Por qué en este país no se puede hablar de República sin que te miren o bien como un osado izquierdista radical, compañero de pañuelo palestino y camisa del Che, o bien como un peligroso elemento subversivo, nostálgico de la II República y deseoso de matar curas y violar monjas?
  • ¿Por qué se suele confundir conversación banal y social con conversación insufrible donde se cuentan miserias personales sobre las que uno no tiene el menor interés?
  • ¿Por qué el clásico postvacacional navideño:"¿qué tal, como te lo has pasado?" ha sido sustituido por el entrometido y molesto:”¿qué tal, dónde has estado?”... Cuando en el fondo nos importa un carajo...
  • ¿Por qué entre los profesores el comentario más escuchado tras unas largas vacaciones es: "¡qué pesados están los niños! ¡han vuelto fatal!"?... ¿Se han fijado el estado lastimoso y desmotivado en el que muchos de ellos mismos vuelven?
  • ¿Por qué la SGAE se va a llevar calentito el importe del canon digital cuando la gran mayoría de los españoles no se descarga una puñetera película española en todo el año?
  • ¿Por qué tengo la sensación de que mi generación ve cada vez menos cine y cada vez más series de televisión, de que para ellos el cine ya no es una necesidad cultural a reivindicar, que ni siquiera hay ya que fingir interés por él para no parecer un paleto integral?
  • ¿Por qué nadie hace un estudio serio sobre los padres actuales, su enorme debilidad y laxitud, su exasperante incapacidad de actuar con una serie de principios lógicos y razonables; un estudio que hablase de la triste educación utilitarista y resultadista que se da a los chavales en casa, la errática y fallida técnica de castigos y premio imposibles, y la soledad real a la que se ve abocada la generación MP3?
  • ¿Por qué no decimos de una vez todos los que lo pensemos que invertir en ladrillo es una jodida inmoralidad es este país, y que gran parte de la culpa de lo que sucede con el tema de la vivienda la tienen nuestros padres, los padres de los mileuristas, los sociatas de los 80 y los que no lo eran, que ciegos de capitalismo y rentabilidad quisieron y quieren duplicar e incluso triplicar sus ahorros sin asomo de sonrojo mediante la venta y alquiler de pisos?
  • ¿Por qué los que pagan impuestos y cumplen las reglas son tontos y los que no, son unos espabilados, unos simpáticos pícaros? ¿Por qué esta sociedad premia y favorece así a los mierdas?
  • ¿Por qué se derrumba un colegio privado que se subvenciona con dinero público (los llaman concertados) y en la prensa ese detalle casi no aparece y, lo más importante, no significa nada? ¿Qué hubiera pasado y que se habría dicho si fuera público? ¿Cómo encima tienen la desfachatez de hablar de “milagro divino” y de insinuar que la Comunidad de Madrid debe ayudar a arreglar los desperfectos cuando habían construido esa aberración arquitectónica sin los permisos en regla?

01 enero 2008

Contradicciones navideñas

  • La guardia civil intercepta a dos inmigrantes que intentaban cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar. Serán devueltos a sus países de origen. Una nota a pie de página en el periódico. Mientras, David Meca es entrevistado en la Ser, como un héroe. Su gesta: cruzará de nuevo a nado el Estrecho. Paradojas.
  • Recuerdo las palabras de Solbes mientras pago 1,35 euros por una botella de agua de 33 cl en la estación del AVE. Pago con 1,40 y recojo con avidez los cinco céntimos de vuelta. ¿Problemas con la interiorización? Sí, pero no míos, ni de los demás consumidores.
  • El euríbor por todo lo alto, las hipotecas disparadas, los analistas advirtiendo entre dientes de una posible crisis de consumo, por falta de liquidez, en las familias españolas. La calle Preciados de Madrid es un hervidero de personas. Casi no se puede caminar. Las luces de los comercios atraen como la miel a las tontas moscas que gastan sin medida. Ya se sabe, estamos en fiestas, ¿qué otra cosa hacer?. Mi cuñado me habla de la cantidad de gente que conoce que pide créditos para consumir más. La visa se dispara. Ya se pagará mañana. Menudo mañana les espera a algunos, pienso, mientras entro a comprar lo que sea en uno de esos comercios.
  • Abrazo a quien no quiero, dejo de ver a quien realmente me apetece, como hasta el hastío, pero bebo menos de lo habitual. Es la Navidad.
  • Son las ocho de la mañana. Los dos jóvenes, vecinos de la casa que me acoge en fin de año, discuten, se muerden, se insultan, se gritan. Acaban de celebrar la despedida del año. Recuerdo sus voces horas antes cuando me impedían dormir, mientras destrozaban canciones con sus voces ebrias. Después de la disputa se duermen. Odiándose. Yo me levanto. Mientras me lavo los dientes pienso en el espíritu de la Navidad. Y en las tetas que provocaron la discusión.
  • Existen límites antropológicos, seres a medio desarrollar que siguieron creciendo sin que su cerebro se enterase; y mucho menos su capacidad de dicción y comprensión del lenguaje. Conozco a uno en casa de mi hermana. Es hembra.
  • Una nueva sobrina llega al mundo. Todo el mundo extrae conclusiones sobre su físico, su parecido, su genética dominante; los adultos se agolpan sobre ella, la miran, la escudriñan, estudian sus movimientos, elaboran tesis. Yo no veo nada de lo que ellos ven. Pero me encanta el miniwhisky tranquilo en casa de los satisfechos padres. Un ratito sólo. Pasarán meses.
  • Camino por Sevilla antes de volver a mi añorado Madrid. Redescubro la ciudad donde nací gracias a un fantástico paseo, vislumbro rincones que no visitaré, bares en los que no entraré, cafeterías donde no discutiré. La miro con otros ojos, que se apenan por lo que no hicieron a los veinte años. El Aljarafe encorseta y marca sin que uno se dé siquiera cuenta. Aún hoy, pienso con pena. De vuelta monto en el autobús de las montañas, y entiendo alguna de las cosas que siempre detesté de mi ciudad. Los gritos verduleros ensordecen mis pensamientos.

