La izquierda madrileña está en plena convulsión.
Consecuencia final de la enorme putrefacción de las estructuras cerradas de
viejos partidos con viejas formas de hacer política. Qué pena. Ahí está,
mírala, con respiración asistida y cuidados paliativos, es IU Madrid, un nido
de corruptelas, de puñaladas traperas, de enfrentamientos tribales, que nos
muestran de manera dolorosa cómo los que parecieron ser distintos dejaron finalmente
de intentarlo y se convirtieron en casta infame, sin ímpetu, sin orgullo, cómodos
interpretando un tan irrelevante como fructífero (en el ámbito personal) papel
sociopolítico en una Comunidad Autónoma en la que el PP ha campado a sus anchas,
aprovechándose del voto acrítico de ciudadanos que, ante el horror que les
suponía la política de tierra quemada de la derecha, buscaron desesperados el
refugio de una alternativa que nunca lo fue, porque nunca pareció creerse que
lo era y vivía de puta madre sin ni siquiera intentarlo. ¿Para qué ambicionar
el poder si, sin detentarlo, se puede vivir toda la vida en la oposición sin
jamás tener que decidir sobre nada? Recordar los últimos años de IU en Madrid
sólo sirve para constatar cómo los que entienden la política como una forma de
vida (su única forma de vida) obstaculizaron una y otra vez cualquier intento de
regeneración interna. Nada ejemplifica mejor la inmundicia a la que llegó este
partido que la elección, tras una cruenta guerra interna, de Eddy Sánchez como
secretario general. Este tipo deambuló como alma en pena durante un par de años
por la Comunidad
sin ser reconocido por nadie como líder de nada. Hombre de paja de la vieja
guardia, su “liderazgo” terminó con la aplastante victoria de Tania Sánchez en
las primarias del partido, tras las que, en un último gesto de dignidad,
dimitió, desapareció, sin que nadie, en ningún momento, lo echara de menos. No
estaría mal conocer el grado de conocimiento que tenía Eddy Sánchez entre los
votantes de IU para así entender el “valor” de su liderazgo.
Lo de la federación madrileña del PSOE, que acaba de
estallar en mil pedazos, es todavía peor. Mi primer contacto con su tenebrosa
realidad fue con el Tamayazo, aquel golpe de estado “democrático” que facilitó
la aparición de Esperanza Aguirre en la política madrileña, esa mujer que, con
el apoyo de su tribu de fanáticos, aprovechó la burbuja económica que a todos
enloqueció para dinamitar los servicios públicos y convertirlos en negocio para
empresarios afines. El PSOE de Madrid
durante la última década ha sido un partido zombi, dirigido por mediocres, con militantes
inanes y con planteamientos políticos que en nada lo diferenciaban de la
derecha más rancia (¿un ejemplo? El apoyo que el primer Tomás Gómez hizo a la
enseñanza concertada. Buscad en las hemerotecas).
Los partidos que representan la izquierda madrileña han
implosionado. Incapaces de soportar la presión interna que suponía por fin
verse ante la posibilidad de ganar las elecciones y tener que gestionar el
poder. La irrupción de Podemos ha servido para mostrar la desnudez del
emperador. La ciudadanía que se piensa de izquierdas se ha cansado de votar a
perdedores que estaban encantados de seguir siéndolo. La ciudadanía que vota a
la izquierda ha dejado de aceptar que con sus votos se vaya a terminar haciendo
la misma política que se hace cuando gobierna la derecha. Es muy simple. IU Y
PSOE en Madrid provocan rechazo. Y nada tiene que ver lo que dicen ser. Sino lo que sus
actos nos han hecho pensar que son. El tiempo dirá hasta donde conseguimos
llegar los que ya no nos creemos nada de ellos. Puede que fracasemos. Tenemos
muchas papeletas para ello. Pero en las próximas elecciones, en mayo, en
Madrid, los que voten al PSOE y los que voten a IU tendrán pocas, muy pocas
excusas para poder explicar el porqué de su voto. Más allá de postureos, más
allá de explicaciones de salón, más allá de basuras emocionales y de críticas
exarcebadas a otros actores políticos, lo cierto es que estamos a 100 días de
intentar que Madrid sea gobernado de otra forma distinta. Y, desgraciadamente,
para que ese cambio real se produzca, todos somos conscientes de que tanto votar a IU como al PSOE, es absolutamente inútil.
Acuérdate de lo que te digo, Pepe: muchos de los que van a votar a ese cadáver llamado IU van por ahí con una camiseta verde. Le ha ido a la izquierda madrileña más o menos como al profesorado y a la enseñanza. La momificación del progresismo, de sus dogmas, de sus líderes y de sus organizaciones ha sido terrible. Y detrás está lo que dices tú: muchos han vivido muy bien haciendo como que hacían y acomodados en sus despachitos de partidos o sindicatos o en sus comisiones de servicio de rascarse la barriga.
ResponderEliminarNo lo tengo yo tan claro esta vez, Pablo. Si IU Madrid no cambia el rumbo va camino de la desaparición: sin caras visibles, sin legitimidad moral, arrinconados y con caspa (y casta) del pasado que no quieren dejar atrás... Un panorama complicado, y más cuando el abanico de posibilidades electorales se ha ampliado.
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