Conversaciones que se superponen, que interesan, que aburren hasta el hastío, que hacen reír. Conversaciones sobre cine, sobre mujeres, sobre literatura, sobre compañeros ausentes, sobre política. Conversaciones que descubren facetas desconocidas, a veces incluso incómodas; o incompatibilidades manifiestas enmascaradas por la superficialidad inicial de las relaciones. Conversaciones que llegan tarde, al final de todas las cosas, que dejan a uno con la tristeza de saber que no se volverán a producir. Conversaciones que se alargan sin sentido, que son demasiado cortas, que generan impaciencia, que son interrumpidas por el maldito sonido de un móvil. Conversaciones en las que se habla, en las que se escucha, en las que se piensa lo contrario de lo que se dice, en las que se dice justo lo que se piensa, en las que te muestras tal y como eres o te escondes tras una máscara silenciosa. Conversaciones que abochornan, que te indignan, de las que no sabes como escapar, ruidosas a veces, o mantenidas mediante susurros y miradas. Conversaciones en las que te reinventas, que abren puertas anteriormente nunca atravesadas, que son brillantes durante un rato; o que suenan a antiguo, a algo ya leído, conversado, cansinas sin solución. Conversaciones que nunca acaban, o que nacen abortadas, que duran años, o sólo segundos. Conversaciones alcoholizadas en las que se consigue un momento especial, o en las que se balbucean estupideces sin sentido. Conversaciones de dos, íntimas o forzadas, en grupo, a gritos, desaforadas o contenidas. Conversaciones con uno mismo, las más largas, durante toda la vida.
Conversaciones infinitas, siempre inacabadas, incompletas. Las conversaciones nunca mueren pero se renuevan. A veces se acaban los interlocutores, se agota la conversación, muere por inanición. La muerte de la conversación es la muerte de la amistad. Y en el silencio los caminos divergen. O el silencio como evolución final, última piel de la conversación, sólo conseguida por los elegidos. Conversación muda.
Hola, llevaba tiempo sin pasar por aquí, y mira por donde me encuentro este post.
ResponderEliminarQué paranoia con las conversaciones, no?
Esperemos no encontrarnos con esa de la amistad.
En fin, ¿Cómo estáis?
Un besote
Muy buenas, Mari, me alegro de verte de vuelta y en "horario" adecuado
ResponderEliminarUn abrazo