10 diciembre 2007

Zombis

Corre tío, corre, ya te lo dije una vez, que no llegas, ¿adónde? y que más da, tú corre, acelera, trabaja, folla, come, emborráchate, no olvides que hay que volver a trabajar, y mucho, paga, nunca dejes de pagar, no te pares, nunca, imagina que te das cuenta de la futilidad de la carrera, nadie entenderá tu desesperación, para eso estamos, y vuelve al camino, siempre en el camino, no descanses, no mires atrás, sal de casa a primera hora, vuelve, el fútbol, hay que ver el partido, y un poquito de deporte, ¡hay que leé, eh! ¡hay que leé!. Un día, tras otro, y otro día. Y otro. Y se acaba la veintena, ya estás en la treintena, se acabó el jugar, dicen, con la mirada vacía, los zombis, toca ya la hipoteca, el finde en casa de la familia, los niños allí juegan, las horas pasan, ¿qué tal el finde? No sé, soy un zombi, me contestan, las horas pasan, todo bien, todo tranquilo, esperando, ¿qué? y yo que sé me dice, ¿para cuándo los hijos? más responsabilidades con ellos, o menos, todo depende, los niños te agarran de los huevos, algunos escapan, otros se someten, todo es felicidad, aunque miran a los que no los tienen con envidia... no, no, eso es mi mirada sucia, son lo más, inversión de futuro, ¿no es todo capitalismo? ¿por qué eso no? Volvemos a charlar, aún queda algo nuevo que decir, pero cada vez menos, la vida se llena de conversaciones vacías, los compañeros, pero siempre quedan los de siempre, menos mal, pero se van, siempre son más los otros, triste zombies, pasan sus horas, pasan las mías...

27 noviembre 2007

Reflexiones en torno a la ciencia democrática

En el siguiente artículo que enlazo Daniel Inneraty, filósofo y ensayista español, Premio Nacional en la modalidad de ensayo 2003, reflexiona sobre la ciencia, su construcción y su papel en la sociedad


http://www.elpais.com/articulo/opinion/ciencia/todos/elpepiopi/20071120elpepiopi_5/Tes

El artículo entra a fondo en el clásico debate de la responsabilidad científica de la sociedad. Dicho debate tal vez debiera suscitarse sólo después de que la sociedad adquiriera una base cultural científica de la que desgraciadamente aún carece y con la que, una vez adquirida, debiera hacerse corresponsable de las decisiones científicas que nos afectan a todos como ciudadanos... ¿después?... ¿sólo después?... La interminable discusión en torno a cuándo estamos preparados para ejercer los derechos y deberes que debe poseer un ciudadano responsable emerge de nuevo con toda su fuerza: ¿Hay que esperar? ¿Cuánto? ¿Eternamente? ¿Y quién lo decide? ¿Esperamos en el pasado a que la mujer estuviese "preparada" para que ejercieran su derecho al voto? ¿O se les dio ese derecho aún a sabiendas de que en sus primeras fases muchas estarían mediatizadas por su santo matrimonio, o por la iglesia? ¿No se entendió entonces que el mero ejercicio de ese derecho facilitaría una mejor maduración de la mujer como elemento social constituyente y participativo? ¿Era menos balbuciente políticamente el hombre, estaba realmente menos mediatizado? ¿Y ahora?

Y a pesar de ello... ¿Me siento cómodo ante ciudadanos de a pie, desde los Rajoys de turno hasta señoras que pueden ser mi madre, que no sólo dan opiniones sino que emiten juicios científicos sin ninguna base para apoyarlos? ¿Qué hablan sin dudas, desde las tinieblas de su ignorancia? ¿Puede su voz valer tanto como la del experto? ¿Y si el experto es el "nobel" Watson y con su " expertitud" suelta que los negros son inferiores genéticamente a los blancos, sin matices y escupiendo bilis por la boca?... preguntas... dudas y más dudas...

"Desde hace algunos años han hecho aparición en el escenario público una serie de temas y problemas que eran insólitos en la agenda política: conservación de la naturaleza, seguridad de la alimentación, clima mundial, código genético, contaminación, enfermedades, salud en general"

Se me hace extraño que los temas científicos centrales sean tan ajenos a la física; el siglo XXI, parece que será el siglo de la biología, de la genética; la física parece quedar arrinconada en siglo XX, donde tan decisiva, brillante y destructora fue. Se me hace extraño...

"...la ciencia ha perdido el monopolio del saber asegurado. La ciencia no puede sino decepcionar la expectativa de procurar un saber fiable, cierto y exento de riesgo"

Este argumento sin embargo suena caduco, e innecesario. Sólo los ignorantes pueden sentirse decepcionados por algo que la propia ciencia no pretende. Las expectativas deterministas y el uso de la ciencia como saber absoluto son ideas, en general, abandonadas por los científicos. Las expectativas siempre son generadas desde una doble fuente: la de los sumos sacerdotes (en este caso serían de la ciencia, como podrían serlo de cualquier secta religiosa) que quieren perpetuarse en el poder y utilizan sus saberes para realizar un ejercicio de oscurantismo que los haga para siempre necesarios; y la de los incautos o creyentes que prefieren depositar las responsabilidades en los otros y seguir sus dictados a rajatabla, para no compartir el peso de esa responsabilidad y sí disfrutar de las ventajas inmediatas que se generen de tal sistema. Pero las expectativas no la produce la ciencia, bastante bien curada de sus ataques megalómanos del pasado.

Precisamente la física del átomo, la cuántica, la de las posibilidades, la de la ausencia de certezas, la del gato de Shrödinger, la del Principio de incertidumbre de Heisenberg, la que se relaciona con las matemáticas del Teorema de Göedel... esa física aporta al ser humano y a sus sociedades la enseñanza más importante y radical de todas: la imposibilidad de conocer a la perfección un fenómeno físico, el restablecimiento de la duda como mejor método de acercarse a la comprensión de dichos fenómenos, el abandono de la prepotencia determinista newtoniana y la increíble certeza de que la ciencia no pierde un ápice de su interés, ni de la posibilidad de encontrar nuevos resultados, tanto abstractos como tangibles, con esta nueva forma de entender la ciencia.

Ahora hay que mostrarle esa certeza, tan asentada en el mundo científico, al resto de la sociedad. Educación y aprendizaje de nuevo. ¿Y democracia?

