El cruel invierno de este año no da respiro. El fin de semana nos deja con la pequeña alegría de un Betis que por fin superó a su eterno rival. El dolor de garganta ataca ferozmente mi hogar, dejando a sus víctimas maltrechas, en pijama, y sin salir a la calle. Aisladas. Levantándose mañana tras mañana con un calcetín introducido en la boca. Veo The Wall y sus imágenes permanecen aún en mi memoria con fuerza inusitada, el dolor de la caída a los infiernos, el muro de contención que aísla a la estrella de la realidad. El muro que delimita la pesadilla totalitaria. Un muro parecido al que mi incomprensión del inglés construye alrededor de una película donde la música de Pink Floyd sirve de hilo conductor emocional, y sus letras resuenan en mis oídos sin encontrar la puerta de la interpretación en mi cerebro.
Aislados. Tras el muro.
El post sobre La clase, de nuevo, tendrá que esperar.
Aislados. Tras el muro.
El post sobre La clase, de nuevo, tendrá que esperar.