"Nuestro gran problema consiste en cómo llevar a cabo la reintegración social de la ciencia cuando sabemos que están en juego asuntos demasiados importantes como para dejarlos únicamente en manos de los especialistas"

"ecologismo, los movimientos antiglobalización o las organizaciones de consumidores responden a esta exigencia de participación, con una lógica muy similar al combate que se libró, en otro tiempo, contra las monarquías absolutas para dejar de ser súbditos y pasar a codefinir el mundo común. Lo que menos ha cambiado es que se trata precisamente de la misma batalla por reducir las voces autoritarias a una conversación democrática"

¿En manos de especialistas? ¿Y quién dice que está en manos de especialistas? Yo desde luego no lo creo, al menos en manos de especialistas científicos. Estará en manos de ese "comité de sabios", de esa élite económica y política al que nuestros paupérrimos sistemas democráticos ceden la gestión y el poder. Y que, como un amigo me decía el otro día, aparecen como el verdadero elemento perturbador de la democracia real. Los especialistas científicos tan sólo son utilizados por ellos, como todos los demás. No es cuestión de expulsar a los especialistas de la batalla, es cuestión de hacerlos ingresar en esa lucha social que el autor cita en las últimas palabras de su artículo, de enfrentarlos a aquéllos que los utilizan para validar y ratificar sus posiciones, de reconocer sus voces, no de hacerlos decidir, no de darles ese poder, sino de saber utilizar sus conocimientos para después, con ellos bien asimilados, poder decidir de manera colectiva

08 noviembre 2007

El Arca de Su Puta Madre

España, finales del siglo XXI. El jodido cambio climático ha convertido al país en una zona desértica donde a duras penas sobrevive una quinta parte de la población que tenía hace menos de cien años. La emigración, la mortandad infantil, la cada vez más reducida esperanza de vida y la incapacidad de los dirigentes político han destruido y colapsado un país que no hace mucho tiempo se consideraba como uno de los privilegiados integrantes del rico Occidente. Los conflictos armados entre distintas regiones y grupos locales se han sucedido sin descanso en los últimos treinta años destruyendo las pocas esperanzas de los exhaustos españoles que quedan. El agua se ha convertido en la sustancia vital, la especia, y el control de los pocos ríos que discurren como hilillos sobre la tierra yerma es el centro de todas las actividades ilegales, así como de los conflictos territoriales anteriormente mencionados. España se muere de sed. Y con ella ha traído al Tercer Mundo hasta las mismas puertas de la siempre asustada y cobarde Europa.

Mientras tanto China, tras su reconversión industrial de mediados de siglo, se ha erigido por fin en la primera potencia del mundo, dejando en un discreto segundo plano a unos EEUU obligados a ceder ante el empuje y la fuerza de la nueva sociedad china, que se despoja con rapidez de los harapientos vestidos de su milenario pasado y adopta con facilidad los nuevos ropajes capitalistas y consumistas, acordes con la nueva posición dominante que detenta. Una de las características que mejor define la evolución de China y las nuevas preocupaciones de su rica sociedad, es la aparición de múltiples ONG’s financiadas por capital chino, ya sea público o privado, que se han distribuido con enorme rapidez por todo el mundo, como si de un virus se tratasen, llevando la caridad y la ayuda por todos aquellos lugares donde creen que la necesitan.

Una de ellas, llamada El Arca de Su Puta Madre, decidió hace unos meses que la situación de conflicto permanente entre los castellanos y los leoneses que había convertido la zona en una de las más deprimidas del Hemisferio Norte, hacía necesaria su presencia y su ayuda en dicha zona. Aprovechando la debilidad del Gobierno español, y la pobreza y descontrol reinante en la región de conflicto decidieron, de manera unilateral, que lo mejor sería que algunos de los niños castellano-leoneses fueran adoptados por familias acomodadas chinas que esperaban ansiosas la llegada de sus nuevos hijos. Pero conseguir su propósito no era sencillo. La gran mayoría de estos niños vivía en el seno de familias con muy pocos medios de subsistencia pero aún muy orgullosas y ligadas a la tierra: jamás hubieran dado el visto bueno a una cesión encubierta de sus hijos. De modo que, con enorme "decisión y valentía", los responsables de la ONG decidieron seguir con fidelidad los principios que regían su labor, basados en la idea de la necesidad de radicalizar el humanitarismo por el bien de los más desfavorecidos, principios éstos que proclamaban desde hacía años en su página neoweb. Dichos responsables mandaron a sus voluntarios a hablar con las familias de los niños escogidos, para rogarles que les permitieran que se llevaran a sus pequeños a una casa-refugio que tenían en Madrid, donde se les proporcionaría educación y comida durante los próximos años, y en donde, por supuesto, los padres podrían visitarlos con asiduidad hasta que las condiciones del conflicto mejorasen y pudieran volver a vivir con ellos. Aleatoriamente eligieron unos cien niños de entre todos los que vivían en la región dándose la curiosa circunstancia que ninguno de ellos poseía ninguna tara ni enfermedad especial, algo muy poco probable dada la mala nutrición y la pobreza de las familias. Casualidad. Seguro. Como estaban tan seguros de lo honesto de sus actos envolvieron a los niños en falso vendajes para hacer creer a las autoridades centrales españolas de la necesidad de evacuarlos, algo que consiguieron, llegando así finalmente hasta el mismo aeropuerto de Vallecas donde les esperaba un avión francés que habían contratado para volver a Pekín con los niños. Sólo un chivatazo de última hora a la policía española, impidió que el avión despegara del país tercermundista. La policía detuvo en el mismo avión a los miembros de la ONG, acusándoles del secuestro de los de los niños, y a la tripulación francesa del avión por complicidad en el secuestro.

Hace unos días, en un vuelo relámpago al país español, el presidente chino consiguió que parte de la tripulación francesa fuera liberada. A su vuelta a China hizo escala en Francia donde un patético presidente francés, Zaparkozy, le esperaba a pie del avión para hacer una declaración conjunta en la que prometieron a sus escandalizadas sociedades que sus compatriotas retenidos en ese miserable país subdesarrollado serían puestos rápidamente también en libertad. El presidente chino, lacónico en su alocución, sólo dijo las siguientes palabras:"Hayan hecho lo que hayan hecho deben volver a China

La sociedad china respiró aliviada. Las imágenes del sufrimiento de los pobres voluntarios de El Arca de Su Puta Madre que habían sido detenidos por las autoridades españolas habían escandalizado al país. Las lamentables condiciones de higiene y la inseguridad judicial en un país tan atrasado como el español habían indignado a las familias de los pobres voluntarios que llorosas hablaban en radios y televisiones. Tras unos primeros momentos de hipócritas condenas al tráfico de niños del Tercer Mundo, la fingida decencia política y social dejó paso a la más realista y cínica certeza de que de todas formas eso chinos y esos franceses debían ser devueltos a sus países de origen , aunque el delito lo hubieran cometido en España.

Al fin y al cabo quién carajo era España para retener a nadie.

Al fin y al cabo no iban a dejar los chinos y los franceses que los putos españoles juzgasen y encerrasen a una veintena de los suyos.

Al fin y al cabo qué más daba el delito. Todo el mundo sabía que lo importante era dónde se cometía ese delito. Y quién lo cometía

Siempre fue así. Desde hacía siglos... Al menos uno.

27 octubre 2007

Sobre la agresión del chimpancé

Ahora pasea libremente por los salones de las casas de los españoles. El chimpancé (Ángel Martín dixit) entra sin pedir permiso, ya sea desde programas teóricamente informativos o desde la telemierda del corazón. Se convierte así, de la noche a la mañana, en personaje público a este desgraciado, gracias a la indecencia hipócrita de nuestras televisiones privadas, ávidas de carnaza con la que rellenar sus programas, y a periodistas (interesadamente) equivocados que confunden la necesidad de información con el placer que encuentran refocilándose entre la morralla de la sociedad.

Lo significativo del miserable y cobarde ataque del chimpancé a la pobre chica ecuatoriana es la escandalera que todo el mundo ha montado, la indignación y sorpresa que la gente de tu entorno muestra, la forzada integridad que sus palabras demuestran, el juicio inflexible sobre el otro pobre cobarde que se queda sentado sin intervenir en la agresión (sólo algunos como Javier Ortiz han presentado una diferente interpretación de los hechos). La hipocresía desborda todo lo que veo y escucho, pero junto a la hipocresía no se puede dejar de detectar una especie de sensación de verdad en todas esos discursos. Esos discursos demuestran que es falso que no sepamos lo que está bien y lo que está mal a un nivel básico, que no se sepamos cuáles son las pequeñas acciones que podemos realizar en nuestro entorno para que la convivencia mejore y la sociedad sea más humana y menos fría; pero al tiempo se descubre una realidad cínica, porque en el fondo nos importa un carajo todo lo que no sea inmediatamente beneficioso para nosotros mismos, aunque nos enferme la posibilidad que los demás lo sepan, se den cuenta, y mantengamos esa artificiosa dignidad a la que hacía antes referencia en los discursos. Mientras no quedemos demasiado al descubierto eso sí, mientras nuestras miserias no las puedan conocer nuestro vecinos, amigos y familiares, mientras el youtube no nos golpee en el rostro y nos muestre a la cara nuestras propias mezquindades. Porque sin necesidad de haber golpeado a nadie o insultar como hace el chimpancé del tren... ¿quién no ha sido alguna vez testigo de alguna acción similar y no ha actuado mirando para otro lado? ¿o ha saltado por encima de un mendigo medio muerto en la calle aterido por el frío? ¿o ha hecho oídos sordo a los gritos que se escuchan en la casa del vecino? ¿o ha dejado alguna vez que insulten y pisoteen a un compañero de clase en los lejanos tiempos del instituto, o que ninguneen y acosen a algún compañero en el trabajo? ¿o que algún capullo incomode a alguna chica “piropeándola” zafiamente?... Cientos de estas situaciones y más que ahora no se me ocurren suceden cada día en nuestro país, y siempre hay testigos mudos que, como hace el pobre infeliz del tren, vuelven la cabeza hacia otro lado, y esperan que la cosa no se ponga tan tensa como para tener que mojarse e intervenir. Pero no los graban.

El problema es que esta vez todo este triste espectáculo ha quedado registrado, una lamentable obra de teatro de la realidad, una obra social, con sólo tres actores: el chimpancé violento y repugnante, la víctima débil e indefensa, y el cobarde observador. Afortunadamente pocos en proporción (aunque demasiados en numero) son los que actúan como el primero, pero el problema es que el cobarde observador no es más que la viva imagen de todos nosotros, de nuestra sociedad inoperante y enferma, de nuestras miserias y mezquindades ocultas, de nuestra indiferencia, nuestro individualismo, nuestro carácter social.

Y tras el impacto inicial, vine la hora del lodazal: muchos de los que inicialmente reaccionaron con lógica indignación y desasosiego ante tan lamentable suceso, ante la acción violenta y racista del grotesco chimpancé cabrón, se asoman con los ojos vidriosos, entre asqueados y ansiosos, a su televisión, a la espera de que traigan al chimpancé a su casa, balbucee sus torpes y patéticas justificaciones, muestre su sonrisa desafiante y sirva así para exorcizar todos nuestros demonios sociales y se erija en el único culpable de una acción permitida por todos. Porque ese tipo es un mierda. Lo es. Como todos aquello responsables de programas que están como locos persiguiéndole con una cámara como si fuera alguien relevante, y todos aquéllos que en los salones de sus casas dejan el mando del televisor sobre la mesa para no zapear, y poder escuchar con avidez los aullidos locos de un chimpancé.

23 octubre 2007

Mi primo, el físico

Es descorazonador el nivel medio del político de nuestro país. Y peor es pensar que en otros países la media no mejora lo que aquí tenemos. Rajoy se ha despachado a gusto, se ha quedado tranquilo, y alguna de las pocas neuronas científicas que le quedaban en el cerebro se le debe haber suicidado, angustiada y avergonzada, al escuchar las palabras que salían por la boquita de nuestro atrevido climatólogo nacional:

"Yo de este asunto sé poco, pero mi primo supongo que sabrá. Y entonces dijo: 'Oiga, he traído aquí a diez de los más importantes científicos del mundo y ninguno me ha garantizado el tiempo que iba a hacer mañana en Sevilla'. ¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años?"

Vaya pedazo de par de cojones. Como el primo es físico algo del tema sabrá, ¿no? Pues no don Mariano, pues no, podría saber algo del tema si durante su carrera científica hubiera trabajado en asuntos relacionado con el clima y su evolución, y no es el caso. El primo de don Mariano, Javier Brey, resulta que es uno de los físicos españoles más brillantes en su campo, la física estadística, además de profesor de la Universidad de Sevilla, donde yo estudié. Pero, salvo que la evolución del clima en el planeta sea su afición desconocida, no es un experto climático, y sus opiniones carecen de valor añadido, más allá de que lo que diga sea tan respetable como lo que dicen otros miles de científicos, no expertos en el tema, de este país.

La sociedad aparta a los científicos, no hay espacio ni prestigio social para ellos ni para el desarrollo de una cultura general científica en la población, no se hace ningún esfuerzo en la formación de una opinión adulta sobre los temas científicos que nos afectan globalmente, pero cuando se necesita una figura relevante, o una opinión, que confirme cualquier estupidez política, siempre existirá la voz de algún científico de cámara, afín al poder y a sus favores, dispuesto a contradecir o apoyar lo que le venga en gana. Es el problema de considerar a los científicos como voces autorizadas para todo, como una especie de magos o gurús de una nueva religión que deposita en ellos una fe ciega basada en la ignorancia general de todos en temas que a todos nos afectan.

“...Si no se puede saber el tiempo de mañana en Sevilla, ¿cómo se va a saber lo que pasa de dentro de 300 años?... Qué atrevida es la ignorancia. Bastaría con leerse alguno de las decenas de libros divulgativos que han salido en los últimos años para saber que una cosa es predecir con exactitud el tiempo local y puntual de un lugar, y otra cosa es conocer la evolución global del clima, su tendencia, en una zona determinada del planeta. Qué simple. Qué fácil. Qué difícil para un analfabeto científico.

Yo soy licenciado en Física. De modo que ya sabéis, cuando queráis conocer por qué se extingue la rana dorada en Panamá, no lo dudéis, preguntadme, seguro que tengo una opinión muy científica y muy válida que lo explique. Soy una voz autorizada, un experto en la materia, mis estudios astrofísicos así lo acreditan.

10 octubre 2007

Sábado por la tarde, maniféstandonos por la vivienda

Sábado por al tarde. Manifestación por la vivienda. Parece que de repente todo el mundo se ha dado cuenta del problema que supone para este país el tema de las hipotecas. Hipotecas imposibles para toda la vida. La vida misma hipotecada por una jodida casa. ¿De repente?... En fin... Mejor sería decir que al mundo financiero y político le entró el miedo ante el posible contagio de la crisis generada por las hipotecas basura norteamericanas. Y los medio encontraron el filón, el euríbor llegaba al 5% y se acababa el silencio cómplice sobre la peor lacra de la sociedad española de principios de siglo. Durante un rato. Nada permanece demasiado tiempo expuesto al aire libre en el mercado de la comunicación. Sólo lo fresco, lo inmediato, lo impactante. Siempre tratado de manera superficial y coyuntural. Ayer la SER en su informativo nocturno de economía nos tranquilizaba: “no hubo crisis, no hay crisis, no habrá crisis”. Hay que ver lo capullos que somos. Y nosotros angustiados. El tío de la voz robótica continúa y me explica que no me he de preocupar, que sólo nos tocó de refilón, poco más, el escollo parece salvado, los indicadores son buenos, los bancos respiran gracias al dinero público que se les ha regalado a un tipo de interés irrisorio para que tengan la liquidez que perdieron especulando con las casas que se vendían a preciso imposibles, permitiendo a la gente joder sus vidas comprando lo que no podían casi pagar. Aprovechando el optimismo reinante. Uffff, menos mal, ya respiro tranquilo, no hay crisis...

Sábado por la tarde. Yo es que soy un poco torpe y ando espeso. No me he enterado de que el problema de la vivienda ya está en vías de solución. Ya no subirá más el euríbor, eso dicen. Pues ya está, debería estar tranquilo, qué felicidad, todo solucionado, planes gubernamentales que no suenan mal, tranquilidad en los mercados. Joder, ¿qué me pasa? ¿Por qué no dejo que todo fluya? Nada, me entran los picores subversivos y me largo para la manifestación, como en mis tiempos mozos, me largo hasta la Puerta del Sol; lo he leído en los carteles que pegaron el metro: a las seis, concentración por la vivienda, simultáneamente en toda España. Bueno, en los pasquines sólo una pega, tonta eso sí, ortográfica, pone “...precios exajerados...” Y esa jota me hace daño cada día cuando entro en la estación de metro. Qué tiquismiquis soy, ya se sabe, que más da la ortografía cuando uno es un revolucionario. Un defecto burgués el mío, ya lo extirparé.

Sábado por la tarde. Una tarde preciosa. Otoñal, luminosa, perfecta para juntarse y revindicar. Al fin algo que nos une a muchos españolitos de a pie: la vivienda. Todos los mileuristas debieran estar allí. El 58 % de los asalariados españoles son mileuristas según los datos de la Agencia Tributaria, cincuenta y ocho de cada cien asalariados viven con menos de 1100 euros al mes... ¿dónde coño viven? ¿cómo coño sobreviven? ¿dónde están esta tarde? ¿quiénes son ésos que se concentran conmigo por las calles de Madrid? A mi alrededor veo adolescentes con ganas de juerga, viejos nostálgicos de viejas reivindicaciones, izquierdistas trasnochados embutidos en camisas rojas con el emblema de CCCP, fotos de Che, pañuelos palestinos... Todo parece ser susceptible de ser convertido en ideología actualmente. Se consume todo. Todo. Pero resulta patético llegar a ver a los restos putrefactos de la ideología del ayer convertida en icono consumista hoy, en pose superficial, en una actitud que grita a la sociedad: “cómo me molo a mí mismo, soy la puta ostia

Camino entre ellos, pero no entiendo qué pasa, somos menos de 2000 personas. ¿No hay nadie más preocupado por este tema? ¿dónde están los tristes mileuristas? ¿acaso nadie les ha avisado? Mirad que son muy despistados e igual no se han enterado... Pienso en ellos y me estremezco, estoy seguro que muchos de ellos están tan alienados que estarán en sus casas, ésas que no pueden pagar, temblando, rezando para que casi mejor que no les toquen el tema de la vivienda, que el gobierno no intervenga, no vaya a ser que otros, los que vienen por detrás, puedan verse beneficiados por políticas sociales de vivienda, con precios razonables en alquiler, con precios que no ahoguen sus vidas como se están ahogando las suyas. No, piensan, que se jodan como nosotros, si yo desperdicio mi vida trabajando como un burro para poder pagar una casa, los demás también. Salgo de mi ensimismamiento gracias a las creativas rimas que comienzan a escucharse a mi alrededor, la masa me rodea. ¿Masa? Qué optimista soy. Mis ideas muestran ya a esa altura de la tarde una tendencia claramente esquizoide, no comparto nada con los que camino, no me gusta el tono y la forma de sus reivindicaciones; no entiendo a los que se quedan en casa, ni a los que se aferran al manido y deplorable “esto es lo que hay, para qué vamos a intentar cambiar las cosas”. La realidad me saca de nuevo de mis pensamientos. Una tía de pelo rojo libertario, que roza los cincuenta y porta todo tipo de pancartas se pone a nuestra altura. Sin presentación y a bocajarro nos comienza a hablar, más bien monologa con ella misma: el capital, la jerarquización de la sociedad, la toma del poder, la concienciación de las masas... Todo el discurso parece coherente, engarzado, suena a antiguo pero parte de bases lógicas. Dura unos cinco minutos, la dejamos hablar sin meter baza, sólo escuchamos, entonces termina, nos mira, nos pregunta si no tiene la razón, se la damos, asiente, se le ha acabado el carrete, no tiene nada más que decir, se le acabó la argumentación, seguro que había resumido en eso cortos minutos las lecturas de su vida, el silencio se hace incómodo, seguimos andando, sin más baja la cabeza y acelera, la vemos llegar hasta un grupo de chavales que caminaban por delante nuestro y se habían parado para encender un cigarro, se pone a charlar con ellos, no los conoce de nada, seguro, al adelantarlos pongo el oído: “el problema es la jerarquización de la sociedad ...

Sábado por la tarde, a la altura de Sevilla, antes de llegar a Cibeles un tío se sube a un especie de monolito enclavado junto a la estación de metro, lleva una bandera enorme, republicana, de la segunda república se entiende, empieza a ondearla con gran esfuerzo, la tensión se refleja en su cara, nos paramos a su altura, todos le miramos, desde hace un rato arrecian los gritos contra el Rey y la monarquía, la muchedumbre estalla en aplausos ante el heroico portador de la bandera, la emoción se palpa, a mi lado ondean cinco o seis banderas de Cuba, y otras tantas republicanas, El tío por fin desfallece y se queda quieto, con la cabeza gacha manteniendo a su lado el mástil de la bandera que oscila levemente a merced del viento. Momentazo. Seguimos andando. Banderas cubanas, banderas republicanas, camisetas rojas donde se lee CCCP (¿sabrá su portador que significa?), o está dibujado el Che, todo el kit del progre-revolucionario me rodea, el fervor de la lucha contra la opresión empieza a apoderarse de mí, los gritos a favor de la tercera república se escuchan cada vez con más fuerza a mi alrededor, yo siempre he sido republicano y paso del rey, entonces, ¿por qué no termino de sentirme a gusto? Lo recuerdo de golpe, yo no he ido a una manifestación a favor de la república, ni en contra de la monarquía, ni a favor del comunismo, ni en defensa de la dictadura castrista. No, para nada, error, de eso no iba hoy la cosa.

Sábado por la tarde, tras dos horas caminando, nos separamos de la gente y terminamos tomando un café reparador. La manifestación ya ha acabado. Oficialmente claro, ahora llega la fiesta para muchos, lo importante. Al volver a casa me ahoga la rabia. ¿Cuándo y cómo vamos a comprendernos los unos a los otros? ¿Cuándo seremos capaces de aunar esfuerzos en pos de conseguir objetivos que nos beneficien a todos más allá de la ideología y la pose que hemos adoptado cada uno de nosotros? Coño, el mensaje estaba claro, era una concentración para recordar a los poderes públicos un problema social, la vivienda, un problema transversal al espectro ideológico español.

Domingo por la mañana, nos levantamos temprano para dar un paseo. Nuestra calle colinda con el Rastro, un grupo de cinco o seis chavales con iconografía revolucionaria están sentados en la esquina de la calle bebiendo unas birras. Son la diez de la mañana, un par de pancartas sobre la vivienda y su problema nos informan de dónde vienen, de lo larga que ha sido su noche, de lo que significó para ellos la manifestación de ayer: un after hours reivindicativo. Mola. Pásame el porro.

Leo los periódicos, las noticias sobre las concentraciones en toda España ocupan un cara de una página en El Mundo. En El País, no llega a tanto. Leo que en Sevilla se concentraron “medio centenar de personas”. El redactor fue benévolo, escribió medio centenar, quedaba menos duro que escribir “cincuenta personas” o incluso “cincuenta idiotas”... Joder, cincuenta.

26 septiembre 2007

Público, un periódico de y para mileuristas

El primer número de Público deja una extraña sensación, una mezcla de ilusión por la aparición de un nuevo medio en papel que viene a sacudir las telarañas del estancado panorama actual y, por otro lado, una sensación agridulce al constatar en sus páginas algunas lagunas que deben mejorarse y pulirse para no convertirse en un remedo de pago de la prensa anoréxica gratuita.

La primera impresión al ver el periódico es el, ya por muchos comentado, parecido diseño a periódicos como El Economista, El Periódico o incluso el gratuito ADN. Con esa nueva forma de presentar las noticias que se está convirtiendo en dominante en el mercado del papel, recurriendo a grandes fotografías y titulares impactantes, al tiempo que se utiliza un lenguaje más simple y una argumentación menos densa. Un formato que lleva al lector educado a la antigua usanza a un cierto rechazo inicial, propio de la defensa inconsciente de las costumbres asentadas. Pero está claro que es éste el nuevo paradigma en el que se va mover la prensa de papel en los próximos años, en consonancia con el nuevo lector, esporádico, ocasional, sin mucho tiempo en sus días laborales para leer de manera reposada, que busca la inmediatez de la noticia y una información completa y variada sobre diferentes asuntos. Evidentemente el perfil descrito y el target buscado es principalmente el de jóvenes urbanitas, jóvenes mileuristas a los que se tienta también con un precio inicial de risa, y que realmente se habían alejado casi por completo de los medios de papel. Uno jóvenes a los que se intenta enganchar con la interactividad y cercanía que supone la aparición conjunta de la web www.público.es con todos los contenido del periódico expuestos de manera gratuita bajo licencia copyleft.

Entre lo que más me ha gustado de este primer número destacaría la preocupación por acercarse a temas sociales ajenos a la mera actualidad política (el reportaje de los traficantes de obreros); la aparición de nuevas secciones con tratamiento novedoso, más cercano y participativo; la conexión internet-papel que aparece en los artículos de mayor interés, para obtener más información en la red sobre el asunto planteado en el periódico (lo cuál acaba con una idea cerrada de la prensa escrita como fuente última diaria de la información, haciendo que el lector interesado obtenga una puerta desde la que asomarse al tema con mayor profundidad); las páginas dedicadas a ciencia, que suponen un soplo de aire fresco en el asfixiado y anoréxico mundo de la divulgación científica, resaltando lo novedoso y tremendamente útil que resulta que, junto a la típica noticia impactante de ámbito científico, aparezca la opinión no ya de un periodista, sino de un especialista en el asunto, un científico, que de forma amena, clara y rigurosa explica lo que realmente significa el descubrimiento de turno y la situación actual de la investigación en esa rama de la ciencia. Ése es el camino y no otro, científicos divulgando, haciendo que sus voces se escuchen entre tanto analfabeto científico. También me ha gustado el número de columnistas variopintos que presenta el periódico, siendo muy importante que no sólo se dediquen a la cansina actualidad que marca la agenda política, aunque de su calidad hablaremos luego. Y por último no me parece nada mal que se aparquen los deportes al final del diario, con su portada propia incluida, así como que en un día normal, sin grandes noticias deportivas, no le dediquen más que cuatro o cinco páginas (hoy por ejemplo El Mundo le dedicaba nueve) dejando así espacio a otras secciones como la de cómics, música o libros.

En la parte negativa resaltaría que las noticias de nacional parecen más bien escasas, poco diversificadas y con muy poca atención por lo que pasa en otras zonas de España que no sean Madrid, Cataluña y País Vasco (como todos los demás periódicos). A pesar de que sea tal vez el nuevo modo de hacer un periódico a mí todavía me cuesta entrar y confiar en uno con tan enormes y agresivos titulares, que además presenta las típicas chorraditas, tan propias de los gratuitos, que aparecen en la zona superior de páginas como las de ciencias (por ejemplo: “un niño despierta de una operación con acento pijo”) y que parecen servir sólo como relleno. Me parece algo poco serio que perjudica la credibilidad de un periódico. Tampoco me gusta la ausencia de editoriales, otra cosa en la que se asemeja a lo gratuitos. Y no me sirve la explicación de Ignacio Escolar respecto a ello, aludiendo a que las empresas no tienen que opinar sino informar, para que el ciudadano se forme su propia opinión. Me parece un argumento falaz y un tanto cínico: la selección y tratamiento de las noticias es la primera forma de editorializar un periódico. Todo periódico tiene una línea editorial, quiera hacerla expresamente visible o no (como es el caso). Me parece una manera aviesa de ocultar las propias ideas y de manipular al lector. Prefiero ver cómo se moja por ejemplo El País con los últimos editoriales contra Zapatero por intereses espurios, a que sólo ofrecieran noticias tendenciosas sobre los diferentes asuntos que afectan al Gobierno que pueden hacer que el lector despistado se trague sin más noticias cargadas con munición de empresa. Por último el tema de los columnistas es algo a lo que hay que dejar un tiempo para valorar. Junto a plumas prometedoras o consagradas como Reig, Labordeta, Javier Ortiz, o colaboradores tan interesantes como Javier Sádaba, aparecen otros de los que inicialmente desconfío que puedan ofrecer opinión de calidad, como el Gran Wyoming (es muy difícil trasladar al papel un humor como el suyo, en el que la mirada y la pose son casi tan importantes como lo que dice). De todas formas, como decía, no se puede valorar por lo leído hoy donde los columnistas sólo se presentaban, pero temo que el principal defecto de las columnas sea la utilización de ese lenguaje cercano y simplificado que quiere ser el motor del periódico, y que desde luego en la sección de opinión a mí no me interesa. Hay muchos blogueros por ahí dando opiniones muy interesantes sobre muy diversos temas, pero en prensa, pagando, quiero leer columnas de opinión diferentes, con un estilo propio y un lenguaje cuidado. Sorbitos de literatura, al estilo del mejor Umbral, Millás o Raúl del Pozo. Pero que sean nuevos. Tampoco me convence el escaso espacio físico de algunas de estas columnas, que no deja lugar a desarrollar argumentos con una mínima profundidad.

Y no se puede pasar por alto algo muy importante, que es lo que más me ilusiona y me acerca a este nuevo proyecto. Público puede conseguir cubrir un hueco, un vacío. Pretende intentar conseguir despertar y atraer hacia los temas sociales, políticos, que nos afectan a todos, a una generación que se estaba descolgando del devenir de los tiempos: la generación mileurista. Esta generación toma su nombre de la situación precaria en lo laboral y lo económico en la que muchos de sus componentes sobreviven pero, en una definición más amplia, como ya escribí en el enlace anterior, agrupa a muchos treintañeros que se sienten extrañamente ajenos a la toma de decisiones que afectan a su presente y a su futuro. Interesadamente infantilizados por la generación de sus padres y perezosamente acomodados en la inanidad política y social, la llegada de este periódico puede conseguir que sus voces, sus preocupaciones y sus responsabilidades sobre cuanto sucede comiencen a hacerse notar, y les sirva al tiempo de acicate. Para ello no hay mejor ejemplo y mejor noticia que la de que el director de Público, Ignacio Escolar, no haya aún cumplido 32 años y se haya hecho con las riendas de este proyecto tras una fructífera etapa bloguera y fogueándose en otros medios escritos. Su meteórica carrera supone una excelente carta de presentación, y un reflejo de que los mileuristas pueden y deben hacerse presentes en nuestra sociedad. Un mileurista dirigiendo un periódico... ¿algo está cambiando?

25 septiembre 2007

Espectacular Gabilondo

Al césar lo que es del césar, abriendo el telediario con verdades como puños, el mismo día que El País arremetía en su editorial contra el plan de vivienda en alquiler para jóvenes. Sin medias tintas, sin una sola palabra de más. Muy clarito. Para quién se quiera dar por aludido.

18 septiembre 2007

¿En la columna de Umbral?

Lo que parecía una buena idea cuando se formuló va demostrándose día a día, columna tras columna, que no lo era tanto. Pedro J. quiso homenajear a Umbral dejando que todos los articulistas del periódico pasaran por esa última página de El Mundo (excesivamente deseada) durante cien días de luto tras la muerte del escritor. De esta manera parecía conseguir dos objetivos al mismo tiempo: por un lado homenajear al fallecido sin hacer tan traumática su desaparición, y por otro darse un tiempo para elegir al periodista que ocupará su lugar. Los días van pasando, las columnas se suceden y la cosa se está poniendo cada vez más turbia. David Gistau pareció entender la perversa cara oculta de lo que parecía una buena idea: la secuenciación de columnistas parecía más un casting un tanto humillante que un homenaje al fallecido. Los vivos sólo pueden perder ante la alargada sombra del muerto célebre y divinizado. Y si encima se suicidan con columnas imposibles el asunto se torna ya preocupante.

Escribo esto último porque tanto la columna de Pedro G. Cuartango de ayer 17 de septiembre como la de hoy 18 de ese engendro periodístico llamado Jaime Peñafiel son sencillamente infumables. La del primero por cursi, relamida y rebuscada (lo de Umbral pagando a Caronte y “fundiéndose en un abrazo fuerte con su hijo” estomaga y da cierta grima ante tanta trascendencia); y la de Peñafiel es para directamente, tras leerla, tirar el periódico y exigir a Pedro J. la devolución del euro gastado, por destruir en un solo día lo que significaron 18 años umbralianos de entender la última página. Después de lo de hoy me pensaré mucho darle la vuelta al periódico por lo que me pueda encontrar. Peñafiel, además de repetir argumentos de otros (el tema de los castings, que ya desgranara con maestría Gistau) termina comparándose a Umbral, comparando las obras por ellos escritas desde el terrible dolor por la muerte de un hijo, y usando obscenamente durante dos largos párrafos al hijo perdido de Umbral y al suyo propio para así mostrarse ante el lector como colega fraternal de desdichas, con derecho a sentarse a la derecha de dios.

Y me pregunto yo que por qué esa manía, ahora que ya no está Umbral, de utilizar a su hijo muerto como recurso para hablar de él. Un tema que el propio escritor mantuvo en la más estricta intimidad desde aquel arrebatado Mortal y rosa, escrito hace más de treinta años. Y de apelar a encuentros post mortem de un tío que decía a las claras que tras la muerte no había nada, y que yo sepa en la nada ni se habla, ni se abraza ni se folla. Aunque eso sí, tampoco se podrá leer a Peñafiel. Lo cuál evidentemente será un alivio.

Ya está bien de recursos baratos de malos escritores. O un poquito de dignidad, al menos.

Que se dejen ya de tonterías y den la contraportada al único que puede sustituir a Umbral en El Mundo. Me refiero claro, a Raúl del Pozo. Y si no, que hagan circular a sus mejores columnistas por esos lares, pero por favor, no nos jodan más. No más Peñafieles y Cuartangos. No más. Por favor.

10 septiembre 2007

Conversaciones

Conversaciones que se superponen, que interesan, que aburren hasta el hastío, que hacen reír. Conversaciones sobre cine, sobre mujeres, sobre literatura, sobre compañeros ausentes, sobre política. Conversaciones que descubren facetas desconocidas, a veces incluso incómodas; o incompatibilidades manifiestas enmascaradas por la superficialidad inicial de las relaciones. Conversaciones que llegan tarde, al final de todas las cosas, que dejan a uno con la tristeza de saber que no se volverán a producir. Conversaciones que se alargan sin sentido, que son demasiado cortas, que generan impaciencia, que son interrumpidas por el maldito sonido de un móvil. Conversaciones en las que se habla, en las que se escucha, en las que se piensa lo contrario de lo que se dice, en las que se dice justo lo que se piensa, en las que te muestras tal y como eres o te escondes tras una máscara silenciosa. Conversaciones que abochornan, que te indignan, de las que no sabes como escapar, ruidosas a veces, o mantenidas mediante susurros y miradas. Conversaciones en las que te reinventas, que abren puertas anteriormente nunca atravesadas, que son brillantes durante un rato; o que suenan a antiguo, a algo ya leído, conversado, cansinas sin solución. Conversaciones que nunca acaban, o que nacen abortadas, que duran años, o sólo segundos. Conversaciones alcoholizadas en las que se consigue un momento especial, o en las que se balbucean estupideces sin sentido. Conversaciones de dos, íntimas o forzadas, en grupo, a gritos, desaforadas o contenidas. Conversaciones con uno mismo, las más largas, durante toda la vida.

Conversaciones infinitas, siempre inacabadas, incompletas. Las conversaciones nunca mueren pero se renuevan. A veces se acaban los interlocutores, se agota la conversación, muere por inanición. La muerte de la conversación es la muerte de la amistad. Y en el silencio los caminos divergen. O el silencio como evolución final, última piel de la conversación, sólo conseguida por los elegidos. Conversación muda.

28 agosto 2007

En la muerte final de Umbral

Se está convirtiendo en un verano de fosas y obituarios. La peña parece morirse más fácil en verano. Es lo que tiene el descanso. Cuando son los becarios quienes han de hacerse cargo de las páginas anoréxicas de los diarios, que esperan con hambre la vuelta al cole de sus mayores. Y éstos sólo mandan alguna crónica perdida y frívola desde la tumbona, que eso del wifi se extiende que es una barbaridad. Crónica frívola o necrológica sentida. No es tan difícil cambiar de tercio cuando parece que estamos siempre a la caza de un muerto que nos permita utilizar esos adjetivos elogiosos, desconocidos para los vivos. Se muere Umbral. Dicen hoy que del todo. Pero se venía muriendo un poco cada día desde hace ya algunos años. Es lo que tiene la enfermedad, te mata un rato cada amanecer porque te pone fecha de caducidad. Y claro, a nadie le gusta parecerse a un yogurt envasado. De cronista del Madrid de la movida a momia con vida de la misma. Veinte años no son nada. Salvo para el que envejece contándolos. Yo me encontré con Umbral más tarde. Cuando ya no era tan progre, o eso decían. Claro, ya no escribía en El País y se había fugado con Pedro J. Recuerdo como devoraba sus columnas en aquellos primeros años universitarios cuando de manera inexcusable empezaba El Mundo por la última página, su hogar, y después, sólo después, visitaba otras columnas para asistir a los golpes dialécticos que a izquierda y derecha se regalaban entre sí un más joven Losantos con el inefable Luis Solana, o la mesura de Manuel Hidalgo con el entonces ácrata (ya hoy reconvertido) Gabriel Albiac. Pero siempre, sobre todos, se erguía un Umbral aún en plena forma, presto a utilizar su ironía, su memoria y su prosa fragmentada sólo para que yo lo leyera, allí, en el autobús de las montañas, a codazos para poder desplegar el periódico, sorbiendo cada gota de su literatura, aislándome con él de sudores y cuerpos apilados. Después vendrían Las ninfas y Mortal y rosa. Con ellos la confirmación de leer algo diferente, incluso sobrecogedor. Mientras yo lo amaba los demás me venían con gracietas sobre su enfrentamiento con la Milá a causa de su libro. Aún hoy se le recuerda más por esas tonterías que por su literatura. País de analfabetos. Hacía ya unos años que no empezaba El Mundo por la última página, no estaba dispuesto a escuchar los estertores de un muerto envejecido y enfermo. Hoy para recordarlo no leo sus últimas columnas ni recurro a lo que otros cuentan sobre él. Me quedo con el recuerdo proustiano de aquellas columnas leídas, ensoñadas, jóvenes para mí, maduras para él. Y recurro a algún pasaje subrayado hace ya más de diez años:

El cine barato y sin tiempo es el refugio negro y cálido de los que vagamos al atardecer por la ciudades de nieblas, el rincón vaginal donde el hombre acorralado por la vida va a parar cada anochecer, cuando todo queda en suspenso y él ve con claridad indeseada que sus existencia no va a ninguna parte, que no tiene amigos ni dinero ni amantes ni nada que hacer en todo el planeta. Son esos claros que hace la existencia, de pronto, esos remansos donde se enlaguna el tiempo, ocasiones que debieran aprovecharse para meditar en el propio destino y en el destino de la humanidad, pero que nadie aprovecha, pues nadie quiere ver con demasiada evidencia lo que hay cuando cierran las tiendas, se van los amigos y se duermen las preocupaciones: nada

Las ninfas

Estoy oyendo crecer a mi hijo

Mortal y rosa